Que el ‘USS Liberty’ no caiga en
el olvido
Philip Giraldi
Ayer asistí a una conmemoración en el memorial USS Liberty del
Cementerio Nacional de Arlington. Estuvieron presentes varios miembros
supervivientes de la tripulación, así como veteranos de guerra como yo y otros
estadounidenses que están trabajando para que la historia del ‘USS Liberty’ no
se olvide, con la esperanza de que algún día el gobierno de EEUU tenga el valor
de reconocer lo que realmente sucedió ese fatídico día.
Pero en realidad, el ataque
llevado a cabo por aviones y barcos de guerra israelíes contra el ‘USS Liberty’
el 8 de junio de 1967 casi ha caído en el olvido: las generaciones más jóvenes
ignoran que un barco de la armada de EEUU fue atacado deliberadamente y casi hundido
por el “mejor amigo y aliado” de EEUU, Israel.
El ataque fue seguido de
una operación de encubrimiento que solo puede tener una explicación: al menos
un presidente de EEUU, hace casi 50 años, VALORÓ MÁS SUS RELACIONES CON
EL ESTADO DE ISRAEL QUE LA LEALTAD A SU PROPIO PAÍS.
Fue el peor ataque jamás sufrido por un buque de la armada norteamericana en tiempos de paz.
Fue el peor ataque jamás sufrido por un buque de la armada norteamericana en tiempos de paz.
En el mismo murieron 34 marineros, marines y miembros civiles de la tripulación,
y más de 171 resultaron heridos en las dos horas que duró el ataque, cuyo
objetivo era claramente destruir la información de inteligencia que había
obtenido el barco, que se encontraba en aguas internacionales recogiendo
información sobre la Guerra de los Seis Días entre Israel y sus vecinos árabes.
Los israelíes, cuyos aviones llevaban la estrella
de David tapada para poder culpar de los hechos a Egipto, atacaron el
barco repetidamente desde el aire y con barcos de guerra.
El increíble valor y determinación de la tripulación superviviente
fue lo que evitó que el ‘Liberty’ se hundiera.
Los israelíes y sus
defensores en los medios y en los círculos políticos de EEUU han afirmado
siempre que el ataque fue un trágico error, si bien muchos miembros de la
tripulación del ‘Liberty’ han expresado su firme convicción de que dicha
afirmación es falsa, pues el buque portaba una bandera estadounidense de gran
tamaño y era clara y fácilmente identificable como un buque de la marina de
EEUU.
El oficial al mando de la
nave, el capitán William McGonagle, fue galardonado con una Medalla de Honor
del Congreso por su heroica actuación en el mantenimiento del barco a flote, aunque el presidente Lyndon
Baines Johnson rompió con la tradición y se negó a celebrar la ceremonia de
entrega de la medalla en la Casa Blanca, así como a participar en la misma, delegando esa tarea en el
secretario de la Marina, quien rindió los honores en una ceremonia celebrada en
las instalaciones de la Marina en Washington sin ninguna publicidad.
Las medallas otorgadas a
los otros miembros de la tripulación convirtieron al ‘USS Liberty’ en el barco
más condecorado en la historia de la Armada de EEUU.
La tripulación del ‘Liberty’ juró guardar silencio sobre
el incidente y un tribunal formado apresuradamente llevó a cabo, bajo la
dirección del almirante John McCain, una investigación que, siguiendo las
órdenes de Washington, declaró que el ataque fue un caso de error de
identificación.
El consejero legal de la
investigación, el capitán Ward Boston, quien posteriormente declaró que el ataque fue un “esfuerzo deliberado para hundir un
barco estadounidense y asesinar a toda su tripulación”, también dijo que “el
presidente Lyndon Johnson y el secretario de defensa Robert McNamara le ordenaron
que concluyera que el ataque fue un caso de ‘error de identificación’, a pesar
de las abrumadoras evidencias de lo contrario”.
Las conclusiones del tribunal fueron reescritas y las secciones
relacionadas con los crímenes de guerra israelíes, incluyendo el
ametrallamiento de balsas salvavidas, fueron eliminadas.
Siguiendo los pasos de su
padre, el senador John McCain, de Arizona, ha utilizado su posición en el
Comité de Servicios Armados del Senado para bloquear toda nueva convocatoria de
una comisión de investigación para reexaminar las pruebas.
La mayoría de los documentos relacionados con el incidente del
‘Liberty’ no han sido nunca desclasificados, a pesar de que ya han pasado 48
años desde que tuvo lugar el ataque.
Ojalá Lyndon Johnson y
Robert McNamara estén ahora ardiendo en el infierno como consecuencia de su
traición.
A aquellos que objeten que ni siquiera LBJ [Lyndon Baines Johnson]
podía haber caído tan bajo como para permitir que un buque de guerra
estadounidense fuera atacado, debe observarse que su negativa a permitir que se
conociera la verdad de los hechos solo puede explicarse si aceptamos que la
situación fue cuidadosamente
manejada para producir un resultado “correcto”, a saber, exonerar a Israel de
toda culpa.
Deberíamos recordar que
Lyndon Johnson fue, posiblemente, el presidente más proisraelí en la historia
de EEUU, estando siempre del lado del estado judío en temas de política
exterior, desde sus tiempos como congresista hasta sus años en la Casa Blanca.
Cuando fue presidente, declaró que EEUU tenía una “alianza estratégica” de
facto con Israel,
siendo esta, posiblemente, el primer reconocimiento de que se estaba desarrollando lo que
ahora es definido como una “relación especial”, que subordina los intereses
reales de Washington a los de Tel Aviv.
En los años 60, antes de
que se conocieran las mentiras que sustentaron la Resolución del Golfo de
Tonkín, que dio paso a la guerra de Vietnam, los norteamericanos confiaban, en
líneas generales, en su gobierno.
Pero las mentiras sobre Irak
del gobierno de George W. Bush, seguidas por las revelaciones de WikiLeaks y
Snowden, han demostrado que EEUU tiene un gobierno secreto que actúa con poca
transparencia y limitaciones.
Lamentablemente, EEUU ha
tenido esa clase de gobierno durante mucho tiempo y el fatal destino del ‘USS
Liberty’ es, sin duda, una manifestación de la connivencia de la Casa Blanca y
el Departamento de la Defensa con las muertes de soldados norteamericanos y,
después, del ocultamiento de lo que pasó realmente, todo ello para proteger a
Israel.
Ya es hora de abrir las ventanas y dejar que entre aire fresco.
Lyndon B. Johnson se ha ido y también el secretario de defensa Robert McNamara,
conspiradores que abandonaron deliberadamente al ‘USS Liberty’ a su suerte.
Pero hay muchos
supervivientes del ‘Liberty’ que siguen buscando respuestas y ya es hora de
darles lo que necesitan y la paz que merecen.
No es demasiado tarde para
convocar una comisión de investigación y desclasificar los documentos del
Departamento de Defensa relacionados con el ataque israelí.
No es demasiado tarde para
que el Congreso declare el 8 de junio “día del USS Liberty”.
Por encima de todo, lo que
le sucedió al ‘Liberty’ debería servir de lección para todos aquellos que creen
que bailarle el agua constantemente a Israel no tiene importancia, que todo es
una farsa política y que cada uno interpreta su papel.
Se equivocan. El incidente
del ‘USS Liberty’ muestra que, cuando uno se acomoda a un estado delincuente
como Israel, se paga el precio con sangre.
El filósofo David Hume observó que
“nada es más sorprendente para quienes examinan los asuntos humanos con un ojo
filosófico que la facilidad con la que los muchos son gobernados por los
pocos”.
La facilidad con la que el lobby israelí manipula nuestro sistema
político, hasta el punto de que un presidente corrupto como LBJ [Lyndon B.
Johnson] actúe en nombre de un diminuto estado con valores que la mayoría de
los estadounidenses encontrarían aborrecibles, es algo realmente sorprendente.
Al recordar al ‘Liberty’, debemos también pedir que un criminal de
guerra como Benjamín Netanyahu no pueda venir a nuestro Congreso a decirnos lo
que debemos hacer y, además, ser recibido con 23 ovaciones de los congresistas
puestos en pie.
Si nuestros representantes electos aman realmente a nuestro país,
deberían tener el coraje de decir “no” la próxima vez que Netanyahu se acerque
por aquí.
Y deberían otorgar reconocimiento y justicia a los supervivientes
del ‘USS Liberty’ ahora mismo, hoy mismo.
Philip Giraldi fue agente de la CIA y de los servicios de inteligencia militar, y
sirvió 20 años en Europa y Oriente Medio, trabajando en casos de terrorismo.
Está licenciado con honores por la Universidad de Chicago y obtuvo el doctorado
en Historia Moderna por la Universidad de Londres. Además de TAC, donde ha
escrito colaboraciones durante nueve años, escribe regularmente en Antiwar.com.
En la actualidad, es director ejecutivo del Consejo para el
Interés Nacional y vive en Virginia.
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
TOMADO DE: http://blog.disenso.net/
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