Una
aclaración con respecto al populismo
Por: Slavoj Zizek Slavoj Zizek
24 abril 2015
Te
Recomendamos Todas las formas de resistencia, desde Syriza en Grecia a Podemos
en España, pasando por los “populismos” latinoamericanos, deben contar con
nuestro más firme apoyo.
Ello no
quiere decir abstenernos de la más férrea crítica interna cuando ello sea del
caso.
Una entrevista que concedí hace poco, publicada primero en México
y luego otra vez en la prensa latinoamericana y española, habría dado lugar a
una idea por completo equivocada acerca de mi posición con respecto a la
reciente tendencia populista de la política radical de izquierdas.
Si bien es cierto que la
revolución Bolivariana en Venezuela puede ser objeto de muchas críticas,
algunas de ellas merecidas, no deberíamos olvidar que también ha sido víctima
de una campaña contra-revolucionaria muy bien orquestada; en especial de una
larga guerra económica.
No se trata de una táctica novedosa. Unos años atrás, durante los
tempranos setenta, el entonces asesor de seguridad estadounidense Henry
Kissinger aconsejó a la CIA sobre la mejor manera de desestabilizar el gobierno
democrático del presidente Salvador Allende en Chile.
Tras una reunión con Kissinger y el presidente Nixon el 15 de
septiembre de 1970, el entonces director de la CIA Richard Helms escribió en
sus notas la instrucción sucinta recibida de éstos: “¡Hagan que la economía chilena grite de dolor!”.
Altos representantes del
gobierno estadounidense han reconocido que el mismo procedimiento está siendo
aplicado en Venezuela.
Hace apenas un par de años, el antiguo Secretario de Estado de los
Estados Unidos, Lawrence Eagleburger, declaró ante el canal de noticias Fox que
la relación entre el presidente Hugo Chávez y el pueblo venezolano “funcionará solamente si la
población de Venezuela continúa percibiendo en su gobierno alguna capacidad
para mejorar sus estándares de vida.
Si en algún momento la economía
comienza a ir mal, la popularidad de Chávez comenzaría a decrecer. Estas son
las armas que tenemos contra él, y que deberíamos estar usando.
Es decir, las herramientas
económicas para hacer que la economía venezolana empeore, de manera que la
influencia del chavismo en el país y la región se vaya a pique… Todo lo que
podamos hacer para que la economía venezolana se encuentre en una situación
difícil está bien hecho; pero hay que
hacerlo de manera tal que no entremos en una confrontación directa contra
Venezuela, si podemos evitarlo”.
Lo menos que se podría
decir acerca de afirmaciones como esta es que dan credibilidad al argumento
según el cual las dificultades económicas que enfrenta el Gobierno bolivariano
no son simplemente el resultado de su ineptitud en materia de política
económica. Este es el punto clave, políticamente hablando, que los liberales
no pueden digerir: con toda claridad, no estamos tratando aquí con fuerzas de
mercado ciegas o con reacciones naturales. Digamos por ejemplo, con los dueños de las tiendas y
supermercados intentando obtener ganancias mayores mediante el acaparamiento, u
ofreciendo sus productos en mercados más favorables. Antes bien, se
trata de estrategias bien planificadas y muy sofisticadas.
Si ello es así, ¿no se justifica entonces que el gobierno use la
fuerza legítima –una suerte de terror, diríase – como medida defensiva? Por
ejemplo, que la policía haga redadas en bodegas secretas, o detenga a los
acaparadores y coordinadores de la guerra económica que causa escasez.
Y cuando el 9 de marzo de
este año el presidente Obama expidió una orden ejecutiva declarando a Venezuela
una “amenaza contra la seguridad nacional” de los Estados Unidos,
¿No dio luz verde a quienes
buscan “abreviar” el período del presidente Maduro, o llevar a cabo un
golpe de Estado?
En un tono algo más moderado, más “civilizado”, es lo mismo que
está ocurriendo con Grecia.
Nos enfrentamos hoy a la
enorme presión de lo que deberíamos llamar sin vergüenza alguna “propaganda
enemiga”.
Según Alain Badiou, “el
objetivo de la propaganda enemiga no es aniquilar a la fuerza adversaria
existente (función que de manera usual le compete a la policía) sino antes
bien, aniquilar una posibilidad aún no realizada, ni siquiera percibida, en la
situación actual”.
Dicho de otra manera, están
intentando asesinar la esperanza.
El mensaje que este tipo de
propaganda intenta propagar es la convicción resignada de acuerdo con la cual
si éste no es el mejor de los mundos posibles por lo menos es el menos malo,
así que cualquier intento de cambio radical tan sólo haría que las cosas fuesen
mucho peores.
Es por ello que todas las formas de resistencia, desde Syriza en
Grecia a Podemos en España, pasando por los “populismos” latinoamericanos,
deben contar con nuestro más firme apoyo.
Ello no quiere decir abstenernos de la más férrea crítica interna
cuando ello sea del caso, pero debe tratarse estrictamente de una crítica
interna, una crítica entre aliados.
Como diría Mao Tse Tung, este
tipo de crítica es propia de las “contradicciones al interior del pueblo” y no
contradicciones entre el pueblo y sus enemigos.
La reacción del establecimiento europeo a la victoria de Syriza en
Grecia está dando lugar, de manera gradual, a un ideal muy bien resumido en el
título de una columna escrita por Gideon Rachman en el Financial Times en
diciembre del 2014: “el
eslabón más débil de Europa son los votantes”.
Así que en un mundo ideal,
Europa debería deshacerse de su “eslabón más débil” y dejar que los expertos
asuman el poder para imponer de manera directa la política económica.
Si acaso deban persistir las elecciones, su función sería tan sólo
la de confirmar el consenso de los expertos.
La perspectiva de un
resultado electoral “equivocado” provoca el pánico entre los miembros del
establecimiento: tan pronto como esa posibilidad se asoma en el horizonte, nos
pintan una imagen apocalíptica de caos social, pobreza y violencia.
Y como resulta usual en tales casos, la prosopopeya ideológica
hace su agosto: los mercados comienzan
a hablar como si fuesen personas, expresando su “preocupación” acerca de lo que
podría suceder si las elecciones no tienen como resultado un gobierno con
mandato suficiente para continuar con los programas de austeridad fiscal y
reforma estructural.
Recientemente, los medios
alemanes caracterizaron al ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis como un
sicótico que vive en un mundo diferente al resto de nosotros. ¿Pero es él en
verdad tan radical? Lo que les produce pánico no es tanto el radicalismo de
Varoufakis sino su modestia pragmática y razonable.
Por ello no es sorpresa que algunos sectores radicales de Syriza
ya lo estén acusando de haber capitulado ante la Unión Europea.
Pero si se observan con cuidado las propuestas de Varoufakis,
resulta imposible pasar por alto que se trata de medidas que cuarenta años
atrás habrían hecho parte de cualquier agenda social-demócrata.
De hecho, el programa del gobierno sueco o el chileno en los
sesentas y setentas era mucho más radical.
Es un signo de la pobreza de nuestro tiempo el que hoy en día haya
que pertenecer a la izquierda radical para abogar por medidas similares.
Es un síntoma de la época oscurantista en que vivimos, pero
también una oportunidad para que la izquierda pueda ocupar el lugar que en
décadas anteriores ha venido ocupando la izquierda pacata y timorata de centro.
¿Qué sucedería si un gobierno
como el de Syriza o la inspiración de Podemos fracasan? En ese
caso sí sería cierto afirmar que las consecuencias serán catastróficas no solo
para Grecia o España, sino para toda Europa: pues esa eventual derrota daría
aún más peso a la opinión pesimista según la cual el trabajo paciente de las
reformas está condenado a fracasar, y que el reformismo, antes que la
revolución, constituye hoy la más inalcanzable de todas las utopías. En
últimas, ello confirmaría que nos aproximamos a una era de lucha mucho más
radical y violenta.
**Traducido por Óscar Guardiola Rivera
Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/opinion/Una-aclaracion-con-respecto-al-populismo-20150424-0027.html. Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. www.teleSURtv.net
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