La ira de los jóvenes palestinos
Sergio Yahni
La prensa israelí informa que la mayoría de los ataques contra soldados y colonos
israelíes en esta última oleada de disturbios fue perpetrada por residentes
palestinos de Jerusalén. Los periodistas expresan su asombro por la edad de los
atacantes, siendo el más joven hasta la fecha de 13 años.
Los expertos en seguridad pública, los analistas políticos y los periodistas israelíes
intentan explicar los acontecimientos que están teniendo lugar este mes en
Jerusalén hablando del fracaso de la Autoridad Palestina (AP) y destacando el
resurgimiento del islam político.
Sin embargo, la vida cotidiana en Jerusalén bajo la ocupación israelí ha creado una
situación “prepolítica”, en la que un número creciente de palestinos nacen en la
pobreza, sin servicios municipales y bajo la amenaza permanente de desahucios y
demoliciones de sus casas.
Según un informe de mayo de 2015, publicado por la Asociación de Derechos
Civiles de Israel (ACRI), los palestinos representan casi el 40 por ciento de la
población de Jerusalén, a pesar de que no son ciudadanos de Israel. Su estatus es
el de “residentes permanentes”, según la ley israelí de entrada al país, aunque fuera
en realidad Israel quien ocupó Jerusalén Este en 1967 y los palestinos no
solicitaran “entrar” en Israel.
En Jerusalén, el 84 por ciento de los niños palestinos vive en la pobreza y muchos
viven en casas que fueron construidas sin permiso de las autoridades israelíes,
estando, por lo tanto, condenadas a ser demolidas. Casi el 40 por ciento de las
viviendas de Jerusalén Este carece del permiso de construcción israelí, ya que las
autoridades de ocupación no les otorgan esos permisos, mientras que el 36 por
ciento de las viviendas palestinas no está conectada adecuadamente a la
infraestructura de suministro de agua de la ciudad.
Los palestinos no pueden aspirar a construir una casa en Jerusalén con el permiso
de las autoridades israelíes, ya que el 94 por ciento de las solicitudes hechas en
este sentido por los palestinos son rechazadas. Según la Oficina de la ONU para la
Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), más de 90.000 palestinos están en
estos momentos amenazados con la demolición de sus viviendas. Ahora bien, las
demoliciones de casas en la ciudad son llevadas a cabo en base a la capacidad
técnica del ayuntamiento y, por ello, durante 2014 se destruyeron 98 edificios en
Jerusalén, dejando sin casa a 208 palestinos.
La ACRI señaló en su informe que en los barrios palestinos de Jerusalén existen
solo seis centros de salud infantil, administrados por el ministerio de salud, y otro
más que es de un contratista privado. Sin embargo, en los barrios israelíes de la
ciudad, el ministerio de salud gestiona 26 centros de salud infantil, tres de los
cuales están asignados a la población palestina.
Únicamente el 41 por ciento de los niños palestinos están escolarizados en centros
municipales y el 43 por ciento de las aulas son consideradas inadecuadas. El 33
por ciento de los estudiantes árabes de Jerusalén Este no termina la enseñanza
secundaria.
Los niños palestinos son también vulnerables a la violencia policial y a los arrestos.
Durante las protestas que siguieron al asesinato del adolescente palestino
Mohamed Abú Jedeir, en julio de 2014, la policía israelí arrestó a 260 niños. Según
Defence for Children International, aproximadamente el 75 por ciento de los niños
palestinos detenidos han experimentado abusos durante su detención.
Sin embargo, las condiciones sociales extremas de Jerusalén son simplemente un
preludio del racismo que los palestinos encuentran a diario. Dos asociaciones
racistas actúan legalmente en Jerusalén: Lehava (La Llama) y La Familia (un club
de fans de un equipo de fútbol). Estos dos grupos perpetran ataques contra los
residentes palestinos de Jerusalén, en muchos casos contra jóvenes trabajadores
que vuelven a casa por la tarde después de una jornada de trabajo.
El 2 de julio de 2014, un comando de activistas antiárabes secuestró y quemó vivo a
Mohamed Abú Jedeir, de 16 años, provocando una oleada de protestas en
Jerusalén y un aumento de las tensiones interétnicas.
El 8 de octubre pasado, cientos de miembros de Lehava y La Familia marcharon por
Jerusalén en protesta por lo que llamaron la “pasividad y capitulación del gobierno
en la capital de Israel”, gritando “¡Muerte a los árabes!”. Los activistas desfilaron
por las calles de Jerusalén a la caza de trabajadores árabes.
Aunque algunos miembros del gobierno han tratado de ilegalizar a estos grupos,
Lehava y La Familia disfrutan de la protección de destacados ministros, como la
ministra de cultura y deportes Miri Regev.
Pese a todo, estos hechos no pueden explicar por sí solos la actual ola de disturbios
y violencia. Hemos de tomar en consideración el papel fundamental desempeñado
por la negativa israelí a poner fin a la ocupación, la incapacidad de la Autoridad
Palestina para crear un movimiento diplomático internacional que obligara a Israel
a respetar el derecho internacional y el fracaso de Hamas en el campo de batalla
para lograr una retirada militar de Israel.
La oleada actual de disturbios es un movimiento de jóvenes palestinos que han
crecido en la pobreza, en casas condenadas a la demolición y que se enfrentan
todos los días a la violencia y el racismo. Están hartos y no están dispuestos a
renunciar al sueño de la libertad.
Fuente: The young Palestinians uprising, Alternative Information Center, 19/10/2015
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
TOMADO DE: http://blog.disenso.net/
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