Cristo, fundador del anti-imperialismo. Aclaraciones imprescindibles para un debate necesario, por Atilio Boron
Hace tres años, para la Navidad del 2017, escribí el texto
que agrego a continuación. Su difusión generó en ese momento una fuerte controversia. Desde los sectores
conservadores de la Iglesia Católica llovieron todo tipo de críticas contra esta
interpretación del legado de un personaje histórico como Jesucristo. El escándalo y la abominación fueron las marcas de estas
fallidas defensas de la “verdad oficial” defendida
por la institución. Los sempiternos y omnipresentes voceros del imperialismo se
unieron a ella, sobre todo por las consecuencias políticas y económicas de esta
reconstrucción del mensaje que nos hereda Cristo más allá de cuestiones
teológicas que no son de mi interés examinar. Algunas pocas voces procedieron del marxismo vulgar, ecos
lejanos de un correcto anticlericalismo pero incapaz de distinguir entre el
discurso de Cristo y la corrupción del mismo en manos de la burocracia
eclesiástica. (a) ante la acentuación de
los rasgos más criminales del imperialismo contemporáneo y, (b) los enormes desafíos
que nos plantea la refundación de un orden social e internacional
post-capitalista a la salida de la pandemia me ha parecido conveniente
reproducir aquel breve escrito en donde se subraya la actualidad del mensaje
original de Cristo para las luchas antiimperialistas. Por eso lo reproduzco con
varias aclaraciones, introducidas todas ellas entre paréntesis. ¡Aquí les va! De niño se destacó por su
inteligencia, su humanismo y su finísimo sentido de la justicia que dejó en
ridículo a los doctores de la ley del Sanedrín. (En la actualidad esos doctores dictan cátedra en
universidades y difunden sus mentiras por los medios de comunicación, y también
suelen quedar en ridículo, pero los medios los protegen) Echó a latigazos a los
mercaderes del templo y condenó la usura. (eso hoy se llama “irracional rechazo a las leyes de la
economía”, o populismo económico) Siempre estuvo del lado
del pueblo, de los oprimidos, de los excluidos, de los otros y las otras
estigmatizadas, con María Magdalena como caso paradigmático. (¡Populismo recargado!) Condenó la hipocresía y el
sesgo antipopular de las leyes que regían en Judea. (Vocación autoritaria, desprecio por las instituciones
republicanas y la división de poderes) Criticó al imperialismo de
su tiempo, el romano; a los lacayos que lo representaban y a los sacerdotes y
fariseos que elaboraban doctrinas para demostrar que la fidelidad a Roma era lo
mejor que podía hacer el pueblo judío. (Con el antiimperialismo “nos salimos del mundo”, dicen en Argentina. El
“mundo” repudia la vacuna rusa, llamada también “soviética”, por los lacayos,
sacerdotes y fariseos de hoy) Por eso se lo recuerda
como el primer gran luchador anti-imperialista de la historia. (Más de medio siglo antes Espartaco
encabezó una gran rebelión de esclavos contra la por entonces República Romana.
Pero al carecer de una doctrina filosófica la derrota en el campo militar y
político hizo que el heroísmo de los esclavos no pudiera dar origen a una nueva
fuerza política) Por su prédica que movilizaba
multitudes Cristo fue detenido, escarnecido, torturado y en un juicio infame
sentenciado a muerte en las pascuas judías del año 33. (Esto hoy lo hacen el “lawfare” y el sicariato
mediático que manipula las mentes y los corazones de la población) Nos legó una doctrina
basada en el amor, el afán insaciable de justicia y el rechazo al poder del
dinero, del imperio y sus sirvientes. (Che Guevara: “el revolucionario verdadero está guiado por grandes
sentimientos de amor”; “es capaz de sentir en lo más hondo cualquier injusticia
cometido contra cualquiera en cualquier parte del mundo”) Por eso sólo se es
verdaderamente cristiano si se es revolucionario. (He ahí el fundamento de la Teología de la Revolución:
Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Frei Betto, etcétera) Y nos legó también otra
enseñanza: que no basta con poseer las ideas correctas si no se construye una
organización capaz de convertirlas en el motor de la historia. Por eso le encomendó a sus
apóstoles, a los cuadros de la nueva fe, crear un instrumento político de
convocatoria universal que congregase a los pueblos sometidos por Roma –que en
esa época histórica se traducía como “iglesia”- para
oponerse al imperio romano y al poder establecido en Judea y para construir un
nuevo mundo. (Gramsci estableció
una correlación entre Marx, fundador del materialismo histórico, y Lenin,
creador de su aparato político, y Jesucristo, creador de una nueva cosmovisión
universal, y su iglesia de los primeros tiempos, antes de que traicionara el
legado de su fundador)
En su célebre
“Introducción” de 1895 para la nueva edición de libro de Karl Marx Las Luchas
de Clase en Francia de 1848 a 1850 de Karl Marx, Engels pone punto final a su
escrito introductorio con las siguientes palabras: Por mucho tiempo había
trabajado bajo tierra y en secreto, pero de algún tiempo se sentía lo bastante
fuerte para salir abiertamente a la luz del día. Cuando se les ordenaba
asistir a las ceremonias de sacrificio de la iglesia pagana establecida, para
servir como guardia de honor, los soldados revolucionarios llevaban su
insolencia hasta el grado de fijar en sus yelmos símbolos especiales —cruces—.
Las usuales medidas disciplinarias de cuartel, impuestas por los oficiales,
demostraban ser inútiles. El emperador, Diocleciano, no podía ya
contemplar tranquilamente aquello y ver cómo el orden, la obediencia y la
disciplina estaban minados en el ejército. Promulgó una ley antisocialista; perdón, anticristiana. Las reuniones de los
revolucionarios fueron prohibidas, sus lugares de reunión cerrados o demolidos,
los símbolos cristianos, cruces, etc., fueron prohibidos, como en Sajonia se
prohíben los pañuelos rojos de bolsillo. Los cristianos fueron declarados
incapaces de ocupar cargos en el Estado; ni siquiera podían ser cabos. Puesto que en aquel tiempo
no había jueces bien ʹentrenadosʹ en lo que respecta a la ʹreputación de una personaʹ, como presupone la ley antisocialista de Herr Koller, a los
cristianos simplemente se les prohibía exigir sus derechos
ante un tribunal de justicia. Pero esta ley excepcional
también resultó inefectiva. En desafío, los
cristianos la arrancaron de los muros, más aún, se dice que en Nicomedia
incendiaron el palacio del emperador pasando por encima de él. Este se vengó
entonces por medio de una gran persecución de su clase. Fue tan efectiva que,
diecisiete años después, el ejército se hallaba compuesto en gran parte de
cristianos, y el próximo gobernante autócrata de todo el Imperio Romano,
Constantino, llamado ʹel
grandeʹ por los
clericales, proclamó el cristianismo como
la religión del Estado.ʺ ¿Se entiende también por
qué la Iglesia terminó traicionando el legado revolucionario de su fundador? ¿Se entiende por qué la
derecha y el imperialismo abonaron la tesis que convirtió al rebelde judío en
un “adocenado adorador” del statu quo, con todas
sus lacerantes injusticias y atrocidades? Fue por esto que en las últimas
décadas del siglo pasado el
Papa Juan Pablo II lanzara, con el beneplácito de sus grandes aliados: Ronald
Reagan y Margaret Thatcher, una “santa cruzada” contra
la Teología de la Liberación y los curas villeros, los de la opción por los
pobres, restaurando la visión conservadora y reaccionaria de Jesucristo,
apartando a los curas populares de sus comunidades, acallándolos y
persiguiéndolos sin pausa, abriendo las puertas al avance de las versiones más
retrógradas del catolicismo representada en los episcopados y la burocracia
romana y el neopentecostalismo sutilmente orquestado por el imperialismo, para
convertirlo en la base social de apoyo de títeres de la Casa Blanca como Jair Bolsonaro en Brasil y
otros en diversos países. |
Tomado de: https://werkenrojo.cl/ Y Publicado en: https://www.who.int/ En: Facebook; //Adolfo León Libertad |
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