Murió Quino, el creador de Mafalda
Uno de los artistas gráficos más importantes de la historia Argentina
Murió Quino. Es decir: se murió una parte importante de la cultura argentina. El tipo que reinventó el humor gráfico y que sintetizó las ideas de una generación. El que educó políticamente desde sus viñetas a capas enormes del país. El que, preocupado porque su trazo no desviara su camino, calcaba sus propios dibujos para mantener a su Mafalda idéntica a sí misma. El que, ya con problemas en la vista y sintiendo que no tenía tanto más para decir, dejó los lápices a un costado, en un ejercicio de dignidad. El que volvió cuando lo sintió necesario. El que cuando usaban su nombre o su personaje para sostener ideas con las que no coincidía, protestaba y plantaba posición. El que prestaba su figura para sostener cualquier iniciativa que aportara al universo de la historieta o el humor gráfico. Tenía 88 años y una obra realizada.
Quino nació como Joaquin Salvador Lavado el 17 de julio de 1932, en Mendoza, esa provincia tan fecunda en artistas gráficos y a la vez tan habituada a empujarlos a trabajar en otras tierras. Quino no fue la excepción, sí su exponente más famoso.
Empezó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes provincial con apenas 12 o 13 años y abandonó a los 17. Sus primeras búsquedas laborales fueron infructuosas. Al final se afincó en Buenos Aires después de hacer la colimba y ahí empezó a cambiar su suerte.
Quino publicó su primera página de humor en el semanario Esto Es y eso le abrió las puertas de otros espacios, incluyendo las populares revistas Leoplán, TV Guía y Vea y Lea, entre muchas otras. Su primer salto fue cuando publicó en las fundamentales Rico Tipo y Tía Vicenta, donde ya empezó a perfilarse como un talento particular. De estos espacios surgió la recopilación de su primer libro, Mundo Quino. Pero si en el humor gráfico hay algo parecido a la consagración, le llegó con Mafalda.
Mafalda y la modernización del humor gráfico argentino
Con Mafalda Quino modernizó el humor gráfico argentino, del mismo modo en que Charles Schulz lo había hecho un par de años antes con Peanuts en Estados Unidos. De hecho, la tira norteamericana había sido una gran fuente de inspiración para el mendocino en sus primeros intentos con el personaje. Eso se nota en los pasajes más tempranos, aunque luego se despega. En uno y otro país, ambos imponen la fórmula que fue por varias décadas la estructura prototípica del chiste: tres o cuatro viñetas con remate humorístico, galería de personajes estable, preponderancia de niños reflexionando como adultos (o mejor que estos).
En Argentina hay múltiples otros exponentes que derivan de este esquema, como el Batu, de Tute. Y aunque esa es otra historia, en el país La ruptura formal llegó de la mano de Miguel Rep, que desdibujó la estructura y cambió el “chiste” por una posible gama de humores. Las alusiones no son casuales. Rep fue amigo personal de Quino, quien lo acompañó cuando el de Página/12 expuso en el Museo Nacional de Bellas Artes. De Tute dijo que era el más brillante de su generación.
Mafalda no fue un éxito tan inmediato como parece a la distancia. Si se piensa en su origen publicitario (un ardid de una marca de electrodomésticos) o en la materialidad de sus primeras publicaciones, difícilmente alguien podía pensar que Quino iba a cambiar el humor gráfico argentino. Esas tiras inaugurales se publicaban en el Primera Plana rodeadas de los avisos más pintorescos: fúnebres, publicidades y horóscopo. La página que la cobijaba no era la más prestigiosa del periódico. Pero la niña y sus padres, primero, la niña y su grupo de amigos después, brillante reflejo de la clase media progresista argentina de mediados de los años ’60, ganaron aceptación y popularidad.
El gran salto fue en 1965, cuando el personaje apenas tenía un año. Quino había abandonado Primera Plana por diferencias con sus directivos y su colega Brascó le consiguió espacio en el diario El mundo, por entonces uno de los de más circulación. Fue un fenómeno imparable. En 1966 salió su primera recopilación en libro, por la Editorial Jorge Álvarez, y la tira continuó hasta 1973. Las siguientes recopilaciones vendrían de la mano de Ediciones de la Flor.
La relación que Quino mantuvo con la editorial capitaneada entonces por Daniel Divinsky y su coterránea Kuki Miller dice muchísimo de sus ideas. No sólo sus libros fueron fundamentales para la consolidación y crecimiento del sello, sino que los tres forjaron una amistad imbatible. Cuando la pareja debió exiliarse en Venezuela, Quino siguió publicando con ellos. Amigos en común llevaban y traían el material de un país al otro.
Quino podría haber optado por cualquier otro sello (ofertas nunca le faltaron), por una dinámica editorial menos engorrosa o que deparara menos “sorpresas” desagradables, pero él les fue fiel a toda costa. Ellos le retribuyeron siempre esa amistad. Miller, por ejemplo, destacaba el carácter gentil de Quino, aún cuando a veces podía resultar inescrutable para otros. “Es que como somos mendocinos entre nosotros nos entendemos”, solía repetir cómplice y con una sonrisa. Divinsky hablaba siempre de él como “Quinito”, con una ternura inenarrable. Si De la Flor fue fundamental para conservar en el imaginario lector la obra de los humoristas gráficos de la década del ’60 en adelante, Quino fue indispensable para que De la Flor misma existiera.
El legado de Quino
Lo curioso de todo el fenómeno Mafalda –que se internacionalizó, tuvo series animadas y en el mundo es sinónimo de humor gráfico argentino- es que para el propio autor no se trataba de su trabajo más representativo. Él sostenía que “apenas” había dibujado esa tira durante nueve o diez años, pero que en cambio había hecho páginas y viñetas toda su vida. Era cierto. Además en esas páginas sueltas, con personajes sin nombre, el mendocino desplegaba sus inquietudes plásticas (el chiste del “Guernica” de Picasso “reordenado” es ejemplar en este sentido) y le permitía ir a fondo con su lectura de las relaciones de poder, de dominación y de clase que habitan en la sociedad. Si en Mafalda tiene un peso enorme la coyuntura (esa de “Entonces... lo que me enseñaron en la escuela...”, al día siguiente del golpe militar, por ejemplo), en sus páginas hay tiempo para la reflexión y una poética más elaborada.
Quino dio todo. Si queda algún consuelo sobre su partida, es que también se le retribuyó cuanto se pudo. Recibió innumerables premios y homenajes y su sola aparición despertaba aplausos. Umberto Eco observó en un prólogo a la primera edición italiana de Mafalda que su obra era fundamental para entender a la Argentina. No le faltaba razón. Murió Quino. Por suerte dejó un legado para aprender a dibujarnos.
La Opinión Gráfica: Quino se queda
Mafalda es original, inteligente, irreverente, irónica… Nos hace reír y pensar que tengamos 60 o menos de 20 años. Es universal y multigeneracional, y ha llegado a millones de personas de todo el planeta en decenas de idiomas. Por ciertas razones no le gusta la sopa, pero en esta caricatura de Allan McDonald promete hacer un esfuerzo y tomarla con tal de que Quino no se vaya.
Pero Quino no se va. Está sembrado en la cultura y en la memoria de muchos, en la historia del humor gráfico internacional y en la del entretenimiento inteligente, auténtico. Quizá al final no haga falta el esfuerzo de Mafalda –que, lógicamente, conmoverá a Quino–, porque Quino igual se queda con nosotros.
Murió Quino, observador agudo al servicio del humor gráfico
1 octubre, 2020 Editor CT
El creador de Mafalda, fallece a los 88 años.
por Explicito on Line.
Joaquín Salvador Lavado, universalmente conocido como Quino, falleció [hoy miércoles 30 de septiembre de 20020] a los 88 años. Aunque su reconocimiento masivo le llegó con Mafalda, durante toda su carrera fue prolífico en libros de tiras gráficas donde su aguda visión del mundo y su talento para el dibujo se combinaron.
Quino nació en Mendoza el 17 de julio de 1932, aunque en los registros oficiales, es anotado el 17 de agosto. Desde su nacimiento fue nombrado Quino para distinguirlo de su tío Joaquín Tejón, apreciado pintor y diseñador gráfico, con el que, a los tres años de edad, descubrió su vocación.
A los trece años se matriculó en la Escuela de Bellas Artes, pero en 1949 “Cansado de dibujar ánforas y yesos”, la abandona y piensa en una sola profesión posible: dibujante de historieta y humor.
Determinado firmemente a lograr sus objetivos, a los 18 años se trasladó a Buenos Aires en busca de un editor dispuesto a publicar sus dibujos, pero pasaría tres años de penurias económicas antes de ver su sueño hecho realidad. “El día que publiqué mi primera página – dijo recordando su debut en el semanario Esto es, de Buenos Aires – pasé el momento más feliz de mi vida”. Fue en 1954.
Desde entonces y hasta la fecha sus dibujos de humor se vienen publicando ininterrumpidamente en infinidad de diarios y revistas de América Latina y Europa.
Mafalda, la chica de pelo negro que odia la sopa y está en contradicción con los adultos, se publicó por primera vez el 29 de septiembre 1964 en el semanario Primera Plana de Buenos Aires. El 9 de marzo 1965, con el paso de las tiras cómicas al periódico El Mundo (en el que Quino publicará seis tiras por semana), se inicia el imparable éxito del personaje, que cruza las fronteras nacionales para conquistar América del Sur y luego se extiende a Europa, ganando una posición de liderazgo en el imaginario colectivo.
Jorge Álvarez Editor publicó el primer libro de Mafalda que reúne las primeras tiras en orden de publicación, tal como se hará en los siguientes. Sale en Argentina para Navidad y en dos días se agota su tirada de 5.000 ejemplares.
En Italia, se edita en 1969 el primer libro, “Mafalda la Contestataria”, con la presentación de Umberto Eco, director de la colección.
El gran éxito y fama internacional no impedirían que Quino, el 25 de junio 1973, tomara una decisión para algunos desconcertante: no dibujar más tiras de Mafalda, pues ya no sentía la necesidad de utilizar la estructura expresiva de las tiras en secuencia.
Sin embargo, el interés por Mafalda se ha mantenido inalterado, de hecho, sus libros continúan reimprimiéndose y sigue siendo elegida para acompañar diversas campañas sociales (UNICEF, la Cruz Roja Española, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Argentina). En adelante Quino continuará publicando semanalmente sus tan conocidas páginas de humor que han ido agrupándose en la colección de sus libros de Humor.
En 1984, invitado para integrar el jurado del Festival de Cine Latinoamericano de La Habana, viaja a Cuba, donde comienza su amistad con el director de cine de animación Juan Padrón y firma un contrato con el ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos) para la realización de cortometrajes con sus páginas de humor. La serie se llama Quinoscopios, dirigidos por Juan Padrón sobre dibujos e ideas de Quino.
En 1993, la empresa española D.G. Producciones S. A., en coproducción con Televisiones Españolas produjo 104 episodios de Mafalda en dibujos animados de 1 minuto de duración dirigidos por Juan Padrón en el ICAIC. Las caricaturas fueron difundidas en Italia por la RAI2 y en Argentina en dos oportunidades: primero por el antiguo canal 11 y varios años después por canal Encuentro.
A lo largo de su carrera recibió múltiples reconocimientos, entre ellos la Orden Oficial de la Legión de Honor, la honra más importante que el gobierno francés le concede a un extranjero. El 2014 es un año especial, ya que Quino cumple 60 años en el humor gráfico y Mafalda cumple 50 años. En ese año recibió en España el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades e inauguró la 40a Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Al recibir la Legión de Honor, Quino se definió como “anticlerical” y reiteró su amor a la Revolución Cubana.
por Explícito on Line.
Joaquín Salvador Lavado –quien cumplió 60 años de trayectoria- fue recibido por los franceses como el ídolo más esperado en un homenaje.
Ansiosos por saber quién es el hombre detrás del éxito de “Mafalda”, alrededor de mil personas se congregaron en el Salón del Libro de París para escuchar a Joaquín Salvador Lavado, Quino, quien tranquilo y de buen humor contestó todas las preguntas y lanzó: “Hoy Mafalda se preocuparía por la estupidez humana”. Entre otras expresiones, el dibujante mendocino se definió como “anticlerical”, manifestó su amor por la Revolución Cubana e incluso reveló que se inspiró en el Antiguo Testamento para sus trabajos.
“Ahí está todo -dijo-: la corrupción, la muerte, el amor, todas las actitudes humanas están allí”.
Emocionado y genial, Joaquín Salvador Lavado –quien cumplió 60 años de trayectoria- fue recibido por los franceses como el ídolo más esperado en un sentido homenaje.
El creador de Mafalda, la niña más famosa en ese país que por estos días es una imagen recurrente en el Salón, también fue condecorado por el embajador francés en Argentina, Jean-Michel Casa, con la Legión de Honor.
“Desde que era chico, cuando leía que le daban a alguien la Legión de Honor, me daba muchísima envidia”, dijo el dibujante de 81 años acompañado de su mujer, Alicia, y sus editores argentinos, Kuki Miler y Daniel Divinsky. “Pensaba: `A lo mejor si me porto bien algún día me la darán`. Estoy muy emocionado”.
Aplaudido y vitoreado, Quino nunca perdió la sonrisa ante semejante recibimiento de fans de todas las edades que ocuparon la Gran Escena, el mayor espacio de este Salón del Libro, donde muchos se quedaron escuchando parados.
La entrevista estuvo moderada por el editor de ActuaBD, Didier Pasarmonik, y el dibujante francés Zep -creador del personaje Titeuf-, quienes amenizaron el emotivo encuentro con Quino. “Es una ocasión muy rara poder hablar con él”, lanzó en francés, el idioma en que se desarrolló la charla.
¿Cualquiera puede ser humorista?, preguntó Didier y Quino dijo: “No, hay que tener algo, no sé qué es, pero hay que tener algo. Empecé a publicar y quería saber qué era el humor, leía a Freud, pero en un momento me dije el que maneja un barco no se pregunta qué es el mar todos los días, simplemente se manda. Hay cierta manía por saber qué es el humor y no la angustia”.
“Es el público el que tiene que buscar el fenómeno de Mafalda en el mundo”, reconoció ante la pregunta de la “fórmula del éxito” de la pequeña “superstar”, como la definió el entrevistador.
En la arqueología por entender a esa niña comprometida, Quino contó los orígenes de su creación: “Mafalda fue hecha a pedido, me pidieron que creara un personaje para una campaña de publicidad de electrodomésticos Mansfield y había que buscar un nombre más argentino”.
“La idea era armar una publicidad encubierta para que apareciera el personaje siempre en el diario y, en realidad, publicitar ese electrodoméstico. La temática anticapitalista fue como una forma de hacerse perdonar por esos inicios tan capitalistas”, ironizó.
“El editor decidió sacar un libro porque vio que alguien había cortado una de las tiras en el diario y la había pegado en un cuaderno, entonces dijeron `¿por qué no hacemos un libro?`”, relató sobre los inicios de la tira que se vende en todo el mundo, aunque él mismo lo relativizó: “Tampoco tanto”.
“Se vende más en países latinoamericanos, en España, Portugal, el resto de Europa la ignora absolutamente”, agregó, mientras su entrevistador insistió “¿Qué hay de argentino en Mafalda?”, y Quino, lacónico, respondió en francés: “Moi” (yo).
La tira “Mafalda” salió entre 1964 y 1973 y el autor contó que dejó de hacerla porque “en esos momentos los escuadrones de la muerte habían empezado a buscar sangre y Mafalda no podía dejar de hablar de eso, entonces evité hablar de eso, tendría que haberme ido de la Argentina, pero el exilio siempre es un desgarro”.
También habló de los entrañables compañeros de Mafalda: “En el caso de Felipe, me inspiré en mi amigo Jorge Timossi que murió en Cuba hace tres años y lo quería mucho; y Manolito es un personaje que existe por todos lados, a las personas que les gusta el dinero, es normal”, explicó.
“Susanita también es un personaje que existe en todas las sociedades y Mafalda es el más fabricado. El que amé mucho es Libertad, porque siempre fue muy contradictoria, pero muy libre como todos nosotros que amamos la libertad, la aceptamos y también nos incomoda un poco”, dijo.
En varias oportunidades el público quiso rastrear en Quino las posibilidades más irreales sobre la vida de Mafalda; él, tranquilo, respondió: “Para mí es un dibujo, no una persona, no sé cómo hay que comportarse con eso”.
“Nunca me pregunté cómo sería a los 50 años. Es un dibujo y es lo que es, irrepetible, incluso hay personas que quieren saber si Miguelito se casó con Susanita, ese tipo de preguntas no me las hago”.
Pero sí fue contundente cuando alguien alzó la voz y le preguntó: “¿Cual sería la principal preocupación de Mafalda en 2014?”.
“La estupidez humana”, dijo en seco, seguro.
Contento, emocionado, Quino recibió un verdadero homenaje francés, con un público que desbordaba cariño hacia este maestro de la historieta y del humor que supo captar el pulso humano, las injusticias y la razón en la mirada de una niña que sigue deslumbrando a cada nueva generación que la conoce.
Al cumplirse los 60 años de carrera, le pidieron un balance y sin perder la humildad sostuvo: “Yo quería ser Picasso, estoy contento con el resultado de Mafalda pero no es para tanto”.
23/03/2014
Fuente: Télam
Una obra universal y eterna
Quino, el que nos dibujó a todos
Imagen: Adrián Pérez
No hay manera de comprobar si sucedió efectivamente así, pero la anécdota es muy potente: cuentan que cuando los nazis allanaron el domicilio de Pablo Picasso en París, un oficial le preguntó si él era el autor de ese revoltijo llamado Guernica. “No, esto lo hicieron ustedes”, dicen que dijo el pintor.
Ante la visión de esas viñetas que atraviesan el tiempo, que nos siguen representando, que siguen señalando males eternos de la Humanidad, Quino podría haber dicho algo parecido. No parece casual que uno de sus "chistes" más célebres sea ese en el que una empleada de limpieza ordena toda una habitación... incluyendo al Guernica. Dicen que era uno de sus favoritos, también es difícil de comprobar.
Joaquín Salvador Lavado fue dibujante y humorista, claro. Pero ante todo fue un creador con la mirada afiladísima y la antena siempre bien orientada para registrar el mundo en el que vivía, y su brutal distancia con el mundo que deseaba. Lo que ponía frente a los ojos de quien quisiera animarse a ver era lo que hacía él, y era lo que hacían los diversos componentes de la sociedad. Y entonces, como muchos males de este planeta tienden a pervivir más que a sanear, su obra es eterna. Resuena con la misma potencia hoy lo hecho 40, 50, 20 años atrás. El único anacronismo es la tecnología o el vestuario que retrata. En lo demás, todo sigue demasiado igual.
Por eso cuesta tanto decir la noticia y empezar a hablar en pasado. Murió Quino, y al borde del mediodía de la última jornada de septiembre pudo sentirse el sonido de millones de corazones estrujándose de pena. Solo desde la necedad puede negarse lo que significa Quino y sus criaturas –que no son solo Mafalda y sus amigos y sus padres- para los habitantes de este país. A menudo se identifica al “artista popular” más con la figura del performer, desde la música, la actuación, lo que sea. Pero Quino, hombre inclinado en un tablero para retratar el mundo, fue, es, será un artista enormemente popular.
Esa popularidad, esa sintonía inmediata con el lector, se inició en un ámbito curioso, el de la misma publicidad a la que en su obra dirigió más de un dardo. Hay abundante prueba de que para Quino Mafalda fue solo una etapa de su vida, a tal extremo que decidió ponerle punto final cuando más de uno hubiera seguido sacándole jugo. Ahí ya estaba todo dicho, razonó. Para Quino la viñeta única o en algunos cuadros muchas veces silentes era un universo mucho más rico, lleno de posibilidades, en el que podía retratar directamente cosas que en Mafalda también estaban, pero con el barniz del costumbrismo en ese universo de niños.
Por supuesto, no eran unos niños cualquiera, y ahí había también una pintura de la Humanidad. Las inquietudes de Mafalda encontraban perfectas paredes de rebote en el establishment –querible, pero establishment al fin- que representaban Manolito y Susanita, que expresaban el capitalismo de manera endulzada pero a veces brutal. Libertad y Guille eran la feliz anarquía, el llamado a romper el sistema, uno desde el salvajismo de un niño pequeño y nada complaciente y la otra desde una formación donde se entreveía a una madre sola y militante. Felipe era un poco todos nosotros, o esa faceta de nosotros que a veces homenajea a Bartleby, el pibe indolente que pateaba cosas hacia adelante con una culpa moderada. Miguelito, el de las lechugas en la cabeza, quizá el más niño de todos, la inocencia y la ensoñación permanente. Mafalda, fan de The Beatles y enemiga cruzada de la sopa, pequeña demonia versada en política nacional ("¿¿El palito de abollar ideologías??") y convulsiones internacionales, cuajaba el panorama interactuando con ellos y con su propia incredulidad. En la cuadra, en la plaza, en la escuela, en los módicos livings de clase media de sus personajes, Quino ya estaba representando el mundo.
Pero aunque en sus pibes se figuraba el mundo cruel y a veces inexplicable, el mendocino nunca fue un nihilista. La profunda humanidad de Quino hizo de Mafalda una tira tan popular, porque además el dibujante observaba a los únicos mayores que aparecían con regularidad –los sufridos padres de Mafalda- con afecto y comprensión. Si a Susanita solo le interesaba casarse y ser una señora de su casa con hermosos bebitos, Raquel, la madre de Mafalda, era el recordatorio de la cárcel hogareña y los sueños frustrados, y la invisible madre de Libertad una muestra de que había un camino feminista. El padre era una concentración del porteño medio, atado a un trabajo oficinista que le permitiera esos módicos quince días en la playa, con el humilde sueño de llegar al Citroen 3CV. En todas esas criaturas, en la dulzura con la que retrataba sus deseos, sus miserias y obsesiones, queda patente cuánto las amaba el hombre del plumín.
Y porque las amaba tanto, un día decidió decirles adiós.
Potentes, prepotentes e impotentes
No es que Quino dejara Mafalda para volcarse a otras formas de la historieta. En 1973, cuando dejó de hacerla, el dibujante hacía tiempo que se dedicaba también a las “planchas” en las que fijaba otra faceta de su estilo. Todo formaba parte del mismo universo, de las inquietudes de un tipo que sabía que su arte podía generar un efecto humorístico con regusto amargo pero no iba a abandonar sus convicciones en pos de una expresión más complaciente, apta para todo público. De cualquier manera, lo suyo era universal. Lo sigue siendo.
Si entre los fans de Los Simpson es recurrente la frase que, ante un hecho de la realidad, señala “Es como ese capítulo en que...”, la obra de Quino puede ser observada con la misma óptica. La viñeta reaparece una y otra vez pero en días recientes, en el debate público sobre el aporte extraordinario de los más ricos, las redes sociales viralizaron nuevamente esa plancha en la que un grupo de hombres trajeados interpela al pobre tipo que rema solo en un mar encrespado: “¡¡¿Cómo que no rema más?!! ¡¡Me extraña, Fernández!!! ¿¿Estamos o no estamos todos en la misma barca??”. La coincidencia de apellidos con el primer mandatario y la vice es solo una anécdota, lo que importa es el espíritu. Quino, que comenzó a publicar en 1954, es fuente inagotable de memes del siglo XXI. En la tarde de ayer, el manicomio habitual de las redes sociales –especialmente Twitter- se volvió un remanso de belleza y creatividad, una andanada interminable de dibujos, frases, viñetas, expresiones agudísimas de las mismas preocupaciones de hoy. Nada resultó viejo o fuera de foco.
Pero no se trata solo de la rotundidad con la que esos cuadritos destilan ideas que no pierden vigencia, la tinta que refleja a potentes, prepotentes e impotentes. La “industria” del meme abunda en ejemplos burdos, de trazo grueso o francamente panfletario; el trabajo de Quino pone un toque de distinción en el recurso, lo distingue con sutileza y subtexto. Por eso aparece el consuelo frente a lo irremediable de la muerte, por eso uno se resiste a hablar en pasado y seguirá conjugando a Joaquín Salvador Lavado en puro presente, como corresponde a los creadores que atraviesan el tiempo. Y porque todo eso lo hizo él, pero retrata lo que hicieron, lo que hacen otros. Y sobre todo, nos sigue hablando a nosotros.
Nosotros ahí andamos, buscando una curita para pegarnos en el alma. Deseando fundirnos en un abrazo lleno de lágrimas con esa piba inolvidable. Huérfanos, todos.
Tomado de: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/
Y Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
En: Twtter@victorianoysocialista
En:Google;libertadbermeja..victorianoysocialista@gmail.com
En: Facebook; //Adolfo León Libertad
No hay comentarios:
Publicar un comentario