Earle Herrera analiza versos sobre Bolívar
> La espada sobre el fuego. Los poetas invocan a
Bolívar es una publicación de Monte Ávila, en su
colección Testimoniales
El Padre de la Patria es la fuente de inspiración de muchos versos venezolanos y latinoamericanos. Es por ello que el periodista y escritor Earle Herrera plasmó en su ensayo La espada sobre el Fuego. Los poetas invocan a Bolívar, la visión que tienen los poetas del Libertador.
El ejemplar, que pertenece a la colección Testimoniales de Monte Ávila Editores Latinoamericana, es un ensayo en el que el periodista presenta poemas de trece autores de Venezuela, Ecuador, Colombia, Chile, Nicaragua y Guatemala, partiendo del libro Los poetas a Bolívar, compilado por Jaime Tello, acompañados por comentarios propios sobre estos escritos.
El alba descorrida, de Vicente Huidobro; Roja será la rosa, de Pablo Neruda; La espada de Fuego de Rubén Darío; La lucha que no acaba, de Miguel Ángel Asturias; La sombra que da vida, de Miguel Otero Silva; Labranzas de pueblos, de Alberto Arvelo Torrealba; Una sombría sombra desolada, de Mahfud Massis; Fulgor y sangre, de Dionisio Aymará; Y si de pronto la lluvia, de María Mercedes Carranza; El sur del dolor, de Ana María Iza; Vamos a su encuentro, de Alí Primera; El gran sueño, de Gustavo Pereira; y La espiga en Carabobo, de César Rengifo son los versos que aparecen en este texto junto con las opiniones de Herrera.
El ejemplar también cuenta con un apartado en el que escribe sobre Tres majaderos y un delirio, de Jorge Schmidke, donde el autor crea un diálogo con Jesucristo, Don Quijote y Bolívar.
Igualmente, Herrera dedica el apartado Rostros del Libertador desde la libertad poética a hablar sobre las características físicas del Libertador. Allí analiza textos de Luis Britto García, Miguel Otero Silva, María Mercedes Carranza, José García Nieto, Alberto Arvelo Torrealba, José Umaña Bernal, entre otros, quienes ofrecen descripciones detalladas de la forma en la que ellos perciben la imagen del héroe.
“(…) ágil metal los ojos, arco voraz el labio/ lento paso de hombre seguro de su ruta. En tus ojos descubro la mirada que ordena/ el acto, como ordena relámpagos el rayo”, escribió José Umaña Bernal en Nocturno del Libertador.
En Después del Chimborazo, Herrera ofrece una finalización en la que expresa la espera poética del Libertador. Finalmente, brinda al lector una breve biografía de los autores.
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*Biografía Mínima
> Nació en San José de Guanipa estado Anzoátegui en 1949
> Es periodista egresado de la Universidad Central de Venezuela. Actualmente es profesor titular en la misma casa de estudio que lo formó
> Se desempeña como periodista, escritor, ensayista, locutor y articulista de opinión
> Ha recibido el Premio Nacional de Periodismo en tres oportunidades, el premio Municipal de Literatura en Poesía y el Premio Conac de Literatura
> La UCV le otorgó la Orden José María Vargas por su trayectoria académica
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César Rengifo: La espiga sembrada en Carabobo
…Frente al Libertador desfilan los héroes y guerreros de todo el continente que lo antecedieron: Guaicaipuro, Tiuna, Apacuana, Cuaricurián, Cuauhtémoc, Caupolicán, Túpac Amaru, Negro Miguel, José Leonardo Chirinos, Pedro Camejo, Gual y España, Miranda, Joaquina Sánchez. Es Túpac Amaru quien le dice: “¡Tú nacías Bolívar el año de mi muerte!”.
Este encuentro entre el guerrero inca y el Libertador, más allá de los tiempos de las muertes, sintetiza las luchas por siempre de los pueblos por su libertad y hace reales las invocaciones de los poetas que llaman a Bolívar a nuevos combates y nuevas batallas. José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, en el texto de Rengifo le dice al prócer:
¡Por eso estoy aquí, presente en Carabobo!/¡Y he de decirte hoy que nunca has de dormir,/Bolívar, ni descansar, Bolívar!/ ¡Tu imagen, tu palabra, tu corazón/ Han de estar sobre América despiertos/Para siempre!
Es precisamente lo que en su Credo reza Miguel Ángel Asturias, porque los hombres “como tú, Libertador, no mueren, cierran los ojos y se quedan velando”. Invocar a Bolívar es convocar al pueblo.
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Pablo Neruda: Roja será la Rosa
…Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire/ De toda nuestra extensa latitud silenciosa.
El Padre Nuestro nerudiano no está en los cielos, sino “en la tierra, en el agua en el aire”: El Libertador es un padre cercano, está en los pueblos. Sin ser Dios, no se toma el nombre de Bolívar en vano, su nombre omnipresente:
Todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada:/tu apellido la caña levanta a la dulzura, / el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar/el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar,/ la patata, el salitre, las sombras especiales,/las corrientes, las vetas de fosfórica piedra,/todo lo nuestro viene de tu vida apagada
Pablo Neruda, cuando para el lector incauto parece deificar al héroe con su Padre Nuestro, nos encarga a un Bolívar que anda entre nosotros, por todas partes, homenajeado en la caña, el estaño, los pájaros (el aire), los volcanes, la patata, el salitre, es decir, entre los campesinos, los mineros, los pescadores; entre los nuestros, en nuestra morada, en el pan nuestro de cada día.
Bolívar murió naturalmente, para la ira secular de la oligarquía venezolana que reclamaba debía morir de otra manera: fusilado, por ejemplo. O en la horca. O asesinado a traición.
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Gustavo Pereira: El gran sueño
Sobre Bolívar enfermo, en sus últimos días, han escrito varios autores; sobre ese Libertador que Miguel Otero Silva ve “como un árbol sin ramas/ Solo una frente pálida. Y unos ojos de abismo”. El poema de Gustavo Pereira, en primera persona, es el monólogo del prócer que se despide y narra su propia circunstancia:
No soy sino este filo de abismo a la intemperie/ Este costal de huesos y pellejo/ que dejaron en mí las dentelladas./ Soy la sombra de mí mismo en mí mismo/ Aquel que anduvo por las almas y aún padece/ Cuanto cabe al dolor.
Transido de un tono de elegía, el Libertador reflexiona y recuerda: la gloria, las orfandadas, las victorias, las derrotas, la melancolía, los dolores, los lutos.
En estas aguas la gloria desenlutó mi angustia/ Y esto aún me estremece.
Hay un paréntesis en el poema que da paso a la prosa. Allí se incluye el testimonio del Libertador sobre su juventud y devenir.
El poeta recurre al recurso del collage que ya había advertido Gabriel Jiménez Emán en la poesía de Gustavo Pereira, tempranas influencias del surrealismo y el cubismo. Escribe el también poeta y ensayista Jiménez Emán:
No olvidemos aquí los aportes del cubismo, que mediante sus procedimientos de yuxtaposición y simultaneidad permite los efectos del collage, de la inclusión del fragmento o del recorte para incorporarlos al discurso, lo cual posibilita una simultaneidad de planos narrativos o alternancia de voces, algo que no se podía hacer en la poesía clásica, romántica o simbolista. El cubismo fue muy bien usado por poetas…
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Ana María Iza: El sur del dolor
Con el tiempo, nuestra concepción de la vida y la percepción que tenemos de la gente y de las cosas va cambiando. El universitario o el adulto no ven igual su entorno como lo veía el liceísta, el adolescente, el escolar, el niño. Es lo que le pasa a la poeta ecuatoriana Ana María Iza. Le ocurrió con el Libertador, el que le enseñaron en la escuela primaria y el que descubrió en la juventud, en las calles, en la vida. Su poema se titula Carta al Libertador y es un doloroso canto que resuelve en un llamado a Bolívar para que la guíe hasta su espada, en una disposición de cambiar las cosas, lo que ocurre en su Patria. Un llamado a la rebelión para cambiar lo que se ha hecho intolerable en la sociedad. Cuando supera la etapa escolar, el mundo de afuera la impacta y la conmueve:
Libertador: de niña te admiraba/ con esa ingenuidad de los chiquillos,/ te imaginaba repartiendo caramelos/ y bolas a los niños./ Llevaba tu retrato entre las páginas de la espiral sin sombras de mi vida.
Hasta aquí, el Bolívar percibido y asumido por una niña: el héroe bondadoso, repartidor de caramelos y bolas a los chiquillos. Pero la pequeña se hizo joven y salió a la calle. ¿Qué Bolívar encontró más allá del hogar y de la escuela primaria? Su Carta lo revela:
Un día salí a la calle/ se me dobló el corazón en una esquina;/ pobres diablos y cristos la poblaban,/ entre diablos y cristos se comían.
Ecuador es un país subdesarrollado, como todos los de la América Latina…
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Alí Primera: Vamos a su encuentro
…y se me ocurre esto de poner a dialogar a los poetas que esperan a Bolívar y cae en mis manos tu Canción Bolivariana, donde tu puño, letra y música pone al Libertador a dialogar con un niño de Venezuela, un chamito, o como lo dices tú, un carajito. Y a una interrrogante del niño preguntón, dices:
Hay razón en lo que dices/ yo frente a Simón Rodríguez/ juré liberar a mi patria/ y tal vez por inocencia/ no la soñé gobernada/por indignos de mi herencia…
Y por ahí se va la cosa, Alí. El niño de Venezuela le sigue preguntando al Padre de la Patria y a un atento Bolívar le responde:
Toma mis espuelas/ que hay que jinetear de nuevo/ tú te vas de pueblo en pueblo/ a despertar a la gente/ que alcen más y más la frente/ para merecer la gloria/ de hacer de nuevo la historia/ liberando al oprimido/ que si el pueblo está dormido/ nunca ganará la gloria
Para que Bolívar despierte, debe despertar el pueblo. Así lo cantó Neruda. Y así lo dice el Libertador del que tú anuncias sus regreso. Y por boca del prócer abogas por la unidad del pueblo: …que la lucha se dispersa/ no habrá victoria popular en el combate.
Para el retorno del héroe, creaste un Sangueo para el regreso. Te sumas a los poetas, tú como cantautor, que esperaran en el retorno del Libertador. Pero también tienes claro que ese regreso lo garantiza el despertar del pueblo y su toma de conciencia revolucionaria, uno por lo otro. El que regresa no es un Libetador a regodearse con su obra y su gloria, sino un Bolívar que viene a luchar contra una nueva colonización…
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Miguel Otero Silva: La sombra que da vida
…en el poema, a Otero Silva se le sale el novelista de Fiebre y Casas Muertas, de aquella Venezuela misérrima y palúdica, y todo novelista describe, como lo hace el autor con el pueblo que está a espalda de la sombra:
Un pueblo de pausados campesinos andinos,/ de llaneros festivos, audaces y valientes, /de mulatos cordiales y de negros risueños,/ de bronceados y ariscos pescadores mestizos,/ de soldados corianos, sufridores y recios:/ pueblo dicharachero,/ ingenioso, indolente y palúdico…
Ese es el mismo pueblo de la independencia, el que peleó en los llanos y el que cruzó los Andes con el Libertador a la cabeza; el pueblo en su “crisol de razas”, para emplear la frase de Bolívar. “Era una sombra inmensa y era un pueblo a su espalda”.
Miguel Otero Silva, ya lo dijimos, tiene una formación incontrovertible. Pero también tiene una clara visión de la historia. Los hechos tienen causas y consecuencias. Y Bolívar, después de muerto, sigue siendo un problema. O para decirlo con capricho del odio, la oligarquía venezolana, al enterarse del fallecimiento del héroe, quiso borrarlo de la historia y ordenó quemar todos sus títulos y condecoraciones. Le temían tanto al Bolívar vivo como al Bolívar muerto. Para Otero, aún fallecido, revolucionario de multitudes: Hoy la sombra está muerta. De su savia/ se han nutrido mil bosques de hombres.
Esa savia sigue nutriendo a los pueblos y en ellos se proyecta el espíritu bolivariano. La historia oficial no puede hacer nada…
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María Mercedes Carranza: Y de pronto la lluvia
… María Mercedes Carranza inicia su poema aludiendo la ubicuidad que ha adquirido el Libertador, en unos casos justa y merecida, en otros –no sabemos si los más– por el puro culto al héroe, cuando no, para cubrir la ineficiencia con su manto (estatuas, bustos, placas) o para publicidad y relaciones públicas de los explotadores de la imagen del Libertador:
Allí, sentado, de pie,/ a caballo, en bronce, en mármol,/ llovido por las gracias de las palomas/ y llovido también por la lluvia./ en cada pueblo, en toda plaza,/cabildo y alcaldía estás tú.
Eso no está mal, que Bolívar esté en todas partes. Neruda lo tomó como una merecida honra al héroe en su extraordinario Un canto para Bolívar, en el que le dice: “…todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada”. Y esa morada es América. Carranza se refiere al culto a esas estatuas, retratos y placas, que sustituyen al verdadero Libertador, al Bolívar de carne y hueso y convierten sus representaciones escultóricas y gráficas en fetiches. La adoración no es solo a las estatuas, que le escamotean al pueblo su verdadero héroe; también está en discursos, poemas insufribles y retratos, si se puede decir, de un Bolívar sobreactuado y pasado de maquillaje.
Marchas militares con coroneles/que llevan y traen flores./ Discursos, poemas,/ y en tus retratos el porte de un general/ que más que charreteras/ lucía un callo en cada nalga/ de tanto cabalgar por estas tierras,/ y más que un físico a los galán de Hollywood/tenía el ademán mestizo de una batalla perdida./ Centenarios de tu primer diente y de tu primera sonrisa.
MARÍA DE LOS ÁNGELES AGUILAR / CIUDAD CCS
TOMADO DE: http://ciudadccs.info/
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