11 de marzo de 2018
HISTORIA DE CATIA
Por: Ignacio De Sousa
Vocero de Ciencia y Tecnología
Consejo Comunal El Caribe
Catia posee más de un
millón de habitantes caracterizándose por su multiculturalidad, una fuerte
actividad comercial e industrial, su ubicación estratégica como puerta de
entrada a Caracas desde el Litoral, el caos urbano del tráfico, la buhonería y
la identidad de sus residentes, que dicen por allí, que, aunque se muden
siempre dirán con orgullo “yo soy catiense”.
En cuanto a los aspectos
históricos encontramos que el día exacto de la fundación de la ciudad de
Caracas no se ha precisado cierta, lo que sí está claro es que fue fundada en
el año 1567 por Diego de Lozada y que le dio el nombre de Santiago de León de
Caracas.
En 1576 se establece en Santiago de León el primer Gobernador y Capitán general de la Provincia de Venezuela, Juan de Pimentel.
Después del proceso de gesta y consolidación de la independencia, desde 1821 hasta 1830, Caracas no fue la Capital de la República, sino de un Departamento de la Gran Colombia Es precisamente a partir de la Cosiata (1826), que la capital de la República vuelve a Venezuela.
Catia, menciona la
historia, es la verdadera puerta de Caracas hacia el mundo.
Los registros históricos
hacen principalmente mención de las vías que conectaban a Caracas, a través de
Catia, con el litoral para la salida o llegada al país.
Esto, posiblemente,
pudiera estar vinculado con la importancia material y simbólica que ha tenido para
la población la conexión entre ambos sectores, dado que históricamente este
enlace ha venido a significar la posibilidad de realizar operaciones
comerciales, así como movilizaciones de la población nacional y extranjera.
Sin embargo, Catia también está cargada de historia, cultura y tradiciones que impregnan a todos sus habitantes y la hacen una parroquia particular y populosa.
De acuerdo con lo que
plantea Quintana, citada por Evans (2009), Catia, sector de nombre indígena,
tiene un origen que se remonta a casi cinco siglos atrás, momento en el cual
eran comunes las luchas entre los españoles y los indígenas venezolanos.
Para 1547 el conquistador
Francisco Fajardo se estableció entre El Panecillo y Maracapana, territorio
dominado por los caciques Guaicamacuto y Catia.
No obstante, no fue sino
hasta el año 1558, cuando Fajardo fundó La Villa de Catia, asiento actual de
Catia la Mar.
Esto ocurrió en un
contexto de resistencia por parte de los indígenas, quienes rechazaron los
abusos cometidos por el conquistador, situación que provocó su posterior
derrota y expulsión.
Para aquel momento, el
enclave del cacique Catia constituía un lugar estratégico, puesto que era la
única abertura natural del valle hacia el mar.
Puede ser que este
territorio abarcara desde lo que es actualmente Catia, hasta el mar, a lo largo
de la Quebrada de Tacagua.
El recorrido se hacía a
través del camino de los españoles, ruta de difícil acceso al valle, que fue
sustituida, más tarde, una vez que Diego de Losada venció a los cabecillas de
la tribu, por un acceso que iba desde la ciudad al litoral.
Ya para el año 1590,
Andrés Machado abre lo que se conoce como el Camino de Catia, a partir de ese
momento, se inició un tránsito que no ha dejado de fluir, y que ha hecho de
Catia, desde entonces, “la natural puerta de
entrada a Caracas” Quintana, citada por Evans (2009).
Sin embargo, la vía original sufrió muchas transformaciones, hasta ser reemplazada, en el siglo XX, por la autopista Caracas- La Guaira.
Para el año 1845, durante
el gobierno de Carlos Soublette (1843-1847), se construyó la carretera hacia la
Guaira, pero, desde mucho antes de que se abriera este acceso, en Catia se
venía desarrollando una sostenida actividad comercial.
De hecho, hasta finales
del siglo XIX, Catia fue el segundo surtidor de leña de Caracas y, una vez
comenzadas las actividades ferrocarrileras, se convirtió en la principal fuente
de carbón, la vía férrea por la cual se transportaban estos productos, se
inauguró en el año 1883, y partía del puerto de La Guaira, hasta la Estación
Caño Amarillo.
La construcción del
ferrocarril no significó la desaparición de la vía terrestre; por el contrario,
ésta siguió modernizándose, y para 1912 Juan Vicente Gómez ordenó
reacondicionarla.
Más tarde, en 1920, mandó
a inaugurar una nueva carretera con entrada en Plan de Manzano.
“Como consecuencia de
esto, comenzó un sostenido crecimiento demográfico en el lugar; así, se produjo
no sólo una importante migración de provincianos, sino también la consolidación
de caseríos y barrios” (Quintana, citada por Evans: 2009).
De hecho, para el año de
1930, comienzan a llegar los europeos a Catia, y a partir de ese momento, se
comenzó a desarrollar proyectos de vivienda para proporcionar viviendas a los
catienses.
Son emblemáticas las
construcciones del 23 de enero, diseñadas por Carlos Raúl Villanueva, y
Casalta, éstas y otras urbanizaciones, como Pro-Catia (1941), diseñada por
Carlos Guinand y el constructor José Guevara, la Urdaneta (1946), con 1354
apartamentos, y Ciudad Tablitas (1952), con 976 apartamentos, de Villanueva y
Cellis, fueron construidas para la clase trabajadora.
Catia es una de las zonas
del país que tiene uno de los movimientos culturales más importantes.
Ha sido muy prolífica en
lo cultural y lo deportivo.
Cuando nace como la Nueva Caracas a finales de 1940, esta parroquia comienza a convertirse en todo este universo donde residen personajes que han aportado muchísimo a la cultura venezolana y mundial.
La mayor parte de los
terrenos de la zona pertenecieron al General Flores, uno de los que peleó junto
a Bolívar.
Cuando terminó la guerra,
al general Flores lo recompensaron con esta hacienda.
Así surgió la sucesión Flores Pacheco, que alguna vez fue dueña de lo que ahora se conoce como Los Flores, Agua Salud, Lídice, Manicomio, Los Frailes, Ruperto Lugo, AltaVista y Cútira.
Catia fue designada como
Parroquia Sucre en 1936 y tras la II Guerra Mundial se convirtió en receptáculo
de inmigrantes europeos que venían a Venezuela a trabajar en el negocio de la
construcción y en las fábricas de la zona.
Su población es multicultural, ya que existen en su fundación historias de comunidades como la árabe, así como italiana, portuguesa, española, colombiana, ecuatoriana, peruana... una mezcla que se traduce en multiculturalidad, para quien este fenómeno mestizo, ha contribuido a enriquecer el movimiento cultural.
Como producto de esta
fusión cultural en las calles de Catia han surgido creadores y creaciones
interesantes.
Si recorres cualquiera de sus lugares, bien sea Lomas de Urdaneta, Isaías Medina, Los Flores, Los Frailes, Alta Vista… te consigues con un increíble inventario de grupos musicales, de teatro, gente haciendo actividad cultural, que ha identificado en esta comunidad expresiones culturales disímiles entre sí.
Dentro de las zonas de
esparcimiento y recreación, Casanova (2006) nos hace mención de la famosa
Laguna de Catia, la cual quedaba a tres cuadras de la Plaza Sucre.
Hoy pocos recuerdan y
muchos han sumergido en el vacío y la desmemoria.
Aquel lago paradisíaco
donde los caraqueños iban en tranvía a remar en pequeñas lanchas de alquiler o
a tomarse un traguito en el bar La Pulmonía, transformándose con el desarrollo
de la megalópolis capitalina en un gran sumidero por donde perdimos el recuerdo
de sucesos, personajes, nombres de ríos y recuerdos nocturnos de lejanas
veladas, junto a un piano y una cuba libre animadas por la voz de cantantes
como Bola de Nieve y Daniel Santos.
Ambos cantaron en lugares
nocturnos cercanos a la Laguna de Catia.
Actualmente es difícil
identificar donde quedaba el espacio de la Laguna, sin embargo, por las
fotografías y las narrativas populares, pareciera que se encuentra entre la
plaza el cristo, en los Magallanes, un poco más hacia el norte, donde existe
actualmente una calle ciega que lleva por nombre la laguna y al final de la
misma está una especie de embaulamiento por donde constantemente fluye agua
Catia también era famosa
por sus numerosas y cómodas salas de cines; Casanova (2006) nos narra que
estaban ubicados once inolvidables locales que hacían la delicia de los
cinéfilos de la época.
Sus nombres, por lo
general, eran tomados de las zonas donde estaban situados; así tenemos los
cines Propatria, Pérez Bonalde, Los Flores y Miraflores.
Los cines España y Méjico
se podía visitar en la que fue la principal arteria comercial de Catia, la
preciosa avenida España.
Hoy conocida como el
Bulevar de Catia.
El Bolívar, Venezuela y
Variedades eran tremendas localidades.
Destacando el cine Bolívar
al ser considerado como uno de los mejores cines de Caracas, Distinguiéndose
por su suntuosidad y confort.
Todos ellos se encontraban
en la siempre transitada avenida Sucre.
El Esmeralda se ubicaba en
la entrada de la gloriosa barriada Los Magallanes de Catia (nombre tomado de la
querida divisa beisbolística, ya que sus muchachos hacían las prácticas en sus
antiguos terrenos).
El cine Catia lucía su
marquesina dándole el frente a la Plaza Catia, llevando con orgullo el sencillo
pero sonoro nombre del cacique indígena, con el cual se distingue popularmente
nuestra amada parroquia.
Para finalizar este
nostálgico recuerdo quiero decir algo sobre el cine Variedades, fue el último
de este selecto grupo.
Inaugurado pocos meses
antes de finalizar el gobierno del General Pérez Jiménez, el día 23 de enero de
1958.
Días después, fue
totalmente destruido por un costoso error del operador.
Se exhibieron al público unos cortos o noticieros donde aparecía el General poniendo en servicio obras de su gobierno, entonces, estalló la indignación popular y el nuevo cine desapareció.
Socorro (1996), mostró una
panorámica de la historia de Catia a principios de siglo, aproximadamente entre
1.910 y 1.960, a través de tres voces o narrativas.
La primera voz que narra
parte de su vida en Catia es el conocido José Ignacio Cabrujas, donde resalta que
gran parte de las casas de Catia, tienen esta característica; las fachadas son
sencillas, tienen aspectos de estarse construyendo pero que aún no se han
terminado y con patios traseros característicos de una población rural, donde
se tiene espacio para algunos animalitos o peroles que ya no se utilizan.
Cabrujas también nos
señala que cuando se mudó a Catia, su padre empezó a construir una casita muy
lentamente que nunca se terminó; nunca fue pintada por fuera, nunca fueron
frisadas algunas paredes, nunca la pudo conocer porque nunca fue definitiva,
teniendo su padre una pasión por hacer una exagerada cantidad de cuartos,
siendo ellos una familia pequeña.
Este caso de la casa de
Cabrujas, se observa regularmente en muchas de las casas de Catia, agregando
que además de tener gran cantidad de cuartos, existen puertas que comunican los
cuartos entre sí, sin necesidad de salir al pasillo principal.
Lo que se observa en Catia
es que a principios de siglo era aún una zona campestre, donde se podían
observar grandes espacios, es decir, que la urbanización masiva de Catia tiene
menos de cien años.
En Catia siempre la Luz
fue muy tenue, tal como lo describe Cabrujas, hasta los actuales momentos.
Siempre se creía que era
por el exceso de población que demandaba electricidad, pero esto viene
sucediendo desde el comienzo de siglo, como ya lo vimos, cuando era una zona
campestre.
Catia tuvo una creciente
repentina; la industrialización de la zona y la inmigración de europeos, entre
los años 52 y 58.
Otras informaciones que se
detectan en la historia de Cabrujas, como ya se hizo mención, es que en Catia
existían grandes salas de cine: el Pérez Bonalde, el España y el cine Catia.
Las plazas eran sitios de
reuniones por las tardes y noches.
La Avenida Sucre se
llamaba La calle principal de Catia.
Muchas personas urbanistas
y arquitectos de la época no se explicaban porque los ricos no se instalaron en
Catia, por su clima frío, con neblina en las mañanas y en las tardes y sus
zonas planas que desembocan en un abra montañas.
Unos y otros elementos
fueron desapareciendo para dar paso a la modernidad, la cual seguramente se
aceleró con la Autopista Caracas- La Guaira, construida por Pérez Jiménez, e
inaugurada en el año 1953.
En su época, la autopista fue reconocida como “una de las obras de ingeniería más importantes de Venezuela y de América Latina, por la técnica altamente especializada empleada en la construcción de sus túneles, viaductos, calzadas, sistemas de iluminación, etc.” (Quintana, citada por Evans: 2009).
La Catia de ahora es,
seguramente, mucho más rica en elementos de diversa naturaleza, que la del
pasado, pues, en la actual están latentes tanto la Catia de antes, presente en
la memoria histórica y colectiva de sus habitantes, como elementos culturales,
políticos, económicos, simbólicos, etc., de la actualidad.
Todos se conjugan para dar
lugar a un escenario y unos actores sociales con posibilidades y virtudes,
necesidades, limitaciones y contradicciones que, en conjunto, no es posible
hallar en otros lugares de la capital.
Catia está ubicada al
noroeste de Caracas.
Este referente cardinal es
importante ya que, por lo general, en el imaginario colectivo del caraqueño,
hablar del oeste es hablar de pobreza, delincuencia, bajo nivel académico, y
todos aquellos calificativos que identifican erróneamente lo que pudiera
llamarse “un sector popular”.
En la actualidad, lo que
se llama comúnmente Catia comprende las Parroquias Sucre, 23 de Enero y parte
de El Junquito, que juntas representan más del cincuenta por ciento (50%) de la
población actual del Municipio Bolivariano Libertador, municipio capital de la
República Bolivariana de Venezuela.
Allí se encuentra el mayor
asentamiento urbano no regulado de Caracas, con 713,92 hectáreas, equivalente a
Petare y Antímano, juntos, y para el año 2003, la población era, según las
estadísticas oficiales, de casi 800 mil habitantes; “las otras, manejadas por
los baquianos de la política local, dudan que los funcionarios de la Ocei hayan
llegado a todos los vericuetos que aún no están registrados oficialmente como
barrios por el Estado (…). Los datos, entonces, sobrepasan el millón”.
(Quintana, citada por Evans: 2009).
A nivel topográfico, Catia
tiene una de las tierras más accidentadas del valle caraqueño, donde pueden
observarse múltiples colinas o cerros.
En éstas destacan miles de
viviendas, pues, Catia es un sector altamente urbanizado, donde además pueden
encontrarse casas de diversas condiciones socioeconómicas, desde las más
humildes, llamadas ranchos, hasta superestructuras de varios pisos, o
edificios, de las clases media y media baja.
La distribución de unos y
otros en los terrenos de Catia se traduce en unas prácticas cotidianas que
suponen para los habitantes del lugar, bajar y subir a diario los cerros para
desplazarse del hogar al trabajo u otros sitios, lo que en ocasiones implica la
inversión de mucho tiempo y esfuerzo físico, sobre todo para las personas que
se encuentran en los sectores más pobres.
A pesar de esta
particularidad de los terrenos de Catia, en el sector se aprecia una importante
presencia de la vialidad y las comunicaciones.
En este sentido, el metro juega un papel fundamental para la vida de los catienses, pues, seis de las estaciones de este importante medio de transporte, que conecta el oeste con el centro y el este, están en Catia.
El transporte colectivo también es cuantioso y llega hasta los lugares más intrincados, aun cuando las vías no siempre están en el mejor estado, situación que genera diversos problemas, como el deterioro de los vehículos particulares y de aquellos que realizan transporte público.
Otro aspecto a considerar
es la intensa actividad comercial del lugar, que constituye una de las formas
de intercambio más comunes y cotidianas en Catia.
En casi cualquier parte
del sector se pueden observar comercios y negocios que expenden desde alimentos
y bebidas hasta artículos de higiene personal y limpieza del hogar, talleres
mecánicos, farmacias, mueblerías, peluquerías, piñaterías, entre muchos otros.
A esta actividad le acompaña una movilización continua de transporte que lleva y trae las mercancías, así como la presencia masiva de gente en las calles durante la mayor parte del día, lo cual se traduce en la presencia de tráfico permanente y la producción de desperdicios humanos, de los propios catienses y de personas foráneas.
En algunos sectores, la
actividad comercial se realiza de forma organizada, y en ella participan tanto
venezolanos como extranjeros.
De forma paralela a estas
actividades, los buhoneros realizan una actividad comercial informal en el
sector, cuyas prácticas son percibidas como uno de los problemas fundamentales
de Catia.
Según las narraciones de
Quintana (citada por Evans: 2009).
La buhonería es el problema
más grande de Catia, pues trae como consecuencia la inseguridad y la
destrucción de todas las zonas comunes, además, la mayoría de esas personas no
viven en Catia.
En cuanto a los aspectos
geográficos, Catia entra dentro de las características generales del Distrito
Capital, el cual está estructurado por un Valle alto (Valle de Caracas)
dominado por dos sierras.
La fila del sector norte
representa un tramo de la Cordillera de la Costa y ha sido denominada como
Sierra del Ávila.
Esta Sierra se encuentra
interrumpida por el Valle de la Quebrada Tacagua, ubicada en Catia, cuyo origen
se debe a la falla del mismo nombre.
Una característica
fundamental del relieve es la presencia de anticlinales y sinclinales, así como
un complejo sistema de fallas.
En este sentido, se tienen
al occidente u oeste del Valle de Caracas, el anticlinal de El Junquito, al
norte se localiza el sinclinal de la Yaguara y al sur el de El Cementerio.
Hidrográficamente, las
aguas escurrentes pueden dividirse en dos grupos: Las pertenecientes a las
cuencas del Rio Guaire y las que drenan sus aguas directamente al Mar Caribe.
El río Guaire resulta de
la unión de los ríos San Pedro y Macarao, en el sector de las Adjuntas.
Entre las afluentes del Guaire por el sector norte destacan La Quebrada Caruata, El Rio Catuche, Quebrada Honda, Quebrada Maripérez y Las Quebradas Cufio y El Ávila Por el sector sur el afluente más relevante es el Rio El Valle.
El clima dominante en la
región norte-oeste de la capital se encuentra modificado por la altitud y el
relieve.
La temperatura media anual
aproximada en la ciudad de Caracas, es de 20,4 grados C, presentándose
oscilaciones medias anuales cercanas a los 27,0 grados C.
En esta ciudad, la
precipitación media anual alcanza los 820 mm.
La pluviosidad en el Valle
de Caracas disminuye en sentido este-oeste.
Una gran proporción de la Región Capital se encuentra dominado, según la clasificación climática de Kóepeen, por el clima de estepa (BS.) que se caracteriza por la sequedad.
Los suelos cuaternarios de
tipo aluvional cubren todo el Valle de Caracas y gran parte de los lechos de
ríos y quebradas costaneras, así como las superficies más o menos planas
cercanas al mar.
REFERENCIAS
Casanova, J. (2006) Remembranzas de Catia
Disponible: http://lacolumnadecaricuao http://historialocal.blogspot.com/.../remembranzas-de....
(Consulta: 2010, junio 26)
De Sousa, I. (1998) La Participación Comunitaria;
Una Experiencia Vecinal de Intervención en un Problema de la Comunidad El
Caribe. Trabajo de grado presentado como requisito parcial para optar al título
de especialista en Educación Mención Desarrollo de Grupos Comunitarios. UPEL.
Instituto Pedagógico Siso Martínez. Edo. Miranda. Venezuela.
Evans, N. (2009) Catia, basura y Revolución.
Disponible: http://www.aporrea.org/
actualidad/a69721.html. (Consulta: 2009, octubre 01)
Socorro, M. (1996) Catia Tres Voces: María
Carrasquel, Henríquez Hernández, José Ignacio Cabrujas. Fundarte, Alcaldía de
Caracas. Gráficas León. 1994.
Tomado de: https://www.facebook.com/apjavila/posts/178932252734217/
Y Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
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