¿Cómo actúan las vacunas?
Los microbios están
en todo nuestro entorno, en el medio ambiente circundante y en nuestros
cuerpos. Cuando una persona es susceptible y los microbios encuentran un
organismo nocivo, estos pueden provocar enfermedad y muerte.
El cuerpo tiene
muchas maneras de defenderse contra patógenos (organismos causantes de enfermedades).
La piel, las
mucosas y los cilios (órganos microscópicos filiformes que expulsan los
residuos de los pulmones) actúan como barreras físicas para impedir que los
patógenos entren en el cuerpo.
Cuando un patógeno infecta el cuerpo,
nuestras defensas, o sea el sistema inmunitario, se activan, atacan y destruyen
el patógeno o lo reducen.
La respuesta natural del cuerpo
Un patógeno es una
bacteria, un virus, un parásito o un hongo que puede causar enfermedad.
Cada patógeno
consta de varias partes, por lo general exclusivas de ese patógeno específico y
de la enfermedad que causa.
La parte de un
patógeno que provoca la formación de anticuerpos se llama antígeno.
Los anticuerpos
producidos en respuesta al antígeno del patógeno son una parte importante del
sistema inmunitario.
Se puede considerar
que los anticuerpos son los soldados del sistema de defensa del cuerpo.
Cada anticuerpo del
sistema inmunitario está entrenado para reconocer un antígeno específico.
En el cuerpo
tenemos miles de anticuerpos diferentes.
Cuando el cuerpo
humano está expuesto a un antígeno por primera vez, el sistema inmunitario
necesita tiempo para responder y producir anticuerpos específicos para ese
antígeno.
Mientras tanto, la
persona es vulnerable a la enfermedad.
Una vez que se
producen los anticuerpos específicos del antígeno, estos actúan con el resto
del sistema inmunitario para destruir el patógeno y frenar la enfermedad.
Los anticuerpos que
protegen contra un patógeno dado no suelen proteger contra otro, salvo que dos
patógenos sean muy similares entre sí.
Una vez que el
cuerpo ha producido anticuerpos en su respuesta primaria a un antígeno, también
crea células de memoria generadoras de anticuerpos, que se mantienen vivas aun
después de que los anticuerpos hayan derrotado al patógeno.
Si el cuerpo se
viera expuesto más de una vez al mismo patógeno, la respuesta del anticuerpo
sería mucho más rápida y eficaz que la primera vez, dado que las células de
memoria estarían listas para movilizar anticuerpos contra ese antígeno.
Esto significa que si una persona se
ve expuesta al patógeno peligroso en el futuro, su sistema inmunitario podrá
responder inmediatamente y protegerla contra la enfermedad.
¿Cómo ayudan las vacunas?
Las vacunas contienen partes
atenuadas o inactivadas de un organismo específico (antígeno) que provoca una
respuesta inmunitaria en el cuerpo.
Las vacunas más recientes contienen
las ‘instrucciones’ para producir antígenos, en lugar del antígeno en sí mismo.
Independientemente de que la vacuna
contenga el antígeno o las instrucciones para que el cuerpo lo produzca, esa
versión atenuada no provocará la enfermedad en la persona vacunada, pero
inducirá al sistema inmunitario a responder como lo hubiese hecho en su primera
reacción ante el patógeno real.
Algunas vacunas requieren la
administración de múltiples dosis a intervalos de semanas o meses.
En ocasiones, esto es necesario para
posibilitar la producción de anticuerpos de larga vida y el desarrollo de
células de memoria.
De esa forma, el cuerpo se prepara
para combatir el organismo específico causante de la enfermedad y recordar el
patógeno para combatirlo rápidamente si ello fuera preciso en el futuro.
Inmunidad colectiva
Cuando una persona
está vacunada contra una enfermedad, es muy probable que esté protegida contra
esa enfermedad.
Ahora bien, no todas las personas se pueden
vacunar.
Algunas, con
enfermedades preexistentes que debilitan sus sistemas inmunitarios (por
ejemplo, cáncer o VIH) o las que tienen alergias graves a algunos componentes
de las vacunas, tal vez no puedan recibir determinadas vacunas.
Esas personas pueden
estar protegidas si viven entre otras personas que sí estén vacunadas.
Cuando muchas
personas de una comunidad están vacunadas, la circulación del patógeno es
difícil porque la mayoría de las personas están inmunizadas.
Por lo tanto,
cuanto más personas estén vacunadas, menos probable será que una persona que no
puede protegerse con vacunas corra el riesgo de verse expuesta a patógenos.
Esto se denomina inmunidad colectiva.
Esto es
especialmente importante no solo para las personas que no pueden vacunarse,
sino también para las que pueden ser más susceptibles a las enfermedades contra
las que vacunamos.
Ninguna vacuna proporciona por sí sola una
protección del 100%, y la inmunidad
colectiva no ofrece protección total a quienes no pueden vacunarse con seguridad.
No obstante, la
inmunidad colectiva ofrece a esas personas un grado sustancial de protección,
gracias a que las personas de su entorno están vacunadas.
La vacunación no solo lo protege a
usted, sino también a las personas de la comunidad que no se pueden vacunar.
Si
usted puede vacunarse, hágalo.
A lo largo de la
historia, los seres humanos han conseguido desarrollar vacunas para algunas
enfermedades potencialmente mortales, entre ellas la meningitis, el tétanos, el
sarampión y la poliomielitis.
A
principios del siglo XX la poliomielitis era una enfermedad prevalente en todo
el mundo, que paralizaba a cientos de miles de personas cada año.
Para
1950 se habían desarrollado dos vacunas eficaces contra esa enfermedad.
Sin
embargo, en algunas regiones del mundo, en particular en África, la vacunación
aún no estaba suficientemente extendida para frenar la propagación de la
poliomielitis.
En el
decenio de 1980 se puso en marcha un esfuerzo conjunto dirigido a erradicar la
poliomielitis en todo el mundo.
Durante muchos años y varias
décadas, la vacunación contra la poliomielitis, realizada mediante visitas de
inmunización y campañas de vacunación masiva sistemáticas, se llevó a cabo en
todos los continentes.
La
vacunación llegó a millones de personas, en su mayoría niños, y en agosto de
2020 se certificó la erradicación de la poliomielitis en el continente
africano, como en todas las demás partes del mundo, excepto el Pakistán y el
Afganistán, países en los que la poliomielitis aún no se ha erradicado.
Y Publicado en: https://www.who.int/
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