Está más que demostrado que el tipo de cambio en Venezuela ha estado siendo manipulado con criterios políticos a través de publicaciones diarias en las redes sociales.
Lo confesaron hasta los propios gringos, específicamente el senador republicano Richard Black quien dijo en 2019 que son ellos quienes están detrás de lo que llamó la “desmonetización del bolívar”.
Hay economistas, de derecha y también de “izquierda” que no reconocen este hecho, pero tampoco han demostrado con cálculos serios que los 5 billones por ciento de depreciación del bolívar desde el 2013 se deba, como ellos afirman, a la demanda y la oferta de divisas en el mercado cambiario.
De hecho y según la propia teoría monetarista a la que apelan, si así fuese, el valor del bolívar hoy debería ser, de acuerdo con el tipo de cambio implícito, 0,36 Bs D/US$ y no 4,76 Bs D/US$, lo que equivale a decir que se necesitarían 13 veces la cantidad de bolívares que circulan en la economía para que el tipo de cambio sea 4,76 BsD/US$.
Deberían preguntarse estos colegas ¿por qué a pesar de que el BCV decidió liberar el mercado cambiario en 2017 no han desaparecido los portales web que marcan el tipo de cambio paralelo y ficticio? Se supone que, si el mercado fija libremente el valor del bolívar no se justifica un mercado paralelo.
La respuesta es simple, el tipo de cambio paralelo es un arma de la guerra económica.
Dado que la desaceleración de la depreciación del bolívar no responde a criterios económicos sino políticos debemos formularnos la siguiente pregunta ¿por qué los gringos disminuyeron la intensidad del ataque al bolívar?
En 2018 la depreciación inducida fue 65.494%, en 2019 fue 7.385%, en 2020 bajó a 3.373% y en 2021 de 150%.
Obviamente no ha sido porque se hayan apiadado del pueblo venezolano, quien piense eso, luego de 9 años de criminal asedio, es bien ingenuo.
El ataque a la moneda actúa de la siguiente manera: deteriora las condiciones de vida de pueblos enteros, principalmente de la clase obrera, tanto por la vía de la pulverización del salario real como por la disminución del gasto público, consecuencias ambas de la hiperinflación y, a la par va dolarizando la economía.
Una vez generada esta situación, dicha arma la usan como un mecanismo de presión y chantaje para imponer sus condiciones en el marco de las negociaciones por la paz y el fin de la guerra no convencional.
El que el imperialismo haya desacelerado la depreciación inducida del bolívar está relacionado con el hecho de que cada vez más ha logrado su objetivo de imponer su modelo económico de capitalismo salvaje y, en contraposición, acabar con la revolución.
La congelación de los salarios nominales y por ende de las pensiones en detrimento de la clase trabajadora; la liberación de los precios de todos los bienes y servicios de la economía de paso referenciados al dólar; el incremento de las tarifas de los servicios públicos (electricidad, agua, telecomunicaciones); la dolarización del precio de la gasolina; la disminución del tamaño del Estado por la supuesta “disciplina fiscal” y la renuncia de los funcionarios públicos al ver sus ingresos pulverizados, dando espacio a la privatización de hecho de los servicios de salud y educación; la liberación del mercado cambiario y la oferta de divisas de todos los venezolanos por parte del BCV en un mercado cambiario al que solo pueden acceder los grandes capitales; la dolarización de la economía mediante la permisividad y oficialización del dólar en las transacciones comerciales y financieras incluyendo, por ejemplo, la indexación de los créditos bancarios al dólar y recientemente las tarifas del sistema de justicia; la exoneración de impuestos y aranceles, son algunos de los ejemplos de los logros del imperialismo enmarcados en los acuerdos de paz en los que ha impuesto sus condiciones para disminuir el ataque al bolívar.
Logros que están respaldados en sendas leyes como por ejemplo, la ley antibloqueo que legaliza el secreto en la administración del erario (2019); la ley de promoción de inversiones extranjeras (2017); la ley aprobada en primera discusión en la Asamblea Nacional para la instauración de zonas económicas especiales que otorga incalculables beneficios a los capitales extranjeros, entre ellos, bajos salarios, exoneración de impuestos, la explotación y extracción de grandes yacimientos, además de la posibilidad de que diriman las diferencias en tribunales extranjeros; la derogación de la ley de ilícitos cambiarios que permite al Estado vender nuestras divisas en el mercado cambiario.
Todo esto a cambio y como condición para “bajarle dos” al ataque al bolívar.
Reconocemos los derechos y la presencia de los capitales privados, nacionales y extranjeros.
De hecho, están contemplados en nuestra Constitución de 1999.
Lo que es inaceptable es que sea salvajemente a costa de la clase trabajadora.
Es inconcebible que los funcionarios públicos devenguemos un salario mensual de 7 Bs D por nuestro trabajo, equivalentes a 1,5 US$ mientras que, la canasta básica mensual es de US$ 384.
Estamos hablando de por lo menos 14 millones de trabajadores, de los cuales, 3,3 millones somos empleados públicos y a los que debemos sumar 5 millones de pensionados que cobran 7 Bs D mensuales de pensión y que, aunque contamos con un sistema de bonificaciones compensatorias, estos no suman ni 10 US$ mensuales.
Es intolerante que, en “revolución” el salario real haya caído 99% desde el 2018 mientras crecen cada vez más las desigualdades producto de las exageradas ganancias de la burguesía.
El imperialismo, con el ataque al bolívar, aunado a políticas económicas de corte monetaristas que han potenciado los efectos de dicha arma (por cierto, aplaudidas por Fedecámaras, Consecomercio y por los economistas de la derecha) se ha dado el lujo de presionar e imponerse en las negociaciones.
Mientras tanto, propuestas de políticas económicas centradas en la clase trabajadora han sido desestimadas, por ejemplo, la indexación de la economía que busca neutralizar los efectos del ataque al bolívar y con ello disminuir el poder imperial.
A todas estas cabe preguntarse ¿qué garantía hay de que, en cualquier momento, cuando se le presente la oportunidad, el imperialismo no rompa el acuerdo de no atacar el bolívar, situación que ya ocurrió cuando rompió el compromiso de incorporar a Alex Saab en la mesa de diálogo y por el contrario terminó secuestrándolo para llevarlo a a EEUU?
Por si acaso, vale el recordatorio de que “no se puede confiar en el imperialismo ni tantito así”.
Tomado de: https://ultimasnoticias.com.ve/
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