martes, 9 de junio de 2015

Israel quiere expulsar a los beduinos para construir su Gran Jerusalén






East, Al-Monitor, 4/06/2015





Una beduina cuida a sus ovejas en el pueblo cisjordano de Al Eizariya, al este de Jerusalén, el 18 de septiembre de 2014. (Foto: Reuters / Amar Awad)
Durante años, Um Mohamed, de la población beduina Abú Nawar, situada al norte de Jerusalén, ha estado tratando de encontrar una casa para su hijo Walid, para que pueda casarse y asentarse en el área donde ella vive. Sus esfuerzos no han dado sus frutos, pues las fuerzas israelíes de ocupación les han negado los permisos para construir una nueva casa, ni siquiera una tienda de campaña.
Aunque ya todo lo que Um Mohamed y sus hijos esperan conseguir no es más que una tienda de campaña, esa esperanza choca con el plan de Israel, que quiere expulsarles de sus tierras y trasladarles a otro lugar, que se ha construido para acomodar a los beduinos y otras comunidades.

 “Ocasionalmente, las fuerzas de ocupación realizan incursiones en el lugar, cuentan las casas y las personas, y destruyen inmediatamente cualquier nueva construcción”, cuenta a Al-Monitor.

Otros residentes, Um Jalid y su familia —compuesta por su marido y ocho hijos y nietos—, forman parte de los 700 beduinos que viven en una zona situada junto al asentamiento judío de Maale Adumim, el más grande de Cisjordania, situado al este de Al Eizariya, en la localidad de Abú Nawar.

Israel decidió, el 14 de mayo, expulsar a la población a una región situada al norte de Al Eizariya, una decisión que afectará a 46 asentamientos beduinos de las tierras altas de Jerusalén.

La comunidad beduina de Abú Nawar ha vivido en este área desde los años 60, antes de que se creara el asentamiento judío de Maale Adumim, en 1977.
Las tierras altas de Jerusalén es una región estratégica que comunica Cisjordania y Jerusalén.
Israel quiere controlarla completamente y separar a Jerusalén de Cisjordania con el fin de construir el Gran Jerusalén en 2020.

Um Jalid y otros residentes dijeron a Al-Monitor que no abandonarán sus tierras voluntariamente ni aceptarán otro desplazamiento forzoso.
Sus padres y antepasados se vieron obligados a emigrar de sus tierras de Tala Arad, en el desierto de Bersheba, en 1948, después de que se creara el estado de Israel.

Abú Imad al Yahalin, representante de la comunidad de Abú Nawar, comentó a Al-Monitor que esta no era la primera advertencia de expulsión de Israel.

 Desde 2006, cada vez que los beduinos levantan una nueva tienda de campaña, les llega un nuevo aviso. “Pero el último aviso fue colectivo —dice—.
En los últimos años, las amenazas se han vuelto más frecuentes y serias.

 Estamos ante una nueva Nakba“*.
El aviso asignaba 35 parcelas de tierra para las más de 170 familias beduinas, dijo Yahalin.
“El lugar del que nos quieren expulsar será como un cementerio para los beduinos.
Nos confinarán en un área de apenas un dunam [0,1 hectáreas]. Se trata de un medio urbano, no beduino”, añadió.

El estilo de vida beduino depende de la crianza de animales que pastan en tierras de pastoreo.
Los beduinos, ahora, se enfrentan al peligro inminente de ser despojados de su forma de vida tradicional y verse arrojados a un entorno urbano, con casas hechas de hormigón y sin posibilidad alguna de pastorear el ganado.

Los beduinos están pagando el precio de su supervivencia en sus tierras y de su resistencia a las órdenes de expulsión.
Los problemas con que se enfrentan son interminables, yendo desde la escasez de agua a la falta de escuelas e infraestructuras.
Los beduinos tienen prohibido construir o pastorear su ganado, que a veces ha sido confiscado, mientras los niños beduinos son atacados por los colonos.
“No hemos tenido agua en la zona durante 25 días.
Nos vemos obligados a transportar el agua hasta las tiendas con animales.
 No hay escuela, ni centro de salud o de primeros auxilios en la zona.
 Tenemos que andar cuatro kilómetros para llegar al centro más cercano”, añadió Yahalin.
Al-Monitor se reunió con estudiantes de enseñanza primaria durante un recorrido por la localidad.
Uno de ellos, Mayid, de diez años, dijo: “Todos los días salgo de casa a las 6 de la mañana y llego allí a las 8.
A veces, los soldados nos cortan el camino y nos tienen retenidos bajo un sol de castigo”.

Um Sleiman, que vive en el área beduina, dijo que, puesto que la escuela estaba tan lejos, decidió no enviar a dos de sus hijas, Hayar de 8 años y Asia de 11, hasta allí y, en cambio, llevarlas a la única guardería de la zona.
Tiene miedo de enviarlas a la escuela, ya que tendrían que andar muchos kilómetros sin medios de transporte.
También tiene miedo de los ataques de los colonos judíos.
“Hace tres años, un colono persiguió a mi hija mayor, Yusra”, dijo. “Consiguió escapar y llegar sana y salva.
Desde entonces, no he enviado a mis hijos a la escuela”.
Naya Fraihan es maestra y fundó la guardería de Azhar Abú Nawar con la ayuda de su amiga Amal Krichan hace dos años.
“Los niños de la comunidad beduina no iban a la guardería porque la más cercana estaba a seis kilómetros.
Los padres tenían que dejar a sus hijos en casa hasta que tuvieran seis años y poder, entonces, enviarles a la escuela. Esto nos empujó a abrir la guardería”, dijo.
Fraihan es una de las pocas personas de la zona que han terminado sus estudios universitarios en la universidad de Al Quds, donde estudió árabe.
“Al principio, empezamos a enseñar a los niños en una tienda de campaña, después de haber recogido dinero de los padres y haber comprado material escolar.
Luego, enviamos una solicitud a la Unión Europea para que nos diera una subvención y construir la guardería, que en estos momentos acoge a 24 niños”, explicó.
Fraihan nos señaló que la comunidad beduina tiene 74 niños, cuyas edades oscilan entre los 4 y los 14 años.
No todos pueden ir a la escuela. Tampoco tienen actividades extraescolares y de tiempo libre.
 Fraihan pidió ayuda al gobierno palestino, que parece estar completamente ausente.
El gobernador del distrito de Jerusalén, Adnan al Huseini, dijo que Abú Nawar se enfrenta a una situación peligrosa, sobre todo tras las últimas advertencias, que apuntan a una evacuación del área, situada entre tres grandes asentamientos judíos al este de Jerusalén.
Huseini añadió que las fuerzas de ocupación no permiten a la Autoridad Palestina construir o trabajar en el área, que está bajo control absoluto de Israel.

Por consiguiente, los ciudadanos tienen que acudir al cercano pueblo de Al Eizariya, a unos 8 kilómetros de distancia, para obtener algunos servicios del gobierno.
“Si los beduinos son expulsados de este área, las tierras serán utilizadas para construir nuevos asentamientos y expandir los existentes”, dijo a Al-Monitor.
“Esto también impedirá la expansión natural de Jerusalén hacia el este.
Se trata de un proyecto extremadamente peligroso y debería ser combatido”.

Huseini señaló que todas las comunidades beduinas del área de Jerusalén están amenazadas de expulsión, no solo la de Abú Nawar. La comunidad beduina tiene aproximadamente 120.000 personas, distribuidas entre los poblados de Abú Nawar, Abú Hindi, Arab al Yahalin y Yabal al Baba.

* El término Nakba, que significa “catástrofe” en árabe, es utilizado por los palestinos para referirse a la limpieza étnica llevada a cabo por las milicias judías durante la construcción del estado de Israel, que dio como resultado la expulsión y huida de más de 700.000 palestinos de sus hogares y pueblos [N. del T.].

Aziza Nofal es periodista de Nablus. Vive y trabaja en Ramala como periodista independiente para publicaciones árabes y regionales.
Se licenció en 2000 en el departamento de medios de comunicación y periodismo de la Universidad Nacional de Al Nayah y recibió el doctorado en estudios israelíes en 2014 por la Universidad Al Quds. Ahora trabaja en el ámbito del periodismo de investigación en Palestina y en colaboración con Reporteros Árabes de Periodismo de Investigación, una organización con sede en Amán, Jordania.

Traducción: Javier Villate (@bouleusis)


TOMADO DE: http://blog.disenso.net/

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