Honduras, otro régimen de terror impuesto por Estados Unidos
14 marzo, 2016
El cobarde
asesinato de la líder indígena y campesina Berta Cáceres mientras dormía en su
hogar de La Esperanza, Honduras, muestra claramente que en ese país no hay democracia ni estado de
derecho y, a la vez,
una realidad que cada vez se extiende más en nuestra región.
Esta es la de
la segunda conquista de América Latina y el Caribe por las grandes potencias, a
través de las empresas transnacionales y del llamado crimen organizado que son
apoyadas por los Estados en sus planes expansionistas de creciente y acelerado
despojo y depredación de los recursos y riquezas naturales. Todo ello mediante
la represión, el despojo de sus tierras y aguas a comunidades indígenas,
afrodescendientes y campesinas. Las empresas corrompen autoridades locales,
regionales y nacionales, que cuando los líderes de los pueblos en lucha no se
doblegan los meten en la cárcel o los asesinan.
Allí está la
escandalosa prisión arbitraria de Nestora Salgado, la comandanta de la Policía
Comunitaria de Olinalá en el Estado mexicano de Guerrero quien paga el crimen
de meter en cintura a los criminales en su territorio y por ello disgustar a
las autoridades que los amparaban. O la de Milagro Sala, indígena coya y
lideresa de la Organización Barrial Tupac Amaru en la provincia argentina de
Jujuy, el proyecto de autogobierno y autogestión comunitaria más grande del
país austral, únicamente comparable a un Caracol zapatista, todo un desafío al
capital y a las autoridades provinciales.
Sería
interminable la lista de luchadores sociales presos políticos o asesinados por
los gobiernos neoliberales de América Latina y el Caribe. Sus casos casi
siempre pasan inadvertidos pues no se llaman Leopoldo López, ni son ricos ni
existe el más mínimo interés en difundir sus casos por los grandes medios
corporativos. No debe perderse de vita que esos medios son propiedad también de
grandes empresas transnacionales enemigas de nuestros pueblos.
Después del
golpe de Estado de 2009 contra el presidente Manuel Zelaya, planeado en la base
aérea estadounidense de Soto Cano y en el Comando Sur de Estados Unidos,
Honduras se ha convertido en uno de los países más peligrosos y violentos del
planeta y en un paraíso para la inversión de las grandes trasnacionales y para
las organizaciones criminales. El país centroamericano compite con México en
cuanto a asesinatos de periodistas y activistas sociales, nunca aclarados,
nunca sancionados sus ejecutores y mucho menos los autores intelectuales. Es el
reino de la impunidad para los crímenes del capital imperialista.
Berta,
lideresa del lenca, el mayor de los pueblos indígenas de su país, fue una de
las fundadoras del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de
Honduras (COPINH) en 1993 y una de las más destacadas referentes de
organizaciones populares en las protestas iniciales de calle al golpe contra
Zelaya y firme participante en la resistencia contra este.
Su aureola de
luchadora indoblegable ganó cada vez más prestigio por las victorias que obtuvo
frente a los megaproyectos de las trasnacionales, entre ellas que tuvieran que
retirarse y clausurar el proyecto de hidroeléctrica Agua Zarca, que habría
arrasado con la economía de una amplia región del pueblo lenca y de comunidades
campesinas. En el año 2015 Berta recibió el reconocido premio Ambiental
Goldman.
Preguntada posteriormente
si el galardón podía significar alguna protección para su vida esta fue su
respuesta: “El gobierno trata ahora de vincular los asesinatos de defensores
ambientales y de la tierra con la violencia común, pero hay suficientes
elementos para demostrar que existe una política dirigida, planificada,
estructurada y financiada para la criminalización de la lucha de todos los
movimientos sociales y populares.
La
instalación y expansión de proyectos transnacionales en los territorios no sólo
genera conflictividad, sino múltiples formas de violación de los derechos
humanos, incluso asesinatos. Ojalá me equivoque, pero creo que en lugar de
disminuir, la persecución contra las y los luchadores va a recrudecer”. No se
equivocó.
Aunque
también es cierto que este crimen ha sido muy repudiado por el pueblo hondureño
en un momento crítico de su lucha contra el golpe de 2009. La diputada Scherly
Arriaga, del Partido Libre del ex presidente Zelaya, ha dicho: el pueblo de
Honduras retoma ahora nuevamente las calles… El gobierno de Juan Orlando
Hernández entró en crisis… al no haber respondido a la seguridad de ella. Creo
que otra vez Honduras se levanta….”
Ángel Guerra
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