Israel quiere expulsar a los
beduinos para construir su Gran Jerusalén
Fuente: Bedouin
face expulsion as Israel builds Greater Jerusalem – Al-Monitor: the Pulse of
the Middle
East, Al-Monitor,
4/06/2015
Durante años, Um Mohamed, de la población beduina Abú Nawar,
situada al norte de Jerusalén, ha estado tratando de encontrar una casa para su
hijo Walid, para que pueda casarse y asentarse en el área donde ella vive. Sus
esfuerzos no han dado sus frutos, pues las fuerzas israelíes de ocupación les
han negado los permisos para construir una nueva casa, ni siquiera una tienda
de campaña.
Aunque ya
todo lo que Um Mohamed y sus hijos esperan conseguir no es más que una tienda
de campaña, esa esperanza choca con el plan de Israel, que quiere expulsarles
de sus tierras y trasladarles a otro lugar, que se ha construido para acomodar
a los beduinos y otras comunidades.
“Ocasionalmente, las fuerzas de ocupación realizan
incursiones en el
lugar, cuentan las casas y las personas, y destruyen inmediatamente cualquier
nueva construcción”, cuenta a Al-Monitor.
Otros
residentes, Um Jalid y su familia —compuesta por su marido y ocho hijos y
nietos—, forman parte de los 700 beduinos que viven en una zona situada junto
al asentamiento judío de Maale Adumim, el más grande de
Cisjordania, situado al este de Al Eizariya, en la localidad de Abú Nawar.
Israel decidió, el 14 de mayo, expulsar a la población a una región situada al norte de Al Eizariya, una decisión que afectará a 46 asentamientos beduinos de las tierras altas de Jerusalén.
Israel decidió, el 14 de mayo, expulsar a la población a una región situada al norte de Al Eizariya, una decisión que afectará a 46 asentamientos beduinos de las tierras altas de Jerusalén.
La comunidad beduina de Abú Nawar ha vivido en este área desde los
años 60, antes de que se creara el asentamiento judío de Maale Adumim, en 1977.
Las
tierras altas de Jerusalén es una región estratégica que comunica Cisjordania y
Jerusalén.
Israel quiere controlarla
completamente y separar a Jerusalén de Cisjordania con el fin de construir el Gran Jerusalén en 2020.
Um Jalid
y otros residentes dijeron a Al-Monitor que no abandonarán sus tierras
voluntariamente ni aceptarán otro desplazamiento forzoso.
Sus padres y antepasados se
vieron obligados a emigrar de sus tierras de Tala Arad, en el desierto de
Bersheba, en 1948, después de que se creara el estado de Israel.
Abú Imad
al Yahalin, representante de la comunidad de Abú Nawar, comentó a Al-Monitor que esta no era la primera advertencia
de expulsión de Israel.
Desde 2006, cada vez que los beduinos levantan
una nueva tienda de campaña, les llega un nuevo aviso. “Pero el último aviso
fue colectivo —dice—.
En los últimos años, las amenazas
se han vuelto más frecuentes y serias.
Estamos ante una nueva Nakba“*.
El aviso
asignaba 35 parcelas de tierra para las más de 170 familias beduinas, dijo
Yahalin.
“El lugar del que nos quieren
expulsar será como un cementerio para los beduinos.
Nos confinarán en un área de
apenas un dunam [0,1 hectáreas]. Se trata de un medio
urbano, no beduino”, añadió.
El estilo de vida beduino depende de la crianza de animales que
pastan en tierras de pastoreo.
Los beduinos, ahora, se enfrentan
al peligro inminente de ser despojados de su forma de vida tradicional y verse
arrojados a un entorno urbano, con casas hechas de hormigón y sin posibilidad
alguna de pastorear el ganado.
Los beduinos están pagando el precio de su supervivencia en sus
tierras y de su resistencia a las órdenes de expulsión.
Los
problemas con que se enfrentan son interminables, yendo desde la escasez de
agua a la falta de escuelas e infraestructuras.
Los
beduinos tienen prohibido construir o pastorear su ganado, que a veces ha sido
confiscado, mientras los niños beduinos son atacados por los colonos.
“No hemos tenido agua en la zona durante 25 días.
Nos vemos
obligados a transportar el agua hasta las tiendas con animales.
No hay escuela, ni centro de salud o de
primeros auxilios en la zona.
Tenemos que andar cuatro kilómetros para
llegar al centro más cercano”, añadió Yahalin.
Al-Monitor se reunió con estudiantes de enseñanza
primaria durante un recorrido por la localidad.
Uno de ellos, Mayid, de diez
años, dijo: “Todos los días salgo de casa a las 6 de la mañana y llego allí a
las 8.
A veces, los soldados nos cortan
el camino y nos tienen retenidos bajo un sol de castigo”.
Um Sleiman, que vive en el área beduina, dijo que, puesto que la
escuela estaba tan lejos, decidió no enviar a dos de sus hijas, Hayar de 8 años
y Asia de 11, hasta allí y, en cambio, llevarlas a la única guardería de la
zona.
Tiene
miedo de enviarlas a la escuela, ya que tendrían que andar muchos kilómetros
sin medios de transporte.
También tiene miedo de los ataques de los colonos judíos.
“Hace
tres años, un colono persiguió a mi hija mayor, Yusra”, dijo. “Consiguió
escapar y llegar sana y salva.
Desde
entonces, no he enviado a mis hijos a la escuela”.
Naya Fraihan es maestra y fundó la guardería de Azhar Abú Nawar
con la ayuda de su amiga Amal Krichan hace dos años.
“Los
niños de la comunidad beduina no iban a la guardería porque la más cercana estaba
a seis kilómetros.
Los
padres tenían que dejar a sus hijos en casa hasta que tuvieran seis años y
poder, entonces, enviarles a la escuela. Esto nos empujó a abrir la guardería”,
dijo.
Fraihan es una de las pocas personas de la zona que han terminado
sus estudios universitarios en la universidad de Al Quds, donde estudió árabe.
“Al
principio, empezamos a enseñar a los niños en una tienda de campaña, después de
haber recogido dinero de los padres y haber comprado material escolar.
Luego,
enviamos una solicitud a la Unión Europea para que nos diera una subvención y
construir la guardería, que en estos momentos acoge a 24 niños”, explicó.
Fraihan nos señaló que la comunidad beduina tiene 74 niños, cuyas
edades oscilan entre los 4 y los 14 años.
No todos
pueden ir a la escuela. Tampoco tienen actividades extraescolares y de tiempo
libre.
Fraihan pidió ayuda al gobierno palestino, que
parece estar completamente ausente.
El gobernador del distrito de Jerusalén, Adnan al Huseini, dijo
que Abú Nawar se enfrenta a una situación peligrosa, sobre todo tras las
últimas advertencias, que apuntan a una evacuación del área, situada entre tres
grandes asentamientos judíos al este de Jerusalén.
Huseini
añadió que las fuerzas de ocupación no permiten a la Autoridad Palestina
construir o trabajar en el área, que está bajo control absoluto de Israel.
Por consiguiente, los ciudadanos
tienen que acudir al cercano pueblo de Al Eizariya, a unos 8 kilómetros de
distancia, para obtener algunos servicios del gobierno.
“Si los beduinos son expulsados
de este área, las tierras serán utilizadas para construir nuevos asentamientos
y expandir los existentes”, dijo a Al-Monitor.
“Esto también impedirá la
expansión natural de Jerusalén hacia el este.
Se trata de un proyecto
extremadamente peligroso y debería ser combatido”.
Huseini
señaló que todas las comunidades beduinas del área de Jerusalén están amenazadas
de expulsión, no solo la de Abú Nawar. La comunidad beduina tiene
aproximadamente 120.000 personas, distribuidas entre los poblados de
Abú Nawar, Abú Hindi, Arab al Yahalin y Yabal al Baba.
* El
término Nakba, que
significa “catástrofe” en árabe, es utilizado por los palestinos para referirse
a la limpieza étnica llevada a cabo por las milicias judías durante la
construcción del estado de Israel, que dio como resultado la expulsión y huida
de más de 700.000 palestinos de sus hogares y pueblos [N. del T.].
Aziza
Nofal es
periodista de Nablus. Vive y trabaja en Ramala como periodista independiente
para publicaciones árabes y regionales.
Se licenció en 2000 en el
departamento de medios de comunicación y periodismo de la Universidad Nacional
de Al Nayah y recibió el doctorado en estudios israelíes en 2014 por la
Universidad Al Quds. Ahora trabaja en el ámbito del periodismo de investigación
en Palestina y en colaboración con Reporteros Árabes de Periodismo de
Investigación, una organización con sede en Amán, Jordania.
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
TOMADO DE: http://blog.disenso.net/
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