Lecciones del informe de la
ONU sobre Gaza
Fuente: Lessons from the UN Gaza report: Next stop, ICC?, +972 Magazine, 22/06/2015
La investigación independiente del Consejo de
Derechos Humanos está repleta de sospechas de
crímenes de guerra.
Pero es más importante lo que tiene que decir sobre
cómo ha investigado Israel esas alegaciones y lo que
eso significa para la Corte Penal Internacional.
Para consuelo de Israel y disgusto de muchos otros,
el informe de la ONU sobre la guerra de Gaza el verano
pasado no es una acusación contra el estado judío.
No declara de forma concluyente que Israel haya
cometido crímenes de guerra y no es ciertamente
unilateral.
No obstante, el informe del Consejo de Derechos
Humanos publicado el lunes es valioso si se lee como
un anticipo de lo que podría ocurrir en un organismo
mucho más importante que está investigando la guerra
de 2014: la Corte Penal Internacional.
La comisión independiente de investigación no tiene ninguna
autoridad real. Aunque sus investigadores y personal de
apoyo sobre el terreno de la Oficina del Alto Comisionado
(OHCHR) son muy respetados y son miembros de las
organizaciones internacionales más reconocidas que han
investigado los acontecimientos de Gaza, su trabajo va a
parar a uno de los organismos más politizados y
anti-israelíes del sistema internacional, el Consejo de
Derechos Humanos de la ONU.
Por otra parte, la falta de acceso a Israel y Hamas ha
reducido seriamente la capacidad de la comisión para
extraer conclusiones definitivas.
El informe está salpicado de frases como
“pueden considerarse crímenes de guerra”,
“fuertes indicios de que (…) puede considerarse un
crimen de guerra”, “si se confirmara (…) constituiría un
crimen de guerra”. El único caso en el que se habla
taxativamente de crímenes de guerra es el de ejecuciones
extrajudiciales de colaboracionistas palestinos en
Gaza.
Pero aunque la comisión de investigación hubiera tenido
pleno acceso y hubiera podido reunir pruebas suficientes
para decir claramente que se cometieron crímenes de
guerra, no habría podido hacerse nada al respecto. Es ahí
donde entra la Corte Penal Internacional (CPI).
Irónicamente o no, la cuestión de si se cometieron o no
crímenes de guerra no es el elemento más importante que
determinará si la CPI lanza una investigación penal o dicta
una sentencia sobre Gaza.
Ciertamente, sin la existencia de “indicios” de crímenes
de guerra, no habría investigaciones o sentencias.
Pero para que la CPI tenga jurisdicción sobre
presuntos crímenes de guerra, se deben cumplir
determinadas condiciones:
Complementariedad significa que si Israel investigara a
sus propios soldados por presuntas violaciones del
derecho internacional, y si lo hiciera de buena fe,
la CPI no tendría jurisdicción.
Pero si la CPI creyera que Israel no quiere o no
puede investigarse a sí misma, entonces podría tener
jurisdicción en presuntos crímenes de guerra
cometidos por sus ciudadanos.
Y aquí es donde el informe de la ONU se pone
interesante.
Nadie se sorprendió por las secciones y conclusiones más
sobresalientes del informe.
Los titulares publicados el lunes a lo largo y ancho del
mundo (“Informe de la ONU sobre Gaza critica a Israel y
Hamas por posibles crímenes de guerra”) podrían haber
sido escritos seis meses o incluso un año atrás.
Pero es leyendo una sección menos emocionante, sobre
responsabilidad, cuando podemos comenzar a extraer
conclusiones que podrían ser indicativas de lo que podría
suceder más adelante en la Corte Penal Internacional.
El informe de la ONU señala una serie de graves
deficiencias en las investigaciones que Israel ha llevado a
cabo sobre comportamientos de sus fuerzas armadas.
Por ejemplo, el Fiscal Militar de Israel se enfrenta a
importantes conflictos de intereses cuando tiene que
decidir cuándo debe investigar y juzgar a los soldados:
los mismos abogados de las Fuerzas de Defensa de Israel
(FDI) que asesoran a soldados y oficiales sobre la legalidad
de sus acciones en combate son propuestos,
posteriormente, para que juzguen si su conducta fue
legal.
En segundo lugar, el informe señala que los crímenes de
guerra no existen en el derecho israelí, lo cual dificulta
enormemente su persecución.
En tercer lugar, el concepto de responsabilidad de mando
no existe en el derecho militar israelí, lo cual significa que
son los soldados rasos los que suelen enfrentar las
consecuencias de actos aparentemente aislados.
Y por último, las investigaciones, procesamientos
y condenas por presuntos crímenes de guerra
A partir de un análisis superficial, se podría concluir que el
informe de la ONU indica que Israel no cumple
satisfactoriamente con la complementariedad,
acrecentando así el riesgo de que la CPI extienda su
jurisdicción.
De hecho, en sus conclusiones, el informe expresa su
preocupación por el hecho de que “la impunidad
prevalece en todos los ámbitos de las violaciones del
derecho humanitario internacional y de los derechos
humanos supuestamente cometidas por las fuerzas
israelíes”.
Pero la elección que el informe hace de las palabras es
muy importante. Mientras que declara que las
investigaciones palestinas son “lamentablemente
inadecuadas” y, en el caso de Gaza, completamente
ausentes, los mecanismos de investigación israelíes son
descritos simplemente como “defectuosos” y que hay
lugar para su mejora.
Los autores del informe “esperan con expectación” los
resultados de las investigaciones israelíes pendientes.
En otras palabras, la comisión de investigación
de la ONU cree que Israel tiene mecanismos para
investigarse a sí mismo; solo se pone en duda su
voluntad de hacerlo.
Cuando la fiscal de la Corte Penal Internacional Fatou
Bensouda decida sobre el lanzamiento de una investigación
oficial sobre supuestos crímenes de guerra cometidos en
Gaza, habrá un nivel increíblemente alto para mostrar que
se ha superado la prueba de la complementariedad.
Incluso la investigación de la ONU, llevada a cabo por uno
de los organismos internacionales más politizados,
ha rehuido declarar que Israel es incapaz de
investigarse a sí misma.
Demostrar que no tiene voluntad de hacerlo será una
tarea monumental para Bensouda.
Michael Schaeffer Omer-Man es escritor, periodista y editor que vive en Israel. Es editor gerente
de +972 Magazine y anteriormente trabajó como director de la sección de noticias de JPost.com.
Puedes seguirle en Twitter:@MikeOmerMan
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
TOMADO DE :http://blog.disenso.net/
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