La Guayana Esequiba nuestra
Publicado por Eduardo Piñate el 14 de julio de 2015
Fuente de imagen: Archivo
El Presidente obrero Nicolás Maduro se dirigió al país el pasado lunes 6 de julio desde la Asamblea Nacional. Allí el camarada presidente pronunció un discurso de profundidad histórica, conceptual y doctrinaria en el que reivindicó la soberanía venezolana sobre el territorio situado desde la margen occidental del rió Esequibo, que nos fue despojado por el imperio colonial británico a partir de la década del 30 del siglo XIX.
No pretendo aquí presentar un análisis exhaustivo del despojo del territorio Esequibo, nuestra Guayana Esequiba, desde el punto de vista histórico, sino más bien precisar las razones por las cuales el gobierno actual de la República Cooperativa de Guyana inicia un conjunto de violaciones al Acuerdo de Ginebra y monta una provocación contra el gobierno Bolivariano.
Desde que Venezuela surgió a la vida independiente, es decir, desde el Congreso Constituyente de 1811, lo hizo reivindicando como propio el territorio que correspondía a la Capitanía General de Venezuela hasta 1810. Desde la Constitución de 1811, hasta la de 1999, casi todas las Constituciones venezolanas asumieron, levantando el principio del uti possidetis juris, que ese es nuestro territorio nacional. Así, el texto constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, aprobado en referéndum popular el 15 de diciembre de 1999, establece en su artículo 10 que:
“El territorio y demás espacios geográficos de la República son los que correspondían a la Capitanía General de Venezuela antes de la transformación política iniciada el 19 de abril de 1810, con las modificaciones resultantes de los tratados y laudos arbitrales no viciados de nulidad.”
Resulta que para el 19 de abril de 1810 el territorio Esequibo formaba parte de la Capitanía General de Venezuela y cuando Venezuela logró la independencia en la batalla de Carabobo, tal territorio formaba parte de Colombia (la Gran Colombia), e incluso, para el momento de la muerte del Libertador Simón Bolívar, y luego de la separación de Venezuela de Colombia en 1830, formaba parte de Venezuela.
La ocupación británica comenzó luego de la muerte del Libertador y la separación de Colombia, de hecho, para 1835 y 1840 el imperio colonial ingles presenta los primeros mapas donde traza las líneas limítrofes de sus posesiones coloniales en la Guayana inglesa (hoy República Cooperativa de Guyana) dentro del territorio soberano de Venezuela.
Pese a las protestas de distintos gobiernos venezolanos en el siglo XIX Inglaterra continúa ocupando esos territorios, sólo con la oposición retórica de los gobiernos venezolanos, pues eran gobiernos débiles.
Hay que recordar que luego de la separación de Colombia, en Venezuela se abre un período de gran inestabilidad política y ruina económica debido a las luchas, rebeliones y guerras civiles entre caudillos que se disputaron el poder durante todo el siglo XIX. De modo que entre el primer gobierno de Páez en 1830 y 1899, Venezuela es un país débil económica, política y militarmente, absolutamente incapacitado para hacer valer sus derechos soberanos en el territorio usurpado por la principal potencia económica, política y militar del mundo, que era el Imperio Británico en el siglo XIX y principios del siglo XX.
El despojo se consuma con el Laudo Arbitral de París de 1899. Propuesto por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica desde 1895 en el marco de la doctrina Monroe, se reúne en 1899 sin la presencia de representantes de Venezuela, así que nuestro país recurre dos “apoderados”, miembros de la Corte Suprema de Justicia de los EEUU, el resto del tribunal de arbitraje lo conforman dos representantes del imperio británico y el árbitro es un catedrático ruso, profesor de universidades inglesas, amigo de la reina de Inglaterra y de la corte del Zar ruso. Como se ve, toda una confabulación contra los derechos soberanos de nuestro país en esos territorios, que, obviamente, decidió a favor de los intereses del imperio colonial británico.
Pero Venezuela desde el propio 1900, desde el gobierno de Cipriano Castro, denunció y rechazó el laudo de París de 1899. De allí en adelante todos los gobiernos de Venezuela negaron, desconocieron ese laudo, dado su carácter nulo e írrito, y ratificaron la soberanía venezolana en la Guayana Esequiba. Cuando Inglaterra pactó la independencia de la Guayana inglesa para el surgimiento de Guyana en 1966, se firmó un acuerdo (el Acuerdo de Ginebra) entre la Corona Británica, la autoridad colonial británica en la Guayana inglesa y el gobierno venezolano. Este acuerdo establece las bases por las que debe discurrir el tratamiento del diferendo limítrofe entre los dos países, que son los de la vía pacífica, con el Secretario general de la ONU como garante y además establece que en el territorio Esequibo no se puede hacer ningún tipo de exploración o explotación de recursos naturales sin el consentimiento pleno de ambos gobiernos.
Esta parte del Acuerdo de Ginebra es la que viola el nuevo gobierno de derecha en Guyana cuando autorizó, para provocar a Venezuela, a la Exxon Mobil para realizar actividades de exploración en la zona marítima que forma parte del Esequibo y muy cercana a la desembocadura del Orinoco y de nuestro estado Delta Amacuro.
Durante todos estos años la reclamación sobre el Esequibo transcurrió por los caminos de la diplomacia, utilizando el mecanismo del Buen Oficiante designado por el Secretario General de la ONU. Quizás con algunos momentos de tensión durante la IV República, sobre todo cuando en Guyana gobernó la izquierda, que algunos sectores de derecha venezolanos, azuzados por el imperialismo, trataron de lanzar acciones militares contra Guyana argumentando que esta era un satélite de Cuba y la Unión Soviética en territorio continental suramericano. Pero en general lo que ha predominado es el uso de los mecanismos establecidos en el Acuerdo de Ginebra de 1966.
Ahora se instala un gobierno de derecha en Guyana (que no tiene dos meses en el poder) y se dedica a provocar a la República Bolivariana de Venezuela. La pregunta es ¿por qué? El 14 de junio de este año escribí un artículo para el diario Ciudad Caracas que fue publicado el martes 16 del mismo mes, donde afirmé:
Cuando el Comandante Supremo Hugo Chávez nacionalizó las empresas petroleras que, en nombre de la “nacionalización” chucuta de Carlos Andrés Pérez en 1976 habían sido desnacionalizadas y entregadas a las transnacionales, la mayoría de ellas aceptaron los términos planteados por el gobierno Bolivariano y hoy operan en nuestro país aceptando la mayoría accionaria del Estado, pagando las regalías y demás impuestos que establecen nuestras leyes, sin afectar nuestra soberanía e independencia en materia petrolera.
Pero la Exxon Mobil no aceptó los nuevos términos soberanos establecidos por el gobierno revolucionario, por el contrario recurrió a demandar a Venezuela en tribunales internacionales, en los cuales nuestro gobierno ha demostrado la justeza de nuestras decisiones, de modo que no hemos pagado las exorbitantes sumas que nos han querido imponer, sino la justa indemnización establecida por nuestras leyes.
Ahora la imperialista Exxon Mobil ataca otra vez y lo hace a través del nuevo gobierno de la República Cooperativa de Guyana, el cual permite que esta transnacional realice actividades de exploración y perforación en la Zona en Reclamación, violando los acuerdos de Ginebra que taxativamente establecen que en ese territorio no se puede desarrollar ninguna actividad de ese tipo que no sea consensuada entre Venezuela y Guyana.
Y cuando el gobierno venezolano hace el reclamo respectivo por los canales políticos y diplomáticos, el nuevo gobierno de Guyana emite una declaración en la que señala que nuestro país es una amenaza para la región.” (Eduardo Piñate R.
“La Exxon Mobil ataca de nuevo”. Ciudad Caracas, 16 de junio de 2015)
Pero hoy, casi un mes después, podemos decir más. Se trata de una acción más del imperialismo en el marco de la guerra total que ha desatado para destruir la Revolución Bolivariana y al pueblo venezolano como fuerza de vanguardia de las luchas por la independencia en nuestro continente. El imperialismo, que perdió la iniciativa política en Latinoamérica y el Caribe, lanza contraofensivas en todos los terrenos para retomar su posición hegemónica que perdió en el marco de la nueva situación geopolítica continental, de la nueva correlación de fuerzas regionales que se fue estableciendo desde que el Comandante Supremo Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela y bajo su influjo.
Pero hoy, casi un mes después, podemos decir más. Se trata de una acción más del imperialismo en el marco de la guerra total que ha desatado para destruir la Revolución Bolivariana y al pueblo venezolano como fuerza de vanguardia de las luchas por la independencia en nuestro continente. El imperialismo, que perdió la iniciativa política en Latinoamérica y el Caribe, lanza contraofensivas en todos los terrenos para retomar su posición hegemónica que perdió en el marco de la nueva situación geopolítica continental, de la nueva correlación de fuerzas regionales que se fue estableciendo desde que el Comandante Supremo Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela y bajo su influjo.
La Revolución Bolivariana enfrenta en este momento una guerra total para destruirla. Esa guerra es económica, política, ideológica, cultural, mediática, psicológica y ahora, primero con el Decreto Ejecutivo de Barack Hussein Obama del 9 de marzo de este año y con la provocación del gobierno de derecha de Guyana buscan llevarnos a un conflicto de alta intensidad, como lo denunció el presidente Maduro el 6 de julio en la Asamblea Nacional.
Nosotros, los y las patriotas tenemos que cerrar filas alrededor del presidente obrero Nicolás Maduro y el gobierno revolucionario en este momento histórico. El presidente fue enfático en la Asamblea Nacional: que lo sepan los amigos y los enemigos, no renunciamos a nuestra soberanía sobre el Esequibo, dijo palabras más palabras menos el presidente y en eso debe acompañarlo toda la nación venezolana, independientemente de las simpatías políticas y adscripciones ideológicas de cada quien. Este es un asunto que demanda la unión nacional.
Nuestras divergencias políticas e ideológicas las resolveremos democráticamente este año y como siempre en las elecciones parlamentarias. Intentar banalizar esta controversia de alto interés nacional, reduciéndola a un asunto electoral de gobierno y oposición, como hacen algunos voceros de la ultraderecha, es un crimen contra la Patria de Bolívar.
Con el camarada presidente obrero Nicolás Maduro compartimos el llamado a retomar las conversaciones con la República Cooperativa de Guyana, en el marco del mecanismo del Buen Oficiante y la petición que hizo al Secretario general de la ONU para que designe al nuevo Buen Oficiante, así mismo, el llamado al presidente pro tempore de la CELAC para que viabilice un espacio de encuentro y diálogo entre el gobierno de Guyana y el de la República Bolivariana de Venezuela.
Son mecanismos establecidos por el derecho internacional para dirimir las divergencias entre los países en paz. A la paz apuesta el presidente Maduro, la dirección de la revolución y el gobierno revolucionario. Con el Presidente decimos: Nuestra victoria es la paz.
Eduardo Piñate
TOMADO DE: http://entodonoticias.com/
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