martes, 15 de marzo de 2016

El que inventó la ley no hizo la trampa

MIRADAS











Centenares de historias repletas de irregularidades se escuchan todos los días en las largas colas que se forman para adquirir productos en Caracas. Entonces, ¿Qué ha pasado con los mecanismos de control implementados por el Estado?
“… La cola está larguísima, tengo el número 10 pero ya han pasado como 50, este se coleó, el de allá tiene toda la pinta de bachaquero, la semana pasada se acabó todo justo cuando venía mi turno, estoy en esta vaina desde la 5 de la mañana y nada…”.
Yo vivo a tan solo unos pasos de un conocido Farmatodo en el oeste de la ciudad. Sin embargo, trabajo en uno de los órganos vitales de la clase media caraqueña (Las Mercedes), repleto de sedes (mucho más grandes y “caché”) de esta misma cadena “farmacéutica”, así como uno que otro Locatel, Excelsior Gama, etcétera. Esto parecía, al menos al principio (año 2013) y dentro de todo el caos imperante, una buena noticia.
Hasta que repentinamente empecé a visualizar desde mi ventana decenas de personas, incluyendo un par de niños, pernoctar todas las noches a las afueras de este Farmatodo “para ver qué hay” en los camiones que llegan diariamente (alrededor de las 9 de la noche) repletos de productos que a tempranas horas del día ya no existen.
Semanas después y desde las 4:30 am, un panorama similar se fue imponiendo en los alrededores de la Río de Janeiro, rumbo a mi oficina, rodeada de motos de corte popular utilizadas por estos compradores para trasladarse al otro lado de la ciudad, un lado que no habitan, al que no pertenecen.
EL LEJANO OESTE
En Caracas padecemos una especie de desabastecimiento o acaparamiento diferenciado, es decir, los productos se consiguen dependiendo del sector donde usted los busque y por alguna extraña razón (para mí nada casual) en los establecimientos ubicados en las zonas privilegiadas llega todo eso que en las zonas populares nunca se asoma.
¿Quiénes y con qué intención surten los 
establecimientos del este de la ciudad y olvidan los 
sectores populares? Estos niveles de desigualdad complican aún más a las clases menos favorecidas y ocasionan una suerte de migración (a veces hasta de ciudad a ciudad) en busca de los productos.
Pero así de pronto también empezamos a visualizar día tras día los mismos rostros y surge la rabia mezclada con angustia por no poder determinar quién está en la cola porque necesita llevar comida a su casa y quién lo hace para convertir la crisis en negocio, perjudicando a su propia clase (bachaqueros).
¿FALLÓ LA BIOMETRÍA?
En efecto, las personas que se someten a estas colas responsabilizan a estos rostros repetidos (bachaqueros) y a los dueños de los establecimientos de generar el caos. Pero, ¿cómo es esto posible, si en estos locales se mantiene el control de compra semanal por usuario según el terminal del número de cédula y con sistema biométrico incluido?
Un sistema que verifica, se supone que de forma infalible, nuestra identidad, a través de las huellas dactilares, y que fue una de las principales medidas tomadas por el Estado para ponerles obstáculos a estos revendedores que, de igual forma, siguen ofreciendo de forma ilegal y sin contemplación los productos a más de seis veces su precio oficial, ante la mirada cómplice o indolente de las autoridades que ignoran con fuerza el artículo 62 de la Ley Orgánica de Precios Justos que reza: “Serán sancionados con hasta tres años de prisión, y multas de hasta 10 mil unidades tributarias”.
En un rápido recorrido por la avenida Baralt, el centro, la avenida Sucre, Catia y la redoma de Petare, estos personajes nos indicaron que obtienen ganancias que van de los 5 a los 9 o 10 mil bolívares en tan solo un par de horas diarias y alegan que también “trabajan por encargo” en la búsqueda de los productos.
Los bachaqueros son una de las muchas perversiones que ha traído consigo la distorsión que reina en el país. Al bachaquero lo vemos, día a día, en las colas, perjudicándonos, y eso nos hace olvidar por momentos quiénes son los verdaderos y poderosos enemigos a combatir (así como los raspacupos que conoces te hacen olvidar que la tajada más grande se la llevaron otros peces dentro de la gran infraestructura fugadora de dólares).
EL “MADE IN” DE LA TRAMPA
Estos personajes poseen una serie de trampas, que además son viables gracias a la reinante complicidad interna. A continuación, detallaremos las más aplicadas:
—Las cédulas: algunos bachaqueros vulneran el sistema usurpando identidades y para eso los mandamases de las mafias distribuyen entre sus “bachacos” cédulas diariamente de modo que puedan comprar no solo todos los días sino varias veces por día. Por esta razón, cuando algunas personas van a comprar descubren que ya otro lo hizo por ellas. De hecho, tan solo el primer día de la denominada “Operación Gorgojo” se incautaron 76 cédulas de identidad laminadas en los abastos Bicentenario. Incluso, el presidente de la Asociación de Supermercados del Zulia, Andrés de Cándido, contó: “He visto personas que llegan a los establecimientos con 10 y hasta 20 documentos. Hasta residentes de la Gran Caracas aparecen comprando en Zulia”.
—Otros papelitos: a esto se suman partidas de 
nacimiento e informes médicos falsos, con firma y sello 
húmedo incluidos. Ambos detallitos deberían llevarnos a
 investigar también a funcionarios del Saime y demás 
Registros Civiles.
Las huellas: otros pasan por el captahuellas con su dedo índice (la primera opción que te pide el cajero), pero luego se meten en otra caja y se untan distintas sustancias en el índice para que cuando pasen por el aparato tengan problemas y puedan colocar el pulgar. Es decir, compran dos veces con la misma cédula, pero una vez con el índice y la segunda vez con el pulgar, lo cual finaliza con el registro de distintas huellas con una misma cédula de identidad.
—Desconexión: algunos cajeros desconectan el sistema, ingresan el número de cédula y obvian la huella o viceversa.
—Factor mixto: no todas las cadenas de tiendas tienen captahuellas, pero la gran mayoría sí utiliza la venta por semana (terminal de cédula). Entonces, una persona puede comprar en estos sitios con la cédula de otro ciudadano y comprar el mismo día o en la misma semana en un supermercado con su cédula y su huella. Por ejemplo, desde inicio de año en el mercado de Quinta Crespo solo venden productos de la canasta básica los días jueves por orden de llegada (con números, sin cédula, sin captahuellas): tres kilos de harina de maíz precocida por 100 bolívares y afuera los bachaqueros cada uno en 400.
—Tiempo: los trabajadores de estas cadenas señalan que “el sistema demora aproximadamente unas tres horas en reconocer la compra”, peligroso en zonas con varios establecimientos cercanos.
—Luz: además se han presentado varios errores por la falta de estabilidad eléctrica que existe en algunas zonas del país con o sin fenómeno de El Niño.
—Data: por último, pero para nada menos importante, debemos detallar que la data de muchos de estos establecimientos es interna, pero no está enlazada ni con el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) ni con el Consejo Nacional Electoral (CNE), los únicos que pudieran evitar la usurpación de identidad. Además, tampoco se han aplicado medidas serias ni bloqueos con aquellos usuarios que se exceden abismalmente en el número de compras de productos regulados pese a que varios estados poseen estudios del patrón de consumo de las familias por municipios y por parroquias.
NUESTRO PAPEL
En un par de oportunidades el presidente Nicolás Maduro ha anunciado arremetidas contra los bachaqueros. El diputado Diosdado Cabello también ha convocado a la gente a señalarlos y denunciarlos. Mientras, algunas autoridades regionales, como el alcalde de Puerto Cabello, Rafael Lacava, se dieron al trabajo de citar a los bachaqueros por teléfono (pues los bachaqueros también se exponen abiertamente en distintas páginas web y redes sociales), pedirles mercancía y esperarlos con un par de funcionarios listos para llevárselos presos. Por ahí también hemos visto fotos de algunos capturados limpiando las calles con letreros identificativos en sus espaldas.
Pero, ¿y nosotros?, ¿qué hemos hecho nosotros? En especial quienes nos reconocemos protagonistas colectivos de una historia en construcción. Una historia repleta de sobresaltos, capítulos hilarantes, tristes o hasta violentos, con un propósito definido: la consolidación del poder comunal bajo distintas formas de organización. En las comunidades todo el mundo se conoce y cada quien sabe en qué anda cada cual. ¿Entonces?
Justo en estos días se debate la transformación de los abastos Bicentenario y la Misión Alimentación. En ese sentido, el propio Gobierno propuso que la distribución de los alimentos sea directa en las comunidades y mercados a cielo abierto controlados por el pueblo organizado. Allí puede radicar la pequeña diferencia entre “necesitamos que la Guardia Nacional controle a los 
bachaqueros” y la posibilidad de hacerlo nosotros. Sin embargo, algunos alegan que estas estructuras también están plagadas de miserias y, está bien, eso es muy probable. Entonces, el trabajo es doble.
POR JESSICA DOS SANTOS JARDIM • @JESSIDOSSANTOS / FOTOGRAFÍAS MICHAEL MATA
TOMADO DEhttp://ciudadccs.info/
Y PUBLICADO EN: http://victorianoysocialist.blogspot.com/

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