viernes, 31 de julio de 2020

El uso y abuso del dinero público




Por Alfonso Durán Pich*
Los gobiernos liberal-conservadores han vuelto, una vez más, a las otrora olvidadas políticas keynesianas, con objeto de insuflar aire a una economía en fase de declive.
El Estado español, e indirectamente la nación catalana por su pertenencia a ese Estado, forma parte del club de la Unión Europea y dentro de ese club, del sector de la Eurozona, que tiene cedida la soberanía en política monetaria a un ente teóricamente independiente que llamamos Banco Central Europeo.
Y el conjunto de los socios de ese club han pedido ayuda a los socios más poderosos y/o menos afectados (al menos a corto plazo) por la crisis: “Por favor, deme algo”. Y entonces han empezado las discusiones entre las cabezas pensantes (con perdón) para ver como resolvían este contencioso.
Antes de proseguir, voy a repetir, una vez más, mis dudas razonables sobre la capacidad de los altos funcionarios que dirigen la mayoría de los gobiernos para decidir sobre la asignación y gestión del dinero público, que es el dinero de todos los ciudadanos (el dinero de los contribuyentes). 

Algunos quizás tengan asesores con capacidad técnica, pero esto no basta. 

El meollo de la cuestión se halla en el debatido concepto de “azar moral”, por el que cuando yo tomo una decisión que entraña un riesgo para terceros pero no para mí, puedo ser muy atrevido, sin importarme en la práctica las consecuencias. 
Si va bien, todo serán plácemes; si va mal, nadie me sancionará. 
Es un seguro a todo riesgo, cuya prima va a cargo de la sociedad.

Como contraste a este modelo, tenemos la figura del autónomo, del emprendedor, del empresario, que inicia un proyecto o lo desarrolla con un horizonte a largo plazo, que pone sus ahorros o se endeuda con avales próximos, y que a veces gana y a veces pierde. 
Y si pierde, muchas veces lo intenta otra vez. 
Éste sí que sabe lo que es el riesgo, porque como dice mi apreciado Nassim Taleb, lo lleva marcado en la piel. Y es que la calle es dura.
Esto nos da un perfil del decisor. 
Vayamos ahora un poco más lejos y centrémonos en la organización. 
Cuando una empresa tiene problemas, que se expresan en su cuenta de resultados y en su balance, toma medidas para tratar de aumentar sus ingresos y reducir sus gastos. 
En paralelo, procura asegurar su base financiera, bien ampliando su capital (que quiere decir que los accionistas han de poner más dinero) o endeudándose, dando las garantías correspondientes al acreedor.
 También puede hacer una revisión de sus activos y enajenar aquellos que no son estratégicos para producir liquidez. Es el ABC.
Es nuestro ABC, pero no el de los funcionarios (altos, bajos o medios) que toman decisiones sobre el dinero de todos, bajo el paraguas del Estado.
Sobre ese dinero, los máximos responsables de la Unión Europea (me produce sofoco describirlos como líderes) han tomado unas medidas para destinar fondos por un importe de 750.000 millones de euros a los distintos países del grupo, en función de sus necesidades y otros criterios subyacentes. 
Parte de estos fondos tendrán el valor de ser subvencionados y parte se cederán como créditos. 
Para ello, la Unión Europea se endeudará, que quiere decir que nos endeudaremos todos, porque aquí el espíritu santo, señores Cañizares, Omella  y resto de colegas de su especie, no interviene.
Claro que no todos los países del club se hallan en las mismas condiciones. 
Unos están saneados, otros guardan un difícil equilibrio en sus cuentas y unos terceros están en lo que podríamos denominar una quiebra técnica. 
Y claro, los primeros han puesto condiciones a la macrooperación: quieren saber en qué se emplea el dinero. 
Llegan un poco tarde, porque si hubieran estado atentos en su momento habrían bloqueado el gasto/inversión superfluo que algunos Estados han perpetrado (que es algo como delinquir) con el dinero recibido. 
Si hubieran estado atentos, no tendríamos en el Estado español el AVE (la mayor irresponsabilidad de los gobiernos del duopolio monárquico), ni polideportivos a gogó, ni aeropuertos sin pasajeros, ni autovías sin coches, ni palacios de cultura para analfabetos funcionales. 
Estos tipos se han despertado tarde y tampoco atinan como auditores.
Y no atinan porque sus prioridades son de lo más convencional. 
Ellos quieren que el dinero se emplee fundamentalmente para dos cosas: en primer lugar (y esto es casi tan sagrado como la constitución) en pagar el servicio de la Deuda Pública (que aumentará notablemente) y luego en rebajar el coste social, que en “Román paladino” quiere decir pensiones y sanidad. 
La palabra clave es sostenibilidad, palabra de moda entre los cachorros del poder financiero. 
No se les ocurren otras cosas, porque no tienen experiencia en fuego real. 
Podrían obligar (condicionar) a la enajenación de activos improductivos y a parar sine die inversiones fantasmales, como esa curiosa red del corredor Mediterráneo que va de la estación de Atocha a Chamartín, en plena capital del Estado. 
Podrían también actuar sobre otras partidas del gasto, como es Defensa, organizaciones territoriales duplicadas, Justicia y un sinfín de organismos del Estado que no sirven para nada. Podrían, pero no lo harán.
Y no lo harán porque todavía no se han enterado, o no quieren enterarse, de que detrás de la marca España hay un enorme bluf, que exigiría cirugía profunda y ellos, unos y otros, podrían quedar afectados.
Insisto en el azar moral. No se puede poner el dinero público (el de todos) en manos de unos ciudadanos (no importa cómo se llamen), que siempre han vivido de los Presupuestos Generales del Estado (riesgo cero) y que su paso a la esfera privada (cuando se ha producido) ha sido un regalo por servicios prestados.
No se confundan con la gran operación financiera de la Unión Europea.
 La parte condicionada de los 140.000 millones de euros asignados al Estado serán para cumplir las exigencias citadas.
 La parte discrecional, a cargo de los altos funcionarios españoles, acabará en manos de los sospechosos habituales de siempre.
Al final, un cóctel de capitalismo de Estado y crony capitalism. 
Todo lo que no haga la sociedad civil no servirá para nada. Agua, azucarillos y aguardiente.

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El capitalismo no es la solución, es el problema


Tras cuarenta años de políticas neoliberales, con la embestida del virus se ha puesto en evidencia el lamentable estado de la salud pública.
 La austeridad aplicada a todo lo que no sean gastos militares o subsidios a las grandes corporaciones (aunque sean inmensamente ricas) ha dejado un sabor amargo y un creciente malestar entre la ciudadanía

Por: David Harvey

11 junio 2020 | CUBADEBATE



"El capitalismo es un crimen organizado"
Es posible que cuando salgamos de los tormentos infligidos por COVID-19, nos encontremos con un panorama político en el que la reforma del capitalismo esté presente.

Incluso antes de que el virus atacara habían algunos indicios que proponían una mutación. 
Los líderes empresariales que se reunieron en Davos, por ejemplo, oyeron algunas voces que les alertaban que debían reducir la obsesión por los beneficios y el descuido por los impactos sociales y medioambientales que produce el capitalismo. 
Se les aconsejó que se protegieran ante la creciente irritación pública en alguna forma de «ecocapitalismo» o “capitalismo con conciencia”.

Tras cuarenta años de políticas neoliberales, con la embestida del virus se ha puesto en evidencia el lamentable estado de la salud pública.
 La austeridad aplicada a todo lo que no sean gastos militares o subsidios a las grandes corporaciones (aunque sean inmensamente ricas) ha dejado un sabor amargo y un creciente malestar entre la ciudadanía. 
Por el contrario, las adopción de medidas por parte del estado para hacer frente a la pandemia producido cierta esperanza entre la gente.

El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, ha dicho recientemente que cuando salgamos de la actual crisis “no sólo se requerirá reimaginar del horizonte económico, social y político, sino que también deberemos reconciliar el interés del pueblo con el poder político”. 
Para los que hemos vivido la pesadilla provocada por el virus en Nueva York esta declaración que implica la intervención del Estado parece lógica.

Desafortunadamente la salida de la crisis que propone Cuomo va en otro sentido. 
El gobernador demócrata decidió que para “reimaginar” la economía y las relaciones sociales era necesario reclutar a selecto un club de multimillonarios integrado por Michael Bloomberg (para organizar los análisis), Bill Gates (para coordinar las iniciativas de educación) y el ex CEO de Google, Eric Schmidt (para recalibrar las comunicaciones y las funciones gubernamentales).
Al parecer la oleada democrática que se ha hecho evidente en la calle aún no ha llegado con suficiente fuerza a las cúpulas del poder político. Para Cuomo, la reconstrucción y reimaginación del sistema debe amoldarse a las necesidades del capital y a lo decidan una élite capitalista “progre”.

Las ciudades que necesitamos

A lo largo de una larga historia de gobiernos burgueses en Estados Unidos ha habido periodos de reformas; a principios del siglo XX con gobiernos liberales, un New Deal en los años treinta con Roosevelt  y la llamada Gran Sociedad con Johnson en los años sesenta. 
Parece que ahora de nuevo las clases dominantes están construyendo un consenso para otra reforma cosmética del sistema.

En ese contexto se está pensando en reconstruir la vida urbana a fin de promover no sólo formas más racionales –y ecológicas- de desarrollo económico, sino también formas más adecuadas de organizar la vida cotidiana.

Además de causar un daño directo incalculable a la calidad de la vida cotidiana el coronavirus también ha revelado la enorme cantidad de podredumbre que hay bajo el brillo superficial el consumismo ostentoso, el individualismo indulgente y de las intervenciones arquitectónicas extravagantes.

Con este espíritu, las reflexiones del Consejo Editorial del New York Times sobre “Las ciudades que necesitamos” invita a hacer algunos comentarios. 
El tema central es bastante simple. “Alguna vez las ciudades funcionaron. 
Pero, ahora no funcionan. Tenemos que cambiarlas”.
Detrás de esto hay una visión algo nostálgica de una época en la que «las ciudades norteamericanas eran el motor del progreso económico de la nación, el escaparate de su riqueza y cultura, el objeto de la fascinación y admiración mundial».
Para el NYT “en aquellos buenos tiempos las ciudades proporcionaban las claves para liberar el potencial humano; pues tenían una infraestructura de escuelas y colegios públicos, bibliotecas y parques, agua potable limpia y segura y buenos sistemas de transporte público”, a pesar de que estaban “deformadas por el racismo, desangradas por las ganancias de las élites y viciadas por la contaminación y las enfermedades”, pero,  por encima de todo esas ciudades “ofrecían oportunidades”.
Según el NYT ahora el virus ha descubierto que “nuestras áreas urbanas están encadenadas por demarcaciones invisibles e impermeables de enclaves de riqueza y privilegio de los bloques separados por terrenos baldíos y viejos edificios donde los trabajos son escasos y la vida es muy dura y a menudo demasiado corta”.
La esperanza de vida en los suburbios más pobres es de sólo sesenta años, en comparación con los noventa años de los barrios más ricos. Para aclarar este punto, el NYT publicó mapas con las diferencias de esperanza de vida en las ciudades de EEUU.

¿Todos juntos ahora?

Es indiscutible que las oportunidades de la vida dependen del código postal de donde uno nace. La letanía de fracasos del sistema es demasiado larga y está lejos de ser invisible como observa el New York Times.
Durante el último medio siglo la infraestructura de las ciudades se ha deteriorado considerablemente. Las escuelas públicas ya no preparan a los estudiantes. Los trenes subterráneos no son confiables. El agua tiene plomo en proporción alarmante. La falta de viviendas asequibles exige extensos y tediosos viajes para los trabajadores de bajos salarios con un transporte público que falla continuamente. Miles de personas sin hogar acampan en las calles, en los autobuses y en el Metro. El mapa de las oportunidades educativas muestra las diferencias de ingresos y de riqueza, lo que sirve para cristalizar y profundizar las divisiones raciales y de clase.

La conclusión del Consejo Editorial del NYT es que «los ricos necesitan mano de obra y los pobres necesitan capital. Y la ciudad necesita de todos».  Y todos “deberíamos unirnos para crear una urbanización más satisfactoria y equitativa”.
Esta es una conclusión absurda porque lo que hace es confirmar la primacía de las estructuras económicas que están en la raíz de la mayoría de los problemas de la vida urbana contemporánea.

Sin duda, los ricos necesitan mano de obra porque es la mano de obra la que los hace ricos. Pero es el capital el que se ha llevado la riqueza producida por los trabajadores.
También es el capital el que ha reducido el trabajo a la precariedad, a producido los desplazamientos tecnológicos, la desindustrialización y los demás males que dejan a las ciudades con una población incapaz de sobrevivir sin recurrir a la caridad de los bancos de alimentos y de los vales de comida. Es el capital es que produce una población que no puede pagar el alquiler y mucho menos pagar una hipoteca.

En los 80, Ronald Reagan sentenció “el estado no es la solución a nuestros problemas, el estado es el problema”. Bueno, yo pienso que hasta que no nos demos cuenta de que “el capital no es la solución de nuestros problemas, porque el capital es el problema” estaremos perdidos.

El capital construye Hudson Yards y no viviendas asequibles para los que tratan de sobrevivir con menos de 40.000 dólares al año. Mientras los capitalistas pueda hacer esto, todo intento de reforma, por muy bienintencionado que sea, se verán absorbidos por los ciclos de acumulación del capital en beneficio de unos pocos.

El capital seguirá funcionando independientemente de las inhumanas consecuencias sociales y ecológicas que produce, dejando a una importante parte de población en situación de atroz pobreza.

Una melodía familiar

El NYT en una exhortación llena de esperanza apuesta por unos seres angelicales y  desinteresados: “reducir la segregación requiere que los americanos ricos compartan, pero no necesariamente que se sacrifiquen” dicen el Consejo Editorial del periódico. 

Me pregunto ¿acaso el cielo prohíbe que los ricos tengan que sacrificarse?

La receta para los editorialistas es, “construir vecindarios más diversos, y desconectar las instituciones públicas de la riqueza privada…. estas políticas enriquecerá en última instancia la vida de todos los estadounidenses haciendo que las ciudades en las que viven y trabajan sean de nuevo un modelo para todo el mundo”.

Tengo ochenta y cuatro años, y he escuchado este tipo de cosas demasiadas veces antes para tomarlas en serio. 
En 1969, me mudé a un Baltimore segregado un año después de que gran parte de la ciudad fuera quemada tras el asesinato de Martin Luther King.
No tardé mucho en agotarme de esa “sentida moralidad” – del tipo que el NYT resucita- la “ética” de aquellos que ingenuamente creen que todo saldrá bien si los ricos de buena voluntad reconocieran que nuestros destinos están entrelazados, por qué todos estamos juntos en esta ciudad.

Escribí un libro sobre toda esta experiencia, Social Justice and the City, en el que traté como abordar a largo plazo del problema urbano del capitalismo
Y aquí estamos, cincuenta años más tarde, y pareciera que estamos listos para repetir una creencia ingenua que comete exactamente el mismo iluso error.
En aquel entonces estaba muy claro que el mercado capitalista – que requiere de la escasez para funcionar – era el principal culpable de este sórdido drama humano. Pensar en esos términos ayudó a explicar por qué casi todas las políticas concebidas para el alivio de la desigualdad urbana terminan siendo crucificadas por una contradicción subyacente.

Si nos dedicamos a la “renovación urbana” nos limitaremos solo a desplazar la pobreza de los centros de lujo (Engels, ya por 1872 explicó que esta era la única solución que la burguesía tenía para los problemas urbanos).  
Ahora,  si no aplicamos esta “solución”  y nos quedamos de brazos cruzados veremos cómo se produce una continua decadencia de las ciudades.
“Disimular el gueto” – como se llamó entonces – no ha funcionado en ninguna parte. 
Y la dispersión de la población pobre tampoco ha funcionado. 
Este último enfoque puede dispersar un poco el gueto, pero no reduce los niveles de pobreza ni disminuye la discriminación racial.

La frustración con tales resultados llevó a la conclusión política que los pobres deben cargar con la culpa de su lamentable condición, y por eso viven encerrados en distintas “culturas de la pobreza”.
 La única respuesta adecuada, dijo Daniel Patrick Moynihan, es una “negligencia benigna”.
Esta apreciación presagiaba el tropo neoliberal de la responsabilidad personal y del espíritu emprendedor, una idea que culpa a las víctimas, y que la vez evade el tipo de preguntas incómodas por los fracasos de los políticos reformistas. 
Pocos especialistas examinaron las fuerzas que gobiernan el corazón del sistema económico capitalista. (Moynihan resulta, por cierto, ser el mentor político y modelo de Cuomo).

Turismo emocional

En esos días hay todo tipo de soluciones ideadas para enfrentar los graves problemas urbanos… excepto las que combatan la economía de mercado. Sin embargo, es la economía de mercado la que produce inevitablemente una espiral de empobrecimiento como la ha revelado crudamente por la pandemia.

Si el 40% de los 30 millones de personas – que ahora están desempleadas – ganaban menos de 40.000 dólares al año, seguramente hay que reconocer la bancarrota del capitalismo contemporáneo en cuanto a la satisfacción de las necesidades humanas básicas.

La política neoliberal de responsabilidad personal y formación de “capital humano” que se desarrolló en la década de 1970 sólo ha demostrado ser una buena y conveniente método de dominación de la clase capitalista. 
Esta estrategia le permitió huir de los fracasos reformistas de la década de 1960, mientras que se llenaban a manos llenas las faltriqueras.

Es vital, por lo tanto, someter la base de nuestra sociedad a un examen riguroso y crítico. Esta es una tarea inmediata. 
Pero permítanme decir primero lo que esta tarea no implica.

A principios de los años 70, llegue a la conclusión que no se trata de otra investigación empírica de las condiciones sociales de nuestras ciudades. 
De hecho, cartografiar la patente de inhumanidad del hombre en nuestra sociedad puede  resultar contraproducente. 

Lo digo en el sentido que esta actitud permite al liberal o la progresista pretender que ellos están contribuyendo a una solución cuando en realidad lo que están haciendo es salvar al capital. 

Este tipo de empirismo es irrelevante, aunque pueda hacernos ganar un Premio Nobel.

Ya hay suficiente información disponible para proporcionar todas las pruebas que necesitamos. Nuestra tarea no está en ese campo. 

Ni tampoco en lo que puede llamarse “masturbación moral”, característico de montaje masoquista que muestran los medios de comunicación sobre las injusticias diarias a las que se somete la población urbana.

No sirve de nada golpearnos el pecho y compadecernos antes de replegarnos a nuestro espacio de confort. Esto también es contrarrevolucionario, ya que sólo sirve para expiar la culpa sin obligarnos a enfrentar los problemas fundamentales, y mucho menos a hacer algo al respecto.

Tampoco es una solución el turismo emocional que nos lleva a trabajar “por los pobres por un tiempo” con la esperanza de que podamos ayudarles a mejorar su suerte (ofreciéndonos, por ejemplo de voluntarios en un comedor de beneficencia o haciendo donaciones a un banco de alimentos, aunque esto puede ser útil a corto plazo).

¿Y qué pasa si ayudamos a una comunidad escolar a construir un lugar de recreo durante  un verano? Lamentablemente  sólo descubriremos que la escuela va seguir deteriorando en el próximo otoño. 
Estos son los caminos que no llevan a ninguna parte. Simplemente sirven para desviarnos de la tarea esencial que tenemos entre manos.

Un nuevo marco

La tarea inmediata es ni más ni menos que la construcción consciente de un nuevo marco político que aborde la cuestión de la desigualdad, a través de una crítica profunda y exhaustiva de nuestro sistema económico y social.

Necesitamos movilizarnos colectivamente para formular conceptos, categorías, teorías y argumentos, que podamos aplicar a la tarea de lograr una transformación social.

Estos conceptos y categorías no pueden ser formulados con abstracción de la realidad social. Deben ser forjados de manera realista con respecto a los eventos y acciones que se desarrollan a nuestro alrededor.
Las pruebas empíricas, los expedientes y las experiencias adquiridas en la comunidad pueden y deben utilizarse. 
Y la ola de empatía política que está creciendo en todos aquellos que han vivido la amenaza mortal de la pandemia debe ser transformada en energía y organización revolucionaria. Esa ola no llegará a nada si no se consolida.

Se dice que el virus no discrimina. ¡Pues no es cierto!  La mayoría de la población tiene que lidiar con dos terribles opciones;
 por un lado el desalojo de su vivienda y la inanición por el desempleo o, por el otro mantener de los servicios básicos con riesgo para sus vidas en beneficio de la ciudad y las redes de cuidado de los más ricos, y todo esto trabajando por un mísero salario.
¿En qué código postal residen esos trabajadores?
 ¿Qué proporción de ellos son gente de color, inmigrantes latinos y latinas? 
¿Poseen portátiles sus niños?
Hay una angustiosa continuidad de miseria durante el último siglo y medio. 
Seguramente es hora de romper con esta larga y bien conocida historia. 
Necesitamos hacer una ruptura con el sistema, y trazar la creación de formas de urbanización más democráticas y socialmente justas, animadas por una economía política distinta y una estructura diferente de relaciones sociales.

Las disparidades que propugnaron los levantamientos urbanos de la década de 1960 todavía están con nosotros. 
De hecho, son heridas más profundas que nunca. 
Unos pocos meses más de encierro y es casi seguro que los levantamientos volverán. 
Pero recuerden: “el capital no es la solución, es el problema”.

Este artículo fue escrito en mayo, antes de que comenzaran las protestas en curso.
(Tomado de Observatorio de la crisis)

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El inédito modelo de protesta ya se está expandiendo a otras ciudades

El inédito modelo de protesta ya se está expandiendo a otras ciudades como Chicago

El Muro de las Madres de Portland se levanta contra las tropas de Trump


"Federales manténganse alejados... Las madres han llegado", es el grito de guerra con el que las mujeres de Portland recorren las calles a pesar de la represión de las fuerzas federales.


Por Guido Miguel Vassallo

PÁGINA 12 - 29 de julio de 2020

Imagen: AFP

Sin más armadura que unos cascos de bicicleta y algún que otro paraguas, llevando en la mano girasoles y vistiendo remeras amarillas, miles de madres le están poniendo el cuerpo a los palos, las balas y los gases de los agentes federales desplegados en Portland , Estados Unidos. La sucesión de imágenes de oficiales camuflados reprimiendo y llevándose detenidos a manifestantes en autos sin chapa de identificación fue lo que movilizó a las mujeres de la ciudad más grande del estado de Oregon a formar de manera autogestiva y espontánea el Wall of Moms (Muro de las Madres)"Federales manténganse alejados... Las madres han llegado", es el grito de guerra con el que las mujeres recorren las calles de Portland. Este modelo horizontal de protesta ya se está expandiendo a otras ciudades del país como Chicago y las madres, a pesar de los palos, no están dispuestas a retroceder.

Las masivas manifestaciones contra el racismo se iniciaron tras el asesinato de George Floyd y cumplen ya dos meses en Portland. Se vieron potenciadas cuando el presidente Donald Trump prometió enviar tropas a distintas ciudades del país para reestablecer "la ley y el orden" en el país y vencer a "la izquierda radical y el anarquismo". Una peligrosa jugada con la que el mandatario pretende sacar rédito de cara a las presidenciales de noviembre. Aunque por el momento y a juzgar por las calles y las encuestas nacionales , la estrategia no le estaría funcionando.

La fuerza de la maternidad

Agentes federales dispuestos como soldados de un ejército de ocupación golpeando a sus hijos o a jóvenes que tranquilamente podrían serlo. La escena fue suficiente para despertar la conciencia de las madres, y en especial la de Bev Barnum. "Fue un llamado a la acción. Fui honesta y dije que no sabía cómo protestar, pero sabía que había que hacer algo", explicó Barnum, de 35 años y madre de dos hijos.

"A menudo, las madres son subestimadas. Pero somos más fuertes de lo que creen. ¿Qué dicen? ¿Están conmigo? ¿Me ayudarían a crear un muro de madres?", se preguntó en sus redes sociales. La respuesta fue inmediata. El grupo de Facebook ya reúne a más de 18 mil usuarios y tienen un sitio web desde el que coordinan sus acciones diarias. Suelen avanzar hasta la Corte Federal, donde las espera un gigantesco dispositivo de seguridad. 


"Queríamos lucir como si estuviéramos yendo al supermercado, como gente normal, con la esperanza de que esto sirviera como protección contra los agentes federales. No funcionó", le reveló Barnum al sitio Buzzfeed News . Los oficiales las reprimieron y llevaron detenidas al igual que a sus hijos e hijas. 
Las máscaras de gas se tornaron esenciales y se agotaron rápidamente en Portland. Así nació la autogestión con la producción de máscaras caseras construidas con bidones de plástico cortados. Otras madres copian las tácticas de los manifestantes de Hong Kong usando paraguas como escudos. Pero tampoco es suficiente para repeler las balas de goma.

Manifestante detenida por fuerzas de seguridad, una escena que se repite a diario
Desiree LaBella es una de las caras más visibles de las movilizaciones contra la violencia policial. Su hijo de 26 años, Donovan LaBella, resultó gravemente herido por balas de goma a principios de julio y debió ser hospitalizado por fracturas en el cráneo y en la cara. 
Desgraciadamente no es el único caso. Faith Lightsy fue gaseada por fuerzas de seguridad días atrás. También atacaron a su hija embarazada con gas pimienta, y su sobrino fue rozado por una bala de goma.

"Dimos un par de pasos y tuvimos problemas... Dimos un par de pasos más y fuimos rescatados por alguien que literalmente apareció de la nada. Tenía toallitas, agua, leche, y tan rápido como nuestros ojos estaban ardiendo y luchábamos por respirar, nos estábamos recuperando", explica Lightsy, quien reivindica la organización y el espíritu solidario que moldea al Muro de las Madres.

Lightsy subió a sus redes sociales una imagen junto a sus dos hijas y su nieta en una de las primeras manifestaciones en Portland. "Por favor ayuden a que nuestras voces sean escuchadas y nuestras caras sean vistas. Tres generaciones de mujeres negras en la lucha. Una imagen poderosa teniendo en cuenta el entorno en el que crecí", es parte del texto con que esta madre acompañaba la publicación. "La razón por la que me uní al movimiento es porque yo también soy madre. Más específicamente, soy una madre negra y fui la única persona negra por el lado de la familia de mi madre hasta que tuve a mis hijos. Me uní al grupo porque creo que no hay fuerza en la tierra más poderosa que la maternidad", asegura Lightsy en diálogo con PáginaI12.

Faith Lightsy con sus hijas en una de las primeras protestas en Portland

Tuvo que ocurrir el brutal asesinato de George Floyd para que Jane Ullman prestara atención a los excesos de la policía en territorio estadounidense. Esta directora financiera de la sede en Portland del Silicon Valley Bank se unió a tantas otras madres que cada noche construyen una verdadera barricada humana entre manifestantes y agentes federales. "Como una mujer blanca de clase media alta en la ciudad más blanca del país, no podía aguantar más", manifiesta.

"Ver a los federales reprimiendo me empujó a salir. Yo quería tomar medidas, actuar contra esa violencia estatal. Fue el Muro de las Madres lo que me permitió salir a la luz", agrega Ullman a la edición estadounidense de The Guardian . Es que la convocatoria también llevó a cuestionar los privilegios de los blancos, en una ciudad en la que, según el último censo nacional de 2019, los blancos representan al 77 por ciento de la población, y los negros apenas al 5,8. Sin embargo, el Black Lives Matter se hace sentir como en pocas ciudades del país. Y las mujeres motorizan ese proceso.

Buscando una salida

De la represión de las tropas de seguridad no se salvó ni siquiera el alcalde de Portland, Ted Wheeler. El político demócrata quiso darse un baño de realidad al participar de las movilizaciones del miércoles pasado. Tuvo que irse escoltado bajo una nube de gases lacrimógenos y enfrentando a los manifestantes que lo acusaban, en el mejor de los casos, de ser un hipócrita. Teressa Raiford, afroamericana y fundadora de la organización Don’t Shoot Portland, acusó al alcalde de utilizar la presencia de los agentes federales para encubrir su propio fracaso a la hora de abordar una necesaria reforma policial en la ciudad. "Nuestros líderes ahora dicen: 'Donald Trump te está atacando y nos preocupamos por ti'. Pero quienes estamos hace tiempo en la línea de combate nos damos cuenta de que estábamos siendo atacados por ellos antes de que Trump comenzara a atacarnos", dijo Raiford a The Guardian . 

Frente a un escenario complejo donde las demandas se renuevan constantemente, es difícil pensar en una solución a corto plazo. "No creo que el final llegue pronto. Creo que la comunidad BIPOC (abreviatura usada para nombrar a la comunidad que agrupa a negros, indígenas y personas de color) en Portland necesita ver a nuestros líderes actuando, no sólo diciendo que van a actuar. Reforma policial, fin de la inmunidad calificada, invitarnos a las juntas y a las mesas de conferencias. Los políticos primero deberán comportarse como personas y luego usar su plataforma de poder para promover la igualdad y resolver los problemas que enfrenta la comunidad negra", asegura Lightsy, y deja en claro que las madres de Portland exigen mucho más que un simple cambio de retórica.


El alcalde de Portland denuncia a Trump por utilizar a agentes federales como "su ejército personal" tras una ola de detenciones extrajudiciales


Publicado: 18 jul 2020 23:23 GMT - RT

Según videos y relatos, al menos desde el martes oficiales federales enmascarados en autos sin distintivos detienen a los manifestantes en la ciudad sin explicar la causa de la detención.

Agentes federales en Portland, Oregón, EE.UU., el 18 de julio de 2020.Foto: Nathan Howard / Reuters

El alcalde de Portland, en el estado de Oregón, pidió este viernes que el presidente de EE.UU. retire de la ciudad a los agentes federales utilizados por Washington para sofocar las protestas del movimiento 'Black Lives Matter'.

Ted Wheeler comentó varios videos y relatos de cómo los oficiales enmascarados se acercan a manifestantes en autos sin distintivos y los meten dentro sin identificarse ni explicar la causa de detención. Al respecto, el alcalde Wheeler sostuvo en una conferencia de prensa en línea que esas acciones "deberían conmocionar a todos los estadounidenses".

"Durante la semana pasada, el presidente Trump ha utilizado nuestra ciudad como escenario para promover su agenda política", afirmó el alcalde, que calificó "las palabras y los actos" del mandatario y el Departamento de Seguridad Nacional como "un ataque contra nuestra democracia".

"Señor presidente, las agencias federales nunca deben usarse como su propio ejército personal. […] Háganos un favor: mantenga a sus tropas en sus propios edificios o haga que salgan de nuestra ciudad", se dirigió Wheeler a Trump. El alcalde prometió investigar "a fondo" cualquier abuso de las directivas de la Policía local sobre el uso de fuerza.

Más tarde, la procuradora general del estado de Oregón, Ellen Rosenblum, presentó una demanda judicial contra los agentes federales, acusándolos de utilizar tácticas ilegales y solicitar una orden de restricción. Asimismo, inició una investigación criminal de cómo resultó herido un manifestante cerca de una corte federal de la ciudad, recoge The New York Times.

Detenciones enmascaradas

La práctica denunciada por Wheeler es empleada por los agentes al menos desde el martes. En varias grabaciones se puede ver como personas camufladas salen de un coche civil, agarran a un manifestante y se lo llevan.

"Acaban de secuestrar a una persona", comenta una de esas detenciones un testigo en un video filmado en la ciudad.

Uno de los manifestantes, Mark Pettibone, contó al portal NPR que fue detenido de esa manera en las primeras horas del miércoles, cuando regresaba a casa junto con un amigo. En cierto momento se detuvo frente a ellos un minibús sin distintivos de las fuerzas del orden. "Veo a unos tipos vestidos de camuflaje. Cuatro o cinco de ellos salieron, abrieron la puerta y fue como, 'Oh, m****a. No sé quién eres o qué quieres de nosotros'", recuerda Pettibone.

Entretanto, en la red aparecen grabaciones en los que se ve a agentes federales dispersando a los manifestantes. En algunos videos, actúan junto con la Policía local.


"Es una ocupación inconstitucional": el alcalde de Portland es gaseado durante protestas contra agentes federales


Publicado: 23 jul 2020 14:18 GMT - RT

El lanzamiento de gas lacrimógeno tuvo lugar después de la reunión del político con los manifestantes de Portland, durante la cual manifestó su rechazo a la presencia de las fuerzas gubernamentales en la ciudad.

"Es una ocupación inconstitucional": el alcalde de Portland es gaseado durante protestas contra agentes federales (VIDEOS)
Ted Wheeler con gafas protectoras tras ser alcanzado por gases lacrimógenos durante una protesta, Portland (Oregón), el 22 de julio de 2020Jonathan Maus - Bikeportland / Reuters
El alcalde de Portland (Oregón), Ted Wheeler, fue alcanzado la noche de este miércoles por gases lacrimógenos lazados por oficiales federales, enviados por el presidente Donald Trump para ayudar a la policía local a frenar los intensificados disturbios en la ciudad, algo que el propio Wheeler calificó como "una ocupación inconstitucional".

En los videos que circulan por la Red, se puede ver al alcalde, tosiendo fuertemente mientras se pone un par de gafas para protegerse del gas.

El despliegue de las fuerzas gubernamentales exacerbó aún más la situación en Portland, donde los manifestantes —que hace casi dos meses salieron a las calles para denunciar la brutalidad policial y la injusticia racial tras la muerte de George Floyd a manos de un policía— se opusieron a la presencia de los agentes federales, exigiendo su retirada. Según videos y testimonios, al menos desde el martes, oficiales federales enmascarados en autos sin distintivos detienen a los manifestantes sin explicar la causa.

Antes de que se produjeran los lanzamientos de gas lacrimógeno, el alcalde demócrata intentó reunirse con los manifestantes para expresar su apoyo al movimiento 'Black Lives Matter' y actitud contraria a la presencia de las fuerzas enviadas por el Gobierno, no obstante, fue repetidamente interrumpido y abucheado.

El alcalde de Portland denuncia a Trump por utilizar a agentes federales como "su ejército personal" tras una ola de detenciones extrajudiciales

"Es una ocupación inconstitucional. Las tácticas que han sido utilizadas por los oficiales federales son abominables. Actúan sin causa probable, sin decirles a las personas por qué están siendo detenidos y negándoles los derechos constitucionales básicos", declaró el político estadounidense, según CNN.

Cuando Wheeler le aseguró a la multitud reunida en el centro de la ciudad, que estaba haciendo todo lo posible para que los agentes federales se retiren de Portland, algunos de los manifestantes clamaron "¡Deja tu trabajo!" y "¡Renuncia ahora!", según describió en su Twitter la periodista Marissa J. Lang, de The Washington Post, quien presenció la escena.

"La razón por la que estoy aquí esta noche es para estar con ustedes, pase lo que pase", se oye declarar a Wheeler en otro video compartido por Lang. "Y si lanzan el gas lacrimógeno contra ustedes, están lanzando el gas lacrimógeno contra mí", agregó, provocando aplausos y gritos de apoyo.

Al término del discurso, el político se unió a los manifestantes fuera del edificio de la corte, donde después de las 23:00 (hora local) se disparó el gas. Wheeler se mantuvo allí con las gafas puestas hasta que el humo lo obligó a retroceder, según The Washington Post.


Alcaldes de EEUU piden al Congreso ley que prohíba enviar tropas federales a las ciudades
Policía de EEUU durante las protestas en Portland
© REUTERS / Caitlin Ochs
21:03 GMT 27.07.2020 - SPUTNIK NEWS

WASHINGTON (Sputnik) — Varios alcaldes de EEUU enviaron una carta a los líderes del Congreso para solicitarles que aprobaran una ley que prohibiría que agentes federales ingresen a las ciudades sin la aprobación de los funcionarios locales.

"Escribimos para expresar nuestra continua preocupación y objeción al despliegue amenazado de tropas federales o fuerzas antidisturbios en las calles de nuestras ciudades, sin consultar con los funcionarios locales y en contra de nuestra solicitud explícita (...) Hacemos un llamado al Congreso para que apruebe legislación para dejar en claro que estas acciones son ilegales y repugnantes", indica el texto.

La carta fue firmada por los alcaldes de las ciudades de Chicago, Seattle, Portland, Albuquerque, Washington, DC y Kansas City.

El 27 de julio, medios de comunicación estadounidenses informaron que la administración envió la semana pasada 100 oficiales federales adicionales a Portland, que ya contaba con 114 agentes federales en el terreno para proteger un tribunal federal, y está pensando en enviar 50 más. La iniciativa del presidente Donald Trump para desplegar fuerzas federales, denominada Operación Leyenda, tiene como objetivo combatir los recientes ataques en tiroteos y asesinatos en ciudades como Chicago y Albuquerque.

Unos 200 agentes federales serán enviados a Chicago y otros 35 a Albuquerque.
Hay más de 200 agentes federales que ya operan en Kansas City.

Las protestas contra la brutalidad policial y el racismo estallaron en Washington, Portland y otras ciudades del país después de la muerte del hombre afroestadounidense George Floyd bajo custodia policial el 25 de mayo.


Se cumplen más de 50 días de protestas contra el racismo y la violencia

La justicia de Estados Unidos investigará la represión policial en Portland


Las manifestaciones son reprimidas a diario con palos, balas de goma y gases lacrimógenos. El miércoles por la noche, su alcalde sintió en carne propia los efectos del accionar de las fuerzas de seguridad.

PÀGINA 12 - 24 de julio de 2020

Imagen: AFP

A casi dos meses del inicio de las protestas contra el racismo y la violencia policial en la ciudad de Portland, el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció que investigará el uso indebido de la fuerza por parte de agentes federales contra manifestantes.

 La investigación responde al pedido del fiscal de Estados Unidos en Oregon, Billy Williams, y a varias quejas formuladas por miembros del Congreso. 
Las manifestaciones se repiten a diario en esta ciudad del noroeste del país, y todos los días terminan de la misma forma: represión con palos, balas de goma y gases lacrimógenos. 

El miércoles por la noche, el alcalde Ted Wheeler, que quiso participar de las protestas, sintió en carne propia los efectos del accionar policial. 
A los reclamos surgidos tras el asesinato del afroamericano George Floyd, se sumó la preocupación por el despliegue de agentes federales ordenado por el presidente Donald Trump.

"En respuesta a solicitudes de miembros del Congreso y del público, la oficina del inspector general del Departamento de Justicia está iniciando una revisión (...) debido a las protestas y disturbios civiles ocurridos en Portland", establece el comunicado de la oficina a cargo del inspector Michael Horowitz. 

La revisión incluirá el "cumplimiento de las políticas del Departamento de Justicia respecto al uso de municiones menos letales, agentes químicos y otros usos de la fuerza".

El jueves cientos de manifestantes se acercaron pacíficamente hasta el Centro de Justicia de Portland, en paralelo a las caravanas de automóviles y reuniones en parques que se repiten a diario en la ciudad más grande del estado de Oregon. "¡Fuera federales!", es el grito que los movilizados replican cuando cae la noche. Las protestas nocturnas, que comienzan con asambleas y marchas, crecieron en tamaño luego de que empezaran a circular imagenes de oficiales federales camuflados deteniendo a manifestantes y subiéndolos a autos sin identificación.

Un grupo de mujeres que se hicieron conocidas bajo el nombre de Wall of Moms (Muro de las Madres) se unió a las protestas en los últimos días con remeras amarillas y cantando: "Federales manténgase alejados... Las madres han llegado". 
Con sus sombreros característicos, el jueves se sumaron las Raging Grannies (Abuelas Furiosas), un colectivo de activistas que se suma a los reclamos sociales en varias ciudades del país.

El miércoles, el demócrata Ted Wheeler, que participó de las protestas, debió ser escoltado en medio de una nube de gas y a pesar de usar la protección adecuada. "No voy a mentir, me duele. Es difícil respirar", dijo al diario The New York Times. "Y puedo decirles con toda honestidad, no vi nada que justifique" el uso de gas lacrimógeno, agregó, al referirse a una "reacción desproporcionada de los agentes federales". Fiel a su estilo, el presidente Donald Trump se burló de lo sucedido al subrayar cómo "el alcalde de la Izquierda Radical de Portland fue abucheado e increpado por agitadores y anarquistas".

El mandatario, que promueve la reimplantación de "la ley y el orden" en el país, había anunciado el miércoles que ampliará la cantidad de agentes federales en Chicago y otras ciudades ante lo que define como una escalada del crimen. El aumento de la presencia de las fuerzas federales en distintas ciudades provocó airadas críticas de legisladores demócratas y defensores de derechos civiles. A través de una carta, una docena de alcaldes condenó a esta práctica "propia de regímenes autoritarios". 


EE.UU.: Las protestas contra el racismo nunca cesaron en Oregon. Trump amenaza con enviar militares

El estado de la costa oeste, ubicado en el medio de los progresistas California y Washington, no ha visto descanso desde que estallaron las protestas por la muerte de George Floyd.


BLACK LIVES MATTER 22 de julio de 2020, 18:32hs - LR21

La capital del estado de Oregon, Portland, no ha parado de protestas desde hace varias semanas, en las cuales prácticamente todos los días se ve alguna marcha, manifestación o reunión de personas que siguen pidiendo justicia por la muerte de George Floyd y de otras víctimas de la violencia policial en Estados Unidos.

Los «portlanders», como se les dice, no se olvidan de cómo el policía Derek Chauvin puso su rodilla en el cuello de de Floyd y que, aunque la víctima dijo que no podía respirar, no se inmutó y le causó la muerte. Esto desató miles de marchas en todo el país y más allá de sus fronteras, viéndose manifestaciones en una gran cantidad de naciones en prácticamente todos los continentes.

En el centro de Portland, manifestantes derribaron una estatua de George Washington e incendiaron un recinto policial días atrás. El fin de semana pasado, tiraron abajo barricadas e intentaron ingresar a algunos edificios de la ciudad para protestar.

«La historia te dirá que es una ciudad que es y ha sido racista. Oregon fue creado como utopía blanca», dijo a la prensa Sam Sachs, uno de los miembros de la comunidad que protestaba. Y esto lo dice porque los conflictos raciales se remonta hasta la década de 1800, cuando las leyes aún prohibían a los afrodescendientes permanecer fuera de la ciudad. Incluso cerca al 1900 la Junta de Bienes Raíces de la ciudad estableció un reglamento para prohibir que los agentes inmobiliarios blancos le vendieran a los afrodescendientes, incluso aquellos que ya habían nacido en territorio estadounidense.
Recordando ese momento histórico, el pastor Matt Henneessee dijo el domingo pasado en una congregación: «¿Quieres saber cómo se ve el cansancio? Pregúntanos cómo se ve el cansancio. Porque somos nosotros quienes no pudimos comprar una casa o alquilar un lugar cerca de cierta zona porque nadie quería que personas como nosotros estuviéramos allí. No podíamos ir a esta o aquella escuela o no podíamos hacer cosas diferentes».
«Es muy importante que nos unamos, y no estoy tan preocupado porque estemos cansados, estoy muy preocupado por el mundo que podemos hacer juntos», agregó el líder religioso.

Trump amenaza

El presidente estadounidense, Donald Trump, hace caso omiso a las peticiones de hacer cambios radicales en las fuerzas policiales y, más bien, sigue tratando a los manifestantes como «alborotadores».

El pasado lunes, elevó el tono y amenazó con enviar fuerzas federales a ciudades como Nueva York, Chicago, Oregon, Filadelfia y Baltimore, entre otras, para tratar de contener lo que considera «violencia» que es «peor que la de Afganistán».

«No vamos a dejar que Nueva York, Chicago, Filadelfia, Detroit y Baltimore, Oregon y todo esto, Oakland, sean un desastre. No vamos a dejar que esto suceda en nuestro país», dijo el mandatario en rueda de prensa en la Casa Blanca el martes.

Por su parte, el gobierno estatal de Oregon rechazó la decisión de Trump de enviar militares a Portlan y demandó a varias agencias federales por «violar los derechos civiles» de los manifestantes.

Diferentes autoridades de la ciudad de Oregon han inervenido para oponerse el presidente. De hecho, el pasado domingo se supo que la fiscal general de Oregon, Ellen Rosenblum, exigió que el Gobierno federal detenga sus polémicas tácticas para hacer frente a las protestas en Portland.

Demandan a la administración Trump por usar gases lacrimógenos y balas de goma contra "manifestantes pacíficos" en Portland


Publicado: 28 jul 2020 01:07 GMT - RT

El presidente estadounidense, Donald Trump, envió un centenar de agentes federales a esa urbe para dispersar las protestas antirracistas, que se intensificaron este fin de semana.

Demandan a la administración Trump por usar gases lacrimógenos y balas de goma contra "manifestantes pacíficos" en Portland
Agentes federales durante las protestas contra la desigualdad racial y la violencia policial en Portland, Oregon, EE.UU., el 26 de julio de 2020Caitlin Ochs / Reuters

Varios grupos de activistas de Portland (Oregón), entre ellos 'Don't Shoot Portland' y 'Wall of Moms', presentaron este lunes ante el Tribunal de Distrito de Columbia una demanda contra la administración Trump, argumentando que los agentes federales enviados para controlar los violentos disturbios de este fin de semana en la ciudad actuaron contra "manifestantes pacíficos".

La demanda acusa a la administración Trump de idear un "esquema de pretexto" para desplegar en Portland "un ejército de más de 100 agentes federales" en calidad de "fuerza policial nacional".

Sin mencionar los disturbios en la urbe, la demanda alega que los agentes federales, "vestidos con uniformes militares y equipo militar, lanzaron gases lacrimógenos [...] realizaron arrestos ilegales sin causa probable, y de otras maneras usaron la violencia en un esfuerzo para acabar con los manifestantes pacíficos y protegidos constitucionalmente".
El texto del documento afirma que los afectados quedaron "incapacitados para comer o dormir debido al veneno tóxico", "fueron baleados con balas de goma, 'bean bags', gas pimienta y una serie de otros proyectiles a corta distancia y con un efecto brutal".
El presidente estadounidense, Donald Trump, envió un centenar de agentes federales a Portland, en el marco de su campaña de "ley y orden", para dispersar las protestas antirracistas, que se intensificaron este fin de semana. De este modo, aumenta su confrontación tanto con los activistas como con las autoridades locales, en su mayoría demócratas.

Por su parte, el fiscal general de EE.UU., William Barr, destacó este lunes que el ataque contra la sede del Juzgado federal durante las protestas en Portland representa "un ataque contra el Gobierno de Estados Unidos".


La Policía califica de "revueltas" las protestas en Portland tras el derribo de la cerca del tribunal


Publicado: 26 jul 2020 14:59 GMT - RT

La barrera que rodeaba la sede judicial fue erigida por fuerzas federales enviadas por el presidente Donald Trump.

La Policía califica de "revueltas" las protestas en Portland tras el derribo de la cerca del tribunal (VIDEOS)
Los manifestantes se alejan del gas lacrimógeno durante una protesta de Black Lives Matter el domingo 26 de julio de 2020 en Portland, EE.UU.Marcio Jose Sanchez / AP
Las calles de Portland (EE.UU.) han vuelto a ser escenario de enfrentamientos entre manifestantes y agentes de Policía, después de que cientos de personas se reunieran la noche de este sábado para participar en diversas protestas contra el racismo y la brutalidad policial.

Las manifestaciones derivaron en disturbios y, justo después de la medianoche, la Policía las calificó de revueltas. "La conducta violenta de las personas en el centro está creando graves riesgos de alarma pública. La Policía de Portland ha declarado revueltas en la tercera Avenida. Salga del área hacia el oeste", escribió en Twitter. 

Varios videos en redes sociales muestran como los agentes intentan dispersar a los manifestantes del Tribunal Federal de Portland después de que derribaran una cerca que rodeaba el edificio.

La cerca fue levantada el pasado miércoles por fuerzas gubernamentales enviadas por el presidente Donald Trump, con el objetivo de brindar protección al palacio de justicia. Sin embargo, desde ese momento la valla se convirtió en el foco de atención de los manifestantes, que intentaron derribarla, lanzando fuegos artificiales sobre el perímetro.
Uno de los videos muestra a un grupo de manifestantes zarandeando la barrera y, en última instancia, derribándola. 

Los agentes federales dispararon gases lacrimógenos contra la multitud, mientras intentaban alejarlos del edificio. Cientos de manifestantes permanecieron en el centro de la ciudad pese a los intentos de la Policía por desalojarlos. 

Entretanto, las autoridades de Portland han pedido al Gobierno que elimine las barreras de concreto y de metal instaladas "ilegalmente" por agentes federales no identificados en torno al tribunal federal.

Trump envía 100 oficiales federales más a Portland para aplacar protestas

Protestas en Portland, EEUU
© Sputnik / Stringer
18:36 GMT 27.07.2020 - SPUTNIK NEWS

WASHINGTON (Sputnik) — El presidente de EEUU, Donald Trump, envió 100 oficiales federales más a Portland (Oregon, noroeste) para sofocar las protestas en curso en la ciudad y está considerando enviar 50 más, informó el Washington Post citando a funcionarios estadounidenses y documentos gubernamentales.

El informe señala que la administración envió la semana pasada a 100 oficiales federales con el servicio de Alguaciles de EEUU y está considerando enviar 50 integrantes de Protección de Fronteras y Aduanas de EEUU (CBP).

El informe agregó que el Servicio de Alguaciles de EEUU y CBP no respondieron de inmediato a las solicitudes de comentarios sobre el asunto.

Sin embargo, el informe dice que se espera que los funcionarios de la Casa Blanca discutan sus planes para enviar personal adicional a Portland. 
La administración Trump desplegó 114 agentes federales en Portland a mediados de julio para proteger el Palacio de Justicia Federal en el centro de la ciudad, según documentos judiciales.

Los oficiales federales en Portland han usado gases lacrimógenos y la fuerza contra los manifestantes, incluidos los periodistas del Canal Uno de Rusia que la semana pasada sufrieron heridas y destrucciones de sus equipos mientras cubrían los disturbios cerca del tribunal federal.

Las protestas contra la brutalidad policial y el racismo estallaron en Portland y otras ciudades de EEUU después de la muerte del hombre afroestadounidense George Floyd bajo custodia policial el 25 de mayo.

Sin embargo, muchas de las protestas se han convertido en disturbios con violencia contra la Policía y los civiles, así como actos de vandalismo, saqueo e incendio provocado.

Protestas en Portland, EEUU

Portland protesta contra el despliegue de los oficiales federales


© Sputnik / Artur Gabdrahmanov
07:34 GMT 28.07.2020 - SPUTNIK NEWS

Los manifestantes se reúnen en la ciudad estadounidense de Portland para una nueva ronda de protestas por la presencia y los métodos de las fuerzas federales para detener las manifestaciones.

Las protestas, que surgieron como resultado de la muerte de George Floyd, cobraron fuerza en los últimos días por el aumento de las tensiones entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad.

El 27 de julio el mandatario del país, Donald Trump, ordenó enviar 100 oficiales federales más a Portland para sofocar la violencia y está considerando enviar 50 oficiales más, según Washington Post que cita a funcionarios estadounidenses y documentos gubernamentales. Así, a mediados de julio la Administración Trump desplegó 114 agentes federales en Portland para proteger el Palacio de Justicia Federal en el centro de la ciudad.
La portavoz del Departamento de Justicia de Estados Unidos, Kerri Kupec, afirmó que más de 70 personas fueron detenidas durante los disturbios en Portland.
"El número actualizado de los detenidos (...) en Portland es de 74", escribió Kupec en su cuenta de Twitter al agregar que a 60 de los acusados se les presentaron cargos.
El fiscal del estado Oregon, Billy Williams, afirmó que del 23 al 26 de julio en Portland fueron arrestados 22 manifestantes.

Protestas en Portland: dos meses de furia en las calles

Protestas en Portland
© REUTERS / Caitlin Ochs
12:34 GMT 29.07.2020 - Por Santi Pueyo - SPUTNIK NEWS

MOSCÚ (Sputnik) — Portland cumple dos meses de protestas en las calles después de que el 29 de mayo la gente saliera a reclamar tras la muerte por asfixia a manos de la policía del ciudadano afroamericano George Floyd.

A la protesta del 29 de mayo le siguieron otras como la del 3 de junio, que congregó a unas 10.000 personas que se manifestaron pacíficamente hasta que el 5 de junio la Policía empezó a disparar pelotas de goma, gases lacrimógenos y granadas aturdidoras contra una multitud que había lanzado agua, frutas y botellas contra las fuerzas del orden.

Tras una semana de amplio uso por parte de la Policía de gas lacrimógeno y diversos tipos de municiones de impacto para dispersar las, en su mayoría, manifestaciones pacíficas, un juez federal se vio obligado a emitir una orden temporal de restricción sobre el uso de gases lacrimógenos para limitarlo solo a casos en los que la vida y la seguridad de las personas o la Policía corrían peligro. Que es como si fuera una forma legal de confirmar que el Departamento de Policía de Portland hizo un uso excesivo de la fuerza contra los manifestantes. El juez de distrito encargado, Marco Hernández, incluso llegó a declarar que la Policía violó la cuarta enmienda que prohíbe las pesquisas y aprehensiones arbitrarias.
A finales de junio, el presidente de EEUU, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que protegía monumentos y estatuas en el país al mismo tiempo que los manifestantes derribaban efigies erigidas a generales confederados y otras reconocidas figuras históricas norteamericanas que poseían esclavos como George Washington y Thomas Jefferson.

Los federales al servicio del presidente

El derribo de estatuas, que tras el decreto de Trump se convirtió en delito federal, sirvió para que en julio los agentes federales pudieran tomar "de manera legal" cartas en el asunto de Portland. 

La intervención federal más sonada ocurrió en la corte de justicia de Multnomah, donde los agentes dispararon bolas pimienta contra los manifestantes que se estaban acercando demasiado a la corte. A partir de ese momento todo cambió. Para el 4 de julio, día de la independencia, algunos manifestantes se armaron con fuegos artificiales y atacaron un juzgado federal, los federales respondieron con cañones de spray de pimienta. La Policía de Portland reconoce que no tiene autoridad sobre los agentes federales que siguen sus propios procedimientos y responden solo al Gobierno federal, el presidente. Trump hizo entonces la siguiente declaración para justificar el envío de federales: "Estaba todo fuera de control (…) la policía local no podía controlarlo".

El número de agentes federales enviados a Portland por el Departamento de Seguridad Nacional está conformado por Patrullas de Fronteras, Guardacostas, U.S Marshalls y otras agencias, y cada vez aumentan su número en una ciudad que parece estar cada vez más sitiada.

Primera tragedia

A mediados de julio, un manifestante de 26 años, llamado Donovan La Bella, recibió el disparo de una bola de impacto en la cabeza que le dejó el cráneo fracturado y en estado grave, el responsable de la tragedia: un agente U.S Marshall.

Por la misma fecha varios videos circularon en Twitter que mostraban una furgoneta sin ninguna marca de identificación de la que salían agentes de camuflaje para sustraer manifestantes en lo que testigos y víctimas califican de detenciones ilegales practicadas por fuerzas federales.

Ejército de ocupación

Ahora los manifestantes protestan ante las instituciones federales por lo que califican como una invasión militar en el estado de Oregón. Las detenciones arbitrarias y lesiones ocasionadas a los manifestantes han echado leña al fuego de unas protestas que no paran de expandirse por todo el país, motivo por el cual Trump ha amenazado con enviar tropas federales a otros ciudades en las que tienen lugar disturbios, como Washington D.C, Gettysburg, Pennsylvania y Seattle. El 27 de julio, sin ir más lejos, otros 100 agentes federales fueron enviados a Portland y Trump considera enviar 50 más, según publicó The Washington Post, lo que aleja cada vez más una pronta solución a las protestas en curso.

Protestas en Portland (EE.UU.), ocupación federal y resistencia local

Por Laura Carlsen | 28/07/2020 | EE.UU. / REBELIÓN

Fuentes: Americas Program

Oregon tiene una fuerte y fea historia de racismo. Es una historia en que nuestros ancestros participaron, como pioneros en la etapa más brutal del colonialismo, cuando arrebataron estas tierras a los pueblos indígenas. A pesar de ser una ciudad progresista en un estado demócrata, el abuso de la fuerza por parte de la policía ha sido una constante y ha cobrado muchas vidas, sobre todo entre la relativamente pequeña población afroamericana.

Portland, Oregon, una ciudad conocida más bien por sus paisajes lluviosos y su cultura eco-hippie, es actualmente el epicentro del enfrentamiento entre las manifestaciones contra la violencia policial racista, y un presidente decidido a reprimirlas.

Las protestas en Portland empezaron, como en todo el país, a raíz del homicidio de George Floyd, por policías de la ciudad de Minneapolis acaecido el 25 de mayo. Floyd murió asfixiado, con una rodilla uniformada en el cuello, mientras él y la gente a su alrededor suplicaban por su vida y una mujer grababa la escena. Desde entonces, Portland ha sido diariamente escenario de protestas en apoyo al movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) contra la brutalidad impune de la policía.

Una semana atrás, Trump decretó que ya era hora de que la gente rebelde de Portland sintiera la rodilla. Para ello envió cientos de agentes del Departamento de Seguridad Nacional (entre ellos, la omnipresente Patrulla Fronteriza) a la ciudad. Con vestimentas de camuflaje y portando armas “menos letales”, se desplegaron frente a la Corte Federal, ubicada en el centro, Se pusieron en formación militar para “proteger” el edificio contra daños, mientras golpearon, arrojaron gases dispararon contra seres humanos.

Frente a la demanda popular de frenar la violencia policial, el presidente ordenó invadir a la ciudad con paramilitares federales armados con garrotes, gases lacrimógenos, proyectiles y las denominadas “Flash Bangs” – granadas explosivas que con fuertes luces y sonidos dejan temporalmente ciegos y sordos a sus blancos, las cuales pueden causar secuelas permanentes e incluso la muerte.

No sé si calcularon bien o mal el desenlace, es decir, si realmente querían provocar una respuesta mayor, o pensaron que con su presencia la gente iba a volver a sus casas y a lidear con la pandemiael caso es que las movilizaciones crecieron más que nunca. Frente a los disparos, se disparó la creatividad y la voluntad del movimiento. Las noches de verano en las que normalmente los lugareños se sientan en sus patios para observar el lento ocaso del día, se transformaron en marchas de protestar por la ocupación cuasi-militar de su ciudad por el gobierno federal.

Una de las tácticas innovadoras puestas en marcha durante las manifestaciones es el “Muro de Madres” –madres de todas las edades que se forman en línea frente a los agentes federales para proteger a sus hijas e hijos que protestan detrás. Las madres se auto-convocaron por Facebook, después de que los agentes de Trump dispararon en la cara a un joven de 26 años. En un video se ve como la madre de Donovan La Bella confronta a los policías federales, mientras su hijo era sometido a una cirugía de reconstrucción facial. Donovan sigue hospitalizado, con lesiones severas. El día siguiente, las madres llegaron en masa con pancartas, cascos y cantos. Transformaron canciones de cuna en canciones de protesta.

Otra protesta con performance estilo Portland es la mujer conocida como la “Athena desnuda” que, en un video ya famoso, camina tranquilamente hacia una línea de policías, desnuda, con una máscara negra cubriendo la cara, y empieza hacer poses de baile. Los agentes federales responden con una ráfaga de balas de pimienta hacia sus pies.
Yo nací y crecí en Portland. Recibo información directa de mis parientes, amigas y amigos que también ponen sus mascarillas, escriben sus pancartas y van a la zona ocupada, para exigir las libertades de asamblea y expresión, y el anhelo más grande—la paz con justicia. Sin embargo, se encuentran cara a cara con la representación viva y armada de nuestra peor pesadilla: un estado policiaco.

Y no es por idealizar el estado o la ciudad. El movimiento ha señalado, correctamente, que Oregon tiene una fuerte y fea historia de racismo. Es una historia en que nuestros ancestros también participaron, como pioneros en la etapa más brutal del colonialismo, cuando arrebataron estas tierras fértiles a los pueblos indígenas. Además, a pesar de ser una ciudad progresista en un estado azul (demócrata), el abuso de la fuerza por parte de la policía ha sido una constante y ha cobrado muchas vidas, sobre todo entre la relativamente pequeña población afroamericana.

Mi ciudad, como casi todas en EE.UU., está construida sobre mitos, complacencias y mentiras. Pero también es capaz de grandes resistencias.

Portland hoy en día es el proyecto piloto de Trump en su afán de mostrar fuerza cuando está particularmente débil. Su campaña de reelección va de mal en peor. Necesitaba un nuevo blanco. Buscaba un pleito.

El 26 de junio, el presidente autorizó el envió de fuerzas especiales  militarizadas mediante una orden ejecutiva dirigida supuestamente a la protección de estatuas. La orden autoriza el uso de fuerza contra quien intenta dañar a a estas o a un monumento público. La orden permite la intervención de fuerzas federales, incluso cuando el gobierno del estado rechaza su presencia, como es el caso del estado de Oregon ahora.

Esta “Ley Estatua” responde no tanto a la conservación de emblemas de bronce, sino a lo que muchos están llamando una “guerra cultural” entre dos formas de entender el país, su historia y su futuro. El movimiento de Black Lives Matter empezó a raíz de los asesinatos de afrodescendientes por policías racistas, y se fue ampliando y profundizando, hasta abarcar todas las estructuras opresivas de la sociedad estadounidense. Argumentan que el racismo no es solo una reliquia de la esclavitud, sino una estructura constantemente reproducida por las leyes, prácticas e instituciones contemporáneas.

La muerte de Floyd, y tantas otras que le precedieron, y años de organización de base, llevó a un parteaguas en EE.UU. Para desarraigar el racismo en ciudades y pueblos a lo largo y ancho del país, tumban estatuas de los dueños de esclavos,  los misioneros genocidas, y los violadores que antes fueron los héroes de la historia. Insisten en la necesidad de cambiar los nombres de lugares y calles que honran opresores.

Por esta visión/revisión histórica profunda, el movimiento no se limita a exigir el castigo a policías abusivos o asesinos, ya no busca reformas sino que exige la abolición de la policía como un aparato de control social violento y patriarcal, la abolición de las prisiones que encarcelan a la digna rabia contra las injusticias, la emancipación de las mujeres después de siglos de retórica, así como los derechos de las personas LGBTQ. Conectan todo, porque todo está interrelacionado.

La opinión publica, esta figura amorfa que en momentos clave puede registrar cambios históricos, apoya las demandas de Black Lives Matter con una mayoría amplia, y acepta cada vez más posturas consideradas demasiado radicales hasta hace apenas un año.
En este contexto, Trump ha declarado la guerra. Reprime, dicta reglas y leyes que criminalizan a los opositores, los hostiga y calumnia. Aviva la división y el conflicto para justificar avances hacia un régimen autoritario y para movilizar a su base, apelando abiertamente al racismo y la misoginia.

Actualmente, el grupo al cual Trump aplica la estrategia de criminalización y deshumanización (detrás de las personas migrantes, las mujeres y los refugiados) son los manifestantes etiquetados como anarquistas. Según el gobierno, ser manifestante es ser anarquista o antifa (anti-fascista) y eso representa una amenaza a la seguridad nacional. En múltiples ocasiones, el presidente ha amagado con incluir el movimiento antifa (parece como si fuera ayer que oponerse al fascismo fue un acto noble y civilizado) en la lista de grupos terroristas. La propuesta es legalmente imposible, pero mediáticamente efectivo para ir construyendo una asociación mental entre sus opositores y el terrorismo—a pesar de que las personas que se manifiestan están protestando contra la violencia.

Por si fuera poco, hace unos días empezaron a circular testimonios y videos que muestran que los agentes federales están patrullando las calles en vehículos sin identificación, secuestrando a personas sin ordenes de detención ni causa,con los ojos blindados, y dejándolos en la calle sin cargos. Es una operación característica de una dictadura, diseñada para intimidar y torturar sicológicamente a las y los opositores.

Frente a todo esto, era predecible que el movimiento reaccionara con indignación y una intensificación de la protesta. Lo que sorprende en el caso de Portland es que una parte importante del estado también se opone y lo ha dicho claramente. Trump no solo ha declarado la guerra contra la protesta social en la calle, también contra los gobiernos del estado y de la ciudad, así como contra los congresistas que representan a Oregon, quienes han expresado su rechazo a la invasión federal.

El alcalde de Portland, Ted Wheeler ha dicho que, “su presencia aquí está causando más violencia y más vandalismo. No son bienvenidos aquí, no pedimos su presencia, De hecho, queremos que salgan.” La gobernadora, Kate Brown, ha calificado el despliegue  como “puro teatro político” y también ha exigido su salida inmediata. La fiscalía del estado  ha demandado al gobierno federal por detenciones arbitrarias y  ha pedido un amparo para frenar los arrestos. En una carta al Presidente Trump, los congresistas afirman que lo que pasa en Portland  se asemeja a tacticas de un dictador y terminan exigiendo el retiro de las fuerzas: No vamos a tolerar que se utilice a la gente de Oregon como accesorios en el abuso del poder del presidente Trup, que coresponde a sus intereses electorales.”
El Secretario de Seguridad Nacional, Chad Wolf dijo que las fuerzas federales no saldrán de la ciudad, a pesar de las demandas de los gobernantes locales. Escribió en su cuenta de twitter: “Ofrecí el apoyo del Departamento de Seguridad Nacional para manejar localmente la situacion en Portland y su única repuesta fue: ‘por favor, agarren sus cosas y regresen a casa’. Esto no va a pasar mientras yo estoy a cargo.” Trump salió diciendo que van a aplicar el modelo Portland a otras ciudades, entre ellas Chicago.

Lo cierto es que el modelo Portland de resistencia se extenderá y alimentará una insurrección en EE.UU. que parece dispuesta a superar la represión y la pandemia, para lograr el cambio.
Fuente: https://www.americas.org/es/protestas-en-portland-ocupacion-federal-y-resistencia-local/

Fuerzas federales de EE.UU. están en alerta para entrar en Seattle si las protestas se vuelven violentas


Publicado: 24 jul 2020 04:08 GMT - RT

Las autoridades locales no quieren que los agentes federales emprendan acciones contra los manifestantes.

Fuerzas federales de EE.UU. están en alerta para entrar en Seattle si las protestas se vuelven violentas
Vidrios rotos de una tienda en Seattle, EE.UU., 23 de julio de 2020.Steve Ringman / The Seattle Times / AP

La Administración de Donald Trump ha enviado este jueves un equipo táctico de agentes federales a Seattle (Washington), que están en alerta para ayudar a la Policía local a proteger la propiedad federal y dispersar a los manifestantes en el caso de que las protestas deriven en disturbios, reporta The New York Times.

El Equipo de Respuesta Especial enviado como medida de precaución opera bajo la autoridad del Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. (CBP). "El equipo de Aduanas y Protección Fronteriza estará en alerta en la zona, por si resulta necesario", comentaron desde el Servicio de Protección Federal sobre el despliegue de los efectivos en Seattle.

Por su parte, los funcionarios de Seattle señalaron que no quieren que los agentes federales emprendan acciones contra los manifestantes, igual que las autoridades locales en Portland (Oregón), que se opusieron con vehemencia a los intentos de los equipos tácticos de dispersar las protestas.

La alcaldesa de Seattle, Jenny Durkan, afirmó haber hablado el jueves con el secretario interino de Seguridad Nacional, Chad Wolf, dejándole claro que la ciudad no necesita ayuda de fuerzas federales que, a su modo de ver, solo "socavarían la seguridad pública".
En Portland, el despliegue de las fuerzas gubernamentales exacerbó aún más la situación. Los manifestantes —que hace casi dos meses salieron a las calles para denunciar la brutalidad policial y la injusticia racial tras la muerte de George Floyd a manos de un policía blanco— se opusieron a la presencia de los agentes federales, exigiendo su retirada.


Resistencia


Por David Brooks | 29/07/2020 | EE.UU. / REBELIÓN

Fuentes: La Jornada

A 100 días de lo que algunos sabios aseguran es la elección más importante en la historia de Estados Unidos, cuyas consecuencias no se limitarán a este lado de los muros fronterizos y las costas, el futuro depende de la resistencia popular contra las políticas y fuerzas antidemocráticas del régimen en Washington y sus cómplices.

Durante los últimos 58 días el movimiento descentralizado y horizontal de Black Lives Matter se ha convertido en la protesta social más grande en la historia estadunidense transformando el centro del debate público nacional. Trump y sus cómplices han declarado que son anarquistas, terroristas e izquierda radical quienes amenazan al país y su respuesta represiva, que incluye el envío de fuerzas federales paramilitares a varias ciudades, ha sido denunciada como autoritarismo por un amplísimo abanico de voces reconocidas que advierten que esto no tiene precedente en la historia del país.
La resistencia contra este atentado antidemocrático se ha expresado de múltiples maneras desde la elección de Trump, pero ahora está encabezado por Black Lives Matter, el cual está evolucionando en un movimiento multitemático y multirracial, o sea, se está volviendo cada vez más peligroso. Peligroso porque ya no es sólo una protesta contra la brutalidad policiaca hacia los afroestadunidenses, sino que empieza a cuestionar los fundamentos del sistema estadunidense y su injusticia económica, social y política protegida a través de la violencia racista oficial.

Es una de esas coyunturas en la que todo queda al descubierto –en gran parte por la pandemia y sus consecuencias económicas como una catástrofe creada por cuatro décadas de neoliberalismo– y eso está abriendo la posibilidad de una respuesta social colectiva que surge del encuentro de diversos movimientos, la recuperación de la memoria histórica de los de abajo, y con ello, la insistencia en un futuro progresista.

Por ahora su expresión más visual está en las calles, donde lo más espectacular no son las nubes de gas lacrimógeno, arrestos y sangre, sino las movilizaciones incesantes, las asambleas y encuentros, la música y los actos de dignidad ante la violencia oficial, actos que en su abrumadora mayoría son realizados de manera pacífica (para no caer en la trampa de Trump que busca una reacción violenta, argumentan algunos organizadores).
En Portland, Oregon, en respuesta al envío de fuerzas paramilitares federales y un par de noches de represión violenta, de repente aparecieron brigadas de madres para ser escudos humanos –el muro de madres– de jóvenes activistas
Poco después se presentó una brigada de padres contra el fascismo, algunos armados con máquinas portátiles sopla-hojas para dispersar el gas lacrimógeno. 
Pocos días despues, apareció una columna de veteranos de guerra que se pusieron cara a cara, con las manos atrás, frente a las fuerzas federales, algunos con la bandera estadunidense boca abajo, señal oficial de socorro; uno llevaba una pancarta que exhibió a las fuerzas federales en camuflaje en que se leía: estás viendo hacia el lado equivocado, voltea (https://twitter.com/hashtag/ WallOfVets?src=hashtag_click). También llegaron enfermeras en sus uniformes de trabajo.
Con estas imágenes, entre otras, se rompe la imagen oficial pintada por Trump y su gente de que anarquistas y otros están buscando destruir el país. 
De hecho, se está mostrando que la amenaza y la provocación del caos proviene de Trump para sus fines electorales.
Estas escenas se empiezan a repetir en otras ciudades en solidaridad con Portland y sumándose a la resistencia contra las medidas represivas de Trump en los últimos días.
El futuro de la superpotencia al otro lado del muro está en juego en las calles y otras trincheras de la resistencia contra el asalto antidemocrático en Estados Unidos. (https://blacklivesmatter.com; https://m4bl.org).

¿Tal vez es hora de una Brigada Abraham Lincoln para asistir en la defensa de los principios democráticos, pero esta vez en la república de ese presidente?
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/07/27/opinion/025o1mun

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