La
derecha odia la honradez y dignidad del gobierno de Allende. ¿Por qué?
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11 septiembre, 2021
Y no
sólo la derecha.
Muchos
izquierdistas ‘renovados’ así como las coaliciones
que conforman el duopolio ni siquiera pueden compararse con él.
Menos
aún podrían hacerlo los megaempresarios
criollos, quienes tienen una “yayita” que nadie olvida.
Arturo Alejandro Muñoz
Que la derecha odia escuchar y leer alabanzas
o loas a Salvador Allende es un asunto incomprensible, pues de no haber
existido el gobierno popular que encabezó el doctor socialista, esa derecha
jamás habría logrado adueñarse –inmoralmente y a
precios risibles- de tan elevado número de empresas públicas con
las que contaba el Estado chileno hasta el mes de octubre del año 1973.
Convengamos, en primer término, que las
principales empresas –las más grandes y rentables- existentes hasta ese año
habían sido creadas por la actividad de los gobiernos, del fisco.
Los
empresarios de entonces eran renuentes a arriesgar dinero en levantar una
empresa cuyo rendimiento productivo y umbral de ganancias económicas resultaban
desconocidos.
Para muestra, botones.
El
violento terremoto que en el mes de enero de 1939 destruyó las ciudades de
Chillán y Concepción cobrando más de treinta mil víctimas, apenas iniciado el
gobierno de Pedro Aguirre Cerda, otorgó al mandatario radical la posibilidad de
crear la CORFO (Corporación de
Fomento de la Producción), institución fiscal que durante más de cuatro
décadas investigó, propuso, invirtió (dinero del
estado chileno) e inició exitosamente actividades fabriles y productivas
en áreas donde la empresa privada había asegurado que ‘no existía posibilidad
alguna de gerenciar ni administrar nada’.
Sin embargo, la CORFO lo hizo.
Ahí
estuvieron, en su momento, empresas de total éxito como CAP (Huachipato),
ENAMI, SERCOTEC. INACAP, IFOP, SENCE, IANSA, ENDESA, la UTE, Centrales
Hidroeléctricas, Chile Films, ENAP, MADECO, ENTEL, TVN, y una multitud de
empresas (más de 300) de rubros varios, como textiles, metalmecánica, agrícola,
maderera, pesquera, automotriz (Fiat, Citroën y Peugeot), vestuario, etcétera.
Decenas (quizá centenares) han sido las pioneras empresas creadas por CORFO,
las cuales, una vez demostradas sus capacidades ‘económicas’, fueron EXIGIDAS por los capitales privados como elementos
aptos para la privatización.
Además, durante dos siglos los terratenientes
criollos mantuvieron sus propiedades en el más absoluto nivel de “no producción”, puesto que el 60 % o el 70% de esos
extensos kilómetros cuadrados o hectáreas de fundos y haciendas estaban
improductivos, dejados a la mano de Dios, constituyendo simples e inútiles
paisajes.
El presidente Jorge Alessandri Rodríguez (1958-1964) inició, aunque tibiamente,
el proceso de reforma agraria que sería incrementado y terminado por los
mandatarios Frei Montalva (1964-1970) y Allende Gossens (1970-1973) a través de
instituciones como CORA, INDAP e INIA.
Una vez que esos gobernantes demostraron que Chile sí podía ser una
potencia en producciones frutícolas y madereras (todas ellas, hasta ese
momento, administradas por el Estado), los inversionistas privados, histéricamente, exigieron al gobierno de turno (era
entonces el momento de la dictadura militar) la “venta”
(privatización o regalo, en realidad) de todas las empresas fiscales,
incluyendo las agrícolas, lo que se efectuó vergonzosamente durante el último año
del gobierno dictatorial pinochetista (principalmente en el segundo semestre de
1989), en condiciones insignificantes en su cuantía monetaria.
Fue,
sin duda, el mayor robo conocido en la Historia de Chile.
Y para qué hablar de los ‘regalos’ efectuados por el duopolio
Alianza-Concertación a mega empresarios particulares, como ocurrió con los
glaciares del Norte (Barrick Gold), las salmoneras y bosques en el sur, las
reservas de agua en la zona austral, el borde costero, el mar chileno, los
nuevos minerales cupríferos, el litio, y un etcétera tan largo como nuestro
país.
Ella es una de las razones por las que al
gobierno de la Unidad Popular se le atacó por todos los flancos; los predadores
requerían establecer el caos, el desabastecimiento, el mercado negro y el
terror callejero como factores que avalaran el golpe de estado, mismo que
entregó centenares de empresas públicas a determinados empresarios.
¿Y ellos odian a Allende? ¿Por qué?
La respuesta, amén de lo ideológico, debe
rumbear por otras causas que el mega empresariado y su prensa plumífera se
obstinan en esconder.
En el
gobierno de la Unidad Popular no hubo presos políticos, tampoco hubo asesinato
de opositor alguno por el que se hubiese podido responsabilizar al gobierno,
pero sí hubo una total y absoluta libertad de prensa, de opinión, de
asociación, etc.
Y lo más importante, no existió
corrupción en ninguna de las esferas del gobierno.
Tal es
así que, una vez entronizada la dictadura, a todas las personas que habían
ejercido cargos de ministros y subsecretarios en el gobierno de la Unidad
Popular (y ello ocurrió de igual manera con el propio doctor Allende), se les
investigó prolijamente sus haberes, sus cuentas bancarias, sus negocios y
también se hizo lo mismo con sus familiares.
En los
bandos derechistas y en los bandos golpistas el resultado sorprendió a muchos e
indignó a varios.
No
había manchas en ninguno de los investigados.
Habían
sido honrados a carta cabal, e incorruptibles.
Eso es lo que molesta a esta derecha
empresarial chilena que tiene como actitud perenne el hacerse casi
gratuitamente de todo lo que es fiscal y vivir luego de las rentas que ello
produce.
Irrita
a la derecha que el gobierno de Salvador Allende hubiese sido diáfano en
estas materias, lo cual, por cierto, ninguno de los representantes del
pinochetismo y del mega empresariado transnacional puede siquiera igualar.
Pero, no sólo a ellos les molesta lo mencionado
en estas líneas, también saca de sus casillas a varios “izquierdistas renovados” que se convirtieron en alumnos
-y luego en socios- de los maestros del aprovechamiento, la corrupción y
el robo al erario nacional.
Los
ejemplos de esa sociedad de corruptos conformada por derechistas,
centroderechistas y centroizquierdistas ‘renovados’ están a la vista: Corfo-Inverlink,
Penta, Codelco, SQM, CAVAL, Dominga, Bancard-Exalmar, Johnson, etc.
En asuntos de honestidad, transparencia y
dignidad, un abismo insondable les separa de aquellos viejos izquierdistas que
acompañaron al presidente Allende en los mil días de gobierno de la Unidad
Popular.
Y ni
qué decir si comparamos el gobierno de Salvador Allende (y a Allende mismo) con
el gobierno (y la persona) de Sebastián Piñera.
Tomado de: https://werkenrojo.cl/
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