Es criminal
lunes, 4 de mayo de 2015
Sálvese quien pueda!
Con extractos de Juan Luis
Berterretche
Agentes cancerígenos
“El
glifosato es ‘probablemente cancerígeno’”
El Ministerio de Salud de Colombia, recomendó esta semana la
suspensión del uso del glifosato en la lucha contra los cultivos ilícitos.
Usted, como investigador dedicado al tema, ha llegado a la misma conclusión.
¿Sobre cuáles bases sustentan sus posiciones?
La
recomendación que hizo el Ministerio de Salud está basada en un estudio de la
Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC, por sus siglas en
inglés), que clasifica el glifosato como “probablemente cancerígeno”.
Tal
recomendación se hace para cumplir un fallo de la Corte Constitucional del año
pasado, en que les da la orden a los ministerios de Salud y Medio Ambiente de
hacer seguimiento a los posibles efectos en la salud humana por la exposición
al glifosato asperjado de manera aérea sobre cultivos ilícitos.
En
dicho fallo, la Corte invoca el denominado principio de precaución y explica
que, en caso de que existan indicios de consecuencias negativas por ese motivo,
se deben suspender las campañas que utilizan tal método.
Precisamente, el Ministerio dijo que “a pesar de la
existencia científica divergente… (hay) una advertencia insoslayable de
posibles efectos adversos a la salud…”. Y añade que “como mínimo, existe
incertidumbre científica sobre los efectos nocivos del glifosato”. ¿Por qué
habría de suspenderse la fumigación aérea del herbicida si solo “existe
incertidumbre científica” y no certeza?
La sentencia de la Corte indica, de
manera clara, que ante cualquier duda razonable de que la exposición al
glifosato asperjado en cultivos ilícitos pueda causar daños a la salud, el
Gobierno deberá detener las fumigaciones.
El debate no es si está comprobado,
100%, que existe una relación causal entre el glifosato y afectaciones a la
salud, sino si hay evidencia de que esa relación puede existir.
El comunicado del ministro Alejandro
Gaviria se basa exclusivamente en el estudio de la IARC avalado por la Organización
Mundial de la Salud (OMS).
Como se sabe, nadie
es profeta en su tierra: en Colombia también hemos encontrado evidencias en el
mismo sentido, tanto en nuestras investigaciones como en las de otros centros.
Y no se pueden desconocer.
¿Sobre la recurrencia o aparición de cuáles enfermedades
incidiría la aspersión aérea del glifosato?
Existe evidencia mixta respecto de
estudios experimentales con animales, y “observacionales” con humanos.
Si bien es cierto que
en algunos de esos estudios no se encuentra relación entre la exposición al
glifosato y enfermedades específicas, en otros se han constatado efectos,
después de la exposición al herbicida, en cuanto a mayor incidencia en algunos
tipos de cáncer, malformaciones, pérdidas no deseadas de embarazos,
enfermedades dermatológicas y respiratorias.
Lo que hizo el estudio de la IARC-OMS
fue revisar los hallazgos disponibles y con base en ellos proceder a establecer
la clasificación mencionada: “probablemente
cancerígeno”
.
El centro de estudios que usted dirige
publicó el año pasado un libro bajo el título “Costos económicos y sociales del
conflicto en Colombia”.
Allí fue incluido un capítulo sobre las consecuencias de la
aspersión aérea en la salud. ¿Cuáles fueron los principales hallazgos?
El
estudio que publicamos el año pasado con Adriana Camacho utiliza los datos
individuales —y de manera anónima— del Sistema de Información de Prestaciones
de Salud (RIPS) entre 2003 y 2007, junto con los datos diarios del número de hectáreas
asperjadas con glifosato en cada municipio del país.
Se utilizaron técnicas estadísticas y de
econometría para desentrañar la relación causa-efecto que puede existir entre
la exposición al glifosato asperjado de manera aérea y ciertas enfermedades, en
las cuales la literatura médica ha identificado —de forma más o menos precisa—
el tiempo que transcurre entre la exposición al herbicida y la aparición de los
síntomas.
Pero ese estudio y sus conclusiones han sido criticados por
algunos sectores. ¿Qué les contestaría?
Ciertamente, algunas personas han
criticado nuestro estudio pues no les gustan (o tal vez no les convienen) los
resultados. Nuestra respuesta siempre ha sido que cualquier crítica
metodológica sobre los datos, la econometría, etc., es bienvenida. A lo que no
vamos a contestar es a insultos o a descalificaciones personales.
¿A cuáles insultos y a quiénes se refiere?
Prefiero no entrar en detalles. Las
personas a las que me refiero saben de qué y de quiénes estoy hablando.
Tal como lo intuyo, el tema del uso o suspensión del uso del
glifosato es más espinoso de lo que debería ser un asunto meramente técnico…
Exacto. Este tema tiene unas aristas
más complicadas que lo estrictamente técnico.
¿Cuántos países con problemas de cultivos
ilícitos y narcotráfico utilizan glifosato, además de Colombia?
Hoy, Colombia es el
único país del mundo que utiliza la aspersión aérea de herbicidas en el combate
contra los cultivos ilícitos.
En el pasado, esta estrategia fue usada
en otras naciones productoras de drogas como México y Afganistán, pero su uso
fue descontinuado por los altos costos económicos y sociales que tenía. Cuando
Hamid Karzai (presidente de Afganistán hasta septiembre de 2014) decidió
detener la aspersión aérea de cultivos de amapola, lo hizo por dos razones:
primero, porque estaba poniendo a la población campesina del lado de los
talibanes; y segundo, porque su ministro de Salud Pública (al igual que el de
Colombia) manifestó preocupación sobre los efectos negativos que ese método
podía tener sobre la salud de los habitantes de las zonas aledañas.
De acuerdo con sus investigaciones, el método de aspersión
aérea: 1. ¿Ha sido eficiente y en cuál proporción? 2. ¿Es costoso o barato en
comparación con otras estrategias?
Los estudios que existen al respecto
muestran que el uso de la aspersión tiene efectos muy pequeños sobre los
cultivos ilícitos.
En particular, los trabajos que hemos
hecho con Pascual Restrepo, del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y
con Sandra Rozo, de la UCLA (University of California, Los Ángeles) indican que
por cada hectárea asperjada con glifosato, los cultivos de coca se reducen en
0,035 hectáreas.
En otras palabras, para eliminar una
hectárea con aspersiones con glifosato, hay que fumigar cerca de 30 hectáreas.
Otros trabajos hechos por Rozo y por Luis Carlos Reyes llegan al mismo
resultado: una muy baja efectividad de la aspersión con glifosato en la
reducción de los cultivos de coca.
Basados en las comparaciones entre la
efectividad de las aspersiones y los costos monetarios de fumigar una hectárea con
glifosato, hemos calculado que eliminar una hectárea de cultivos de coca,
mediante aspersiones con ese herbicida, cuesta cerca de 72 mil dólares, de los
cuales dos terceras partes son asumidos por Colombia y una tercera parte por
Estados Unidos.
Según su experiencia, ¿Colombia puede
decidir autónomamente sus políticas antidrogas o depende de la de Estados
Unidos debido a la ayuda económica que este país presta?
Creo que hay algo de
presión por parte de Estados Unidos para que se continúe con el programa de
aspersión con glifosato.
Pero las buenas
relaciones entre dos países no pueden basarse en el cumplimiento que una de las
partes haga de lo que pida la otra parte.
Colombia ha
ganado mucho conocimiento y experiencia a lo largo de los años como para saber
qué funciona y qué no a la hora de combatir el narcotráfico.
La época del
intervencionismo ya pasó y el gobierno estadounidense tendrá que entender que a
este país le está resultando muy costosa esa política en recursos financieros,
en salud, en su medio ambiente, etc.
Hoy tenemos las
Fuerzas Armadas y de Policía más profesionales y preparadas de toda la región.
Esto debe darnos la tranquilidad de que cualquier decisión que se tome no
implica una renuncia a combatir el crimen organizado y sus fuentes de
financiación.
¿Cuál propuesta podría ensayarse para
buscar economía y mayor efectividad?
Por ejemplo, se
podrían reasignar recursos y personal para combatir el crimen organizado y las
verdaderas fuentes de financiación de los grupos armados ilegales, fuentes que
no están en los cultivos de coca sino en la fase final del procesamiento de la
cocaína y en su tráfico.
Es ahí en donde están
las grandes rentas con las que se financian esos grupos.
Los compromisos políticos impiden tomar
las decisiones adecuadas. Y eso empieza a notarse: la posición del ministro de
Salud contraría la del procurador y hasta la de su compañero de gabinete, el
ministro de Defensa. ¿Cree que este choque es el primer síntoma de que la
suspensión del uso del glifosato se truncará?
Creo
que la discusión dentro del Consejo Nacional de Estupefacientes (CNE), órgano
competente para tomar la decisión, no va a ser fácil.
Desde
hace varios años yo he debatido con el ministro Juan Carlos Pinzón sobre este
tema.
Siempre
ha sido una discusión honesta, respetuosa y con altura.
Él
ha mostrado profundo respeto por los estudios académicos y sus resultados, pero
tiene puntos de vista distintos que son válidos y que deberán ser discutidos en
el Consejo cuando se reúna dentro de algunos días.
¿Y qué opina de la posición del procurador?
Desafortunadamente no puedo decir lo
mismo respecto del procurador.
El debate con él ha sido inexistente.
Creo que si el Consejo de Estupefacientes no toma la decisión de suspender las
fumigaciones con glifosato, tal como aspira el procurador, vendrá muy pronto un
fallo de la Corte que le prohíba al Gobierno seguir implementando esa
estrategia.
El presidente Santos,
entonces, enfrenta un dilema difícil: suspende las fumigaciones mediante una
decisión del Ejecutivo o espera que la Corte lo obligue a hacerlo.
Yo de política no entiendo mucho. Así
que no sé cuál es la mejor opción para el Gobierno en este momento.
Fuentes políticas dicen que hay evidencia
de que la suspensión de la aspersión aérea de glifosato dispara la producción
de drogas ilícitas. ¿Eso es cierto?
El Gobierno menciona el caso del
Catatumbo, unos parques naturales y ciertas reservas indígenas en donde no se
permite la aspersión y sí han aumentado los cultivos.
Lo cierto es que en esas zonas, además
de haberse suspendido la aspersión, han confluido una serie de factores que han
impedido el control territorial del Estado.
En septiembre de
2013, la embajada americana suspendió el programa de aspersión por varios meses
porque un piloto de Estados Unidos murió cuando su avión de fumigación fue
impactado.
No sucede lo mismo
cuando mueren los policías y los trabajadores colombianos dedicados a la
erradicación de cultivos.
En aquel momento y
según cifras publicadas entre 2012 y 2013, la aspersión se redujo en un 50% y
los cultivos ilícitos no aumentaron.
De acuerdo con los
datos de la Unodc (por la sigla en inglés de la Oficina de Naciones Unidas
contra las Drogas y el Crimen), los cultivos ilícitos permanecieron constantes
en esa época, a pesar de la reducción significativa en la aspersión.
¿Cuál es la posición del Departamento de
Estado de Estados Unidos, de acuerdo con las reuniones a las cuales usted ha
asistido como investigador de la Universidad de los Andes?
El Departamento de
Estado siempre dice que tienen evidencia de que la aspersión con glifosato es
efectiva y no causa daños a la salud.
En repetidas
ocasiones les he pedido a sus funcionarios que me dejen conocer esa evidencia,
pero no ha sido posible.
Las personas que hemos estudiado este
tema en Colombia, hemos presentado cerca de diez trabajos académicos que
muestran que la aspersión no es efectiva y que está generando una serie de
daños y costos colaterales muy graves para el país.
La respuesta del
gobierno americano siempre ha sido que sabe que este método es efectivo, que no
genera daños y que va a continuar apoyándolo.
De un lado hay evidencia y estudios,
del otro, opiniones y comunicados de prensa.
Los voceros de las Farc en La Habana dijeron que apoyan la
suspensión del uso del glifosato. En su opinión, ¿ese pronunciamiento hace daño
o ayuda en este debate?
Hace un enorme daño que las Farc digan
que quieren la suspensión del uso del glifosato.
En este punto tengo que decir que
muchos académicos que han estudiado el tema no están de acuerdo con mi
posición.
Trabajos que nosotros hemos hecho
muestran que las Farc están involucradas de lleno en el negocio del
narcotráfico y que esa actividad es una de sus principales fuentes de
financiación.
En mi opinión, mientras las Farc no
entreguen las armas y abandonen el narcotráfico, creo que discutir la política
de drogas con ellos es como poner a un ratón a cuidar el queso.
***
A favor y en contra de las aspersiones con glifosato
La decisión sobre la suspensión o la
continuidad de la estrategia de asperjar por vía aérea el herbicida glifosato
para combatir los cultivos ilícitos no corresponde únicamente al Gobierno.
Al Consejo Nacional de Estupefacientes,
órgano competente para emitir el concepto definitivo, pertenecen varios
ministros y los jefes de los órganos estatales más poderosos del ordenamiento.
Aunque la reunión en que se abordará tan espinoso tema apenas está citada para
los próximos días, ya se conocen las posiciones de algunos de sus miembros.
En el Consejo tienen
voz y voto los ministros de Salud, Alejandro Gaviria, quien expresó su acuerdo
con la eliminación del uso del glifosato por las alertas de los científicos en
cuanto a sus efectos sobre la salud humana; el ministro de Justicia, Yesid Reyes,
que estará alineado con las órdenes presidenciales; el ministro de
Defensa, Juan Carlos Pinzón, cuyo rechazo a la suspensión del método de
fumigación aérea con glifosato fue expresado en público; las ministras de
Relaciones Exteriores y de Educación, y, además, el fiscal Montealegre y el
procurador Ordóñez.
El fiscal aseguró que
la advertencia de la Organización Mundial de la Salud es clara y hay que
acatarla. Y el procurador está en la orilla opuesta.
Investigadores, unidos contra el glifosato
Los investigadores de
centros científicos y los académicos difundieron una comunicación en la que
apoyan decididamente la suspensión de las aspersiones aéreas con glifosato.
Según apartes de su
carta, esa eliminación significaría que Colombia al fin “diseñe una política
antinarcóticos” que esté por encima de la simpleza del concepto de la guerra
contra las drogas.
De acuerdo con el
grupo de intelectuales, los estudios y análisis de varias universidades aquí y
en el extranjero reiteran que la fumigación aérea con herbicidas sobre las
zonas en donde están los cultivos ilícitos es “una estrategia dañina, costosa e
inútil”.
Y añaden que aunque
el país ha sido un “laboratorio mundial” en materia de erradicación forzada con
glifosato, los resultados en la reducción de producción, exportación y combate
al negocio ilegal de cocaína no han sido exitosos sino “mediocres”.
Firman, entre otros, Mauricio García
Villegas, Francisco Leal, César Rodríguez, Juan Tokatlian, Iván Orozco, Arlene
Tickner, Francisco Toumi, Rodrigo Uprimny y Bruce Bagley. El presidente Santos,
que ha dicho en dos reuniones públicas que es partidario de la suspensión de
este método, no puede aún confirmar que esa intención se convertirá en realidad.
TOMADO
DE: http://elmuertoquehabla.blogspot.com/
El Ministerio de Salud de Colombia, recomendó esta semana la
suspensión del uso del glifosato en la lucha contra los cultivos ilícitos.
Usted, como investigador dedicado al tema, ha llegado a la misma conclusión.
¿Sobre cuáles bases sustentan sus posiciones?
La
recomendación que hizo el Ministerio de Salud está basada en un estudio de la
Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC, por sus siglas en
inglés), que clasifica el glifosato como “probablemente cancerígeno”.
Tal
recomendación se hace para cumplir un fallo de la Corte Constitucional del año
pasado, en que les da la orden a los ministerios de Salud y Medio Ambiente de
hacer seguimiento a los posibles efectos en la salud humana por la exposición
al glifosato asperjado de manera aérea sobre cultivos ilícitos.
En
dicho fallo, la Corte invoca el denominado principio de precaución y explica
que, en caso de que existan indicios de consecuencias negativas por ese motivo,
se deben suspender las campañas que utilizan tal método.
Precisamente, el Ministerio dijo que “a pesar de la
existencia científica divergente… (hay) una advertencia insoslayable de
posibles efectos adversos a la salud…”. Y añade que “como mínimo, existe
incertidumbre científica sobre los efectos nocivos del glifosato”. ¿Por qué
habría de suspenderse la fumigación aérea del herbicida si solo “existe
incertidumbre científica” y no certeza?
La sentencia de la Corte indica, de
manera clara, que ante cualquier duda razonable de que la exposición al
glifosato asperjado en cultivos ilícitos pueda causar daños a la salud, el
Gobierno deberá detener las fumigaciones.
El debate no es si está comprobado,
100%, que existe una relación causal entre el glifosato y afectaciones a la
salud, sino si hay evidencia de que esa relación puede existir.
El comunicado del ministro Alejandro
Gaviria se basa exclusivamente en el estudio de la IARC avalado por la Organización
Mundial de la Salud (OMS).
Como se sabe, nadie
es profeta en su tierra: en Colombia también hemos encontrado evidencias en el
mismo sentido, tanto en nuestras investigaciones como en las de otros centros.
Y no se pueden desconocer.
¿Sobre la recurrencia o aparición de cuáles enfermedades
incidiría la aspersión aérea del glifosato?
Existe evidencia mixta respecto de
estudios experimentales con animales, y “observacionales” con humanos.
Si bien es cierto que
en algunos de esos estudios no se encuentra relación entre la exposición al
glifosato y enfermedades específicas, en otros se han constatado efectos,
después de la exposición al herbicida, en cuanto a mayor incidencia en algunos
tipos de cáncer, malformaciones, pérdidas no deseadas de embarazos,
enfermedades dermatológicas y respiratorias.
Lo que hizo el estudio de la IARC-OMS
fue revisar los hallazgos disponibles y con base en ellos proceder a establecer
la clasificación mencionada: “probablemente
cancerígeno”
.
El centro de estudios que usted dirige
publicó el año pasado un libro bajo el título “Costos económicos y sociales del
conflicto en Colombia”.
Allí fue incluido un capítulo sobre las consecuencias de la
aspersión aérea en la salud. ¿Cuáles fueron los principales hallazgos?
El
estudio que publicamos el año pasado con Adriana Camacho utiliza los datos
individuales —y de manera anónima— del Sistema de Información de Prestaciones
de Salud (RIPS) entre 2003 y 2007, junto con los datos diarios del número de hectáreas
asperjadas con glifosato en cada municipio del país.
Se utilizaron técnicas estadísticas y de
econometría para desentrañar la relación causa-efecto que puede existir entre
la exposición al glifosato asperjado de manera aérea y ciertas enfermedades, en
las cuales la literatura médica ha identificado —de forma más o menos precisa—
el tiempo que transcurre entre la exposición al herbicida y la aparición de los
síntomas.
Pero ese estudio y sus conclusiones han sido criticados por
algunos sectores. ¿Qué les contestaría?
Ciertamente, algunas personas han
criticado nuestro estudio pues no les gustan (o tal vez no les convienen) los
resultados. Nuestra respuesta siempre ha sido que cualquier crítica
metodológica sobre los datos, la econometría, etc., es bienvenida. A lo que no
vamos a contestar es a insultos o a descalificaciones personales.
¿A cuáles insultos y a quiénes se refiere?
Prefiero no entrar en detalles. Las
personas a las que me refiero saben de qué y de quiénes estoy hablando.
Tal como lo intuyo, el tema del uso o suspensión del uso del
glifosato es más espinoso de lo que debería ser un asunto meramente técnico…
Exacto. Este tema tiene unas aristas
más complicadas que lo estrictamente técnico.
¿Cuántos países con problemas de cultivos
ilícitos y narcotráfico utilizan glifosato, además de Colombia?
Hoy, Colombia es el
único país del mundo que utiliza la aspersión aérea de herbicidas en el combate
contra los cultivos ilícitos.
En el pasado, esta estrategia fue usada
en otras naciones productoras de drogas como México y Afganistán, pero su uso
fue descontinuado por los altos costos económicos y sociales que tenía. Cuando
Hamid Karzai (presidente de Afganistán hasta septiembre de 2014) decidió
detener la aspersión aérea de cultivos de amapola, lo hizo por dos razones:
primero, porque estaba poniendo a la población campesina del lado de los
talibanes; y segundo, porque su ministro de Salud Pública (al igual que el de
Colombia) manifestó preocupación sobre los efectos negativos que ese método
podía tener sobre la salud de los habitantes de las zonas aledañas.
De acuerdo con sus investigaciones, el método de aspersión
aérea: 1. ¿Ha sido eficiente y en cuál proporción? 2. ¿Es costoso o barato en
comparación con otras estrategias?
Los estudios que existen al respecto
muestran que el uso de la aspersión tiene efectos muy pequeños sobre los
cultivos ilícitos.
En particular, los trabajos que hemos
hecho con Pascual Restrepo, del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y
con Sandra Rozo, de la UCLA (University of California, Los Ángeles) indican que
por cada hectárea asperjada con glifosato, los cultivos de coca se reducen en
0,035 hectáreas.
En otras palabras, para eliminar una
hectárea con aspersiones con glifosato, hay que fumigar cerca de 30 hectáreas.
Otros trabajos hechos por Rozo y por Luis Carlos Reyes llegan al mismo
resultado: una muy baja efectividad de la aspersión con glifosato en la
reducción de los cultivos de coca.
Basados en las comparaciones entre la
efectividad de las aspersiones y los costos monetarios de fumigar una hectárea con
glifosato, hemos calculado que eliminar una hectárea de cultivos de coca,
mediante aspersiones con ese herbicida, cuesta cerca de 72 mil dólares, de los
cuales dos terceras partes son asumidos por Colombia y una tercera parte por
Estados Unidos.
Según su experiencia, ¿Colombia puede
decidir autónomamente sus políticas antidrogas o depende de la de Estados
Unidos debido a la ayuda económica que este país presta?
Creo que hay algo de
presión por parte de Estados Unidos para que se continúe con el programa de
aspersión con glifosato.
Pero las buenas
relaciones entre dos países no pueden basarse en el cumplimiento que una de las
partes haga de lo que pida la otra parte.
Colombia ha
ganado mucho conocimiento y experiencia a lo largo de los años como para saber
qué funciona y qué no a la hora de combatir el narcotráfico.
La época del
intervencionismo ya pasó y el gobierno estadounidense tendrá que entender que a
este país le está resultando muy costosa esa política en recursos financieros,
en salud, en su medio ambiente, etc.
Hoy tenemos las
Fuerzas Armadas y de Policía más profesionales y preparadas de toda la región.
Esto debe darnos la tranquilidad de que cualquier decisión que se tome no
implica una renuncia a combatir el crimen organizado y sus fuentes de
financiación.
¿Cuál propuesta podría ensayarse para
buscar economía y mayor efectividad?
Por ejemplo, se
podrían reasignar recursos y personal para combatir el crimen organizado y las
verdaderas fuentes de financiación de los grupos armados ilegales, fuentes que
no están en los cultivos de coca sino en la fase final del procesamiento de la
cocaína y en su tráfico.
Es ahí en donde están
las grandes rentas con las que se financian esos grupos.
Los compromisos políticos impiden tomar
las decisiones adecuadas. Y eso empieza a notarse: la posición del ministro de
Salud contraría la del procurador y hasta la de su compañero de gabinete, el
ministro de Defensa. ¿Cree que este choque es el primer síntoma de que la
suspensión del uso del glifosato se truncará?
Creo
que la discusión dentro del Consejo Nacional de Estupefacientes (CNE), órgano
competente para tomar la decisión, no va a ser fácil.
Desde
hace varios años yo he debatido con el ministro Juan Carlos Pinzón sobre este
tema.
Siempre
ha sido una discusión honesta, respetuosa y con altura.
Él
ha mostrado profundo respeto por los estudios académicos y sus resultados, pero
tiene puntos de vista distintos que son válidos y que deberán ser discutidos en
el Consejo cuando se reúna dentro de algunos días.
¿Y qué opina de la posición del procurador?
Desafortunadamente no puedo decir lo
mismo respecto del procurador.
El debate con él ha sido inexistente.
Creo que si el Consejo de Estupefacientes no toma la decisión de suspender las
fumigaciones con glifosato, tal como aspira el procurador, vendrá muy pronto un
fallo de la Corte que le prohíba al Gobierno seguir implementando esa
estrategia.
El presidente Santos,
entonces, enfrenta un dilema difícil: suspende las fumigaciones mediante una
decisión del Ejecutivo o espera que la Corte lo obligue a hacerlo.
Yo de política no entiendo mucho. Así
que no sé cuál es la mejor opción para el Gobierno en este momento.
Fuentes políticas dicen que hay evidencia
de que la suspensión de la aspersión aérea de glifosato dispara la producción
de drogas ilícitas. ¿Eso es cierto?
El Gobierno menciona el caso del
Catatumbo, unos parques naturales y ciertas reservas indígenas en donde no se
permite la aspersión y sí han aumentado los cultivos.
Lo cierto es que en esas zonas, además
de haberse suspendido la aspersión, han confluido una serie de factores que han
impedido el control territorial del Estado.
En septiembre de
2013, la embajada americana suspendió el programa de aspersión por varios meses
porque un piloto de Estados Unidos murió cuando su avión de fumigación fue
impactado.
No sucede lo mismo
cuando mueren los policías y los trabajadores colombianos dedicados a la
erradicación de cultivos.
En aquel momento y
según cifras publicadas entre 2012 y 2013, la aspersión se redujo en un 50% y
los cultivos ilícitos no aumentaron.
De acuerdo con los
datos de la Unodc (por la sigla en inglés de la Oficina de Naciones Unidas
contra las Drogas y el Crimen), los cultivos ilícitos permanecieron constantes
en esa época, a pesar de la reducción significativa en la aspersión.
¿Cuál es la posición del Departamento de
Estado de Estados Unidos, de acuerdo con las reuniones a las cuales usted ha
asistido como investigador de la Universidad de los Andes?
El Departamento de
Estado siempre dice que tienen evidencia de que la aspersión con glifosato es
efectiva y no causa daños a la salud.
En repetidas
ocasiones les he pedido a sus funcionarios que me dejen conocer esa evidencia,
pero no ha sido posible.
Las personas que hemos estudiado este
tema en Colombia, hemos presentado cerca de diez trabajos académicos que
muestran que la aspersión no es efectiva y que está generando una serie de
daños y costos colaterales muy graves para el país.
La respuesta del
gobierno americano siempre ha sido que sabe que este método es efectivo, que no
genera daños y que va a continuar apoyándolo.
De un lado hay evidencia y estudios,
del otro, opiniones y comunicados de prensa.
Los voceros de las Farc en La Habana dijeron que apoyan la
suspensión del uso del glifosato. En su opinión, ¿ese pronunciamiento hace daño
o ayuda en este debate?
Hace un enorme daño que las Farc digan
que quieren la suspensión del uso del glifosato.
En este punto tengo que decir que
muchos académicos que han estudiado el tema no están de acuerdo con mi
posición.
Trabajos que nosotros hemos hecho
muestran que las Farc están involucradas de lleno en el negocio del
narcotráfico y que esa actividad es una de sus principales fuentes de
financiación.
En mi opinión, mientras las Farc no
entreguen las armas y abandonen el narcotráfico, creo que discutir la política
de drogas con ellos es como poner a un ratón a cuidar el queso.
***
A favor y en contra de las aspersiones con glifosato
La decisión sobre la suspensión o la
continuidad de la estrategia de asperjar por vía aérea el herbicida glifosato
para combatir los cultivos ilícitos no corresponde únicamente al Gobierno.
Al Consejo Nacional de Estupefacientes,
órgano competente para emitir el concepto definitivo, pertenecen varios
ministros y los jefes de los órganos estatales más poderosos del ordenamiento.
Aunque la reunión en que se abordará tan espinoso tema apenas está citada para
los próximos días, ya se conocen las posiciones de algunos de sus miembros.
En el Consejo tienen
voz y voto los ministros de Salud, Alejandro Gaviria, quien expresó su acuerdo
con la eliminación del uso del glifosato por las alertas de los científicos en
cuanto a sus efectos sobre la salud humana; el ministro de Justicia, Yesid Reyes,
que estará alineado con las órdenes presidenciales; el ministro de
Defensa, Juan Carlos Pinzón, cuyo rechazo a la suspensión del método de
fumigación aérea con glifosato fue expresado en público; las ministras de
Relaciones Exteriores y de Educación, y, además, el fiscal Montealegre y el
procurador Ordóñez.
El fiscal aseguró que
la advertencia de la Organización Mundial de la Salud es clara y hay que
acatarla. Y el procurador está en la orilla opuesta.
Investigadores, unidos contra el glifosato
Los investigadores de
centros científicos y los académicos difundieron una comunicación en la que
apoyan decididamente la suspensión de las aspersiones aéreas con glifosato.
Según apartes de su
carta, esa eliminación significaría que Colombia al fin “diseñe una política
antinarcóticos” que esté por encima de la simpleza del concepto de la guerra
contra las drogas.
De acuerdo con el
grupo de intelectuales, los estudios y análisis de varias universidades aquí y
en el extranjero reiteran que la fumigación aérea con herbicidas sobre las
zonas en donde están los cultivos ilícitos es “una estrategia dañina, costosa e
inútil”.
Y añaden que aunque
el país ha sido un “laboratorio mundial” en materia de erradicación forzada con
glifosato, los resultados en la reducción de producción, exportación y combate
al negocio ilegal de cocaína no han sido exitosos sino “mediocres”.
Firman, entre otros, Mauricio García
Villegas, Francisco Leal, César Rodríguez, Juan Tokatlian, Iván Orozco, Arlene
Tickner, Francisco Toumi, Rodrigo Uprimny y Bruce Bagley. El presidente Santos,
que ha dicho en dos reuniones públicas que es partidario de la suspensión de
este método, no puede aún confirmar que esa intención se convertirá en realidad.
TOMADO
DE: http://elmuertoquehabla.blogspot.com/
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