domingo, 1 de noviembre de 2020

JÓVENES CHILENOS: ¡NO SUELTEN EL TIMÓN!

 JÓVENES CHILENOS: ¡NO SUELTEN EL TIMÓN!

Lo que NO hicieron los partidos políticos en 30 años lo lograron unos cabros estudiantes saltando unos torniquetes.

Autor: MANUEL CABIESES DONOSO


BLOG PUNTO FINAL
27 de octubre 2020

El honor de encabezar el arrasador triunfo del Apruebo y Convención Constitucional, hay que atribuirlo a los jóvenes, tanto a los de edad como a los de espíritu. Fue decisiva la participación masiva de jóvenes que votaban por primera vez, y de los viejos robles que desafiaron la pandemia (más de 500 mil contagiados y 14 mil muertos en el país) para expresar su voluntad. Además -esto es muy importante-: el 78,27% que apoyó el Apruebo y el 78,99% la Convención Constituyente, son cifras que tienen un marcado ingrediente de clase. En las comunas donde la clase trabajadora tiene importante incidencia, ambas preferencias del plebiscito alcanzaron rangos elevados. Sobre el 80 y casi el 90% en algunos casos. Son notables los resultados en regiones del norte, de larga tradición sindical y política, y también en áreas rurales conocidas por su conservadurismo. En Chiloé, por ejemplo, tradicional bastión de la derecha, el Apruebo ganó hasta en el campo.

En solo tres comunas del país, Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, en la Región Metropolitana, trincheras de las élites, ganaron el Rechazo y la Convención Mixta. A nivel nacional ambas opciones lograron 21,73% y 21,01%, respectivamente.

Antes de abandonar la numerología política -entretenimiento habitual de analistas con patente-, habría que considerar algunas situaciones que van a pesar en el cuadro político.

Una es la participación electoral. Aun cuando es la más grande de la historia, como destacara el director del Registro Electoral, ese desborde cívico alcanzó sólo al 50,9%. Votaron 7.562.173 hombres y mujeres. Sin embargo, el padrón alcanza casi a 15 millones de electores. Parte de la abstención se puede explicar por diversos motivos. El temor a la pandemia, por ejemplo. Sin embargo hay una importante cifra de la abstención que no vota por desconfianza y rechazo a los partidos cuyo desprestigio teje telarañas en los rincones de las instituciones. Hay aquí, entonces, una importante tarea que acometer en estos meses: debatir los contenidos de la nueva Constitución y promover los candidatos independientes que en abril del 2021 conformarán la Convención Constitucional. Los candidatos que surjan desde la base, comprometidos sin ambigüedades con la voluntad de cambio, darán origen a una Constitución de origen democrático, la primera en nuestra historia.

Otra situación a considerar es la fuerza que aun conserva el reducto conservador. El 21,73% que alcanzó el Rechazo y el 21,01% la Convención Mixta, no son datos a ignorar para una estrategia destinada a reencauzar al país por una senda democrática. Desde los años 90 la derecha retiene cerca del 40% electoral. En el plebiscito se dividió y una porción de la clientela derechista votó Apruebo y Convención Constituyente. Se trata de una derecha consciente de lo insostenible que resulta la crisis de las instituciones de la dictadura. Pero ese 20% de Rechazo representa una derecha recalcitrante, poderosa en lo financiero, político y militar, y –como siempre- dispuesta a todo. Las fuerzas del cambio tendrán que poner atención a los movimientos de esa derecha que no ha vacilado en derramar sangre del pueblo cuando sintió amenazados sus intereses. Y una nueva Constitución democrática, junto con las instituciones y leyes que de ella surgirán, constituyen la peor amenaza para la ultra derecha, el militarismo y los mercaderes de la Bolsa de Comercio.

El domingo 25 comenzamos a cavar la sepultura de la Constitución pinochetista y del modelo de economía de mercado. No obstante, estamos en la fase inicial de un largo proceso. Si tenemos éxito, no solo nos dotaremos de una Constitución democrática y sepultaremos al neoliberalismo. Ese proceso de lucha ideológica y propuestas programáticas, permitirá articular un amplio movimiento político-social que conducirá al país en los próximos años. Los jóvenes de hoy deben preparar para gobernar.

Esa es una responsabilidad histórica de la juventud chilena. Su caudalosa participación en el plebiscito -en especial de la juventud de las comunas populares- es una clara señal de aceptación de esa responsabilidad.

La votación de Convención Constituyente, incluso, superó la del Rechazo. Es otra advertencia a la casta política para que no persevere en su intento de cocinar la nueva Constitución en el fogón de la corrupción.

Construir el necesario movimiento político-social que destierre sectarismos, requerirá una etapa difícil –y en ciertos casos dolorosa- para cortar amarras con el pasado, actualizar doctrinas y cambiar métodos de organización y lucha.

Para cumplir esas tareas está justamente la juventud. Ella nace para cambiar lo que hoy estorba el paso del progreso. La juventud chilena cuenta con decenas de héroes cuyas luchas servirán de ejemplo a la actual generación. Sobre todo será la experiencia de sus luchas la que abrirá paso al futuro del país. Los próximos años nos dirán si la juventud del siglo XXI estuvo a la altura de su misión histórica.

MANUEL CABIESES DONOSO
26 de octubre, 2020.


Chile y la insurrección constituyente

por Auxiliadora Honorato
LA HAINE - 29/10/2020

El pueblo chileno, ante los nuevos desafíos que abre la victoria democrática, no aceptará una caricatura de proceso constituyente

Prácticamente un año después de que el estallido social inundara las calles de Chile, el pueblo chileno inicia con decisión su camino constituyente. El abrumador resultado del referéndum de ayer no deja margen a ninguna duda. Y es que las caceroladas, las marchas, las movilizaciones, los paros, todo ello era y es un magma profundamente democrático, desbordante, que pone de manifiesto la desconexión de la institucionalidad concreta actual chilena con el sentir popular.

Este estallido social llevó a una caduca institucionalidad a reconocerse pasado y a fijar una fecha para un trascendental referéndum, en el que Chile pudiera pronunciarse sobre dos preguntas claves: la primera si está o no de acuerdo en aprobar una nueva Constitución, y la segunda relativa al tipo de órgano encargado de redactar, en su caso, la nueva Constitución: una Convención mixta (mitad de representantes electos y la otra mitad designados de entre actuales parlamentarios y parlamentarias) o una Convención Constitucional, donde todos los miembros serían electos y electas para ese efecto.

Esta institucionalidad actual es hoy más pasado que nunca ya que, aunque todas las encuestas auguraban al “Apruebo” un alto porcentaje de votos, la incógnita era conocer cuánto más sería esa diferencia, pero muy especialmente cuál iba a ser la respuesta a la crucial segunda pregunta: la posibilidad de elegir una Convención mixta, se acariciaba por parte del statu quo, como una suerte de “tercera vía” que huyese de un proceso de separación con la institucionalidad presente.

Tanto en una como en otra pregunta, la respuesta del pueblo chileno ha sido lapidaria: con casi un 100% de escrutinio, el “Apruebo” ganó por 5.885.721 votos (78,27%) frente a 1.633.932 votos (21,73%) del “Rechazo”, y un 78,95%, apostó por una Convención Constitucional. El pueblo chileno no quiere rescatar nada de su pasado institucional y ha certificado su liberación de la institucionalidad presente para abrir un nuevo tiempo, un tiempo en el que construir un Chile para todas y todos.

En todo este año, hemos asistido al choque de dos movimientos tectónicos encontrados, que con toda probabilidad continuarán enfrentándose, incluso recrudeciendo sus posiciones en los meses venideros. Por un lado, estaría el intento de la caduca institucionalidad por controlar, perseguir, someter, o encauzar, el magma constituyente. Por otro, y enfrentado a esta institucionalidad-pasado, estaría el claro empuje del movimiento popular, que ha hecho posible que por primera vez en la historia de Chile el pueblo participe y se pronuncie sobre un proceso constituyente; nunca, en ninguna de sus anteriores tres constituciones, esto había pasado.

La próxima cita histórica será el 11 de abril del próximo año, cuando se elegirán a las personas que conformarán esa Convención Constitucional, que será el primer órgano constituyente paritario en la historia de la humanidad; el logro de la equidad de género en la composición de la Convención es reflejo ya del nuevo Chile y de cómo el nuevo constitucionalismo latinoamericano se actualiza y se deja alcanzar por la ola feminista que empuja a configurar, como no puede ser de otra manera, realidades político-institucionales más democráticas.

Este movimiento tectónico popular tendrá sobre sus espaldas el sofocar los embates que la vieja institucionalidad siga lanzando contra el proceso constituyente, un proceso vital para conseguir que el pueblo chileno pueda verse representado e incluido en su propia institucionalidad, sacudiéndose por fin la Constitución Política de la República de Chile, un texto atravesado por una ilegitimidad de origen. Se aprobó el 8 de agosto de 1980 en plena dictadura militar y, aunque fue sometido a múltiples modificaciones desde entonces, tratando de camuflar su origen autoritario y antidemocrático, no es difícil encontrar rastros que, de algún modo u otro, pueden sorprender en el texto que hoy está en vigor (siendo, además, un texto incapaz de abordar las problemáticas y desafíos actuales).

En cualquier caso, esta lucha de placas tectónicas es lo que caracteriza precisamente un proceso constituyente: lo nuevo que no acaba de nacer frente a lo viejo que no acaba de morir; y este será el escenario en el que se juegue a partir de hoy. Podemos, incluso, dibujar tres escenarios de pugna a los que con mucha probabilidad asistiremos en este convulso terreno de juego:

- La batalla por la legitimidad.
Los miembros de la Convención serán elegidos por el mismo procedimiento previsto para la elección de las diputadas y diputados ordinarios, por lo que resulta difícil justificar que tengan menos legitimación que los congresistas y senadores actuales. Si el procedimiento electoral se orienta a trasladar la soberanía del cuerpo electoral a las cámaras, eso mismo sucederá con la Convención que, recordemos, será una legitimación más reciente que la que ostentan los actuales parlamentarios y parlamentarias, y en la naturaleza de los procedimientos electorales está la idea de que la legitimación más reciente sustituye a la anterior. Convivirán peligrosamente en este tiempo, por tanto, dos legitimidades distintas y, posiblemente, enfrentadas.

- La relación con el ordenamiento vigente.
Los miembros de la Convención estarán a un mismo tiempo sujetos al régimen jurídico actual y sus tribunales, y diseñando el futuro régimen constitucional. Esta dualidad, fácil de explicar en términos teóricos, planteará sin duda problemas sustantivos a la hora de funcionar. Así, por ejemplo, la peligrosa posibilidad de modificar en cualquier momento las normas constitucionales que regulan las funciones de la Convención permite imaginar que, incluso, exista la tentación de cambiar las normas de funcionamiento una vez empezados sus trabajos.

- El Parlamento como contrapoder.
A medida que avancen los trabajos de la Convención, el Congreso y el Senado actuales tendrán, sin duda, la tentación de reaccionar continuamente a las problemáticas planteadas en la Convención. La posibilidad de que se fragüen acuerdos políticos o se aprueben piezas de legislación destinadas a neutralizar una u otra opción de la Convención augura una situación en la que no concurrirán la calma y la libertad necesarias para la aprobación de la nueva Constitución

Es difícil imaginar cuál será el resultado de esta situación, pero lo que parece seguro es que el pueblo chileno, ese movimiento tectónico popular, ha dado sobradas muestras de que no va a aceptar una caricatura de proceso constituyente; este magma popular urge a “recuperar el origen radical-democrático del constitucionalismo jacobino, dotándolo de mecanismos actuales que pueden hacerlo más útil en la identidad entre voluntad popular y constitución”[1], abordando desde la radicalidad democrática la construcción de un texto en el que queden reflejadas las diferentes identidades, etnias, sensibilidades o cosmovisiones del actual Chile.

Todos los atajos que se quieran tomar, todas las caricaturas del proceso que se intenten poner en pie fracasarán, y tan solo será cuestión de tiempo que la fuerza popular sea capaz de canalizarse hacia la construcción de la nueva institucionalidad, de ese nuevo Chile en el que se pueda reflejar y reconocer todo un esperanzado pueblo.

[1] Martínez, R. y Viciano, R., “Aspectos generales del nuevo constitucionalismo latinoamericano”.

www.celag.org


Renace la soberanía popular

Será la presión social ejercida en las calles y todos los espacios de organización la que asegurará que el Pueblo vuelva a ser el soberano


EL CIUDADANO (CHILE)

Por lbuitrarcia

Publicado en #ChileDespertó / Editorial / Portada

Foto: Anahí Saa

Este 25 de octubre de 2020 ha sido un día de aquellos que quedan tatuados con fuego en lo más profundo del corazón y que desde allí viaja por las venas y arterias recorriendo nuestra humanidad por completo para estremecernos y luego alojarse en un rincón especial y único de nuestro cerebro donde permanecerá por siempre. Desde ese lugar podrá volver porque forma parte de nuestra conciencia, no solo individual, perdurará vivo en la conciencia colectiva del pueblo que unido y en lucha supo levantarse con todas las fuerzas de la historia para conquistar su dignidad y transformar la sociedad removiendo los cimientos que a balas, torturas y sangre impusieron los que solo creen en la propiedad y no en la solidaridad.

Así como el 5 de octubre de 1988 quedó grabado en nuestra memoria cuando vivimos el triunfo popular al derrocar al tirano, hoy damos un nuevo y fundamental paso para la conquista de la verdadera soberanía.

Recordamos con singular emoción asistir a la marcha y acto de cierre de la campaña del “No” hace 32 años atrás. Ese 1 de octubre de 1988 quedamos alucinados no solo con la interminable masa de personas que se congregaron y colmaron la carretera Panamericana en Santiago si no con la fuerza, alegría, energía y esperanza de esas personas. Más de un millón de individualidades nos dimos cita ese día para dar vida, representar y conformar un sujeto social único y poderoso en rebeldía llamado Pueblo. Aquel Pueblo que una vez más había sido vejado hasta la ignominia de las formas más cruentas e inimaginables daba un paso adelante hacia la libertad. Luego celebramos alegres el triunfo del No en las calles de todo el país creyendo que habíamos derrotado la dictadura. Pero el plan estaba muy bien orquestado y el modelo de la dictadura se perpetuó, disfrazada de democracia, alternancia y gobernabilidad.

Tardamos más de lo que hubiésemos querido en darnos cuenta del engaño y traición de quienes prometieron la alegría pero no hicieron otra cosa que comulgar con el modelo de sociedad impuesto sobre el exterminio, provocando un daño profundo a nivel cultural que transmutó por años al Pueblo en consumidores. Pero, de la mano de los estudiantes y su “levadura”, se fraguó el despertar desde la segunda mitad de los noventa para ir tomando fuerza, paso a paso, año a año, hasta el glorioso estallido social del 18 de Octubre de 2019, concitando el apoyo transversal de la sociedad que dijo basta y se reunió en la que se cataloga como la marcha más grande de la historia de Chile, que congregó a más de un millón doscientas mil personas en la Alameda el 25 de Octubre de 2019. También estuvimos ahí ese día, cuando el sujeto social del que formamos parte se hizo carne nuevamente.

 Podemos decir con toda razón que el acuerdo político que pretendió zanjar el descontento mediante este plebiscito es espurio, mas, no les pertenece. Esta es una legítima victoria del Pueblo (los pueblos) conquistada en las calles, en la lucha, en la primera línea. Triunfo que se yergue como un hito fundamental en el proceso de transformación social que vivimos. No es un fin en sí mismo. Ahora comienza la tarea de construir la sociedad solidaria y justa que el pueblo de Chile merece y que esperanzados, conquistaremos a como de lugar. Más allá de que el órgano redactor de la nueva carta fundamental no sea una asamblea constituyente como venimos exigiendo hace décadas, somos los pueblos, la ciudadanía, quienes construiremos el nuevo contrato social con las herramientas de la organización social y la lucha popular. Es demasiado importante lo que está en juego para delegarlo en representantes elegidos bajo las lógicas del viciado sistema político aún imperante. Será la presión social ejercida en las calles y todos los espacios de organización la que asegurará que el Pueblo vuelva a ser el soberano que determine la sociedad en la que queremos y merecemos vivir. No podemos permitir que una vez más seamos engañados y que, mediante artilugios retóricos disfrazados de igualdad, se cree una Constitución que pretenda mantener en el fondo, el mismo modelo social que hemos sufrido desde que el 11 de septiembre de 1973 (y desde mucho antes) se quebrara la democracia en esta larga y angosta faja de injusticias.

Para que ello ocurra, debemos fortalecer la organización popular desde la base, los comedores populares, las asambleas barriales, y todos los mecanismos que en el cara a cara vayan fortaleciendo nuestra inquebrantable unidad como pueblo.

 Debemos imponer al sistema de partidos a que abra las puertas de las listas de candidatos a la constituyente a los movimientos sociales que han luchado contra el neoliberalismo y en defensa de sus comunidades y territorios. 

Como ciudadanía tenemos que instalar un programa mínimo, un mandato popular, que deba ser acatado por los convencionalistas que deben ser portadores y obedientes al mismo, y estar preparados para presionar a la Convención Constituyente para que redacte una constitución que sea reflejo de la voluntad popular y que devuelva el poder a las comunidades y despoje de él a la clase política y a la oligarquía.


RADIO PRIMERO DE MAYO 106.5 FM

domingo, 25 de octubre de 2020

Hoy se acabó la "transición". Lo que NO hicieron los partidos políticos en 30 años lo lograron unos cabros estudiantes saltando unos torniquetes.

Por las y los: mutilados, asesinados, presos, golpeados y maltratados por tantos años en Chile.

En Memoria a Salvador Allende


Tomado de: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/

Y Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
En: Twtter@victorianoysocialista
En:Google;libertadbermeja..victorianoysocialista@gmail.com 

En: Facebook; //Adolfo León Libertad

No hay comentarios:

Publicar un comentario