Arreglar el patio trasero
Con su estigma de minoría y sonrisa de quien no rompe un plato, Barack Hussein Obama se ganó el beneficio de la duda de unos cuantos: “No puede ser tan malo”, decían; “Algo tiene que cambiar”, decían.
Pero el imperio no cambia, más allá de cierto maquillaje y evocación de la esperanza.
Es más fácil entrar en casa de tu enemigo quitándose la
capucha de verdugo, mostrando tu mejor cara y
escondiendo el hacha detrás de la espalda.
La última década latinoamericana, con más fuerza con la administración Bush y el ascenso de gobiernos de izquierda o tendencia progresista en la región, la imagen sacrosanta y todopoderosa de EEUU se fue por el despeñadero.
Esto se tradujo en una reorganización latinoamericana que dejaba peligrosamente por fuera a los yankies y a su operador político más depurado para la zona: la Organización de Estados Americanos.
América Latina empezó a resolver sus conflictos y asuntos más allá de la mediación imperial con Unasur y Celac.
La influencia se veía cada vez más devaluada. Obama intentó dar un viraje a esta situación.
El anuncio y acciones en el restablecimiento de relaciones con Cuba son un guiño en ese giro (que dejó de lado dos reivindicaciones fundamentales como el cierre de Guantánamo y el cese del bloqueo).
En este mismo sentido, emprendió una nueva agenda de reposicionamiento. El gobierno de Macri le abrió las puertas por abajo, salivando y con cierto tembleque en las rodillas aspirantes de inversión en divisa.
El negrito, aún sonriente, hace su trabajo de jardinero
tratando de organizar el patio trasero del imperio.
Mentiras y sicariato moral son las vitaminas contra los líderes populares, mientras ofrecen un futuro venturoso a los lacayos y abyectos.
La tarea de nuestros pueblos será reconocerse en su compromiso con la historia y reivindicar el legado libertario de esta nueva independencia doscientos años después.
TOMADO DE: http://ciudadccs.info/
Y PUBLICADO EN: http://victorianoysocialist.blogspot.com/
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