martes, 21 de julio de 2015

Ni el Papa se salva de la guerra mediática


Publicado el 7/17/15 • en Contrainjerencia
pappa

 STELLA CALLONI – En marzo de 2014 el Papa Francisco advirtió en Roma que la desinformación “es el peor pecado de los medios”, durante un encuentro con representantes de televisoras, radios y medios católicos de Italia, y en su gira reciente por tres países latinoamericanos, Ecuador, Bolivia y Paraguay, fue víctima de aquellos que consideró “pecadores” mediáticos.
El manejo de los periodistas de los medios del poder monopólico en Argentina fue un modelo del “pecado de la desinformación”.
Uno de los ejemplos más estremecedores fue la utilización que se hizo del crucifijo que entregó el presidente de Bolivia, Evo Morales, al Papa, donde la figura de Cristo estaba sostenida por un martillo arriba y una hoz abajo.
Toda la red de los medios del poder hegemónico usó este tema, tratando de desacreditar a Morales y por supuesto al mismo Papa.
Lo que nadie dijo es que el presidente boliviano le explicó al Papa que ese crucifijo era una réplica del que había pertenecido al padre Luis Espinal, un cura jesuita español que se había radicado en Bolivia y fue asesinado por la dictadura boliviana en 1980. Para Espinal la síntesis real era un martillo, como representación del trabajo obrero, una hoz de campesino.
El Sumo Pontífice murmuró “no sabía eso”, frase cambiada y reinterpretada en varios medios, que no registraron la emoción de Francisco.
A Espinal lo llamaban “Lucho” y era sacerdote de la misma orden jesuita a la que pertenece el Papa. Era un sacerdote de vasta cultura, escritor, cineasta, dedicado a los pobres, a las víctimas de la injusticia y la persecución.
El sacerdote Eduardo De la Serna -de la Opción por los pobres- recordaba que en su pueblo natal Cataluña, Espinal tuvo una “interesante y convulsionada vida durante el franquismo”, al que enfrentó. “Fue uno de los fundadores de la importante revista Selecciones de Teología, pero desde 1964 se dedicó al periodismo trabajando incluso en la Televisión española”.
Añade que en 1968 fue contratado por la Universidad Católica de Bolivia para hacerse cargo de una cátedra y que tuvo una intensa actividad social, por lo cual los gobiernos dictatoriales bolivianos comenzaron a acusarlo de “izquierdista”.
En 1970 obtuvo la ciudadanía, pero cuando el general Hugo Banzer dio el golpe de Estado en 1971, Espinal fue expulsado de la TV Boliviana.
Desde entonces escribía columnas de cine en el matutino Presencia y notas de reflexión en el vespertino Última Hora y coordinó la radio Fides. En todo ese tiempo fue varias veces censurado, también detenido, como otros perseguidos políticos o críticos de la dictadura.
En 1977 participó de una huelga de hambre junto a cuatro mujeres mineras -Aurora de Lora, Nelly Paniagua, Angélica Flores y Luzmila de Pimentel- que exigían al dictador prácticamente poner fin a la dictadura, lo que fue un detonante que estalló en por lo menos dos mil piquetes de huelga en todo Bolivia. Banzer terminó renunciando. Y Espinal pagaría con su vida tres años después.
A la caída de Banzer le sucedió el general Juan Pereda Asbún (1978), su delfín, quien gobernó 126 días. A su vez sucedió a este su camarada David Padilla Arancibia (1978-1979) 257 días.
Fue una increíble sucesión ya que en 1979 asumió el abogado nacionalista Walter Guevara Arze, quien duró sólo 85 días. Lo reemplazó el coronel Alberto Natusch Busch, que gobernó sólo 15 días y llegó al gobierno Lidia Gueiler Tejada, que intentó dar pasos más profundos pero sólo perduró 244 días, hasta el nuevo golpe de Luis García Meza y Luis Arce Gómez (17 de julio de 1980), su ministro del Interior, que ya manejaba grupos paramilitares y fue partícipe de la Operación Cóndor, junto a militares argentinos, quienes fueron a colaborar con el golpe y la represión.
Meses antes del golpe del 17 de julio, algunos actos ya advertían sobre lo que iba a ser la dictadura de García Meza. “En febrero de 1980 fue colocada una bomba en las oficinas del semanario Aquí, el medio impreso más crítico hacia las dictaduras”, recuerda la periodista y ex trabajadora de ese periódico Lupe Cajías.
Varios medios de comunicación fueron cerrados y actuaban grupos paramilitares y parapoliciales. “El director del semanario -que comenzó a circular en marzo de 1979- era el padre jesuita Luis Espinal y también un defensor tenaz de la democracia boliviana, al gestionar que el Arzobispado alojara a las cinco mujeres mineras que iniciaron la huelga de hambre que derrocó a Banzer”, señala el escritor Víctor Codina.
Añade que Espinal fue secuestrado por varios sujetos en un jeep cuando salió del cine 6 de agosto, donde vio -curiosamente- Los Desalmados el 21 de marzo de 1980. Todo fue maquinado por Arce Gómez.
Cuatro desconocidos lo secuestraron y lo llevaron en un jeep, y al amanecer del 22 de marzo un campesino encontró su cadáver con terribles rastros de torturas. Todos los analistas entendieron que detrás de este asesinato estaban García Meza y Arce Gómez. El primero acusaría directamente al segundo por este crimen cuando fue entrevistado ya detenido en estos nuevos tiempos de búsqueda de justicia.
Curiosamente este asesinato no trascendió y los analistas bolivianos señalan que esto sucedió porque la dictadura de García Meza tenía el apoyo directo de la dictadura argentina y porque sólo dos días después, el 24 de marzo, fue asesinado en El Salvador Monseñor Oscar Arnulfo Romero, ahora beatificado por el Papa.
Pero sí se calculó que unas 80 mil personas asistieron al entierro del “Padre Lucho”, lo que da la dimensión del reconocimiento del pueblo boliviano a la tarea del sacerdote jesuita.
Espinal es a Bolivia lo que Monseñor Romero significó en El Salvador.
Al finalizar la huelga de hambre en 1977 sostuvo que “para enmarcar mi experiencia política durante estos días, he de aclarar dos hechos. Primero: mi condición de intelectual pequeñoburgués, que de pronto se siente plenamente inmerso en una experiencia histórica, plenamente popular y revolucionaria. Tal vez, por primera vez, he sido útil para mi pueblo. Segundo: mi condición de boliviano (siempre atacado por el gobierno como extranjero indeseable) y que se encuentra aceptado por el pueblo. Morir por un pueblo puede dar más carta de ciudadanía que nacer en un pueblo”. Esa era la voz de un verdadero pastor de su pueblo, como se consideraba Monseñor Romero.
Al salir de Bolivia, camino al Aeropuerto Internacional de El Alto y la ciudad de La Paz, el Papa se detuvo a rezar en el lugar donde fue encontrado el cuerpo asesinado y torturado de Luis Espinal.
“Me detuve acá para saludarlos y sobre todo para recordar, recordar a un hermano, a un hermano nuestro víctima de intereses que no querían que se luchara por la libertad de Bolivia. El padre Espinal predicó el evangelio y ese evangelio molestó y por eso le eliminaron. Hagamos un minuto de silencio en oración y después recemos todos juntos”, dijo Francisco. - PL

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Sostiene Francisco


Por: Atilio Borón

11 julio 2015 |CUBADEBATE

Papa Francisco

Después del discurso de Francisco ante el Encuentro de Movimientos Sociales no tardaron en surgir voces advirtiendo que sus palabras no debían tomarse en serio habida cuenta de la larga historia de la Iglesia como guardiana del orden capitalista y responsable de incontables crímenes.
Se imponía la incredulidad e, inclusive, una vigilancia militante para evitar que el mensaje papal frustrase el ansiado desarrollo de la conciencia crítica de los pueblos oprimidosDiscrepo de esas opiniones. Es más: creo que éste no es un tema que debería preocuparnos. Desde el punto de vista de la construcción de un bloque histórico anticapitalista –aunque no desde la abstracción de un juicio ético– el hecho de que Francisco crea o no en su propio discurso es irrelevante y no tiene sentido discutir aquí.
Lo que sí interesa es que esas palabras fueron vertidas en una importante reunión de líderes y dirigentes sociales latinoamericanos y que alcanzaron de inmediato una impresionante resonancia mundial.
Que el Papa diga que el capitalismo es un sistema agotado, que ya no se lo aguanta más, que el ajuste siempre se hace a costa de los pobres, que no existe tal cosa como el derrame de la riqueza de la copa de los ricos, que destruye la casa común y condena a la Madre Tierra, que los monopolios son una desgracia, que el capital y el dinero son “el estiércol del demonio”, que se debe velar por el futuro de la Patria Grande y estar en guardia ante las viejas y nuevas formas de colonialismo, entre tantas otras afirmaciones, tiene efectos políticos objetivamente de izquierda que son de una importancia extraordinaria.
Claro, todo esto ya lo habían dicho Fidel, el Che, Camilo, Evo, Correa, Chávez y tantos otros en la teología de la liberación y el pensamiento crítico de Nuestra América. Pero sus juicios eran siempre puestos bajo sospecha y toda la industria cultural del capitalismo se abalanzaba sobre ellos para burlarse de sus certidumbres, descalificándolas como productos de un anacrónico radicalismo decimonónico.
Las tecnócratas al servicio del capital y los “biempensantes” posmodernos decían que aquellos nostálgicos no comprendían que los tiempos del Manifiesto Comunista habían pasado, que la revolución era una peligrosa ilusión sin porvenir, y que el capitalismo había triunfado inapelablemente. Pero ahora resulta que quien lo cuestiona radicalmente, con un lenguaje llano y rotundo, es Francisco y entonces ese discurso adquiere una súbita e inédita legitimidad, y su impacto sobre la conciencia popular es incomparablemente mayor.
Con sus palabras se abrió, por primera vez en mucho tiempo, un espacio enorme para avanzar en la construcción de un discurso anticapitalista con arraigo de masas, algo que hasta ahora había sido una empresa destinada a ser neutralizada por la ideología dominante que difundía la creencia de que el capitalismo era la única forma sensata – ¡y posible!– de organización económica y social. Ya no más.
El histórico discurso de Francisco en Bolivia instaló en el imaginario público la idea de que el capitalismo es un sistema inhumano, injusto, predatorio, que debe ser superado mediante un cambio estructural y que, por eso, no hay que temerle a la palabra revolución.
Dejemos que filósofos, teólogos y psicólogos se entretengan en discutir si Francisco cree o no en lo que dijo. Lo importante, lo decisivo, es que gracias a sus palabras estamos en mejores condiciones para librar la batalla de ideas que convenza a todas las clases y capas oprimidas, a las principales víctimas del sistema, que hay que acabar con el capitalismo antes que ese infame sistema acabe con la humanidad y la Madre Tierra.

(Publicado en Página 12, Argentina)

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“Apoyar al Papa en lo que sirva a nuestros 


pueblos pero no comprar todo el paquete”


Por Gerardo Szalkowicz
ENTREVISTA AL TEÓLOGO Y FILÓSOFO RUBÉN DRI. La gira del Papa por Ecuador, Bolivia y Paraguay reactualizó los debates y contrapuntos en relación a su figura. En esta entrevista, el teólogo y filósofo argentino Rubén Dri desmenuza el “efecto Francisco” en América Latina, sus mensajes políticos y las rupturas y continuidades que le impregnó al […]

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ENTREVISTA AL TEÓLOGO Y FILÓSOFO RUBÉN DRI.
La gira del Papa por Ecuador, Bolivia y Paraguay reactualizó los debates y contrapuntos en relación a su figura. En esta entrevista, el teólogo y filósofo argentino Rubén Dri desmenuza el “efecto Francisco” en América Latina, sus mensajes políticos y las rupturas y continuidades que le impregnó al Vaticano.
En diálogo con el programa “Al sur del Río Bravo” que transmite Radionauta FM, Dri también analiza los avances y límites del actual papado desde el legado de la Teología de la Liberación y el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo del que fue referente.
¿Cómo se viene reconfigurando la relación entre el Vaticano y la región? ¿Qué análisis hacés del discurso de Francisco sobre todo en cuanto a su fuerte contenido político-social?
– Sin dudas, se vienen produciendo grandes cambios. En primer lugar en la misma práctica de Bergoglio a Francisco y en segundo lugar de la Iglesia con América Latina. Vemos ahora una Iglesia volcada a los sectores más desprotegidos y, al mismo tiempo, esos sectores que después de mucho tiempo tienen proyectos populares, proyectos de liberación. Eso es lo cualitativamente diferente que se está expresando desde hace una década. Y en este sentido, que la Iglesia a su vez apoye estos movimientos le da un impulso muy grande.
El mensaje que está dando Francisco es profundamente político, es político-religioso o es religioso pero con profundas implicaciones políticas. Hay un pronunciamiento claro en contra del capitalismo sobre todo en su fase neoliberal, con toda la destrucción que ha producido en nuestro continente. Y es claro también el apoyo que está dando a los movimientos populares de base que están luchando por su independencia, por su liberación.
– Teniendo en cuenta su pasado y las acusaciones de su complicidad durante la dictadura, teniendo en cuenta su férrea oposición a ciertas reivindicaciones como el matrimonio igualitario o el aborto, ¿cómo se explica el pasaje de ese Bergoglio de perfil conservador a este Francisco “progre” que se reúne con decenas de movimientos populares de América Latina?
– A Bergoglio hay que analizarlo en primer lugar desde lo político y no desde lo religioso. Me es muy difícil analizarlo desde lo religioso cuando en sus encíclicas nombra a Juan Pablo II, es decir a un papa que si bien teatralmente o en cuanto a manifestaciones masivas presenta rasgos semejantes, sin embargo expresa lo contrario, porque Juan Pablo II expresaba un lineamiento con el neoliberalismo y aquí nos encontramos con un alineamiento totalmente contrario.
Éticamente hay contradicciones que Bergoglio tendrá que procesar interiormente. Cuando él estaba en Argentina de hecho estaba en contra del kirchnerismo, y había transformado la Catedral en una tribuna política en contra del gobierno. Es todo lo contrario a lo que está haciendo ahora. Y esa contradicción tiene que ver con que acá bregaba por un papel hegemónico de la Iglesia frente al Estado, había allí una lucha entre esos dos poderes. Ahora no tiene ese problema porque él está por sobre los poderes políticos, ahora dirige la política directamente desde el Vaticano. Ahora puede desarrollar ampliamente un poder político y lo está haciendo de una manera contraria a lo que hacía acá, porque ahora ya no está peleando frente a un poder político que le pueda hacer contra. De hecho, la Iglesia empezó a tener mucho más poder con Francisco, está recuperando una hegemonía que había perdido.
– En ese sentido, ¿los cambios que evidencia en su discurso político están generando cambios en términos religiosos?
– Creo que pocos. Hay un tema que ustedes aludían que es lo que la Iglesia considera siempre como la moral, es decir todo lo que tiene que ver con la sexualidad, el aborto, el matrimonio igualitario, etc. En eso Francisco no sólo no ha cambiado sino que no va a cambiar. Va a ser mas difícil ahora avanzar en esos terrenos. Y en este sentido, no es casual que el primer país que visitó esta vez sea Ecuador, porque en este sentido coincide con Rafael Correa. Es decir, tanto Correa como el Papa están empujando un proceso popular, de liberación, pero al mismo tiempo poniendo freno con respecto a otros derechos que hoy la sociedad quiere conquistar, que la Iglesia -incluido Francisco- considera que es un terreno propio en el cual los Estados no se tienen que meter.
– ¿La Iglesia coloca una figura como Francisco para recuperar legitimidad ante el desprestigio que arrastraba? ¿Fue Francisco de motus propio que le cambió la cara a la institución? ¿O tal vez una mezcla de ambas?
– Hay una mezcla de las dos. Los cambios fundamentales que produce en la institución Iglesia hasta ahora son cambios que tienen que ver con maneras de actuar, pero no son cambios profundos. Es decir, la construcción de poder de esta Iglesia no sólo no la ha cambiado sino que ha dado fundamentos mayores, le ha dado más poder. Ha afirmado claramente que el sacerdocio sólo lo pueden ejercer los varones, entonces ahí hay una definición clara de dónde poner los frenos. Pero por otra parte quita mucha de la hojarasca que tenía la Iglesia, cuando él habla de una iglesia pobre y para los pobres, habla de una Iglesia que se quita las hojarascas, pero no de una Iglesia que ya no tenga el Banco del Vaticano. Entonces esa Iglesia pobre puede terminar siendo una Iglesia mucho más rica, sólo que no va a tener la ostentación de aquella Iglesia. Creo que eso es lo que fundamentalmente está cambiando.
– Y este cambio de estrategia de la Iglesia de alguna manera ha revitalizado a los fieles…
– Sin dudas. Pero también ahí hay mucha “papalatría”. Las grandes manifestaciones con misas multitudinarias, como ya lo hacía Juan Pablo II, eso es muy contradictorio, creo que la verdadera religiosidad no es eso. Pero de cualquier manera, yo no lo desapruebo en la medida en que eso pueda servir para concientizar a los fieles o para crear fuerza popular en la medida en que esa fuerza a su vez esté empujando los proyectos populares.
– En general hay una reticencia muy fuerte desde la izquierda y los movimientos populares argentinos hacia Francisco, sobre todo por el rol histórico de la Iglesia, por el pasado de Bergoglio y por su visión reaccionaria sobre esos derechos. ¿Cuál te parece que debería ser la postura en relación a Francisco? ¿Cambió tu opinión sobre él desde que asumió hasta ahora?
– Sí. Creo que no debemos mantenernos rígidos en los análisis ni ser fundamentalistas, pero tampoco podemos comprar todo el paquete. A nosotros nos interesa fundamentalmente que los movimientos populares latinoamericanos puedan crecer, puedan desarrollarse, puedan construir poder; en la medida que el Papa favorezca esto, nosotros tenemos que apoyarlo. Creo que tenemos que estar de acuerdo pero al mismo tiempo tener en cuenta cuáles son los limites que la Iglesia quiere poner. Y por otra parte, tener en cuenta también la herencia que va dejando una Iglesia más poderosa frente a nuestros Estados. Yo pensaba que la actitud de Bergoglio frente a los movimientos populares iba a ser la contraria a lo que viene haciendo, y ahí yo también corrijo la visión que tenía, porque él cambió en este sentido, entonces eso yo lo apruebo.
– Por último, ¿qué rescatás de lo que viene haciendo Francisco y qué no en cuanto a esa referencia histórica que es la Teología de la Liberación y lo que ha sido la experiencia del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo?
– Lo que diría es: no cerrarnos en nuestras posiciones y tratar de apoyar todo lo que sirva a nuestros pueblos pero nunca comprar todo el paquete. La autentica Teología de la Liberación es aquella que retoma el proyecto de liberación de Jesús en Nazaret, que es un proyecto de creación de poder popular, o sea, desde abajo hacia arriba. Creo que toda esta movilización por Francisco hay que aprovecharla para que las bases se muevan, se organicen y hagan sentir su voz. Por ahí se nos abre el horizonte en América Latina.

TOMADO DE: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/

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