Venezuela: La “resistencia” se subasta En dólares
Resumen
Latinoamericano/Misión Verdad,
10 de agosto 2017.
Tampoco de “neutral”. Pudiéramos decir que por las filiaciones de las empresas de servicios en la web con
el Pentágono, el Departamento de Estado y la Casa Blanca,
son más bien opuestas a la Revolución Bolivariana.
Tomamos una de sus herramientas, el Google
Trends, para ver la correlación entre tres conceptos: fascismo, protestas y
violencia en las búsquedas de Venezuela los últimos 5 años.
La primera coincidencia de crecimientos en las
búsquedas de estos tres conceptos lo encontramos la semana del 14 al 20 de
abril de 2013 cuando se efectuaron las elecciones presidenciales de ese año. Henrique
Capriles, derrotado en el sufragio, desconoció los resultados y convocó a sus seguidores a salir a las calles y “descargar la arrechera” (ira).
Fueron asesinadas 11 personas, todas
chavistas, entre ellas dos niños.
La segunda la encontramos en febrero de 2014, cuando la oposición
venezolana emprendió acciones terroristas y paramilitares conocidas como “La
Salida”.
Convocaron a la población a levantar barricadas, la
mayoría con fuego, hasta que “logremos sacar a
los que nos están gobernando” (palabras textuales de Leopoldo López el 12 de febrero
de 2014).
Las acciones insurreccionales contemplaron la
actuación de grupos armados durante varios meses. Fallecieron 43 personas y 875 resultaron lesionadas, según cifras del Ministerio Público.
Se observan nuevamente
fluctuaciones entre los tres conceptos a partir de abril de 2017.
Redujimos el período
temporal de búsquedas archivadas, para poder observar con mayor detenimiento
esas variaciones.
En 2017, se hace evidente
la reserva para identificar a las protestas con la ideología fascista.
Dicha categoría está
siendo solapada por la incursión de un nuevo término: el
terrorismo.
Quisimos entonces profundizar en las búsquedas venezolanas
alternando sólo a factores que habíamos considerado inicialmente como
calificadores y no como conceptos matrices.
Las búsquedas web sobre terrorismo,
guarimba y fascismo, los últimos tres meses, guardan una
notoria sincronía.
Los escépticos alegarán que el terrorismo, la
guarimba y el fascismo son conceptos que han sido vinculados entre sí por el
chavismo.
Desde hace meses vengo
haciendo seguimiento desde la versión gratuita de un monitor web que registra
incidentes de terrorismo a nivel mundial basado en distintas fuentes de
información. Desde el inicio de las protestas, el Global
Incident Map ha señalado alertas sobre nuestro territorio. Dos
hechos han generado variaciones en los estudios recientes desde ese portal: el
ataque terrorista efectuado por Oscar Pérez y la incineración de varias
toneladas de alimentos en Anzoátegui.
Más allá de lo que digan los medios, existe una
reflexión social que es real, pero invisibilizada en los
debates públicos y comunicacionales, porque el objetivo es la alienación de nuestra sociedad en la
violencia.
Podrán alegar los que reprodujeron el mensaje del
terrorista en sus redes sociales que fueron retribuidos en sus cámaras de eco
con expresiones como “Me gusta” y
“Corazones” del Instagram, pero en el
mundo real disparar y atacar con granadas desde un helicóptero a civiles es un
acto terrorista.
Conflicto y
violencia: admitido por los propios dueños
Un
manifestante durante una marcha de protesta contra
el Gobierno de Nicolás Maduro en Caracas, Venezuela, el 26 de julio de 2017. Foto:
Carlos Garcia Rawlin / Reuters.
Las protestas opositoras han sido reconocidas
como “conflictivas” y “violentas” por su principal auspiciante: Estados Unidos.
El día 10 de julio, la embajada
norteamericana publicó un comunicado en el que advertía de la violencia
frecuente en los llamados trancazos.
Sugería a sus ciudadanos mantenerse a distancia de los
bloqueos de vías y manifestaciones porque -con frecuencia- degeneran
en actos violentos.
Reeditó los mismos conceptos el día
domingo cuando emitió otro comunicado en el que instaba a sus ciudadanos en
Venezuela a tener en la alacena comida para dos o tres días y agua.
Y ellos deben estar muy claros de los planes considerando
que el mismísimo jefe de la CIA, en el
foro de seguridad de Aspen, reconoció que sus agentes están trabajando en
Venezuela, en alianza con los gobiernos de México y Colombia.
El día que el sitio web de la diplomacia
estadounidense emitió su primer comunicado, un grupo opositor detonó un
artefacto explosivo en Altamira provocando severas heridas en un grupo de
Guardias Nacionales Bolivarianos.
Diez días después, la oposición convocó a un paro que derivó en
varios episodios de confrontación entre opositores debido a que el mismo fue
impuesto por coacción a la población.
El video de una mujer que se indigna ante el secuestro para
revestir de éxito a la acción política se viralizó.
Otra mujer resultó lesionada al intentar limpiar una barricada que
impedía el tránsito en su urbanización en el estado Carabobo.
Una fuerte discusión se generó entre los
opositores de la comunidad. Dos mujeres jóvenes concluyen el video diciendo
una “yo no voto por esta vaina”, a lo que la otra responde “¿qué más dictadura que esto?”, haciendo referencia a los
bloqueos.
El periodismo fue blanco de agresiones durante el
paro. El partido Primero Justicia, uno de los promotores del secuestro, tuiteó con la
etiqueta “Dejen pasar a los periodistas”: curiosa protesta contra sus manifestantes.
Ese día nuestro
canal (VTV) fue atacado sin
considerar que en las instalaciones se encuentra un centro de educación
inicial.
Uno de los lesionados fue Winston Delgado, jefe de planta
del canal privado Globovisión, de tendencia opositora. Fue rescatado por
funcionarios de la GNB y trabajadores de VTV.
Miembros de la llamada “resistencia” se exhibieron con armas largas.
Al ocaso de la jornada en Venezuela se lloraba a dos
víctimas fatales.
Sin embargo, la prensa no condena la violencia: por el contrario, la glorifica.
La estructura discursiva de los medios
tradicionales y todo el andamiaje de distribución de información para el
consumo masivo y la cultura que desarrollan para el promedio de la población se
ha esmerado en convertir a la violencia política en una moda, es decir, darle glamour
al odio de clase.
Un estudio de L. Rowell Huesman titulado “El
impacto de la violencia en los medios electrónicos: teoría científica e
investigación” confirma que la exposición de imágenes violentas en los
nuevos medios, así como en los tradicionales, inciden en comportamientos
violentos a corto y largo plazo.
Es evidente
que la situación se agrava cuando los medios ensalzan la violencia.
Citamos a red58.org: “En este ambiente
de guerra psicológica surgen los grupos de exterminio, a la vista de
todos, con la activa legitimación de los dirigentes de
oposición y las transnacionales mediáticas”.
La naturalización de la
violencia en Venezuela ha pasado también por limpiarle de componentes
ideológicos al fascismo y por revestir de heroicidad el terrorismo.
El márketing exige que se otorguen virtudes
al producto que vas a colocar en el mercado: la “resistencia” es, hoy, una mercancía que se subasta en dólares.
No
conforme con la inversión de algunos sectores de la oligarquía nacional, de las
instituciones internacionales, y los dólares de los contribuyentes
estadounidenses que se donan a estos grupos armados, la violencia opositora
incursiona como producto de “conciencia” en las
plataformas de “micromecenazgo” o crowdfunding, según una investigación
difundida por Misión Verdad.
Hay experiencias muy precarias como la
petición “Venezuela: La Hora Cero” en el sitio web Go Fund Me, en el que solicitan dinero para blindar de
insumos a los grupos de choque.
Tal vez, expresiones más francas, obtienen mejores
resultados. La petición “Abraza a Nuestros Héroes Venezolanos”, que
busca fondos para gastos clínicos y “para la cobertura periodística” ha
recolectado más de 10 mil dólares.
Misión Verdad alerta que estas estrategias son
un “mecanismo de intervención indirecta y el
blanqueo de dinero” que tiene como
intención “armar un ejército irregular, soporte de la llamada ‘Hora Cero’ que tanto anuncia la MUD en
su desespero interno y presión internacional por concretar un golpe de Estado
contra el chavismo”.
Mientras a los militantes de
oposición en Venezuela los hacen pactar con prácticas violentas y propias del
fascismo, otros, en el exterior están incursionando en el lucrativo negocio de
la guerra.
TOMADO DE: http://www.resumenlatinoamericano.org
EN: Facebook//ADOLFO
LEON,
EN: Twitter@ victoriaoysocialista y
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