Cómo los israelíes se benefician
de la ocupación
Noam Sheizaf
El
gobierno, la economía y los ciudadanos de Israel explotan regularmente todo lo que
pueden en Cisjordania, dejando a los palestinos el mínimo indispensable para la
supervivencia. Si los israelíes quieren cambiar, tendrán que ponerse de acuerdo
con la realidad.
Un palestino vende café en la
entrada de un puesto de control israelí que separa Belén y Jerusalén, 12 de
junio de 2014. (Foto: Activestills.org)
Contrariamente a la
creencia popular, el boicot no es la mayor
amenaza con que se enfrenta Israel, al menos no por el momento.
Sin embargo, ahora que el BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) se ha vuelto
algo muy conocido, es la oportunidad perfecta para que los israelíes tengan una
conversación honesta sobre la ocupación.
A diferencia de la opinión promovida por *Yedioth
Ahronoth* —que ha lanzado una campaña contra el movimiento BDS
a través de una serie de artículos y editoriales—, es evidente que el apoyo al
movimiento BDS se explica por nuestro control sobre millones de personas en Cisjordania y Gaza,
a las que negamos sus derechos básicos.
La ocupación es uno de los
proyectos nacionales más importantes de Israel, si no el mayor. Todos los
sectores de la población —por no mencionar a la economía
israelí— toman parte en ella.
Desde la industria de alta tecnología,
que desarrolla nuestros dispositivos de combate y vigilancia más avanzados,
hasta las grandes corporaciones de la economía israelí y los miles de personas
que están al frente de los puestos de control y patrullan las calles de
Cisjordania desde hace años, todo el mundo desempeña un papel
en la ocupación.
Hay
quienes afirman que la ocupación es una carga para el estado de Israel. Tal vez
tengan razón.
Pero no podemos ignorar el hecho de que es también beneficiosa,
incluso para aquellos que viven en la región central de Israel y están
convencidos de que la “extrema derecha” es la culpable de todo.
En primer
lugar, están los beneficios que provienen de varios proyectos empresariales en
Cisjordania: las minas controladas por
Israel, que reducen los costes de la construcción en todo el país;
los lugares turísticos y todas las empresas que se aprovechan de la mano de
obra palestina barata.
Incluso la tierra misma es
rentable para Israel. El gobierno judío resolvió la crisis de la vivienda en la
comunidad ultraortodoxa desplazando a más de 100.000 personas a dos ciudades
situadas en Cisjordania. Imaginen cuánto costaría este tipo de suelo en la
región central de Israel. ¿Y qué pasaría si Jerusalén, que ha estado expandiéndose durante años
hacia el este, lo hubiera hecho hacia el oeste?
Los mercados de Ramala y
Jan Yunis tienen productos israelíes. Cisjordania y la Franja de Gaza son mercados cautivos para los
productos israelíes por valor de miles de millones de shekels al año
[centenares de millones de euros, N. del T.]. Quizá los palestinos preferirían
comprar productos jordanos y egipcios, más baratos que los israelíes, pero es
imposible un comercio libre bajo la ocupación.
Palestinos queman productos de
los asentamientos israelíes cerca de la colonia de Karmei Tzur, en Cisjordania.
(Foto: Joseph Dana)
¿Y qué decir de todos esos
pequeños beneficios que nunca se cuantificarán realmente? Imaginemos un camión
que parte de Eliat hacia Kiryat Shmona, en la frontera septentrional.
¿Cuánto
costaría el viaje si hubiera que circunvalar Cisjordania? ¿Y si hubiera que
pagar un peaje a la Autoridad Palestina? ¿Qué pasaría si tuviéramos que pagar a
los palestinos por usar la Ruta 443,
que atraviesa Cisjordania? ¿O si tuviéramos que tomar en arriendo las tierras
que están más allá de la Línea Verde y en las que está pensado construir el
tren de alta velocidad a Jerusalén? ¿Y qué pasaría con el espacio aéreo, los
acuíferos o las frecuencias electromagnéticas?
Partner, el proveedor
israelí de Orange, una compañía telefónica francesa cuyo presidente declaró la
semana pasada que tenía la intención de dejar de hacer negocios en Israel,
tiene antenas por toda Cisjordania, al igual que las demás compañías de telecomunicaciones
israelíes.
El problema no se ciñe al robo de las tierras. Solo las compañías
israelíes tienen derecho a operar redes 3G en todo el país.
Mientras tanto, la
red palestina solo permite llamadas telefónicas y mensajes de texto.
En
consecuencia, miles de palestinos que quieren usar redes 3G tienen que acudir a
las compañías israelíes.
Este es un claro beneficio para Partner y las demás
compañías. Y todo esto sin entrar en cuestiones extrañas, como que Orange pague una renta a los
colonos israelíes que establecen ilegalmente asentamientos en
tierras privadas palestinas.
La conclusión es muy simple: Israel —su gobierno, su economía y sus
ciudadanos— explotan todo lo que pueden en Cisjordania, dejando a los
palestinos el mínimo indispensable para su supervivencia.
No existe un “Israel
democrático” al oeste de la Línea Verde y un “Israel ocupante” al este. El
Israel ocupante también existe en Tel Aviv.
En lugar de poner los ojos en blanco y gritar “¡antisemitas!”,
como hace la derecha, o culpar a los colonos y a Netanyahu, como hace la
izquierda, ha llegado la hora de reconocer estos hechos.
Solo entonces seremos
capaces de empezar a hacer un cambio.
Noam Sheizaf es
editor y periodista independiente. Ha trabajado en el Ha-ir de Tel
Aviv, en Ynet.co.il y
en Maariv. También ha
publicado en Haaretz, Yedioth Ahronoth, The Nation y
otros periódicos y revistas.
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
TOMADO DE; http://blog.disenso.net/
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