domingo, 1 de marzo de 2015

Cómo entender la guerra mediática (I)

En momentos en que el país está siendo sometido al más brutal asedio mediático con la puesta en práctica de una intensa y diversa guerra psicológica, es necesario ver en retrospectiva el fenómeno.
Quizás de esta manera podamos entender con mayor claridad la lógica, fundamentos y objetivos más perversos de esta avasallante acción, así como delinear algunos elementos para la contraofensiva que se expresa en ideas y argumentos del pueblo organizado en defensa de la revolución.
Como ha ocurrido en nuestro país desde antes y después del triunfo de la revolución, era previsible esperar que aprovechando algún desgaste en el transcurrir del tiempo, producto de inusitadas circunstancias y errores que seguramente hayamos cometido, como suele ocurrir en cualquier proceso social y humano, y aprovechando sobre todo el tremendo impacto emocional, doloroso, que tuvo la pérdida del Comandante Supremo Hugo Chávez en la fibra más sensible del pueblo, se diera cabida a toda una escalada y a una nueva embestida de esa oposición apátrida para sembrar la duda y la desmoralización, sobre la base de mentiras y una feroz propaganda de guerra, que va aparejada a la descalificación de sus principales líderes y del proceso revolucionario en su conjunto.
De esta forma se ha llegado a configurar durante los primeros meses del año 2015 un escenario en el cual muchas de estas acciones han tenido cierto efecto en el imaginario y en el quehacer y pensar de los compatriotas, horadando la moral de algunos y, por ende, causando el daño y los efectos que busca tal estrategia.
Es por ello que hemos querido adentrarnos y poner en evidencia lo que significa la guerra psicológica como una expresión más de la guerra de cuarta generación o guerra no convencional, poniéndola en el centro del análisis del presente artículo que hemos decidido presentar en dos partes, en aras de que no sea tan extenso y facilite su lectura y compresión.
Es importante recordar que las Fuerzas Armadas Conjuntas de los Estados Unidos definen la guerra de cuarta generación como una combinación de la guerra de guerrillas, la guerra asimétrica, la guerra de baja intensidad, la guerra sucia, operaciones encubiertas, terrorismo y contraterrorismo. En esta guerra las estrategias de combate son irregulares e incorporan la propaganda, la desinformación o sobreinformación, la manipulación de medios de comunicación, entre otras formas de ataque sistemático que evita la confrontación cuerpo a cuerpo. Nuestra patria está justamente en el centro de ese huracán.
Partamos entonces por aceptar que, ciertamente, esta campaña con los elementos que la conforman busca hacer mella en la conciencia colectiva de los venezolanos, sean de uno u otro sector político, a través de la emisión de mensajes que deforman la realidad de manera sistemática y repetitiva, haciendo uso de las nuevas tecnologías para la comunicación y las redes sociales, hasta alcanzar niveles de sobresaturación que hacen a veces pensar y aceptar, por más fortaleza que haya mostrado y probado tener el pueblo, que no podemos menospreciar o dejar de desconocer sus efectos; que de continuar, la misma puede llegar a tener en la psiquis, a corto y mediano plazo, un nivel de albergue en la mayoría de la sociedad venezolana y podría superar lo que algunos llaman el umbral de percepción del mundo real.
De allí la importancia que reviste el que podamos contribuir a dibujar y visibilizar cómo se viene configurando, en qué consiste y cuáles son algunos de los elementos más distintivos de esta criminal y desquiciada guerra psicológica; que podamos internalizar dónde estamos inmersos y contar con mayores argumentos tanto para el debate de ideas como para el desmontaje del discurso, e identificar y conocer sus códigos y el metalenguaje asociado para de esta manera contrarrestar el efecto alienante que éste puede causar.
Veamos cuáles han sido hasta ahora los principales ejes discursivos utilizados en este ataque. Luego pasaremos a describirlos y analizarlos de manera individual, tratando de identificar su efecto a nivel consciente e inconsciente en el receptor del mensaje.
Pretendían atacar a su propio pueblo bombardeando objetivos militares y civiles: un verdadero genocidio que hubiera llenado de sangre a la Gran Caracas y obtenido la justificación perfecta para una intervención militar de EEUU
De primera mano encontramos que estos ataques han estado basados en calificaciones burdas y trasnochadas alrededor del proceso bolivariano y contra sus principales líderes, sobre una base discursiva que se despliega en expresiones como: "dictadura castro-comunista", "modelo fracasado", "gobierno corrupto y militarizado", "enemigo de la propiedad e inversión privada", sólo por citar cinco de las tantas matrices que con mayor preponderancia vemos en los medios de comunicación y en sus opinadores de oficio.
Es evidente la intención: mermar el mayoritario apoyo popular y la unión indisoluble pueblo-Fuerza Armada Bolivariana que se hizo Gobierno y hoy es parte del legado de Chávez. No olvidemos nunca sus propias palabras: "Chávez no soy yo, Chávez son ustedes".
Como toda estrategia bien diseñada, se han escogido cuidadosamente algunos elementos y conceptos para atacar a la revolución tal como lo hiciera el jefe de propaganda nazi Joseph Goebbels, que valiéndose de cierta información útil a sus intereses y mintiendo hasta el cansancio con el uso de todos los medios disponibles, logró manipular a la gente, sembrar el miedo, la desesperanza e inculcar el odio y la duda, para terminar condicionando la mente de forma masiva, llegando a aceptar sin cuestionamiento cualquier señalamiento que encuadrara en esa "escala de valores" de la sociedad fascista como verdades irrefutables.
La oposición fascista y apátrida en Venezuela no está muy lejos de un plan tan macabro como ese que terminó enfermando la mente de muchos en Europa, que llevaron a la muerte, según las estimaciones más conservadoras, a unos 45 millones de personas, entre ellos 6 millones de judíos y más de 24 millones de rusos.
Con estos referentes no pretendemos de ninguna manera alarmar. El espíritu patriota y la lealtad de nuestra Fuerza Armada Bolivariana han sido puestos una vez más a prueba en estos últimos días abortando recientemente un plan terrorista y asesino con el que un grupúsculo de militares traidores a la patria y factores de la derecha fascista pretendían atacar a su propio pueblo bombardeando objetivos militares y civiles: un verdadero genocidio que hubiera llenado de sangre a la Gran Caracas y obtenido la justificación perfecta para una intervención militar de EEUU.
Gracias a la actuación del Gobierno y de la Fuerza Armada se pudo conjurar la conspiración y evitar una tragedia que habría costado la vida de cientos o quizás miles de venezolanos sin distinción de clase social o parcialidad política. Sin duda un episodio que demuestra el desespero de la oposición y el reconocimiento anticipado de que están derrotados por medios electorales.
Es por ello que la oposición venezolana, al no tener fuerza militar ni apoyo popular para derrocar al gobierno del presidente Maduro, tiene en la guerra mediática la punta de lanza para alcanzar el poder. Una estrategia que se caracteriza por que no se identifica claramente un vocero, un líder, un grupo, no aparece un rostro responsable; es difusa. Los objetivos políticos y perversos pretenden camuflarse en el rumor y se difunden a través de las redes sociales, con agitadores de boca a boca en las colas, en los mercados, en el Metro y hasta en los hospitales y CDI, intentando atacar certeramente la moral y el espíritu combativo de un pueblo que defiende su gobierno.
En una próxima entrega haremos un análisis más amplio y exhaustivo de algunos de los principales elementos que con más frecuencia son utilizados dentro de esta guerra mediática, algunos de los cuales ya se han identificado y referido brevemente dentro de este análisis, pero indudablemente ameritan un abordaje con mayor atención que nos permita transmitir de mejor manera toda la totalidad y complejidad de esta temática.

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