Una reflexión sobre la
‘deslegitimación’ de Israel
John V. Whitbeck
Fuente: A reflection on the ‘delegitimization’ of Israel, Ma’an News Agency, 9/06/2015
El 5 de junio pasado fue
el 48º aniversario del ataque “preventivo” contra Egipto, con el que Israel
lanzó la fatídica “Guerra de los Seis Días”, que permitió al movimiento
sionista completar su conquista de la Palestina histórica.
Cuando el “Estado de Palestina” (la denominación legal del 22 por
ciento del territorio de la Palestina histórica conquistado en 1967, que es
ahora reconocido como un estado por otros 136 estados y por la ONU) entra en el
49º año de su ocupación, aparentemente perpetua, por el estado de Israel, el
gobierno de Tel Aviv y sus amigos de EEUU se está movilizando para librar una
nueva guerra, una “guerra de legitimación” contra la “deslegitimación” de
“Israel”.
Casi todas las
iniciativas no-violentas tomadas por los palestinos y sus amigos —el logro del
estatus de estado para Palestina en la ONU (que implica, necesariamente, el
abandono de cualquier reclamación del 78 por ciento de la Palestina histórica
conquistada por el movimiento sionista en 1948), el llamamiento a más
reconocimientos diplomáticos bilaterales por parte de los estados europeos, el
ingreso en la Corte Penal Internacional, la adhesión a varias convenciones de
derechos humanos y, por supuesto, el movimiento internacional de boicot,
desinversiones y sanciones (BDS)— han sido condenadas por perseguir la
“deslegitimación” de “Israel”.
Las comillas de “Israel” pretenden subrayar una cuestión fundamental: cuando los israelíes y sus amigos hablan de “deslegitimación” de Israel o del “derecho a existir” de Israel, no se están refiriendo a la legitimidad o a la existencia continuada de un territorio físico o de un grupo de personas.
Las comillas de “Israel” pretenden subrayar una cuestión fundamental: cuando los israelíes y sus amigos hablan de “deslegitimación” de Israel o del “derecho a existir” de Israel, no se están refiriendo a la legitimidad o a la existencia continuada de un territorio físico o de un grupo de personas.
Se están refiriendo a la legitimidad o la existencia continuada
del particular sistema político supremacista, etnicista y sectario-confesional
establecido en 1948 en el territorio previamente llamado Palestina, un
territorio en el que la población actual es, aproximadamente, mitad judía y
mitad palestina.
¿Por qué la “deslegitimación” se ha convertido, de repente, en una
amenaza existencial para “Israel”?
No es solo porque la “amenaza existencial” (y la distracción
práctica) del programa nuclear iraní corra el riesgo de perderse en el futuro
inmediato.
Hasta hace relativamente poco, muy pocas personas cuestionaron
seriamente la existencia continuada de “Israel”; bien porque consideraron que
la limpieza étnica de Palestina y el expolio y dispersión del pueblo palestino,
y la consiguiente conquista de nuevos espacios para el “estado judío”, era algo
bueno o porque lo consideraron, al igual que el genocidio de los pueblos
indígenas de América del Norte, cometido para conquistar nuevos espacios para
los colonos europeos y sus esclavos africanos, un hecho injusto irreversible
sobre el que no vale la pena seguir pensando.
Hasta hace relativamente poco, la atención mundial se ha centrado
en terminar la ocupación de los territorios palestinos conquistados en 1967, en
buena parte porque esa injusticia es considerada reversible a través de la
“solución de dos estados”, que ofrecería una pequeña dosis de justicia y
esperanza de una vida decente a la minoría palestina que vive en el estado de
Palestina ocupado.
Sin embargo, en un momento en que los líderes israelíes se han
vuelto más sinceros y explícitos sobre la naturaleza permanente de su ocupación
del estado de Palestina y sobre su creencia, profundamente arraigada, de que no
hay diferencia entre la parte de Palestina conquistada en 1948 y la parte de
Palestina conquistada en 1967, siendo ambas un regalo que su dios les entregó a
ellos y solo a ellos, la atención mundial ha empezado a ampliarse, tanto en
relación con las posibilidades del futuro como con las realidades del pasado.
A la vista de la clara intención de los líderes israelíes de
mantener el actual sistema discriminatorio y antidemocrático de “un estado con
dos sistemas”, muchas personas han empezado a examinar de nuevo la injusticia
de origen, el pecado original, de 1948 y la naturaleza del proyecto sionista,
llegando a pensar seriamente en la deseabilidad de reformar y transformar el
“Israel” supremacista, etnicista y sectario en un estado democrático en el que
todas las personas que vivan en él tengan iguales derechos y la dignidad humana
protegida, el mismo sistema político que los gobiernos occidentales dicen
defender como la forma ideal de gobierno para todos los demás estados.
Evidentemente,
sería más probable que los israelíes cuestionaran la sostenibilidad de su muy
cómodo statu quo y se
interesaran seriamente en alcanzar una “solución de dos estados” decente antes
que se percataran de que la opinión pública y los gobiernos occidentales están
empezando a cuestionar tanto la “rectitud” de la creación de “Israel” como la
legitimidad de un régimen supremacista, etnicista y fundamentalista en el siglo
XXI, se llame “estado judío” o “estado islámico”.
De ahí el repentino auge de la amenaza existencial que representa
la “deslegitimación” de “Israel”.
Nadie ha hecho más por la deslegitimación de “Israel” a los ojos
del mundo que el primer ministro Netanyahu.
Quizá quienes luchan por la igualdad de derechos, la dignidad
humana igual y alguna medida de justicia, sea en dos estados o en uno, estén
esperando que el Sr. Netanyahu siga realizando tan “excelente trabajo” en la
“guerra de la legitimidad”.
John V. Whitbeck es
abogado especializado en derecho internacional y ha asesorado al equipo
negociador palestino en las conversaciones con Israel.
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
TOMADO DE: http://blog.disenso.net/
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