Palabras suaves,
palabras rudas
6
noviembre 2020
Frente a las elecciones presidenciales de Estados Unidos, lo
mismo en ese país que en el resto del mundo, no parece haber medias tintas.
O se está con el abanderado republicano o se opta por el
representante demócrata, a pesar de que en los hechos no existe diferencia alguna
entre ambas posiciones.
En los
hechos ambas
posiciones son guerreristas, chovinistas, supremacistas.
Pero no
siempre es fácil separar los hechos de las palabras en que esos hechos vienen
envueltos. “Facta non
verba” (hechos no palabras) reclamaban los antiguos romanos.
Ambos partidos hablan de paz, pero la
guerra es la constante.
Durante
los 25 años que duró la intervención militar estadounidense en Vietnam
participaron activamente gobiernos demócratas y gobiernos republicanos:
Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford.
Y desde 1959, año del triunfo de la revolución cubana, hasta hoy
mismo la hostilidad hacia ella ha sido la misma sin importar cuál partido haya
estado en la Casa Blanca.
¿Hay alguna diferencia entre republicanos y demócratas en la agresiva
política de Estados Unidos hacia
Irán que ya dura 40 años?
¿O con
respecto a Corea del Norte y Venezuela?
Harry S. Truman, el genocida
de Hiroshima y Nagasaki, era
demócrata.
Nixon, el genocida de Vietnam, republicano. Clinton, el genocida de los Balcanes, era demócrata.
Bush, el genocida de Irak y Afganistán era republicano.
Y ni
Obama, demócrata, ni Trump, republicano, quisieron poner fin a ese holocausto.
Y tras todas estas experiencias ahora nuevamente surgen voces
que nos instan a considerar que una de las
opciones es menos mala que la otra.
¿De
veras Biden sería mejor presidente que Trump? Quizás Biden sea menos hipócrita,
más hábil demagogo, menos brutal en el discurso.
Pero
esas son diferencias personales, de carácter, de forma, no de fondo.
También
son de índole personal los sentimientos en contra y en favor de Trump.
¿Cómo
no estar felices con la derrota del megalómano, misógino, deslenguado,
prepotente y racista descarado?
Y al
revés: ¿cómo no han de lamentar la derrota de Trump, quienes comparten sus
ideas y sentimientos?
Sólo que las ideas y los sentimientos personales no alcanzan
para calibrar el fondo de la situación.
Y ese
fondo no es otro que la ausencia de
diferencias sustantivas entre un partido y el otro, entre un candidato y otro.
Uno
habla suavemente y el otro con rudeza, pero ambos empuñan un gran garrote.
Son
finalmente, como decía Fidel Castro, el mismo perro con diferente collar.
Tomado de: https://www.telesurtv.net/
Y
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