¿Cuál es el futuro de la lucha no-armada en Palestina?
4
noviembre 2015
Brian Martin
¿Qué se
puede y se debe hacer en el conflicto palestino-israelí?
Leer o
ver las noticias da una visión muy distorsionada de lo que está pasando, pues
se centra casi toda la atención en la violencia de uno o ambos lados, como ha sido
el caso con la reciente oleada de apuñalamientos y tiroteos en Cisjordania.
Durante
décadas, el conflicto ha aparecido regularmente en las noticias, mientras que
muchos otros, los denominados “conflictos silenciosos”,
apenas han sido mencionados.
Quienes
están familiarizados con la acción no-violenta saben que la lucha contra la
opresión israelí ha incluido muchos métodos no-armados: la primera intifada, un
importante levantamiento no-armado que se desarrolló entre 1987 y 1993 y que
conllevó huelgas, boicots y organización colectiva; las protestas regulares
contra las expropiaciones, las demoliciones y muchas restricciones israelíes, a
las que se han unido en muchos casos israelíes y activistas internacionales; y
la Flotilla de la Libertad de 2010 que, rumbo a Gaza, transportaba ayuda
humanitaria para la franja, y que fue atacada por comandos israelíes, generando
la indignación internacional.
Probablemente
es preferible llamar a la primera intifada y
demás luchas palestinas similares no-armadas en lugar de no-violentas.
Una
característica duradera de la resistencia palestina ha sido el lanzamiento de
piedras contra los soldados israelíes por parte de jóvenes.
Aunque el lanzamiento de piedras es en
gran medida algo simbólico, ya que son pocos los soldados israelíes que
resultan heridos, desde el punto de vista de la opinión pública israelí esto
hace que los palestinos aparezcan como gente que utiliza la violencia contra “nuestras”
tropas.
Desde la
perspectiva de la acción no-violenta, el lanzamiento de piedras puede ser
contraproducente ya que proporciona
una justificación para buena parte de la violencia israelí, mucho más agresiva.
Evidentemente,
los ataques suicidas y el lanzamiento de cohetes son acciones violentas y
contrarios a los principios de la lucha no-violenta.
Si usted
quiere saber más sobre la lucha no-armada palestina, hay por ahí muchos
materiales, entre ellos Eyes Without Country,
de Suad Dayani, A Quiet Revolution,
de Mary King, Refusing to be Enemies,
de Maxine Kaufman-Lacusta y The First Palestinian Intifada
Revisited, de Andrew Rigby.
A estas valiosas
contribuciones puede añadirse ahora Popular Protest in Palestine:
The Uncertain Future of Unarmed Resistance, de Maruán Darwish
y Andrew
Rigby, en la que nos centraremos ahora.
El libro proporciona un tratamiento
bien informado, bien escrito y equilibrado de la acción no-violenta de los
palestinos y en apoyo a su lucha.
Darwish y
Rigby realizaron más de cien entrevistas, la mayoría de ellas con activistas
palestinos, en las que les preguntaban acerca de sus puntos de vista sobre
todos los aspectos de la lucha, incluyendo sus métodos, el liderazgo, las
oportunidades y los retos. Además, entrevistaron a varios activistas israelíes
que apoyan la lucha palestina. Y utilizan todo este material, junto con muchas
citas, para apoyar su análisis general.
El conflicto palestino-israelí es
tratado en las noticias como un conjunto de acontecimientos aislados.
Para
entender mejor las acciones presentes, es importante considerar la historia y
las circunstancias. Darwish y Rigby ofrecen mucha y muy concisa información de
la resistencia palestina al sionismo en las décadas anteriores al
establecimiento del estado de Israel en 1948, refiriéndose tanto a importantes
periodos de protestas (especialmente, los de finales de los años 30) como a la
importante debilidad de la resistencia, debido a la falta de un liderazgo
nacional, la falta de coraje de las elites palestinas y el compromiso ingenuo
con una negociación entre elites, en lugar de promover la movilización popular,
entre otros factores.
Algunas
de estas deficiencias han persistido en las décadas siguientes. El examen de
las luchas que hacen los autores es una introducción general y analítica más
que un relato descriptivo detallado: es especialmente bueno cuando ofrecen una
visión de las fortalezas y debilidades de la resistencia palestina.
Luego viene la historia de la
resistencia después de la creación del estado de Israel. Esto incluye a los
palestinos que viven en Israel y a los que residen en los territorios ocupados.
Destacan
la primera intifada, el
desengaño del proceso de paz de Oslo, la segunda intifada (que
implica mucha más violencia palestina y mucho menos éxito en movilizar a los
palestinos y el apoyo de los israelíes y a nivel internacional), la
construcción del muro de separación y la resistencia al mismo. Darwish y Rigby ofrecen información y análisis a través de relatos
de luchas concretas (por ejemplo, las de las comunidades directamente afectadas
por el muro), un listado de organizaciones activas en Palestina e Israel, una
evaluación de los factores que dificultan la lucha y citas de activistas a los
que entrevistaron. Todo esto proporciona una visión excepcional de la lucha.
Por ejemplo, resumiendo la situación anterior al resurgimiento de la
resistencia en el periodo 2002-2013, los autores escriben:
La segunda ‘intifada’ se militarizó
rápidamente, dejando muy poco espacio a una resistencia civil no-armada a gran
escala. Se estima que solo el 5 por ciento de la población palestina de los
territorios ocupados jugó un papel activo en las actividades de resistencia
durante los enfrentamientos de este periodo. Algunos realizaron reiterados
llamamientos para cambiar el rumbo hacia una resistencia popular de carácter
civil, siguiendo el ejemplo de la primera ‘intifada’, pero no existían las
condiciones necesarias para este giro.
Esta evaluación general es pesimista.
El gobierno israelí se muestra intransigente y las perspectivas de progreso del
llamado proceso de paz son inexistentes.
Aún más
deprimente es el estado de la resistencia palestina: en su mayor parte, tiene
la moral por los suelos y la participación en acciones a gran escala es
limitada. Como dice un veterano de la primera intifadacitado en
el libro de Darwish y Rigby: “No hay una dirección unificada, ni
programa, ni coordinación real entre las diferentes fuerzas políticas […] La intifada de
1987 fue un sistema completo que gobernó nuestras vidas. Y el objetivo del
movimiento era claro. Hoy nadie sabe lo que queremos”.
La mayoría de los palestinos se centra
simplemente en la supervivencia. El activismo está más desarrollado en áreas
donde el muro o la construcción de asentamientos, en Cisjordania, afectan
directamente a las comunidades palestinas locales.
Parte del
problema es la disfunción en el liderazgo palestino. Tanto la Autoridad
Palestina en Cisjordania como Hamas en Gaza están corroídos por la corrupción y
son propensos a atacar cualquier rivalidad, incluyendo la resistencia
autónoma a las imposiciones israelíes.
Los palestinos están seriamente
divididos de diversas formas, en parte debido a las políticas israelíes que
fomentan esa división.
Hay muchas ONGs en Palestina, que
ofrecen ayudas económicas, algunos servicios de bienestar y apoyan campañas por
la justicia, pero a veces pueden ser parte del problema.
Hay mucho dinero extranjero que va a
estos grupos, lo cual les vuelve cautos a la hora de tener en cuenta los
intereses de sus financiadores, mientras que los palestinos carecen de poder de
presión. Por otra
parte, los extranjeros que se unen a las acciones directas proporcionan
esperanza e inspiración a muchos activistas palestinos.
Mientras
tanto, dentro de Israel hay muchos grupos de solidaridad, algunos difunden sus
mensajes a los ciudadanos israelíes, otros se unen a las acciones de los
palestinos.
Sin embargo, son tiempos difíciles para
los activistas israelíes porque solo una minoría participa en sus iniciativas.
Los medios de comunicación israelíes no
suelen informar de las injusticias que
sufren los palestinos y cuando lo hacen, muchos espectadores cambian de canal.
Un rayo de esperanza
procede del movimiento de solidaridad internacional, que ha crecido de forma
espectacular con la formación del movimiento de Boicot, Desinversiones y
Sanciones (BDS).
Los
activistas del BDS ven un paralelismo con la campaña internacional que
contribuyó al fin del apartheid en
Sudáfrica. Darwish y Rigby valoran el movimiento BDS, pero dan una serie de
razones por las que sería difícil repetir el éxito del movimiento contra el apartheid. Algunas
de estas razones son la ausencia de una dirección unificada en Palestina (en
comparación con el liderazgo indiscutido del Congreso Nacional Africano en
Sudáfrica), el uso de atentados suicidas y los ataques con cohetes (en
comparación con las restricciones que se autoimpuso el brazo militar del Congreso
Nacional Africano, que evitó los ataques que podrían causar daños a civiles) y
la falta de dependencia de la mano de obra palestina por parte de la economía
israelí (en comparación con la dependencia que tenía la economía sudafricana de
la mano de obra negra). En total, Darwish y Rigby realizan 14 comparaciones
entre Palestina/Israel y Sudáfrica, y todas sugieren que el progreso necesario
no será tan fácil como en Sudáfrica, donde, no obstante, la lucha fue larga y
dura.
Aunque Protest Popular in Palestine da
un pronóstico pesimista de la lucha contra la injusticia, esto es preferible a
un optimismo sin fundamentos.
Los autores señalan que hay otros objetivos
además del fin de la opresión israelí: la supervivencia cultural y la
persistencia de la resistencia serán logros por sí mismos. Citan, como una
fuente de esperanza, el auge de la disidencia juvenil en Gaza, con condenas a
Hamas, a Fatah, a Israel y a la ONU por igual. El hecho de que las protestas
organizadas por este movimiento juvenil sean obstaculizadas por Hamas y Fatah
es una muestra de la profundidad del desafío con que se enfrenta el pueblo
palestino.
El
eminente estudioso de la no-violencia Gene Sharp desarrolló un marco de trabajo
para una lucha no-violenta exitosa en torno a una serie de fases o componentes:
realizar un trabajo preparatorio, desafiar a las autoridades que responderán de
forma represiva, mantenimiento de la disciplina no-violenta ante esa respuesta
represiva, un jiu-jitsu político
(en el que la represión se vuelve en contra de los atacantes), el éxito a
través de la conversión, la reconciliación o la coerción no-violenta y, por
último, la redistribución del poder. Quienes se oponen a los activistas
no-violentos pueden intervenir en cualquier fase para obstaculizar, desviar o
reprimir el desafío. Según Darwish y Rigby, la resistencia popular no-armada
palestina alcanzó su punto más alto en la primera intifada, cuando la
represión israelí generó mucho más apoyo para la causa palestina.
Desde entonces, las cosas han ido hacia
atrás y el movimiento está más cerca de la fase inicial de sentar las bases, es
decir, de construcción de redes, acuerdos, experiencias, compromisos y
capacidades para poder organizar un desafío eficaz.
La
resistencia palestina tiene muchos miembros comprometidos que llevan a cabo
acciones de primera línea muy valerosas y que se organizan con tenacidad en la
retaguardia.
Pero, en
general, no hay suficiente unidad ni compromiso con la no-violencia para organizar
un desafío que pueda avanzar pasos importantes hacia el éxito.
El gobierno israelí ha desarrollado
formas de suprimir los esfuerzos de esta fase preliminar que Sharp denomina
trabajo preparatorio.
Al final
del libro, Darwish y Rigby proporcionan una serie de condiciones para un
“escenario de esperanza”. No será fácil satisfacerlas. La resistencia no-armada
no ha sido capaz de generar suficiente influencia entre los ciudadanos
israelíes y los líderes internacionales para poner fin a la ocupación, mientras
que la continuidad de la violencia por unos pocos palestinos desesperados no
hace más que reforzar el estereotipo de que los palestinos son terroristas y no
víctimas de la opresión.
En estos tiempos sombríos, Popular Protest in Palestine es
una lectura crucial para quien quiera comprender las posibilidades de cambio y
contribuir a un escenario de esperanza.
Brian
Martin es profesor de ciencias sociales en la universidad de
Wollongong, Australia, y vicepresidente de Whistleblowers Australia.
Es autor de 14 libros y centenares de artículos sobre disidencia, no-violencia,
controversias científicas, democracia y otros temas.
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
TOMADO DE: http://blog.disenso.net/
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