domingo, 1 de noviembre de 2015

Jerusalén, una ciudad gobernada por el


 miedo


Emily Mulder

Soldados israelíes revisan el carné de identidad de un joven palestino en la Puerta de Damasco de la Ciudad Vieja de Jerusalén Este. (Foto: MaanImages / Emily Mulder)
Mohamed, un joven palestino de 20 años y residente de Jerusalén, fue atacado por un grupo de israelíes el 14 de octubre.
Su tío, Aziz Abú Sarah, dijo a Maan que se había reunido con el chico para almorzar temprano ese día y darle las llaves del coche de su padre, que estaba aparcado fuera de la universidad mormona de la ciudad.
Cuando Mohamed se dirigió al coche, un grupo de unos diez hombres, que Abú Sarah describió como “nacionalistas religiosos”, estaba de pie junto al vehículo. Mohamed pensó que querían hablar con él, pero uno de ellos comenzó a pegarle, primero con los puños y luego con palos. Entonces, el grupo corrió tras él con cuchillos y gritando “¡Mátale, mátale!”, antes de que pudiera montarse en el coche y escapar.

Mohamed resultó herido y Abú Sarah cree que el grupo habría matado a su sobrino si no hubiera escapado.
La violencia está creciendo en los entresijos y las grietas de Jerusalén: en los soldados israelíes de los nuevos puestos de control de la ciudad, en los judíos israelíes de ultraderecha que deambulan por las calles de la ciudad y en los jóvenes palestinos que se empeñan en sacudirse la prolongada ocupación de la parte oriental de la ciudad.
Hasta la fecha, más de 60 palestinos han sido asesinados por las fuerzas israelíes desde principios de mes en todo el territorio palestino ocupado y al menos diez israelíes han muerto en ataques llevados a cabo por palestinos, muchos de los cuales han tenido lugar en Jerusalén Este.
En respuesta, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu ha aprobado varias medidas contra los palestinos en un declarado intento de frenar la violencia en Jerusalén, mientras que parlamentarios y policía exigen la protección de los habitantes judíos de la ciudad.
En la ciudad que los israelíes pregonan como la capital “indivisible” de “la única democracia de Oriente Medio”, los palestinos de Jerusalén dicen que están siendo marginados por las autoridades israelíes más que nunca. Las medidas, dicen, están basadas en el miedo, capitalizado por la ultraderecha que domina el gobierno israelí.
Tiendas palestinas cerradas en la Ciudad Vieja de Jerusalén Este el 4 de octubre de 2015, tras la muerte de un palestino que llevó a cabo un ataque contra unos israelíes. (Foto: MaanImages / Emily Mulder)

‘Clavados’

Abú Sarah creció en Jerusalén. Sus familiares han sido golpeados y asesinados por las fuerzas israelíes, torturados en las cárceles israelíes. Cuando le preguntamos si la situación en su ciudad natal se había deteriorado, dijo: “oh, sí, por supuesto”.
Abú Sarah se reúne habitualmente con israelíes, pero dice que ahora evita completamente ir a Jerusalén Oeste. “Hay bandas que buscan palestinos en Jerusalén Oeste. Si alguien se da cuenta de que eres palestino… estás perdido”.
Mientras tanto, las entradas a los barrios palestinos han sido selladas, las casas familiares de los atacantes palestinos han sido demolidas, el permiso de residencia de los palestinos implicados en ataques puede ser cancelado y la policía puede cerrar los accesos a la ciudad.
Un residente del barrio palestino de Isauiya, Mohamed Abú al Humus, dijo que no puede recordar un tiempo en que los esfuerzos realizados por el gobierno israelí para aislar y cerrar su barrio haya sido peor. “Isauiya es un gueto”, dijo Abú al Humus, mientras subíamos a una colina con vistas al barrio y señalaba con su bastón la realidad geográfica del vecindario.
Isauiya está separado de los demás barrios palestinos por el norte y el este mediante un muro de hormigón, y por el oeste se encuentra con el asentamiento judío de la Colina Francesa. Al sur está la Universidad Hebrea, donde la carretera que conduce a Isauiya ha estado cerrada durante más de un año.
Los 18.000 residentes del barrio se sintieron aislados cuando las carreteras que conducen al vecindario fueron selladas con bloques de cemento el 15 de octubre, después de que Netanyahu diera su visto bueno para que la policía lo hiciera, dijo Abú al Humus.
En los controles de seguridad que acompañan a las entradas y salidas de la zona, los hombres tienen que levantarse las camisas y las bolsas de hombres, mujeres y niños son registradas. A veces, los registros de las bolsas se hacen vaciando todo su contenido en la calle, teniendo luego los palestinos que recoger sus pertenencias del suelo, añadió.
“Esto es algo nuevo, especialmente en Isauiya. Cerrar todas las entradas, los controles, hacer que la gente se quite la ropa… Nunca fue así antes”, dijo Abú al Humus.
Añadió que las fuerzas israelíes han estado entrando en Isauiya dos o tres veces al día en las últimas semanas. Hacía apenas unas horas, alrededor de 50 soldados entraron en el barrio con perros, registrando casas y disparando gases lacrimógenos.
“Quieren que nos sintamos clavados”, dijo Abú al Humus. “Pero esto es normal. Es eso, precisamente, lo que hacen con nosotros”.
Una entrada sellada al barrio Isauiya de Jerusalén Este, el 19 de octubre de 2015. (Foto: MaanImages / Emily Mulder)
Los residentes de Isauiya son unos de los 300.000 palestinos de Jerusalén que están sufriendo el reciente castigo colectivo impuesto por el gobierno israelí.
La crudeza del tratamiento general de los palestinos no requeriría tan poco esfuerzo si no fuera por las décadas de políticas discriminatorias en Jerusalén. Los palestinos que vivían en Jerusalén cuando Israel la ocupó en 1967 no se convirtieron en ciudadanos, sino que se les otorgó el “estatus de residentes”, lo que hizo de ellos unos apátridas bajo soberanía israelí.
Aunque pagan algunos impuestos y reciben algunos servicios, los palestinos de Jerusalén no tienen pasaportes y no pueden votar en las elecciones generales, cuyas decisiones tanto afectan a sus vidas cotidianas.
Por otro lado, el paisaje de la ciudad ha sufrido enormes alteraciones demográficas y físicas, con el objetivo de “judaizar” Jerusalén. En 1967, la población de Jerusalén Este era completamente palestina. Hoy, los palestinos solo representan un 37 por ciento de su población.
Según la Asociación de Derechos Civiles de Israel, desde 1967 se han revocado 14.416 permisos de residencia palestinos. Ser palestino en Jerusalén es sinónimo de enemigo del estado judío.
Refiriéndose a una reciente amenaza de Netanyahu, consistente en revocar la ciudadanía aproximadamente a un tercio de los jerosolimitanos palestinos, Abú Sarah dijo a Maan: “[Netanyahu] les ve como una amenaza demográfica, como intrusos”.
“Él espera que cumplan la ley, que no hagan nada violento”, añade Abú Sarah. “Dice que quiere una ciudad unificada, pero al mismo tiempo nos ve como enemigos y, por eso, construye un muro en ella… Esto es totalmente contradictorio”.
Una pareja palestina intenta cruzar un puesto de control en una entrada de Isauiya, en Jerusalén Este, el 19 de octubre de 2015. (Foto: MaanImages / Emily Mulder)

‘Todo el mundo tiene miedo’

Cuando los palestinos son vistos por el estado como un enemigo amenazador, el miedo que alimenta los ataques de los israelíes es algo promovido y aprobado por el estado.
Abú Sarah cree que el gobierno es parte del problema. “Decir a los ciudadanos judíos quetodos deben llevar un arma de fuego… para ‘disparar primero y preguntar después’… este tipo de cosas marcan la diferencia”, dijo.
Abú Sarah dice que la mayoría de los ataques en la ciudad son contra los palestinos, pero estos ataques no son informados por los medios israelíes. “La policía dice que puedes hacer lo que quieras si es contra los palestinos”, añadió.
“Estaba viendo la televisión la semana pasada y un jefe de la policía dijo: ‘Nuestro trabajo es defender a los residentes judíos… proteger a todos los residentes’. Su declaración inicial lo dice todo.
Las autoridades israelíes han ordenado a la policía y a los soldados que disparen —en lugar de arrestar— a los atacantes palestinos, mientras grupos de israelíes ultraderechistas recorren las calles de Jerusalén a la caza de palestinos, con la permisividad de las fuerzas de seguridad.
Debido al temor a ser atacados de nuevo, su sobrino Mohamed ha permanecido en casa durante una semana después ser agredidos.
El miedo ha cambiado la vida diaria de Abú al Humus y él sabe que también ha cambiado la de sus vecinos judíos del asentamiento de la Colina Francesa.
“Hay relaciones entre los judíos y los palestinos aquí”, explica Abú al Humus. “Pero debido a la falta de seguridad, todo el mundo tiene miedo. La situación se ha vuelto peligrosa. Él tiene miedo de mí y yo tengo miedo de él. Decimos que todo está bien, pero en nuestro interior sabemos que no está bien”.
Una mujer palestina pasa por la Puerta de Damasco, en Jerusalén Este, entre policías y soldados israelíes, el 4 de octubre de 2015. (Foto: MaanImages / Emily Mulder)

‘Solo queremos vivir en nuestra tierra’

El racismo y el miedo que han asfixiado la ciudad han favorecido la matanza de palestinos que no representaban ninguna amenaza en el momento de ser asesinados.
Además, en Haifa, un judío israelí que “parecía árabe” fue apuñalado y herido gravemente por otro judío, y en Tel Aviv un refugiado eritreo fue disparado, atacado y asesinado en una estación de autobuses de Bersheba.
Abú Sarah está preocupado por el temor creciente, pues cree que es un error. Después de ser atacado, su sobrino tenía miedo de los judíos, pero Abú Sarah cree que dejarse llevar por emociones reaccionarias ignora la raíz del problema.
Según el Índice de Democracia Israelí de 2014, casi el 50 por ciento de los judíos israelíes de derechas —el sector de la población que controla las políticas del gobierno— dice que los judíos deben tener más derechos que los no judíos en Israel.
Mientras tanto, los parlamentarios israelíes siguen negando la posibilidad de un futuro estado palestino y promueven activamente la expansión de los asentamientos solo para judíos en los territorios ocupados de Jerusalén Este y Cisjordania.
“Después de ser atacado, mi sobrino dijo ‘no odio a los judíos, mi problema no son los judíos, no es la religión, sino la ocupación”, señaló Abú Sarah.
Las medidas a corto plazo que están proponiendo actualmente EEUU, Israel y los líderes palestinos y jordanos no resolverán el problema a largo plazo, opina Abú Sarah. Abú al Humus cree que el actual enfoque israelí para sofocar el conflicto es erróneo.
“[El gobierno de Israel] dice ‘este es un palestino, un árabe, un asesino’. Pero esta no es la cuestión […] nosotros no lo vemos así. No nos vemos así. Solo somos palestinos que queremos vivir en nuestra tierra”.
Fuente: Jerusalem: A city governed by fearMa’an News Agency, 27/10/2015
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
TOMADO DE: http://blog.disenso.net/

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