domingo, 27 de diciembre de 2020

El 17 de diciembre: ¿Muerte o nacimiento de Bolívar?

El 17 de diciembre: ¿Muerte o nacimiento de Bolívar?



Ciudad CCS / José Gregorio Linares

0

Considero con toda honestidad que este Artículo debe de ser leído y memorizado por todo aquel que se diga o se sienta Bolivariano.

Cuando se difundió la noticia del fallecimiento del Libertador los oligarcas venezolanos arreciaron sus calumnias contra Bolívar y los de Cundinamarca (actual Colombia) ejecutaron una masacre de grandes proporciones contra los bolivarianos.

Bolívar: El genio del mal

El gobernador de Maracaibo Juan A. Gómez se apresura a comunicar el suceso al ministro del Interior Antonio Leocadio Guzmán, a quien le ratifica “la confirmación de la muerte del general Bolívar. 

Un acontecimiento de tanta magnitud que debe producir bienes innumerables a la causa de la libertad y el bien de los pueblos. 

Bolívar, el genio del mal, la tea de la discordia o mejor diré el opresor de su patria, ya dejó de existir y de promover males que refluían siempre sobre sus conciudadanos. 

Su muerte es, sin duda, un poderoso motivo de regocijo”.

De inmediato se reunieron las autoridades venezolanas y calificaron a Bolívar de “hijo espurio que pretendió clavar el puñal parricida en el corazón de una madre amorosa”. 

Le despojaron de sus títulos y ordenaron quemarlos en la plaza de armas. 

Finalmente declararon que “se tendrá por aciago en la República el 17 de diciembre de 1830 en que murió naturalmente Bolívar, cuando debió morir de una manera ejemplar”. 

Lamentaban no haberlo ajusticiado ellos mismos.

La bacanal de las fieras

En Cundinamarca los oligarcas santandereanos se cebaron contra el hombre que les dio la independencia. 

Dieron la orden de que no hubiese madera ni clavos para la construcción de su ataúd. 

Para comprar la urna hubo de hacerse una colecta entre los presos pues la ciudadanía fue amedrentada. 

Ninguna de las acaudaladas familias de Santa Marta prestó sus casas para el velatorio de “ese zambo”

El funeral tuvo que efectuarse en la aduana. 

El Libertador fue enterrado en una tumba cedida por una de estas familias en la catedral de Santa Marta, pero con la condición de que no apareciese esculpido su nombre en el mausoleo prestado. 

El gobierno de Bogotá, en el colmo de su mezquindad hizo llegar una nota de cobro al gobernador de Santa Marta por haber contribuido a sufragar con dineros del Estado las exequias de Bolívar.

La élite santandereana manifestó su gozo por la muerte del Libertador porque así “ya no existía el talismán con que se embaucaba a los pueblos para forzarlos a ponerse bajo su dominio”. Justificaron su conducta diciendo que en el pueblo “no lamentaron su pérdida sino aquellos que favorecían sus miras liberticidas. ¿Cómo podrían libertarse los pueblos de ambiciosos de esa clase, si, cuando se mueren, se pusiesen a honrar su memoria?”.

Luego desde el gobierno se desató  una cacería contra todo civil o militar que hubiese tenido vínculos con Bolívar. 

Muchos fueron acosados, encarcelados, fusilados o exiliados y sus bienes confiscados. 

Esta acción criminal fue bautizada por el historiador colombiano Juvenal Herrera Torres como la bacanal de las fieras. “En su demencial odio a Bolívar las fieras repudiaron el nombre de COLOMBIA. 

Siempre fueron enemigas de la patria de la que odiaban su nombre que le había sido dado por el Libertador, y le impusieron al país el de la NUEVA GRANADA, que fue el que había impuesto el rey de España a su colonia en nuestro territorio”. 

A Manuela Sáenz la apresaron en  la cárcel de mujeres de Bogotá, antes de arrojarla del país. 

El libro de Simón Rodríguez Defensa del Libertador, fue colocado en el índex de obras prohibidas y ningún impresor se atrevió a publicarlo. 

Además, “mediante ley del 29 de noviembre de 1831, la Convención granadina ordenó que se borraran del escalafón militar todos aquellos que fueran sospechosos de ser Bolivarianos o desafectos al santanderismo. 

Con esa misma argumentación la ley ordena la purga de todos los civiles que hubiesen hecho parte de la administración pública en tiempos anteriores al mando santanderista”.

Mas las cosas no se quedaron allí. 

La purga política llega a su apogeo cuando el santanderismo decreta la ley (3 de junio de 1833) que aprueba la pena de muerte contra los bolivarianos. 

Florentino González, quien en el pasado intentó matar directamente al Libertador, exigió: “No haya compasión con nuestros enemigos. 

La ley los condena a todos; todos deben desaparecer del número de los vivientes”.

El discurso necrofílico

Pero muchos pueblos y próceres se sublevaron contra la injuria, la alevosía y el crimen. 

Se plantearon restablecer la gran nación que un 17 de diciembre de 1819 había sido creada por Bolívar: la República de Colombia, conformada por Venezuela, Cundinamarca y Ecuador. 

Los oligarcas que gobernaban las nuevas repúblicas desmembradas se opusieron y acallaron toda rebelión que buscase restablecer la gran nación bolivariana y sus principios emancipadores. 

Pero el huracán Bolívar seguía vivo. 

Entonces, cuando lograron controlar la situación, los oligarcas cambiaron de estrategia. Convirtieron a Bolívar en un héroe nacional… muerto. 

Le exhumaron, le rindieron honras fúnebres y le hicieron un funeral público.

A partir de esa época cada 17 de diciembre nos recuerdan que Bolívar está muerto. 

En las plazas Bolívar se hacen las ofrendas florales y en los actos públicos se pronuncian los discursos conmemorativos. 

Se habla de los últimos días del Padre de la Patria, de su enfermedad y su agonía, de sus frustraciones e infortunios, y de su derrota ante sus adversarios. 

Se repite su frase: “he arado en el mar”, y se comenta el testamento político donde anuncia que bajaría “tranquilo al sepulcro”.  

Todo ello salpimentado con algunas frases del prócer llenas de pesadumbre y dolor. 

De este modo se coloca una lápida sobre Bolívar; se tiende una mortaja sobre sus labios de verbo vivo, se cierran los ojos de quien vio a través de todas las edades y se tiñe de sombras una vida que fue toda luz.

Ese es el discurso necrofílico que los oligarcas quieren que se repita cada 17 de diciembre. 

Todo un monumento a la desesperanza, el fracaso y la muerte: un epitafio descorazonador. Un dardo mortífero contra el pueblo.  

Es el triunfo en el plano simbólico de la idea que ellos quieren anclar en la memoria colectiva: Bolívar está muerto, sus ideas son cenizas y su pueblo será vencido.

¿Qué celebrar el 17 de diciembre?

De esta forma ocultan que Bolívar es eterno renacer; que los 17 de diciembre deberíamos celebrarlo de otra forma: recordando que el 17 de diciembre 1819 nació en Angostura al calor de las luchas de un pueblo insurgente el proyecto geopolítico más trascendental que concibió Bolívar: la República de Colombia. 

Esta nación era más grande que toda Europa junta, disponía de grandes riquezas, de un ejército popular victorioso y de una extraordinaria posición geopolítica. 

Su establecimiento prefigura las bases de una potencia suramericana y contribuye a garantizar el equilibrio del universo. 

Significa el nacimiento de un Mundo Nuevo y de una Nueva Humanidad: la vida y la esperanza unidas. 

Es esto lo que debemos celebrar cada 17 de diciembre: el nacimiento de un Mundo Nuevo… y no el deceso de un inmortal.

Tomado de: http://ciudadccs.info/

Y Publicado en: https://www.who.int/
En: Twtter@victorianoysocialista
En:Google; libertadbermeja..victorianoysocialista@gmail.com

En: Facebook; //Adolfo León Libertad

No hay comentarios:

Publicar un comentario