Vacunas e
inmunización:
- Preguntas y respuestas
¿qué es la
vacunación?
La vacunación es una
forma sencilla, inocua y eficaz de protegernos contra enfermedades dañinas
antes de entrar en contacto con ellas.
Las vacunas activan
las defensas naturales del organismo para que aprendan a resistir a infecciones
específicas, y fortalecen el sistema inmunitario.
Tras vacunarnos, nuestro sistema inmunitario
produce anticuerpos, como ocurre cuando nos exponemos a una enfermedad, con la
diferencia de que las vacunas contienen solamente microbios (como virus o bacterias)
muertos o debilitados y no causan enfermedades ni complicaciones.
La mayoría de las vacunas se inyectan, pero
otras se ingieren (vía oral) o se nebulizan en la nariz.
¿Por qué es tan
importante la vacunación?
La vacunación es una forma segura
y eficaz de prevenir enfermedades y salvar vidas, hoy más que nunca.
En la actualidad disponemos de
vacunas para protegernos contra al menos 20 enfermedades, entre ellas la
difteria, el tétanos, la tos ferina, la gripe y el sarampión.
En su conjunto, esas vacunas
salvan cada año tres millones de vidas.
Cuando nos vacunamos, no solo nos protegemos a nosotros mismos, sino
también a quienes nos rodean.
A algunas personas, por ejemplo,
las que padecen enfermedades graves, se les desaconseja vacunarse contra
determinadas enfermedades; por lo tanto, la protección de esas personas depende
de que los demás nos vacunemos y ayudemos a reducir la propagación de tales
enfermedades.
Durante la pandemia de COVID-19
la vacunación sigue siendo de importancia crucial.
La pandemia ha provocado una disminución del número
de niños que reciben inmunización sistemática, lo que podría dar lugar a un
aumento de enfermedades y defunciones por enfermedades prevenibles.
La OMS ha instado a los países a que garanticen la continuidad de
los servicios de inmunización y salud esenciales, a pesar de los desafíos que
plantea la COVID-19.
Las vacunas ponen en marcha las
defensas naturales del organismo y, de ese modo, reducen el riesgo de contraer
enfermedades.
Actúan desencadenando una
respuesta de nuestro sistema inmunitario, que:
- reconoce al microbio invasor (por ejemplo, un
virus o una bacteria);
- genera anticuerpos, que son proteínas que
nuestro sistema inmunitario produce naturalmente para luchar contra las
enfermedades;
- recuerda la enfermedad y el modo de
combatirla. Si, en el futuro, nos vemos expuestos al microbio contra el
que protege la vacuna, nuestro sistema inmunitario podrá destruirlo
rápidamente antes de que empecemos a sentirnos mal.
En definitiva, las vacunas son
una forma ingeniosa e inocua de inducir una respuesta inmunitaria sin causar
enfermedades.
Nuestro sistema inmunitario está
diseñado para recordar.
Tras la administración de una o
más dosis de una vacuna contra una enfermedad concreta, quedamos protegidos
contra ella, normalmente durante años, décadas o incluso para toda la vida.
Por eso las vacunas son tan
eficaces: en vez de tratar una enfermedad cuando esta aparece, evitan que nos
enfermemos.
¿Cómo protegen las vacunas a las personas y las comunidades?
Las vacunas adiestran y preparan
las defensas naturales del organismo, el sistema inmunitario, para que
reconozcan y combatan virus y bacterias.
Si después de la vacunación el
organismo se viera expuesto a esos patógenos, estaría preparado para
destruirlos rápidamente y, de ese modo, evitaría la enfermedad.
Cuando una persona se vacuna
contra una enfermedad, su riesgo de infección también se reduce, por lo que es
mucho menos probable que la transmita a otras personas.
Cuantas más personas de una
comunidad se vacunen menos personas permanecerán vulnerables, y de ese
modo se reducirán las probabilidades de transmisión del agente patógeno entre
personas.
La reducción de las
probabilidades de circulación de un agente patógeno en la comunidad protege a
quienes no se pueden vacunar debido a trastornos graves de salud distintos de
la enfermedad contra la que protege la vacuna.
Eso se llama «inmunidad colectiva»
La inmunidad colectiva se
consigue cuando un alto porcentaje de la población está vacunada, lo que
dificulta la propagación de enfermedades infecciosas, dado que no hay muchas
personas que se puedan contagiar.
Ahora bien, la inmunidad
colectiva solo se logra si la mayoría de las personas se vacunan.
Al mismo tiempo, la inmunidad
colectiva no protege contra todas las enfermedades prevenibles mediante
vacunación.
Por ejemplo, las bacterias que
trasmiten el tétanos están en el medio ambiente, no en otras personas, por lo
tanto, las personas no inmunizadas no están protegidas contra la enfermedad,
aun cuando la mayoría de la comunidad se haya vacunado.
Si no nos vacunamos, corremos el
riesgo de contraer enfermedades graves como el sarampión, la meningitis, la
neumonía, el tétanos y la poliomielitis, muchas de las cuales pueden ser
discapacitantes y mortales.
Según los cálculos de la OMS, las
vacunas salvan la vida a entre dos y tres millones de personas cada año.
Aunque algunas enfermedades son
actualmente poco frecuentes, los patógenos que las causan continúan circulando
en todo el mundo o en partes de él.
Hoy en día, las enfermedades
infecciosas atraviesan fronteras con facilidad e infectan a las personas que no
están protegidas.
Las dos principales razones para vacunarse son protegernos a nosotros
mismos y proteger a las personas que nos rodean.
Puesto que no se puede
vacunar a todas las personas —por ejemplo, no es recomendable para los recién nacidos,
las personas gravemente enfermas y las que pueden presentar determinadas
alergias—, al protegernos nosotros evitamos contagiarles enfermedades
que se pueden prevenir mediante vacunación.
¿Qué enfermedades previenen las vacunas?
Las vacunas protegen contra
muchas enfermedades, entre ellas:
• el cáncer cervicouterino
• el cólera
• la difteria
• la hepatitis B
• la gripe
• la encefalitis japonesa
• el sarampión
• la meningitis
• las paperas
• la tosferina
• la neumonía
• la poliomielitis
• la rabia
• las infecciones por rotavirus
• la rubéola
• el tétanos
• la fiebre tifoidea
• la varicela
• la fiebre amarilla
Actualmente se siguen
desarrollando otras vacunas, y algunas de ellas ya se administran
experimentalmente.
Es el caso de las que protegen
contra el ebola o contra el paludismo, que todavía no están disponibles en todo
el mundo.
Es posible que, en su país, no
necesite todas estas vacunas.
Algunas solo es necesario
administrarlas en situaciones específicas: antes de viajar a determinados
lugares, en las zonas de riesgo o cuando una persona corre un riesgo elevado de
infectarse por motivos laborales.
Los profesionales sanitarios le
informarán de las vacunas que necesitan usted y su familia.
¿Tengo
que vacunarme contra la gripe estacional?
La gripe es una enfermedad grave
que mata cada año a entre 300 000 y 650 000 personas.
Hay grupos que corren más riesgo de sufrir síntomas graves e, incluso,
de fallecer, como las embarazadas, los niños pequeños, los ancianos y las
personas que presentan enfermedades crónicas, como el asma y determinadas
cardiopatías.
Al vacunar a una embarazada, se
protege también al feto (por el momento, no se ha comercializado ninguna vacuna
antigripal para niños menores de seis meses).
Las vacunas contra la gripe
estacional proporcionan inmunidad contra las tres cepas más prevalentes que
circulan cada temporada.
Son el mejor método para reducir
las posibilidades de presentar una gripe de gravedad y contagiarla a otras
personas, y se utilizan desde hace 60 años sin causar problemas.
¿Cuál es el momento adecuado para vacunarse (yo o mi hijo)?
Las vacunas nos protegen durante
toda la vida y en diferentes edades, desde el nacimiento hasta la edad
infantil, durante la adolescencia y la edad adulta.
La mayoría de los países
proporcionan cartillas de vacunación, tanto a los niños como a los adultos, en
las que se consignan las vacunas que han recibido y las nuevas vacunas o las
dosis de refuerzo que se les deben administrar más adelante.
Todos debemos asegurarnos de
estar al día con la vacunación.
Retrasar el momento de vacunarnos
es correr el riesgo de enfermarnos gravemente.
Si esperamos a hacerlo hasta
arriesgarnos a exponernos a una enfermedad (por ejemplo, durante un brote), puede ser
demasiado tarde para que la vacuna actúe y para recibir todas las dosis
recomendadas.
¿Por
qué se inicia tan temprano la vacunación?
En su día a día, los niños
pequeños pueden estar expuestos a enfermedades simplemente por estar en
diversos lugares y en contacto con distintas personas.
Ello representa un riesgo
importante.
En sus calendarios de vacunación,
la OMS recomienda proteger lo antes posible a los lactantes y los niños
pequeños.
A menudo, en estas edades hay más
riesgo de sufrir enfermedades porque el sistema inmunitario no se ha
desarrollado por completo y el organismo tiene menos capacidad para combatir
las infecciones.
Por eso es tan importante vacunar
a los niños en el momento recomendado para cada enfermedad.
No
he vacunado a mi hijo en el momento recomendado.
¿Es
demasiado tarde para hacerlo?
Con las escasas excepciones de
algunas vacunas, nunca es demasiado tarde para vacunarse.
Pregunte a los profesionales
sanitarios cómo recuperar las dosis de vacunas no administradas, tanto a usted
como a su hijo.
Prácticamente todo el mundo se
puede vacunar.
Sin embargo, la vacunación está
desaconsejada o debe postergarse en situaciones específicas o cuando se
presentan determinadas enfermedades orgánicas:
• enfermedades o tratamientos crónicos (como la
quimioterapia) que afecten al sistema inmunitario;
• alergias graves o potencialmente mortales a
componentes de las vacunas (cabe señalar que estas alergias son muy raras);
• una enfermedad grave el día de
la vacunación.
Con todo, los niños que presentan una enfermedad
grave el día de la vacunación deben ser vacunados en cuanto se encuentren bien.
Las enfermedades de intensidad moderada y la fiebre
baja no contraindican la vacunación.
Aun así, estos factores suelen
variar en función de la vacuna.
Si no está seguro de que usted o
su niño pueden recibir una determinada vacuna, pregúntelo a los profesionales
sanitarios.
Ellos le ayudarán a decidir con
conocimiento de causa acerca de su vacunación o de la de su hijo.
¿Cómo se desarrollan y prueban las vacunas?
Las vacunas más utilizadas se han
administrado durante decenios, y millones de personas las reciben cada año con
total seguridad.
Al igual que los medicamentos,
cada vacuna debe pasar por una serie de pruebas amplias y rigurosas que
garanticen su seguridad, antes de que se puedan introducir en un país.
El primer ensayo de una vacuna
experimental se realiza con animales, con el fin de evaluar su seguridad y sus
posibilidades para prevenir la enfermedad.
Con posterioridad se realizan
ensayos clínicos con seres humanos, en tres fases:
- En la fase I se administra la vacuna a un pequeño número de
voluntarios, a fin de evaluar su seguridad, confirmar que genera una
respuesta inmunitaria y determinar la dosis correcta.
- En la fase II, se suele administrar la vacuna a cientos de
voluntarios, de los que se hace un seguimiento estrecho para detectar
cualquier efecto secundario y evaluar su capacidad de generar una
inmunitaria.
- Además, de ser posible, en esta fase se
obtienen datos sobre resultados relacionados con enfermedades, pero, por
lo general, en números insuficientes para tener un panorama claro del
efecto de la vacuna en la enfermedad.
- Los participantes en esta fase tienen las
mismas características (por ejemplo, edad y sexo) que las personas a las
que se prevé vacunar.
- En esta fase, algunos voluntarios reciben la
vacuna y otros no, lo que permite efectuar comparaciones y extraer
conclusiones sobre la vacuna.
- En la fase III se administra la vacuna a miles de
voluntarios, algunos de los cuales reciben la vacuna experimental y otros
no, al igual que en los ensayos de fase II.
- Los
datos de ambos grupos se comparan cuidadosamente para determinar si la
vacuna es segura y eficaz contra la enfermedad de que se trate.
Una vez disponibles los
resultados de los ensayos clínicos se deben adoptar una serie de medidas que
incluyen exámenes de la eficacia, seguridad y fabricación, con miras a obtener
las autorizaciones normativas y de salud pública previas a la introducción de
la vacuna en un programa nacional de inmunización.
Después de la introducción de una vacuna se
mantiene un estrecho seguimiento destinado a detectar cualquier efecto
secundario adverso imprevisto y evaluar con más detalle su eficacia en
condiciones de uso sistemático, incluso con mayor número de personas, así como
para seguir evaluando la mejor manera de utilizar la vacuna y de conseguir el
máximo efecto de protección.
Sigo teniendo preguntas sobre las vacunas. ¿Qué debo hacer?
Si tiene dudas acerca de las
vacunas, confíe en los profesionales sanitarios.
Ellos se las aclararán con
información basada en datos científicos sobre la vacunación para usted y para
su familia, y le proporcionarán el calendario vacunal recomendado en su país.
En internet, confíe solamente en
fuentes fiables para informarse sobre las vacunas.
Para ayudarle a reconocerlas, la OMS ha examinado y certificado muchos sitios web de
todo el mundo que contienen solamente información basada en datos científicos
fiables y revisiones independientes realizadas por los mejores expertos
técnicos.
Todos estos sitios web son
miembros de la Red de Seguridad Vacunal (www.vaccinesafetynet.org).
Todos los componentes de las
vacunas son importantes para garantizar su inocuidad y su eficacia.
Estos son algunos de ellos:
• El antígeno: es
una forma muerta o debilitada de un patógeno (por ejemplo, un virus o una
bacteria) que prepara a nuestro organismo para reconocer y combatir una
determinada enfermedad en el futuro.
• Adyuvantes: ayudan
a incrementar la respuesta inmunitaria y, así, facilitan la acción de las
vacunas.
• Conservantes: garantizan
que la vacuna mantiene su eficacia.
• Estabilizantes: protegen
la vacuna durante su transporte y almacenamiento.
Algunos de los componentes que
figuran en la etiqueta de las vacunas nos son desconocidos, pero muchos de
ellos están presentes de forma natural en nuestro organismo, en nuestro entorno
y en los alimentos que ingerimos.
Para garantizar su inocuidad, se
hace un examen y un seguimiento integral de todas las vacunas y de sus
ingredientes por separado.
La vacunación es inocua y, aunque
pueda producir efectos secundarios, como dolor en el brazo o fiebre baja,
suelen ser muy leves y temporales.
Si bien no puede descartarse que
ocasionen efectos secundarios graves, estos son sumamente raros.
Todas las vacunas autorizadas son
sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las distintas fases de los ensayos
clínicos, y siguen siendo evaluadas con regularidad tras su comercialización.
Además, los científicos hacen un
seguimiento constante de la información procedente de diversas fuentes en busca
de indicios de que causen efectos adversos.
Es mucho más probable padecer
lesiones graves por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una
vacuna.
Por ejemplo, el tétanos puede
ocasionar dolores muy intensos, espasmos musculares (por ejemplo, de músculos
que se utilizan para masticar) y coágulos sanguíneos, mientras que sarampión
puede inflamar el encéfalo (encefalitis) y causar ceguera.
Muchas enfermedades prevenibles
mediante vacunación nos pueden matar.
Los beneficios de la vacunación
superan con creces los riesgos a los que exponen, y sin vacunas habría muchos
más casos de enfermedades y de defunciones.
Las
vacunas, ¿causan efectos secundarios?
Como todos los medicamentos, las
vacunas pueden causar efectos secundarios leves —por ejemplo, fiebre baja, dolor o enrojecimiento en el
lugar de inyección—, que desaparecen espontáneamente a los pocos días.
Raramente producen efectos
secundarios más graves o duraderos: la probabilidad de sufrir una reacción
grave a una vacuna es de uno entre un millón.
Las vacunas se someten a una
vigilancia continua para garantizar su inocuidad y detectar posibles efectos
adversos, que son infrecuentes.
¿Se
puede administrar a los niños más de una vacuna simultáneamente?
Se ha demostrado científicamente
que administrar varias vacunas al mismo tiempo no causa efectos negativos.
Los niños están expuestos cada
día a cientos de sustancias que desencadenan respuestas inmunitarias.
Al ingerir un alimento, introduce
nuevos gérmenes en su organismo, y su nariz y su boca albergan muchas
bacterias.
Cuando se administra a un niño
una vacuna múltiple (por ejemplo, contra la difteria, la tosferina y el
tétanos) se reduce el número de inyecciones y se le causa menos malestar.
Además, se garantiza que recibe
las vacunas que necesita en el momento adecuado para no exponerlo al riesgo de
contraer enfermedades potencialmente mortales.
¿Hay
un vínculo entre las vacunas y el autismo?
No existen pruebas que demuestren
vínculo alguno entre las vacunas y el autismo u otros trastornos de su
espectro.
Ello se ha comprobado en
numerosos estudios que han incluido a un número muy alto de individuos.
En 1998 se publicó
un estudio que sembró dudas sobre la posible
relación entre una vacuna triple (contra el sarampión, las paperas y la
rubeola) y el autismo.
Sin embargo,
posteriormente se comprobó que el estudio presentaba numerosas deficiencias y
era fraudulento.
La revista que lo había publicado lo eliminó y a su autor se le retiró
la licencia para ejercer la medicina.
Por desgracia, este artículo
asustó a algunas personas y las tasas de inmunización contra algunas
enfermedades cayeron en determinados países, con la consiguiente aparición de
brotes.
Es responsabilidad de todos
difundir solamente información científica fiable acerca de las vacunas y de las
enfermedades que previenen.
¿Cómo contribuye la OMS a garantizar la seguridad de las vacunas?
La OMS trabaja para garantizar
que cada persona en cualquier lugar que sea esté protegida por vacunas seguras
y eficaces.
Para ello, ayuda a los países a
establecer sistemas de seguridad rigurosos en lo relativo a las vacunas, y
aplica normas internacionales estrictas para reglamentarlos.
Junto con científicos de todo el
mundo, los expertos de la OMS realizan seguimientos constantes para garantizar
que las vacunas sigan siendo seguras.
Además, la OMS trabaja con
asociados para ayudar a los países a investigar y comunicar cualquier motivo de
preocupación que pudiera surgir.
Todo efecto secundario adverso imprevisto
notificado a la OMS es objeto de evaluación por parte de un grupo de expertos
independientes que integran el Comité Consultivo Mundial
sobre Seguridad de las Vacunas.
Tomado de: https://www.who.int/
Y
Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
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