Hace quince años, luego de los atentados del 1 de septiembre en EE.UU. surgieron numerosas evidencias que desmontaron la supuesta versión oficial de estos hechos.
Aún, son muchas preguntas que esperan ser respondidas.
Este día es recordado en el mundo como “el día del ataque a las Torres Gemelas de Estados Unidos”, además de saber que estos enormes rascacielos fueron derribados, aún no se tiene datos seguros de que allí ocurrió, luego de la versión oficial del gobierno, varios expertos y estudios han desmontado esa información.
Aquel día de septiembre, dos aviones comerciales de American Airlines y United Airlines, impactaron contra los edificios más altos en el Centro Mundial del Comercio en New York, dejando un total de dos mil 843 muertos y cerca de seis mil heridos.
La gerencia de George W. Bush aseguró que el ataque fue un atentado terrorista, y lo atribuyó al grupo extremista afgano Al Qaeda, liderado en aquel entonces por Osama Bin Laden.
¿Fue realmente esto lo que ocurrió ese día?
¿El ataque fue planeado por Al Qaeda?
¿Los intereses eran solo terroristas?
¿Por qué poco a poco el relato oficial se hizo menos creíble?
Varios investigadores y analistas descubrieron algunas inconsistencias y discrepancias entre la información ofrecida por los secuaces de Bush.
A pesar de la gran cantidad de interpretaciones que se le ha dado al ataque de las Torres Gemelas, en la gran mayoría de ellas, sus autores coinciden en que se trató de un autoataque, pensado por la cabeza estadounidense con el propósito de justificar los bombardeos a naciones autónomas como Irak y Afganistán, apoderarse de los recursos de esos países, y enriquecerse a través del negocio de la defensa.
Después del ataque
Investigadores develaron mucha información sobre las grandes inversiones de ambas familias (Los Bush y los Bin Laden) en diferentes empresas, mayormente dedicadas a la extracción y procesamiento del crudo.
A finales de 1980, cuando George H. Bush llegó a la presidencia de EE.UU., obtuvo la concesión petrolera de Bahreín, lo cual le fue posible gracias a la ayuda de Salem Bin Laden, hermano mayor de Osama.
Para ese entonces George W. Bush, el hijo, dirigía la empresa texana de hidrocarburos, Harken Energy Company.
Se ha podido ver el interés de esta familia ligada además a la política, en las riquezas obtenidas a través de los hidrocarburos.
Bush hijo, controló además las petroleras Arbusto’79 Ltdy Arbusto’80 Ltd donde el empresario James Bath, administrador de la familia Bin Laden, realizó grandes inversiones en representación de un grupo de saudíes, según indicó él mismo en declaraciones juradas.
Según informa Michael Moore en su documentalFahrenheit 9/11, los Bush y los Bin Laden tenían inversiones en The Carlyle Group, una empresa que ganó mucho dinero luego del 11S, por tener uno de los mayores contratos en defensa de Estados Unidos.
Este material audiovisual revela que si el país norteamericano incrementaba su defensa, la familia Bin Laden ganaba a través de esta empresa.
Además detalla que en aquel momento, las inversiones de los saudíes en EE.UU. se ubicaban cerca de los 860 mil millones de dólares, lo que se significa que eran dueños de aproximadamente el seis por ciento de ese país.
Tercer “atentado”
El mismo día del ataque a las Torres Gemelas, se registró también otra incidencia, en el que un supuesto tercer avión, también de American Airlines, impactó contra el Pentágono; sin embargo, según varios analistas, entre ellos el periodista Thierry Meyssan, aseguran que es imposible que esto haya ocurrido, entre otras cosa, por la pequeña dimensión del agujero en el edificio y por la precisión de impactar justo en una zona que estaba en construcción.
Para muchos investigadores resultó difícil creer que el edificio más custodiado de Estados Unidos fuese atacado casi 80 minutos después de realizado el ataque a las torres, es decir que las fuerzas de seguridad debían estar altamente prevenidas en todo el país.
Estudiosos coincidieron en dos teorías, a un autoatentado: se produjo con un misil lanzado desde dentro, o con un avión perfectamente maniobrado por un piloto con experiencia en ataques.
Incongruencias
Muchos defendieron a Bush ante las acusaciones de autoatentado y los ciudadanos mostraban su apoyo y confianza en el entonces presidente, pero, ¿cómo se podía explicar que cuando la aviación civil de EE.UU. cerró todos los aeropuertos y canceló todos los vuelos comerciales, solo se le permitió volar a la familia Bin Laden y a un grupo de saudíes?
Es algo incongruente que cuando el líder de Al Qaeda era señalado como un terrorista que “atacó a la nación”, la casa blanca autorizó que seis aviones privados y casi media docena de vuelos comerciales sacaran del país a 24 familiares de Bin Laden y a otros 118 saudíes.
Según los procedimientos normales, en casos como este, la primera acción por parte de EE.UU. debía ser restringirle la salida del país a quienes de una manera u otra tuviesen relación con el “responsable” del ataque, pero esto no ocurrió.
Basado en la ley antiterrorismo, el 19 de marzo de 2003 Bush concreta el ataque a Irak, una nación que nunca había arremetido contra Estados Unidos.
Bajo la excusa de esta ley, la fuerzas militares norteamericanas se impusieron en Afganistán e Irak, donde sus continuos bombardeos acabaron con la vida de millones de personas.
¿Eventualidades?
Phillip Marshal, un expiloto de la CIA y la DEA fue uno de los estudiosos del caso, quien en su libro “La gran impostura” desmonta completamente la versión oficial y se suma a la teoría de que todo fue una conspiración interna para provocar y justificar los cambios y ataques a otras naciones.
Años después fue encontrado misteriosamente sin vida en su casa, junto a sus hijos y su perro.
Las autoridades informaron que el expiloto mato a su familia y a su mascota y luego se suicidó.
La misma suerte corrieron Bob Simon, David Carr y Ned Colt, tres periodistas que elaboraron un documental sobre la implicación del Gobierno de Estados Unidos en el ataque contra las Torres Gemelas y murieron por motivos diferentes; pero extrañamente los tres acontecimientos ocurrieron en una misma semana.
¿Beneficiarios?
Expertos aseguran que los hechos de ese día beneficiaron a los comerciantes involucrados no solo en el negocio de la defensa sino de las mismas aerolíneas.
Pocos días antes de ese 11 de septiembre se dio la venta extraordinaria de las acciones de dos compañías: American Airlines y United Airlines, las aerolíneas dueñas de los aviones estrellados.
Además, el dueño del complejo de edificios del WTC, Larry Silverstein, recibió 7 mil millones dólares por los seguros de las torres.
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