CONFESIÓN DE PARTE
WASHINGTON APUESTA POR UNA GUERRA DE DESGASTE CONTRA RUSIA
"Los propios líderes occidentales ya no ocultan que las sanciones no se dirigen contra individuos o empresas...
Su objetivo es asestar un golpe a toda la economía nacional, la esfera social y humanitaria, cada familia y cada ciudadano ruso",
El Jefe del Pentágono Lloyd Austin admitió públicamente que EE.UU. desea debilitar a Rusia (Foto: AFP/Getty I
El pasado 29 de marzo las conversaciones entre Rusia y Ucrania desde Estambul (Turquía) se perfilaban con relativo optimismo, despertando el interés mundial por tratarse de la posibilidad de que pudiera alcanzarse una distensión o un fin de la guerra.
Un mes después, no hay nada concreto sobre la mesa y las posibilidades de acuerdos siguen en punto muerto.
Más bien los eventos en Ucrania parecen complicarse y prolongarse.
Desde las vocerías de los gobiernos, especialmente en Occidente, las palabras "alto al fuego" prácticamente han desaparecido de los discursos y comunicados.
El lenguaje y los anuncios belicistas desde Estados Unidos y Europa no han dejado de incrementarse.
Los noticieros han sido copados con anuncios de envíos de armas a Ucrania por parte de aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en una avasallante orquestación propagandística, e incluso, superando las ya asombrosas paradojas que se han desatado con este conflicto, pues hasta el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, atizó el tema de manera destemplada, indicando que "la guerra se decidirá en el campo de batalla".
Por su parte, Volodímir Zelenski ha tenido un discurso difuso y contradictorio.
Su aparición por vía remota ante gobiernos y parlamentos de varios países durante el mes de abril, afianzó sus llamados al envío de armas y la participación indirecta o directa de la OTAN en la guerra.
Básicamente, desde el terreno declarativo, se alejó de toda posibilidad de distensión en lo que podría considerarse un giro en sus posturas de finales de marzo.
Recientemente el canciller ruso Serguéi Lavrov indicó que Ucrania no supo valorar la retirada de las tropas rusas hace tres semanas de las regiones de Kiev y Chernígov, en el norte del país, y de la región de Sumi, en el noreste.
"Cambiamos la configuración de nuestra presencia militar en Ucrania, esto se anunció inmediatamente después de la reunión en Estambul" el 29 de marzo, señaló.
"Dijimos que dado que creemos que (los ucranianos) han sometido a consideración lo que podría constituir la base de un acuerdo, nosotros, como un gesto de buena voluntad cambiamos la configuración en las regiones de Chernígov y Kiev, pero esto no fue apreciado, sino que se organizó de inmediato Bucha", dijo.
A su juicio y en una posición claramente hastiada por las dilaciones de Ucrania, Lavrov indicó que no se puede negociar seriamente con Zelenski, pues éste "cambia constantemente su punto de vista en direcciones diametralmente opuestas".
"Él habla mucho. Depende de lo que beba o fume, dice mucho", dijo el jefe de la diplomacia rusa.
¿Por qué la paz en Ucrania parece ahora más lejos?
CONFESIÓN DE PARTE
En la escena abierta y comunicacional del conflicto, las posiciones de los actores están siendo narradas por los hechos.
Este 27 de abril, el gobierno de Joe Biden anunció someter a consideración de su Congreso la aprobación de una "ayuda" de 33 mil millones de dólares a Ucrania, de los cuales unos 20 mil millones irían a nuevo material bélico.
Esta cuantiosa cantidad de armas y equipos se sumarían a los varios miles de millones de dólares que Estados Unidos y demás miembros de la OTAN han destinado a Ucrania.
En términos estrictamente militares, gran parte del armamento destinado hasta ahora no podría cambiar el resultado de la guerra, pero sí podría alargarla y es esa la admisión que ha venido desde la principal vocería militar del gobierno estadounidense.
La guerra en Ucrania se ha convertido en una guerra de desgaste.
El Secretario de Defensa estadounidense Lloyd Austin señaló públicamente que su gobierno "quiere ver a una Rusia debilitada hasta el punto en que no pueda hacer las cosas que ha hecho", dijo, y remató: "Queremos que Ucrania gane".
Por su parte, un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional dijo que los comentarios de Austin coincidían con los objetivos de Estados Unidos de los últimos meses, a saber, "hacer de esta invasión un fracaso estratégico para Rusia", refiere CNN.
"Uno de nuestros objetivos ha sido limitar la capacidad de Rusia para volver a hacer algo como esto.
Por eso estamos armando a los ucranianos con armas y equipo para defenderse de los ataques rusos y por eso estamos usando sanciones a su comercio exterior.
Aplicamos acciones que están directamente dirigidas a la industria de defensa de Rusia para socavar el poder económico y militar de Rusia para amenazar y atacar a sus vecinos".
Los señalamientos sobre supuestas pretensiones de Rusia de generar "agresiones" más al oeste definen la posición de Washington.
Básicamente refieren la continuidad del conflicto proyectándolo al largo plazo en un cuadro más complejo y multifactorial de desgaste a Rusia.
Según Austin, Rusia "ya ha perdido mucha capacidad militar y muchas de sus tropas y queremos que no puedan restaurar sus capacidades rápidamente".
El Jefe del Pentágono además indicó la posibilidad de que los factores causales del conflicto, como la posible adhesión de Ucrania a la OTAN, se mantengan intactos.
"Creo que en el futuro, si existe la posibilidad, Ucrania buscará una vez más postularse para convertirse en miembro de la OTAN, pero de nuevo, eso probablemente esté un poco más adelante", detalló.
Occidente pretende cambiar el curso del conflicto ruso-ucraniano mediante una participación indirecta, incorporándola a su interés estratégico de degradar a Rusia.
En simultáneo, los frentes político, económico, comunicacional y cultural, que apuntan al aislamiento de Rusia, se suman a nuevas acciones focalizadas que Washington estaría orquestando en los adentros del país euroasiático, concretamente mediante acciones de poder blando para generar conmociones en varios plazos.
La advertencia viene del presidente ruso Vladímir Putin, quien recientemente indicó que el interés de Occidente es "debilitar y dividir a Rusia".
"Los propios líderes occidentales ya no ocultan que las sanciones no se dirigen contra individuos o empresas...
Su objetivo es asestar un golpe a toda la economía nacional, la esfera social y humanitaria, cada familia y cada ciudadano ruso", afirmó Putin.
Lejos de toda la retórica de "ayudar" a Ucrania, los gobiernos occidentales han preferido sacrificarla confinando al país a un prolongado, doloroso e innecesario conflicto.
Ucrania ha sido convertida en un Estado proxy y en una pieza funcional -tal como ya lo era antes de febrero- a los fines estratégicos atlantistas.
La onda expansiva en la implementación de la estrategia occidental de alargue del nudo crítico bélico implica también la proyección al largo plazo de la hostilidad económica multidireccional.
Esta se produce formalmente contra Rusia pero se impone contra los demás países mediante presiones e intimidación para romper las estructuras internacionales del comercio.
Esta hoja de ruta arrastra también a los países del orbe que justo ahora están siendo afectados con impactos diferenciados de las medidas coercitivas contra Rusia.
La crisis solo puede empeorar.
La escala y profundidad del bucle que se propicia por la continuidad de la guerra no cuenta con precedentes en era reciente.
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