LA VERDAD QUE JAMÁS SE ATREVIERON A CONTARLE SOBRE EL DESEMBARCO ALIADO EN NORMANDÍA
La versión presentada por los estudios cinematográficos de Hollywood sobre la trascendencia histórica del desembarco de Normandía –
escribe nuestro colaborador Máximo Relti – cobra especial interés al cumplirse su 75 aniversario.
Los guionistas y productores cinematográficos de la Meca del Cine, carentes del más elemental rigor científico, escamotean en sus versiones fílmicas una verdad histórica que está avalada por decenas de miles de toneladas de documentos, y que nada tiene que ver con la “importancia crucial” que se atribuye a aquel desembarco militar.
Se ha cumplido estos días el 75 aniversario del desembarco de los Estados Unidos e Inglaterra en las costas de Normandía. Y una vez más, los intereses ideológicos y chovinistas vuelven a predominar, tratando de sepultar la verdad histórica sobre lo sucedido.
O expresado de otra manera: la versión presentada por los estudios cinematográficos de Hollywood, integrados y dirigidos por equipos de propagandistas pronorteamericanos, carentes del más elemental rigor científico, vuelve a escamotear decenas de miles de toneladas de documentos, de testimonios personales, de estadísticas, de cartas militares, de mapas, de pruebas fílmicas y documentales, de memorias… en aras de una narración color rosa que nada tiene que ver con lo que realmente sucedió durante los últimos 11 meses de la Segunda Guerra Mundial.
A través de los medios de comunicación se nos está queriendo presentar el 6 de junio de 1944, el archiconocido “Día D” del desembarco aliado en Normandía, como la clave estratégica a través de la cual se decidió la suerte de la 2ª Guerra Mundial.
Sin embargo, los registros históricos sobre el valor real que tuvo aquella operación militar sitúa a la narración que nos ofrecen los medios justamente en sus antípodas.
¿POR QUÉ SE PRODUCE EL
DESEMBARCO A TAN SOLO 11 MESES
DEL FINAL DE LA GUERRA?
La verdad es que los alemanes no le prestaban por aquellas fechas una excesiva atención a su peculiar Frente Occidental, un flanco territorial en el que no sucedía nada que les provocara razones para estar inquietos.
Desde que la vertiginosa conquista de Francia convirtiera la invasión de ese país en un mero “paseo militar”, el interés de Hitler no estaba centrado en aquellos enemigos ubicados a sus espaldas.
El alto mando alemán era perfecto conocedor de que los estadounidenses esperaban que Alemania derrotara a la Unión Soviética y, también, de que Inglaterra y los Estados Unidos habían desoído reiteradamente los llamamientos urgentes de Stalin para que estos dos países procedieran a atacar a Alemania desde el Oeste, abriendo así un nuevo frente que obligara a la Wehrmacht a reducir sus divisiones en el Frente Oriental.
Realmente, el interés prioritario de los Estados Unidos desde que comenzó la guerra era que los alemanes destrozaran a la Unión Soviética y acabaran, de paso, con el sistema político comunista.
Y aunque hoy deliberadamente se trate de ocultar, los grandes hombres de negocios estadounidenses estaban especialmente interesados en que este hecho efectivamente se produjera.
Esa es la razón por la que sin ocultarlo habían estado apoyando económicamente a la Alemania de Hitler con cuantiosas inversiones.
Que esto fue así no sólo lo ratifica la voluminosa documentación histórica existente, sino también los diversos testimonios verbales de personalidades relevantes de la vida social y política norteamericana.
Por ejemplo, el del industrial norteamericano Henry Ford, que en 1941 no se ruborizaba cuando se atrevía a proclamar que:
”Ni los Aliados, ni tampoco el Eje deberían ganar la guerra. Los Estados Unidos deben proporcionar los medios para que ambas partes sigan luchando hasta que se produzca el colapso de ambos contendientes”.
Pero no sólo fue este poderoso industrial de la extrema derecha norteamericana el que pensaba de esa forma. El que luego sería presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, dijo en 1941 con el mismo cinismo que lo había hecho Ford:
“Si Alemania gana, debemos ayudar a Rusia. Y si Rusia gana, debemos ayudar a Alemania, para que se produzcan el máximo de bajas en cada lado”.
Esa doble y cínica política estadounidense solo tuvo su punto final cuando el pueblo soviético hizo doblar la cerviz a Hitler en Stalingrado. A partir de entonces, el Ejército Rojo inició un demoledor avance que no paró hasta llegar a la misma capital del Tercer Reich.
Sólo después de apercibirse de que el Ejército soviético está en condiciones de ganar la guerra por sí mismo, los Estados Unidos reaccionan y se apresuran a cambiar las tornas. Ahora sus intereses en Europa les exigen cambiar el letargo por la premura.
Fue sólo entonces cuando se propusieron iniciar, de verdad, el desembarco en Normandía, es decir, apenas once meses antes de que en mayo de 1945 concluyera la Segunda Guerra Mundial en Europa.
EL “ENEMIGO PRINCIPAL” DE ALEMANIA
La escasa importancia que para los nazis tenía hasta entonces el sosegado Frente Occidental lo prueba el hecho de que Hitler tuviera tan sólo 60 divisiones de su Ejército ubicadas en él. En cambio, había desplazado más de doscientas divisiones al Frente Oriental, para luchar en contra de lo que él estimaba como “el enemigo principal”: la Unión Soviética.
Es evidente, pues, que los esfuerzos militares de la Wehrmacht estaban concentrados a combatir con intensidad en el “infierno del frente ruso”.
El auténtico punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial se produjo con la contraofensiva soviética de 1942, en la batalla de Stalingrado. Posteriormente sería redondeado, aún más, con el resultado decisivo de la batalla de KursK.
El Ejército Rojo había lanzado una poderosa ofensiva desde finales de diciembre de 1943, que aplastó toda la resistencia militar que trató de interrumpir su arrolladora marcha sobre Berlín haciendo retroceder a las fuerzas alemanas a lo largo de toda la Europa Oriental.
Con clarividente razón, Wiston Churchill, un hábil pero furibundo enemigo de los bolcheviques, tuvo que rendirse ante la evidencia y reconocer públicamente que los soviéticos habían logrado “destrozar las mismas entrañas del Ejército alemán” en Stalingrado.
¿CUÁL FUE EL VERDADERO OBJETIVO
DEL DESEMBARCO DE NORMANDÍA?
El hecho es que tanto ingleses como norteamericanos habían subestimado el enorme potencial humano, moral y militar de la Unión Soviética. Por esa razón, ingleses y estadounidenses terminarían encontrándose con el Ejército Rojo en las mismas puertas de Alemania.
Y, muy probablemente, si el llamado “Día D” se hubiera retrasado aún más, se lo hubieran terminado encontrando en las costas del norte de Francia, justo allí donde ellos iban a desembarcar.
La verdad histórica es muy distinta, pues, de aquella narración idílica que intenta presentarnos el desembarco de Normandía como la “operación militar decisiva” que puso fin a la Segunda Guerra Mundial .
La realidad es que aquel desembarco no fue otra cosa que la apertura tardía de un segundo frente, cuando ya la Alemania de Hitler se encontraba desvencijada, agotada y próxima a la derrota.
El siempre aplazado desembarco de norteamericanos e ingleses en las playas de Normandía tuvo como principal objetivo impedir que, tan sólo un año antes de finalizar la contienda, el Ejército soviético pudiera obtener en solitario la victoria militar en el territorio continental europeo.
Pero, pese a haber tenido lugar aquel desembarco en el norte de Francia, fue en el Frente Oriental donde continuaron librándose las batallas decisivas de la Segunda Guerra Mundial.
Y, además, con una particularidad que resulta interesante agregar: mientras las tropas aliadas en su avance por Europa occidental fueron derrotadas por los maltrechos ejércitos alemanes en dos importantes batallas – las Árdenas y en el Market Garden -, el Ejército Rojo mantuvo imparable, victoria tras victoria, su avance ininterrumpido hacia Berlín.
Esa es una incontrovertible verdad
histórica que nunca Hollywood será
capaz de relatarnos.
Pero con Hollywood o sin Hollywood, eso fue lo que realmente sucedió, aunque a traves su factoria de construcción de ensueños haya logrado convencer a millones de personas de que la historia fue otra cosa distinta.
NOTA DEL ADMINISTRADOR.- “Cuando llegaron los alemanes, les dijimos a los hombres que se escondieran. ¡Pero cuando vinieron los estadounidenses, tuvimos que esconder a las mujeres!“, es uno de los chistes que todavía se recuerdan sobre el desembarco aliado en las costas francesas.
Se refiere a la ‘aventura erótica’ que el gobierno estadounidense prometió a los s oldados (nada menos que 150.000 entre británicos y yanquis) que iban a expulsar de Francia a lo poco de quedaba del ejército germano y de paso mantener contactos con el pueblo galo, pero sobre todo con las mujeres.
“La propaganda pintó a Francia como un tremendo burdel habitado por 40 millones de hedonistas”. escribe un periodista de la época.
Por su parte la historiadora estadounidense Mary Louise Roberts escribe en su libro “Qué hacen los soldados: el sexo en la Segunda Guerra Mundial en Francia‘:
“Los lectores del periódico militar ‘Stars and Stripes’ (Estrellas y Barras) podían aprender ciertas frases en francés como “Oh, eres muy bonita’, “No estoy casado’ y ‘¿Están tus padres en casa?’. Mientras que la sección dedicada al vocabulario alemán se ofrecían frases como ‘Lo siento, no tengo cigarrillos’. !, “¡Ponte en la fila¡” y ‘¡Alinéate!”.
La promiscuidad estadounidense provocó indignación en ciudades como Le Havre y Reims, donde los abusos sexuales ‘tuvieron lugar en parques, cementerios, calles y edificios abandonados’.
Como vemos, fue un desembarco al que no le faltó de nada
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