Germinados: cuando tus experimentos escolares triunfan en la cocina
Hacer germinados caseros es muy sencillo, pero no todas las semillas valen y es importante tomar algunas precauciones para evitar riesgos
- Por LAURA CAORSI
- 9 de julio de 2019
Uno de los experimentos escolares más recordados por los niños es el germinador: aquella técnica tan simple como mágica que permitía crear plantas en cuestión de días a partir de alimentos cotidianos.
Lentejas, garbanzos, alfalfa, orégano, mostaza...
Algunos de estos granos o leguminosas acababan sobre un algodón húmedo, creciendo bajo nuestra mirada infantil. Hoy os proponemos repetir aquel experimento, ¡pero para comerlo!
Los germinados son sanos
Los germinados son muy saludables pues, como explica la dietista-nutricionista Gabriela Gottau, poseen una elevada cantidad de enzimas (que favorecen la digestión) y nos aportan vitaminas E, A, C, K y del grupo B. Además, son ricos en minerales, aminoácidos y antioxidantes, como también fáciles de digerir, muy tiernos y vistosos.
Su perfil nutricional no es exactamente igual que el de la semilla o legumbre de la que proceden (pueden tener más cantidad de un mineral, menos de otro, más vitaminas o menos fibra), pero esto no significa que sean mejores ni peores; simplemente, son distintos, y lo importante, sanos.
Además, resultan muy vistosos.
Podemos utilizar germinados en casi cualquier receta que imaginemos, desde ensaladas hasta sopas, como elemento decorativo o como ingrediente destacado.
Hoy en día, triunfan en gastronomía.
Se pueden comprar semillas de diversos tipos (se comercializan en pequeños sobres, listas para germinar); también están los brotes listos para consumir, tanto frescos como en conserva (los hay de soja o de alfalfa); o utilizar las semillas y legumbres más habituales en casa.
Los brotes de las solanáceas (esto es, del tomate, los pimientos, las berenjenas y las patatas) no deben consumirse porque son tóxicos.
Por el contrario, las mejores opciones constituyen los cereales y las leguminosas: alfalfa, soja, garbanzos, lentejas girasol, maíz, trigo o centeno están entre las más empleadas.
Cómo hacer germinados en casa paso a paso
Existen distintas técnicas para elaborar germinados en casa, pero todas tienen un elemento común: las semillas o legumbres que elijamos necesitarán agua, aire, luz, un recipiente donde crecer y constancia por nuestra parte para mantenerlas en condiciones óptimas.
Todas las opciones resultan económicas y sencillas y pueden hacerse con elementos cotidianos.
Ponemos como ejemplo una de las técnicas más empleadas.
Las precauciones que debes tomar
Que la técnica sea fácil no quiere decir que esté libre de riesgos.
El calor y la humedad que necesita una semilla para germinar son, también, las condiciones que favorecen el desarrollo de algunas bacterias (como Listeria, Salmonella o E. coli).
Por tanto, es imprescindible tomar algunas precauciones de seguridad alimentaria.
Hacer germinados o comprarlos, ¿qué conviene más?
Hacer germinados caseros es muy económico y puede ser una actividad culinaria muy gratificante y educativa para realizar, por ejemplo, con niños. Pero lleva algo de tiempo y atención, y es preciso planificar el menú con algunos días de anticipación.
Los germinados comerciales resuelven ese problema, pero son más costosos. 150 gramos de germinados cuestan entre uno y dos euros, mientras que por un precio similar podemos comprar un kilo de de lentejas o garbanzos, que nos permitirán producir mucha más cantidad de brotes en casa, sin más inversión que un poco de agua y paciencia.
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