domingo, 14 de junio de 2015

Cómo los israelíes se benefician de la ocupación



Noam Sheizaf

Fuente: How every Israeli profits from the occupation+972 Magazine, 9/06/2015

El gobierno, la economía y los ciudadanos de Israel explotan regularmente todo lo que pueden en Cisjordania, dejando a los palestinos el mínimo indispensable para la supervivencia. Si los israelíes quieren cambiar, tendrán que ponerse de acuerdo con la realidad.



Un palestino vende café en la entrada de un puesto de control israelí que separa Belén y Jerusalén, 12 de junio de 2014. (Foto: Activestills.org)


Contrariamente a la creencia popular, el boicot no es la mayor amenaza con que se enfrenta Israel, al menos no por el momento. Sin embargo, ahora que el BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) se ha vuelto algo muy conocido, es la oportunidad perfecta para que los israelíes tengan una conversación honesta sobre la ocupación. 

A diferencia de la opinión promovida por *Yedioth Ahronoth* —que ha lanzado una campaña contra el movimiento BDS a través de una serie de artículos y editoriales—, es evidente que el apoyo al movimiento BDS se explica por nuestro control sobre millones de personas en Cisjordania y Gaza, a las que negamos sus derechos básicos.

La ocupación es uno de los proyectos nacionales más importantes de Israel, si no el mayor. Todos los sectores de la población —por no mencionar a la economía israelí— toman parte en ella. 
Desde la industria de alta tecnología, que desarrolla nuestros dispositivos de combate y vigilancia más avanzados, hasta las grandes corporaciones de la economía israelí y los miles de personas que están al frente de los puestos de control y patrullan las calles de Cisjordania desde hace años, todo el mundo desempeña un papel en la ocupación.

Hay quienes afirman que la ocupación es una carga para el estado de Israel. Tal vez tengan razón. 
Pero no podemos ignorar el hecho de que es también beneficiosa, incluso para aquellos que viven en la región central de Israel y están convencidos de que la “extrema derecha” es la culpable de todo. 
En primer lugar, están los beneficios que provienen de varios proyectos empresariales en Cisjordania: las minas controladas por Israel, que reducen los costes de la construcción en todo el país; los lugares turísticos y todas las empresas que se aprovechan de la mano de obra palestina barata.

Incluso la tierra misma es rentable para Israel. El gobierno judío resolvió la crisis de la vivienda en la comunidad ultraortodoxa desplazando a más de 100.000 personas a dos ciudades situadas en Cisjordania. Imaginen cuánto costaría este tipo de suelo en la región central de Israel. ¿Y qué pasaría si Jerusalén, que ha estado expandiéndose durante años hacia el este, lo hubiera hecho hacia el oeste?

Los mercados de Ramala y Jan Yunis tienen productos israelíes. Cisjordania y la Franja de Gaza son mercados cautivos para los productos israelíes por valor de miles de millones de shekels al año [centenares de millones de euros, N. del T.]. Quizá los palestinos preferirían comprar productos jordanos y egipcios, más baratos que los israelíes, pero es imposible un comercio libre bajo la ocupación.


Palestinos queman productos de los asentamientos israelíes cerca de la colonia de Karmei Tzur, en Cisjordania. (Foto: Joseph Dana)


¿Y qué decir de todos esos pequeños beneficios que nunca se cuantificarán realmente? Imaginemos un camión que parte de Eliat hacia Kiryat Shmona, en la frontera septentrional.

 ¿Cuánto costaría el viaje si hubiera que circunvalar Cisjordania? ¿Y si hubiera que pagar un peaje a la Autoridad Palestina? ¿Qué pasaría si tuviéramos que pagar a los palestinos por usar la Ruta 443, que atraviesa Cisjordania? ¿O si tuviéramos que tomar en arriendo las tierras que están más allá de la Línea Verde y en las que está pensado construir el tren de alta velocidad a Jerusalén? ¿Y qué pasaría con el espacio aéreo, los acuíferos o las frecuencias electromagnéticas?

Partner, el proveedor israelí de Orange, una compañía telefónica francesa cuyo presidente declaró la semana pasada que tenía la intención de dejar de hacer negocios en Israel, tiene antenas por toda Cisjordania, al igual que las demás compañías de telecomunicaciones israelíes. 
El problema no se ciñe al robo de las tierras. Solo las compañías israelíes tienen derecho a operar redes 3G en todo el país. 
Mientras tanto, la red palestina solo permite llamadas telefónicas y mensajes de texto. 
En consecuencia, miles de palestinos que quieren usar redes 3G tienen que acudir a las compañías israelíes. 
Este es un claro beneficio para Partner y las demás compañías. Y todo esto sin entrar en cuestiones extrañas, como que Orange pague una renta a los colonos israelíes que establecen ilegalmente asentamientos en tierras privadas palestinas.

La conclusión es muy simple: Israel —su gobierno, su economía y sus ciudadanos— explotan todo lo que pueden en Cisjordania, dejando a los palestinos el mínimo indispensable para su supervivencia.
No existe un “Israel democrático” al oeste de la Línea Verde y un “Israel ocupante” al este. El Israel ocupante también existe en Tel Aviv.
En lugar de poner los ojos en blanco y gritar “¡antisemitas!”, como hace la derecha, o culpar a los colonos y a Netanyahu, como hace la izquierda, ha llegado la hora de reconocer estos hechos. 
Solo entonces seremos capaces de empezar a hacer un cambio.

Noam Sheizaf es editor y periodista independiente. Ha trabajado en el Ha-ir de Tel Aviv, en Ynet.co.il y en Maariv. También ha publicado en HaaretzYedioth AhronothThe Nation y otros periódicos y revistas.
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)

TOMADO DE; http://blog.disenso.net/

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