domingo, 31 de enero de 2021

Los motivos para vacunarnos contra la covid-19 van mucho más allá del beneficio personal

Los motivos para vacunarnos contra la covid-19 van mucho más allá del beneficio personal

Cada persona que no se vacune, aunque su riesgo de contraer covid-19 fuera bajo, pone en riesgo al resto.

Jesús Pérez Gil

21/01/2021

8 minutos de lectura

 


La campaña de vacunación contra la covid-19 ha sido posible gracias a un gigantesco esfuerzo científico para desarrollar varias vacunas en un tiempo récord, que ahora debe continuar con la distribución y aplicación a escala global de cientos de millones de dosis. 

Sin embargo, también ha despertado las dudas en algunas personas, a las que parece preocuparles que puedan no contar con todas las garantías posibles. 

Argumentan que esto requiere ensayos de seguridad y de eficiencia protectora extendidos en varias etapas, a lo largo de periodos mucho más largos de tiempo.

El beneficio, en términos de salud global, de la amplia aplicación de las vacunas es incuestionable. 

Esto, a pesar de las reticencias de pequeños grupos de población alentados por mensajes con dudosa base científica que circulan por internet. 

Las consideradas más seguras (gripe, triple vírica) tienen una incidencia de efectos adversos graves de 1 o 2 casos por millón de habitantes y eso no invalida su carácter protector, ampliamente demostrado. 

Es verdad que han sido probadas en población real durante décadas.

En contraste, las nuevas vacunas de la covid-19 solo han tenido oportunidad de probarse en los miles de personas que han participado en los ensayos clínicos, en entornos controlados.

 Estos son imprescindibles para sacar conclusiones sobre la validez de cualquier tratamiento que se ensaya, y que no queden enmascaradas en la inevitable heterogeneidad casuística del mundo real. 

Es la falta de su aplicación masiva, en los millones de individuos que representan mucho mejor la estructura real de la población, lo que hace inevitable una cierta incertidumbre que solo se podrá despejar tras años de aplicación y análisis.

La pregunta es cuál es el balance entre riesgo y beneficio que puede considerarse aceptable dadas las circunstancias actuales.

En medicina, el planteamiento para comenzar a aplicar nuevos tratamientos parte de la aprobación por parte de las agencias reguladoras. 

Estas deben garantizar que se han realizado adecuadamente todos los estudios y ensayos destinados a valorar la seguridad y la eficacia. 

Una vez el tratamiento en cuestión es aprobado y está disponible en el arsenal clínico, los médicos valoran detalladamente ese balance entre riesgos y beneficios con la máxima garantista de “ante todo, no hagas daño”.

Sin embargo, en el escenario actual, los elementos de análisis no están completos si no se invocan también criterios esenciales de salud pública.

Un análisis global para un problema global

Cuando se valora la probabilidad de efectos adversos en un individuo se valora la incidencia sobre cada una de las personas que siguen un tratamiento, el equilibrio entre el riesgo del procedimiento que se aplica y el beneficio que se pretende evitar.

 En el caso del impacto de la covid-19, eso supone también tener en cuenta el impacto que supone no prevenir la infección de la población en general, representado en cada uno de los individuos que no se vacune.

Cada persona que no se vacune, aunque su riesgo de contraer covid-19 fuera bajo, pone en riesgo al resto. 

No solamente al sector de población más vulnerable (que podría protegerse si a esas personas sí se les vacuna), sino a toda la población. 

Esto incluye a gente que ni siquiera sabemos cómo es de vulnerable porque aún no conocemos muchos de los factores que marcan las diferencias tan enormes que existen en la susceptibilidad de sufrir la versión más grave de la enfermedad.

La diferencia fundamental entre la covid-19 y otras enfermedades también causadas por agentes infecciosos es que no tenemos todavía defensas basales frente a un virus nuevo. 

El resultado se está viendo: una extensión sin freno de la infección a toda la población mundial, lo que añade riesgos adicionales que se incrementan cada día que pasamos sin vacunar.

La probabilidad de que aparezcan variaciones y mutaciones en cepas que podrían escapar a la inmunidad que proporcionen las vacunas es cada vez mayor. 

Es la ley de los grandes números, como bien conocen los microbiólogos. 

Además, no tienen nada que ver las cargas virales y la incidencia poblacional del virus SARS-CoV-2 actualmente con la de los agentes causantes de la gripe u otras enfermedades con las que llevamos conviviendo mucho tiempo.

Nuestro mundo, además, está hoy completamente interconectado a escala universal. 

Esto permite extenderse, en un corto plazo de tiempo, a cualquier variante viral que escape a la inmunidad natural o inducida por vacunación. 

Ello compete fundamentalmente a la epidemiología y la salud pública, y es muy importante explicar bien los argumentos en esta línea para que la gente valore argumentos poblacionales, no solo de medicina personal.

Es comprensible que la gente dé prioridad a su riesgo/beneficio personal sobre el beneficio colectivo. Por ello resulta crucial reforzar este aspecto colectivo en la comunicación de la importancia de las vacunas.

Una única salud

Otro argumento a favor de la vacunación masiva proviene de la biología. 

En un trabajo publicado recientemente se ha determinado que existen más de 1 000 especies de coronavirus similares al SARS-CoV-2 en murciélagos

Cada una de ellas es susceptible de desatar otra pandemia si cruza el umbral entre especies y se dan ciertas condiciones.

Si cambiamos los murciélagos por otras especies, se sabe mucho menos sobre los coronavirus u otros virus que podrían utilizarlas como hospedadores. 

Por ejemplo, la población de mascotas es comparable a la humana en tamaño, pero no se estudia al mismo nivel porque su interés es secundario en comparación con la salud humana. 

Con una población humana que sostiene una cantidad tan masiva de virus como la actual, la probabilidad de que cualquiera de esos virus proveniente de animales recombine con el SARS-CoV-2 y acabe generando una especie o cepa nueva se incrementa.

 

Esto lo explicarían muy bien los genetistas y los ecólogos microbianos. 

De ahí la idea de la One Health (del inglés, “una única salud”), que esta crisis sanitaria está poniendo encima de la mesa más que nunca. 

La sanidad humana, animal y ambiental son la misma cosa.

Esta es la razón fundamental por la que es urgente actuar para reducir la extensión de la infección por SARS-CoV-2 en todo el mundo, también en aquellos países sin medios. 

Esto puede ser incluso más urgente que la vacunación en nuestros países desarrollados y bien protegidos por unas envidiables condiciones sanitarias de base. 

¿Dónde puede ser más probable que aparezcan esos cruces entre especies? Puede imaginarse si se piensa en las imágenes que se han visto provenientes de esos mercados en los que cohabitan personas y animales sin solución de continuidad.

Las valoraciones deberán, por tanto, incorporar también condicionantes sociológicos y políticos. 

Tampoco estaría de más escuchar a los filósofos y su planteamiento de cuestiones que hay que tener en cuenta, relacionadas con la ética y la moral a la hora de priorizar actuaciones políticas pertinentes al ámbito que nos ocupa.

También hay que defender mucho más públicamente el valor de la garantía que suponen las agencias reguladoras de medicamentos. 

La urgencia y el acortamiento de plazos en el desarrollo de las vacunas no se han aplicado a costa de saltarse los protocolos de los que nos hemos dotado para el desarrollo de fármacos seguros. 

Las directrices que emanan de esas agencias están a salvo (más nos vale) de intereses espurios meramente economicistas.

Despejando la incertidumbre

Existe cierto nivel de incertidumbre que solo se irá despejando según avance el proceso de vacunación, como ha ocurrido con todas las vacunas desde su creación hasta su consolidación. 

Pero los procedimientos que ahora han permitido desarrollar vacunas en tiempo récord son más potentes, eficientes y seguros que nunca. 

Especialmente en contextos como el actual, en el que se ha aplicado un esfuerzo en recursos sin precedentes.

No tiene nada que ver la ciencia y la investigación actual con la que había hace veinte años. 

La penicilina no habría sido aprobada en su día si se hubieran aplicado los estrictos protocolos que hoy definen si un medicamento o tratamiento es seguro o no. 

Hablamos de actuar a escala global con la máxima seguridad que pueden permitir las condiciones actuales. 

La urgencia de parar el progreso de la pandemia, sus consecuencias y coste en vidas así lo exige.

Cuando las encuestas de opinión revelan las enormes dudas de la población es crucial que nuestros medios de comunicación se involucren al máximo en explicar el concepto colectivo y epidemiológico que está en juego en la vacunación frente al coronavirus. 

No se trata de ofrecer una avalancha de información sin más a la gente, para que la indigestión de no poder asimilarla les vuelva refractarios a todo lo que no sea lo que les conviene creer, en una negación ciega de la magnitud del problema.

Jesús Pérez Gil, Catedrático de Universidad, Dpto. Bioquímica y Biología Molecular, Facultad de Ciencias Biológicas, Universidad Complutense de Madrid, Universidad Complutense de Madrid

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.


TOMADO DE: https://www.muyinteresante.es/

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sábado, 30 de enero de 2021

Venezuela. Conexiones y figuras de la empresa de lobby contratada por Guyana en EEUU

 Venezuela. Conexiones y figuras de la empresa de lobby contratada por Guyana en EEUU

By Resumen Latinoamericano 

on 24 enero, 2021















Esta semana, el portal que rastrea el cabildeo político en Washington y sus ramificaciones en el extranjero, Foreign Lobby, publicó que el Ministerio Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional de Guyana ha contratado a una empresa de lobby estadounidense, The Cormac Grouppara influir en espacios de interés que incluye tanto al Congreso de los Estados Unidos como a las organizaciones internacionales y financieras, todo con miras a posicionar la agenda de negocios con Guyana.

Ese contrato, en el que Guyana acordó pagar 25 mil dólares al mes, fue firmado a finales del año pasado y, según Foreign Lobby, las rúbricas que lo materializaron eran de la Secretaria Permanente del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional, Elizabeth Harper, y del socio de The Cormac Group, Jim Link.

El Cormac Group no trabaja en solitario, a la contratación de Guyana se suma también la consultora de negocios internacional con sede en Washington, Otto Reich Associates por supuesto comandada por Otto Reich, ex embajador de Estados Unidos en Venezuela (1986-89) y subsecretario de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental para la época del golpe de Estado contra el comandante Chávez.

Las señales de angustia de los intereses corporativos en Guyana son evidentes, las presiones en diferentes frentes y la reciente decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) le han dado a la disputa por el territorio Esequibo un impulso de urgencia que ha desembocado en la contratación de la empresas señaladas.

The Cormac Group

The Cormac Group y Otto Reich Associates ya han trabajado en Guyana desde las elecciones recientes de ese país, a través de un grupo fachada y cercano al Partido Progresista del Pueblo – Cívico de Guyana, logrando persuadir a algunos republicanos y a otros congresistas estadounidenses sobre el apoyo al presidente electo guyanés, Irfaan Ali, en las circunstancias de demora de los resultados electorales por más de dos meses.

El nuevo contrato de estos lobbistas redimensiona las relaciones con el actual gobierno de Guyana, pues se contaría esta vez con «colaboración» de miembros seleccionados de los medios de comunicación para cubrir la importancia de Guyana para la democracia y la estabilidad en la región, según Estados Unidos, claro está.

De esta manera, el contrato especifica que trabajarán activamente en informar a miembros del Congreso de EEUU, especialmente aquellos con responsabilidad en los asuntos del hemisferio occidental, sobre la importancia de incrementar la presencia económica y comercial en Guyana, apoyándose en organizaciones como la Organización de Estados Americanos (OEA), el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.

Ahora bien, con respecto a los socios de The Cormac Group, destaca el nombre de Jonathan Slade que, según la revista de análisis internacional Foreign Policy, al momento del golpe de Estado contra Manuel Zelaya en 2009, estaba coordinando las relaciones del gobierno estadounidense con los conglomerado empresariales de Honduras que habían apoyado el derrocamiento del presidente. Slade había firmado con la Asociación Hondureña de Maquiladores (AHM) un acuerdo para canalizar las conexiones de esa empresa con el Capitolio de EEUU.

Recientemente, Slade escribió un artículo en que expresa su apoyo a la candidatura de Joe Biden y que por haber participado activamente en cuestiones de política exterior durante años asegura que el Partido Demócrata defenderá la democracia en Guyana, haciendo referencia al contexto sobre el cual las elecciones de Guyana experimentaron graves irregularidades.

Vale agregar que, entre los clientes de The Cormac Group se encuentra la organización sin fines de lucro Venezuelan American Alliance, conformada por venezolanos que residen en Estados Unidos, que además de tener una cercanía con Carlos Vecchio, promueven las iniciativas de Washington para quebrar al chavismo.

A la luz del acuerdo de Guyana con The Cormac Group, se hace mención a que la consultora Otto Reich Associates, LLC, supervisará las actividades relacionadas con ese compromiso, de la mano con la Embajada de Guyana en Washington.

A grandes rasgos, la unión de estas empresas de cabildeo asoman cómo Guyana se encamina al reforzamiento de las relaciones con Washington, las cuales pasan por mantener la atención sobre los intereses de ExxonMobil y atraer el mayor peso político a la disputa por el Esequibo. 

Registro de la empresa de Otto Reich para trabajar con el The Cormac Group usando de fachada a la International Center for Democracy, institución cercana al PPP de Guyana. (Foto: Senado de EEUU)

Algunas claves sobre Otto Reich

Otto Reich se desempeñó en la administración Ronald Reagan como administrador adjunto de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID), luego como el primer director de la Oficina de Diplomacia Pública para América Latina y el Caribe del Departamento de Estado y finalmente como embajador en Venezuela.

Además de ser un opositor infatigable del líder de la revolución cubana, Fidel Castro, a Reich se le recuerda en la palestra internacional por estar involucrado (en el área diplomática y comunicacional) en el escándalo Irán-Contra, ampliamente recordado por la venta de armas para financiar ilegalmente a la contra nicaragüense en los años 80.

Hoy por hoy, Reich es altamente remunerado para varias corporaciones y la polémica siempre lo acompaña, no es de extrañar su participación en el lobby financiero y petrolero de los grandes intereses económicos y políticos sobre Guyana, y más en especifico con el territorio en disputa con Venezuela.

  • En 2002, los demócratas, encabezados por el senador Christopher Dodd se opuso a la nominación de Reich como «enviado especial al hemisferio occidental», llamándolo un guerrero frío que se aferra a una política fallida hacia Cuba.
  • En pleno 2002, cuando era Subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental en la era de Bush hijo, Reich orquesta una campaña masiva de difamación mediática internacional contra Chávez que ha continuado hasta el día de hoy. Esa campaña fue clave durante el proceso de golpe de Estado.
  • En los años 80, cuando fue jefe de la Oficina de Diplomacia Pública, Reich promovió de manera encubierta la lucha contra el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
  • Para 1990, Reich se convirtió en un cabildero corporativo, ayudando a vender aviones de combate F-16 a Chile y representando a la compañía de ron Bacardi en una disputa de marca registrada con Cuba.
  • Mientras fue embajador de Venezuela, desde 1987 hasta 1989, el comportamiento más cuestionable de Reich fue su rol en el arreglo final para el asilo del acusado terrorista cubano-estadounidense Orlando Bosch. Reich ayudó Bosch a obtener el estatus de refugiado dentro de los Estados Unidos.

Ahora sus maniobras de encubrimiento y hasta de difamación se centrarán en los negocios transnacionales con Guyana, y más si posee un antiguo nexo con la ExxonMobil, tal como lo señala en el portal web del personaje. Pero tampoco perderá de vista sus posibles participaciones en el lobby antivenezolano, debido a que expresó en una entrevista para PanAmPost que su opinión para la nueva administración de Biden sería: «sanciones más fuertes a individuos, a los que cometen los crímenes y que roban el dinero y a aquellos que los ayudan, sean personas o naciones».

El contrato de estas empresas de cabildeo cierra con la poesía de ser los cuidadores del mundo y que las intenciones reales de sus negocios es la supuesta preservación de la democracia. Esa falsa bandera del lobby estadounidense de querer salvaguardar la democracia en el continente les ha servido como una escueta excusa para armar expedientes o para presionar la intromisión de sus intereses en el territorio que les plazca, de acuerdo a sus caprichos excepcionalistas.

Impresiones actuales de los políticos en Guyana

Luego del reportaje en cuestión de Foreign Lobby, legisladores de Guyana investigan el contrato. Y es que en septiembre, la diputada de la oposición Amanza Walton-Desir expresaba su preocupación por las decisiones de política exterior del nuevo gobierno liderado por Ali, advirtiendo que Guyana está siendo tutelada por Estados Unidos, en un intento disimulado de la típica y no menos perjudicial intervención extranjera.

Walton-Desir, nombra diferentes hechos de cómo EEUU se ha involucrado en la política interna de Guyana: «niveles sin precedentes de interferencia de potencias extranjeras en nuestras últimas elecciones nacionales y regionales», donde los lobbistas estadounidenses se involucraron.

Pero la intrusión de EEUU no se supedita a eso nada más, las tácticas se han dispersado para actuar en diferentes espacios. El año pasado la Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo de los EEUU estuvo en Guyana, en apariencia, para discutir oportunidades de inversión y cooperación de seguridad en la región. Su director ejecutivo, Adam Boehler, enfatizó que debían actuar rápidamente con las inversiones petroleras.

Refinería de ExxonMobil en Montana, EEUU (Foto: AP)

No es difícil pensar que esa prisa tenga relación con las posibles presiones de la amplia comisión de Guyana en el marco de la reciente sentencia de la CIJ sobre la controversia con Venezuela sobre el territorio Esequibo. En esa comisión participó activamente la embajadora Elizabeth Harper, firmante del contrato con The Cormac Group y estuvo acompañada de la firma de abogados Foley Hoag, que en 2018 se retiró como asesor de Venezuela en el caso de arbitraje de Crystallex.

Estados Unidos no ha dejado de prestar atención al Esequibo, y así lo manifiesta el informe de 2006 del entonces embajador de EEUU en Guyana, Roland Bullen, publicado por WikiLeaks, que se titula «La disputa fronteriza de Venezuela-Guyana eclipsa el desarrollo económico y la cooperación regional«. Es bien sabido que cuando los voceros de EEUU hacen referencia a desarrollo económico, hacen alusión en realidad al suyo y cuando se trata de cooperación regional se refieren a tratos ventajosos. 

Las dinámicas y movimientos apurados en el tablero geopolítico del Esequibo seguirán dando de qué hablar. 

Fuente: Misión Verdad

Tomado de: https://www.resumenlatinoamericano.org/

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Desde el Esequibo, el peligro de otra guerra por el petróleo

 


Desde el Esequibo, el peligro de otra guerra por el petróleo – 

Por Geraldina Colotti

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Geraldina Colotti *

Es necesario hablar de una disputa fronteriza, una disputa histórica que podría iniciar una nueva y devastadora guerra de agresión por el petróleo. 

Estamos hablando de las aguas del Esequibo, disputadas entre Guyana y Venezuela. 

Un área equivalente a dos tercios de la pequeña Guyana, el país de habla inglesa más pequeño de América del Sur: el tercer estado «soberano» más pequeño de América del Sur después de Uruguay y Surinam.

Tiene una población de 780.000 habitantes y cubre 215.000 kilómetros cuadrados. 

Una antigua colonia holandesa y luego británica, el único país de América del Sur que habla inglés. 

Como siempre, para entender, es necesario recurrir a la historia que, para los pueblos del sur, es la historia de la opresión colonial así como de la opresión de clases, para lo cual la redacción de Estado «soberano» debe ir entre comillas: no es de extrañar, que la bandera de una segunda independencia sigue siendo muy actual en América Latina (y más allá).

Guyana obtuvo la independencia en 1966 y proclamó la república en 1970, aunque permaneció dentro de la Commonwealth, una organización intergubernamental de 54 estados independientes, unidos -todos excepto Mozambique y Ruanda- por la colonización sufrida por el Imperio Británico.

Un país cuyas decisiones siguen fuertemente influenciadas por las políticas británicas y norteamericanas: con más o menos evidencias dependiendo de si va al gobierno el Congreso Nacional del Pueblo (de derecha, siempre apoyado por Estados Unidos) o el Partido Progresista del Pueblo, que es de izquierda, y al que pertenece el actual presidente Irfaan Ali, el primer presidente musulmán practicante oficial.

Para hacerse una idea de la presencia imperialista en la zona basta con saber que existe una organización llamada GuyanaUsa, que promueve la integración de Guyana con Estados Unidos. 

¿Porque? Porque más de 100.000 guayaneses tienen doble ciudadanía y los guayaneses que residen en los Estados Unidos son aproximadamente 350.000, o un tercio de la población total.

Y porque la influencia de EE.UU., a la que Reino Unido otorgó el uso de sus puertos en Sudamérica, incluidos los ubicados en Guyana, ya durante la Segunda Guerra Mundial, nunca ha cesado, dada la fuerte continuidad de la relación especial existente entre los EE.UU. y Gran Bretaña.

Para comprender los orígenes de la disputa del Esequibo y su impacto en el presente, te pedimos que sigas, con un poco de paciencia, las principales etapas que la han caracterizado. 

La primera distorsión colonial se originó el 3 de octubre de 1899.

En ese momento, se firmó en París el llamado Laudo Arbitral, constituido por un tribunal creado dos años antes sobre la base del Tratado de Arbitraje de Washington, en el que Estados Unidos, en representación de Venezuela , por un lado, y el Reino Unido como propietario de la entonces colonia de Guayana Británica (ahora República Cooperativa de Guyana), por otro lado, había acordado llevar a un tribunal de arbitraje internacional la disputa sobre la frontera oeste de la colonia británica, y al este de Venezuela.

Venezuela ya era entonces independiente, pero no fue convocada para una solución amistosa a la disputa territorial. Estuvo representado por las potencias coloniales.

En definitiva, el fallo fue a favor del Reino Unido que se adjudicó el territorio que Venezuela ya llamaba Guayana Essequiba, y que se extendía por 159.500 kilómetros cuadrados al oeste del río Esequibo (ciertamente no un nombre inglés). 

En ese momento, Venezuela protestó de inmediato, citando vicios de forma. Sin embargo, fue solo en 1962 que logró llevar su protesta a la ONU, proporcionando evidencia documental de sus razones.

La solicitud fue aceptada y dio lugar a el Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero de 1966, firmado por Venezuela y los representantes de la Guayana Británica, próxima a lograr la independencia. 

Ese acuerdo sigue vigente aunque sea transitorio ante un acuerdo definitivo y consensuado, que Venezuela sigue pidiendo incluso ahora.

El asunto quedó en manos del Secretario General de las Naciones Unidas, frente a quien Venezuela y Guyana, luego de la independencia de este último, decidieron nombrar un mediador en la figura de un «buen oficiante» que fue identificado en el jamaicano Norman Girvan, desaparecido en abril de 2014. 

Desde entonces, el tema ha quedado pendiente, o más bien sujeto a injerencias internacionales debido a los gigantescos intereses existentes en la zona.

La pequeña Guyana, cuya economía, basada en la caña de azúcar, el banano, el coco y otras frutas tropicales, así como la pesca de mariscos, depende del capital extranjero y tiene el corolario clásico de los países dependientes: pobreza generalizada, corrupción, ausencia de infraestructura, deuda pública muy alta, industria muy pequeña basada principalmente en ron, pcerveza y azúcar; y robo de los recursos preciosos que posee, como la bauxita, el oro y los diamantes.

Sin embargo, desde 2008, Exxon Mobil, una de las principales multinacionales petroleras estadounidenses de importancia mundial, que opera en el mercado europeo bajo la marca Esso, ha comenzado arbitrariamente a perforar en la disputada zona de Esequibo.

De inmediato, los grandes medios entregaron proyecciones del Fondo Monetario Internacional, según las cuales, para el 2025, habría un ingreso de 5 mil millones de dólares, permitiendo al pequeño país fronterizo con Venezuela y Brasil, un crecimiento 14 veces mayor que el de China. 

Cifras asombrosas que convertirían a Esequibo en el área con las mayores reservas de petróleo per cápita del mundo.

Recordemos que, en la actualidad, Venezuela cuenta con las mayores reservas certificadas de petróleo del mundo, además de oro, diamantes, coltán y otros recursos sobre los que el imperialismo estadounidense pretende poner las manos, como lo hizo durante los gobiernos de la IV República que se turnaron en el poder antes de la victoria de Chávez en las elecciones de 1998.

Como vemos, la pregunta no es insignificante. 

Exxon Mobil, al igual que otras multinacionales que no han aceptado el monto propuesto por Chávez como compensación por las nacionalizaciones llevadas a cabo en Venezuela, ha abierto disputas multimillonarias en tribunales arbitrales internacionales, cuya naturaleza no es muy diferente a la de la corte que dio lugar al Laudo Arbitral de París en 1899.

Intereses gigantes que están en el centro de la farsa de la “investidura” por parte de Estados Unidos del autoproclamado «presidente interino» de Venezuela, Juan Guaidó, quien así se ha robado la principal refinería de Venezuela, que tiene su sede en Estados Unidos, Citgo. 

Un robo permitido por el bloqueo económico-financiero, impuesto por Estados Unidos y Europa, en cuyos bancos -especialmente británicos- se mantiene ilegalmente el oro venezolano. 

Y es de estos días, la noticia de que el títere Guaidó venderá Citgo para pagar la compensación de otra gran multinacional, Cristallex.

Mientras tanto, el 11 de enero, el almirante estadounidense Craig Faller, jefe del Comando Sur, llegó a Guyana para una visita de tres días, como parte de las maniobras conjuntas de los guardacostas de Estados Unidos y Guyana, decididas el 8 de enero. 

Venezuela ha denunciado esta nueva injerencia peligrosa, que tiende una vez más a la continuación de la política de hechos consumados decidida por Trump y que, con toda probabilidad, también será ejecutada por Biden.

El 31 de enero de 2018, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, anunció que trasladaría la controversia a la Corte Internacional de Justicia, sin nombrar, no obstante, un nuevo mediador entre las partes.

El 18 de diciembre de 2020, la Corte se declaró competente para decidir sobre la validez del laudo arbitral de 1899, disputado en cambio por Venezuela. 

En unos días habrá una audiencia deliberativa. 

El gobierno bolivariano ha protestado, establecido por decreto una zona especial a lo largo de la disputada frontera, ha alertado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y ha lanzado una amplia discusión en el país, que involucra a juristas, académicos y, por supuesto, las estructuras del poder popular. .

También hay que recordar que, en un video filtrado el año pasado, la emisaria de Guaidó en Londres, prometió al gobierno británico la cesión de los derechos sobre Esequibo a cambio de apoyar al autoproclamado y su banda de ladrones.

Pero, desde Gran Bretaña, el respaldo legal a la tesis venezolana provino de un abogado italo-inglés, Ugo Giuliani quien, en 2018, había descubierto los mapas originales, ocultados y falsificados por el imperialismo desde entonces.

Un tema candente, como podemos ver, en el contexto de la crisis mundial y la disputa entre el imperialismo norteamericano y el campo de fuerzas que en cambio se mueve en el contexto de un mundo multicéntrico y multipolar alrededor de China, y en el que se ubica Venezuela Bolivariano. 

Un tema que también concierne a las relaciones de solidaridad que establecen Cuba y Venezuela con los países del Caribe en el contexto de Caricom, organización en la que Estados Unidos intenta influir desde hace tiempo.

Los periódicos de la derecha venezolana y sus partidarios en Europa han dado a conocer mientras tanto que Biden habría invitado a su asunción, no al legítimo representante del gobierno bolivariano, sino al falso canciller de Guaidó, Carlos Vecchio.

 Esta semana, habrá un nuevo pronunciamiento de los países europeos. 

Mientras tanto, Trump se prepara para atrincherarse en Florida, el centro de desestabilización de los ricos anticastristas y antichavitas

*Periodista italiana experta en temas latinoamericanos. Periodista del periódico “il manifiesto”, editó la edición italiana de “Le Monde diplomatique”. Cumplió una sentencia de prisión de 27 años por su militancia en las Brigadas Rojas.

Tomado de: https://www.nodal.am/

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