Donbass
se prepara para una guerra larga
Publicado
16 mayo 2015
Entre los días 5 y 12 de mayo recorrimos la región del Donbass, en el sur y el este de Ucrania, una de las dos mitades en que ha quedado dividido el país como consecuencia de la guerra civil. Cruzamos la frontera desde Roston-on-Don (Rusia) siguiendo a la caravana solidaria organizada por el grupo de música italiano Banda Bassoti y en el que también viajaba un centenar de brigadistas internacionales. Fueron solo seis días de cobertura, pero conseguimos hablar con mucha gente, civiles y milicianos. Esto es lo que hemos visto y oído:
1.- El alto el fuego de Minsk no se cumple: No
hay combates a gran escala, como hace cuatro meses, pero todos los días
escuchamos tiroteos y explosiones en las ocho localidades que visitamos. En el
frente de Donetskly hay intercambio de fuego constante con fusiles de asalto,
obuses y otras piezas de artillería ligera. Además, por las calles se ven
contantes movimientos de armas pesadas, algo también prohibido en el acuerdo de
Minsk.
Así queda una casa cuando le cae un obús de 120 mm. En el cráter cabe un coche. Foto: @lvarobarrantes #Donbass
2.-
Una guerra de trincheras y desgaste: Es una guerra de trincheras, fortines y
nidos de ametralladoras, como las de antes. Casi nada que ver con los conflictos
asimétricos que hemos cubierto en Irak, Afganistán y otros países de Oriente
Medio. No hay combates urbanos ni atentados terroristas.
Los combates tienen
lugar en zonas abiertas. Allí, además de mover tropas y armas, los milicianos
de Lugansk cavan trincheras y levantan defensas. Se preparan para una larga
guerra de desgaste.
Más de 6.000 muertos y medio millón de refugiados. Miles de casas destruídas. #Donbass #Ucrania @teleSURtv
3.-
Secuestros y violencia política en las ciudades: Nos llegaron informaciones
sobre secuestros, detenciones arbitrarias, torturas y otros actos de violencia
política en las ciudades.
Es habitual que ocurra en los países en guerra civil.
No pudimos confirmarlo. Vimos a varias personas con las caras llenas de
hematomas por la calle. Podría ser violencia política, pero también riñas de
bar: en toda Ucrania se bebe mucho alcohol, una botella pequeña de vodka vale
un dólar y medio, poco más del doble que el agua.
4.- La crisis humanitaria
empeora:
En las pueblos y ciudades más alejados de la línea del frente, en
general, las tiendas están bien abastecidas. Aunque en muchas faltan productos
básicos como la leche. Y hay un problema grave con el combustible. Ni siquiera
los milicianos tienen gasolina para sus vehículos y tienen que restringir sus
desplazamientos por carretera. La situación empeora drásticamente en las zonas
más cercanas a los combates. Allí escasean los alimentos y las medicinas. “Intentamos
no enfermar”, nos dice una anciana.
El gobierno de Kiev dejó de pagar las pensiones a los jubilados del Donbass. Malviven. @lvarobarrantes @teleSURtv
5.-
Miedo entre la población civil: Encerrado en su casa, sin atreverse a abrirnos
la puerta, un ancianos grita que no tiene nada para comer.
Tiene hambre pero
también miedo. Como la mayoría de la población que todavía resiste en estas
zonas.
La línea del frente se mueve a menudo y mañana su casa puede estar en el
bando de las fuerzas pro-Kiev. Temen que, si les han visto por televisión,
puedan sufrir represalias. Dos hombres se encaran con nosotros y nos increpan.
Son desertores del Ejército de Ucrania. Más que miedo tienen pánico a ser
reconocidos.
6.- Pueblos y ciudades fantasma:
El conflicto deja ya más de un
millón de desplazados. Son cifras hechas públicas por Naciones Unidas el 25 de
abril. Hoy el éxodo puede ser todavía mayor.
El 5 de mayo vimos largas colas de
vehículos en la frontera para salir de Ucrania en dirección a Rusia.
La mayoría
de quienes resisten son ancianos sin fuerzas o sin dinero suficiente para
comprarse un billete de autobús y escapar a zonas más seguras. Apenas se ven
jóvenes por las calles. Y en algunas zonas no hay nadie.
7.- El conflicto se
complica casi hasta el absurdo: Serguéi, un voluntario ruso que ha venido
varias veces a combatir, nos dice que Ucrania se está convirtiendo en un
manicomio. Pro-nazis que combaten contra pro-nazis. Fascistas y antifascistas
que luchan en el mismo bando. Aquí, lamenta, la mitad de la gente está jugando
a la guerra: “Esto es una casa de locos”. Es comunista, sobrevive aquí con su
dinero, y se siente defraudado. Está a punto de regresar a su país.
8.- Una
guerra con mando a distancia: Ucrania parece, cada vez más, el escenario de una
guerra entre los Estados Unidos y Rusia. Pero es una guerra con mando a
distancia. Otro voluntario ruso nos asegura que ha estado en contacto con
tropas regulares de su país, pero no hemos podido confirmarlo: no se ven por
las calles.
Hemos hablado con voluntarios rusos, pero también de España,
Israel, Alemania y Brasil.
9.- Ciudadanos de segunda clase: Se habla mucho de las injerencias internacionales pero no tanto de lo que opinan los civiles. ¿Qué dice la gente del Donbass? Depende a quién le preguntes. Con los pocos jóvenes que hemos podido hablar estaban bastante desentendidos de la política. Muchos mayores decían sentirse desde hace años como ciudadanos de segunda clase. Son de origen ruso, hablan en ese idioma o simplemente reivindican un pasado común con la Unión Soviética, y se sentían discriminados por el gobierno de Kiev. Echaban de menos, por ejemplo, enseñanza y medios de comunicación en ruso.
10.- El papel de los brigadistas: En medio de todo este caos, ha llegado al Donbass un centenar de brigadistas internacionales, para dar su apoyo a la población civil. Entre ellos, los músicos de Banda Bassoti, una grupo italiano muy comprometido con la izquierda revolucionaria. “Sigaro”, uno de sus fundadores, definía así el objetivo de la caravana: “queremos parar la guerra con nuestra música”. No lo consiguieron, claro, pero al menos devolvieron la sonrisa durante unas horas a personas que llevan demasiado tiempo sufriendo. Cantaron, bailaron y lloraron emocionados. Valió la pena.
TOMADO DE: http://www.telesurtv.net/
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