“Democracia contra el colonialismo
financiero”
La izquierda frente a la Unión Europea después de la crisis griega
[El Bloco de Esquerda portugués (http://www.bloco.org /) es una de las principales experiencias y referencias para toda la izquierda europea.
Se fundó el año 1999 gracias al acuerdo entre la Unión Democrática Popular, el Partido Socialista Revolucionario, Política XXI e independientes.
Desde su fundación ha tenido representación parlamentaria (además de muncipal) y cuenta, también, con eurodiputados.
Es miembro fundador de la Izquierda Anticapitalista Europea y participa en el Partido de la Izquierda Europea.]
1. En la cumbre europea del 12 de julio de 2015, la respuesta a la democracia del referéndum griego fue la ocupación financiera de Grecia.
Tras más de tres años de castigo social, la imposición de una humillación nacional contra la voluntad inequívoca de un pueblo no puede acabar bien. La Unión Europea ha demostrado, ante los ojos de miles de ciudadanos, que hará lo que sea para defender su proyecto de austeridad, incluso si eso implica atropellar la democracia.
Por eso, la respuesta a esto tendrá que ser construida contra esta Unión, tanto en Grecia como en toda Europa.
2. El proceso de los últimos meses plantea dos conclusiones esenciales. En primer lugar, que existe una gran coalición entre conservadores y socialistas; coalición dirigida por Alemania, que es quien hoy manda en la Unión Europea y quien impone la dictadura de los mercados y la política de austeridad, desempleo, pobreza y desigualdad.
En segundo lugar, que esta Unión no permite un gobierno con políticas alternativas y que, enfrentada a un gobierno de izquierdas, no duda en utilizar todos sus medios para derribarlo.
3. La misma Unión Europea que, de la mano del gobierno de extrema derecha en Hungría, convive sin problemas con la construcción de un nuevo y vergonzoso muro en Europa, no dudó en poner en riesgo la unión monetaria para intentar derribar el gobierno de Syriza.
No fue sólo Schaüble quien, al proponer la expulsión hostil de Grecia de la moneada única, rompió el tabú del euro como moneda estable y común a los diversos Estados.
La decisión inaudita del BCE de cortar la liquidez a los bancos griegos por motivos políticos, subraya la urgencia de mecanismos nacionales de control de la banca, independientes del BCE.
4. A lo largo de un cuarto de siglo, la Unión Europea, definida por sus tratados, ha sido un dispositivo sin control democrático y orientado a la institucionalización del orden neoliberal: exposición de las economías nacionales a la competencia externa, concentración de capital, disminución del Estado del Bienestar y presión sobre las rentas del trabajo, son algunos de sus principales elementos.
La moneda única fue un paso crucial, y natural, en la consagración de este proyecto.
En primer lugar porque la eliminación del riesgo cambiario es la condición esencial para la circulación libre de capitales, condición esencial para la afirmación y desarrollo del sector financiero.
En segundo lugar porque crea el ambiente institucional que consagra la austeridad y la desvalorización laboral como únicos mecanismos de ajuste económico:
a) anula la política cambiaria y monetaria, concentrándola en las manos de una institución inmune al escrutinio democrático y dominada por los intereses del gobierno alemán y de las grandes instituciones financieras mundiales;
b) limita la autonomía presupuestaria, restringiéndola cada vez más;
y c) impide la existencia de una política industrial. Las metas impuestas son imposibles de cumplir, pero su incumplimiento da a las instituciones europeas el poder de predeterminar los presupuestos nacionales. Y en el escalafón más alto, la burocracia europea, que concentra la toma de decisiones, se ha rebelado absolutamente inmune a la presión popular directa o la propia relación de fuerzas social y política dentro de cada país.
La brutalidad contra Grecia es el retrato de esa inmunidad a la democracia.
5. La izquierda que representamos se opuso siempre a este modo de integración europea y a la creación de la moneda única.
Sin embargo, una vez se hubo concretado, admitió que se podría volver a fundarla mediante una relación de fuerzas más favorable y nunca dejó de luchar por cambiar la relación de fuerzas a escala nacional y europea.
El movimiento antiglobalización, hace una década, parecía dar credibilidad a esa hipótesis.
Desde entonces, la izquierda se concentró en hacer propuestas capaces de refundar Europa en términos democráticos y de crear mecanismos de corrección de los desequilibrios macroeconómicos existentes: Senado europeo con paridad entre Estados, reforma de los estatutos del BCE, refuerzo del presupuesto comunitario, mutualización de las deudas. Todas ellas fueron hechas inviables o abandonadas por la socialdemocracia europea, absorbida por el autoritarismo federalista, incapaz de hacer frente a los intereses financieros y, por eso, hoy cómplice empeñado en el castigo a Grecia.
6. Los programas de austeridad impuestos por Berlín y Bruselas justificaron y alimentaron la mentira de que los países habían entrado en crisis porque sus pueblos habían vivido por encima de sus posibilidades.
Esta mentira, reproducida en Portugal por el gobierno liderado por Passos Coelho, intentó esconder y hacer olvidar el verdadero origen de la crisis: la especulación financiera y la explosión de la burbuja inmobiliaria norteamericana.
La crisis de 2007-2008, amplificada por la quiebra de Lehman Brothers – que representaba el 10% del crédito hipotecario mundial – tuvo como respuesta de los diversos gobiernos el rescate de la banca y la socialización de las pérdidas.
En la secuencia de esta crisis, el sector financiero concentró la especulación en los títulos de la deuda de los países europeos periféricos.
El BCE financió al 1 % a bancos comerciales, que después comprarían títulos de la deuda soberana a intereses más altos. El capital consiguió rentas más elevadas y libres de riesgo, haciendo de las deudas públicas el mayor mercado financiero global.
Llamados a absorber las pérdidas de la banca, los pueblos europeos pasaron a ser la hucha de este inmenso y lucrativo negocio de las deudas soberanas. A través de duras medidas de austeridad, que tienen como único propósito asegurar una elevada tasa de rentabilidad al sector financiero, las rentas del trabajo fueron transferidas directamente al servicio de la deuda.
7. Después de Maastricht y Lisboa, el Pacto Fiscal, en 2012, constitucionalizó la austeridad y la prohibición de políticas en defensa de los derechos de los trabajadores o de la ampliación del Estado Social. Frente al primer gobierno antiausteridad que Europa ha conocido, la lógica completa de los tratados europeos se materializó en la práctica.
Fue así como el bloque central alemán instaló su ley sobre 18 países y como el propio directorio franco-alemán se ha visto reducido a la figura de la canciller.
El gobierno alemán es hoy el centro todopoderoso de decisión política y de control presupuestario.
8. La izquierda debe aprender de la historia reciente, y saber posicionarse claramente frente ella.
El desenlace de estos seis meses de enfrentamiento, donde la disposición del gobierno de izquierdas griego a llegar a un acuerdo viable entre Estados iguales contrastó con el extremismo y la venganza de los “compañeros europeos”, transformados en acreedores, demuestra que una izquierda comprometida con la desobediencia a la austeridad y con la desvinculación del Pacto Fiscal tiene que estar mandatada y preparada para la restauración de todas las opciones soberanas esenciales al respeto por la democracia nacional.
9. El Bloco de Esquerda, como siempre hemos afirmado, defiende una política de izquierdas que rechaza más sacrificios en nombre de la moneda única.
Confirmar la existencia de esa alternativa es hoy, antes de nada, una batalla por la democracia; someter a referéndum el pacto fiscal e iniciar un proceso de reestructuración de la deuda pública son pasos esenciales en ese camino. Es con la claridad de ese mandato -que como asumimos en la última convención, puede acabar en una ruptura con la Unión Monetaria-, que los representantes electos del Bloco actúan en defensa de una vía alternativa al autoritarismo europeo.
10. La izquierda internacionalista se proyecta en una nueva alianza europea, heredera de la lucha contra el fascismo y contra el militarismo y de las conquistas sociales de posguerra.
Ese proyecto democrático y de cooperación incorpora las lecciones del actual ataque autoritario y ambiciona nuevas metas comunes en el plano social, ambiental, cultural y de los derechos humanos.
Cuando en Europa crecen los partidos xenófobos y nacionalistas, que prometen un regreso al nacionalismo autoritario como alternativa al sistema creado por una Unión Europea disfuncional, es urgente una respuesta política que combata ese camino.
Esa respuesta ha sido construida por la movilización popular y depende de la capacidad del movimiento de resistencias y de insumisión en toda Europa. Reconociendo ese hecho y las inmensas dificultades de la ruta, el Bloco de Esquerda reitera su compromiso en la construcción de una alternativa amplia de las fuerzas que combaten la austeridad y luchan por la democracia.
Resolución de la Mesa Nacional del Bloco de Esquerda del 26 de julio de 2015
http://www.bloco.org/media/
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Unión Europea
por Miguel Urbán
Lunes 27 de julio de 2015 - Viento Sur. infoCuando el objetivo no era salvar Grecia
Era la esperanza de empezar a construir una Europa que se pareciera más a esa institución adalid de la defensa de los derechos humanos que nos contaban en el colegio cuando hace ya treinta años ingresamos en la Comunidad Europea.
Reabrir la radiotelevisión pública en el único país europeo que se había quedado sin ese servicio público por culpa de los recortes anteriores. Cerrar los Centros de Internamiento para Extranjeros donde, a lo largo de todo el continente, se violan los derechos humanos más básicos. Auditar la deuda soberana acumulada previamente para determinar su legitimidad e incluso su legalidad. Demasiados puntos discordantes con el actual proyecto liberal europeo. Demasiado arriesgado ese desvío de la senda austericida para servir de ejemplo. Había que cortar de raíz la Primavera Griega antes de que se convirtiese en Primavera Europea.
A la Troika nunca le importó solucionar el problema financiero griego, su único objetivo fue político e ideológico: quebrar a Syriza, tumbar al Gobierno griego, lanzar un mensaje claro al resto de Europa: “no se puede”. Ni en Grecia ni en ningún otro sitio.
La Troika nunca quiso negociar un acuerdo con Grecia porque “acordar” implica partir de posiciones distintas para llegar a un “acuerdo”, cediendo cada parte en un proceso libre y dialogante.
Poco o nada se ajusta a esa definición lo que está sucediendo en Grecia estos días: chantaje, campaña de miedo e imposición.
No anda tan desatinado el exministro Varoufakis cuando afirma que hoy Europa está diseñando su nuevo Tratado de Versalles.
Esto es una guerra, tan vieja como muchas otras, que lleva por nombre lucha de clases y que sigue existiendo por mucho que una parte se niegue a presentarse en el campo de batalla. Por eso el nuevo “memorándum de entendimiento” se parece bastante a un tratado de paz, esos donde una parte humilla a la otra y se queda con lo que aún le faltaba por expoliar. ¿Quién necesita golpes de Estado con “rescates” como este?
El Eurogrupo estaba tan preocupado por gritar a los cuatro vientos su eslogan thatcheriano de “No hay alternativa” que no le ha importado jugar con la urgencia social que viven millones de griegos y poner en peligro la eurozona.
Esta oscura e injusta Unión Europea es uno de los principales problemas y peligros para el proyecto europeo, no hay una maquina más potente de generar euroescépticos en este momento que las instituciones europeas y el Eurogrupo. Por ello, hoy por hoy no hay nada más europeísta que oponerse frontalmente a las políticas del Banco Central Europeo, de la Comisión y del Eurogrupo.
Pero resulta difícil hacerlo, incluso para quienes lo intentamos a diario desde el Parlamento Europeo, cuando asistimos al permanente juego de los espejos por el cual socialistas, liberales y conservadores se confunden entre sí y los demás Estados miembro se colocan la careta de Merkel o Schäuble. Sintomático del monocolor ideológico de la hegemonía teutona que dos comentarios díscolos de François Hollande para luego volver al redil de Merkel hayan sido percibidos como un movimiento disidente.
No hay que equivocarse: el problema no es solo Merkel, ni el Eurogrupo, sino la propia arquitectura institucional de la UE que establece unas reglas que permiten este juego sucio.
A la UE se le han vuelto a ver las costuras antidemocráticas que ya asomaron en 2005 cuando el NO francés al proyecto de Constitución Europea fue obviado y los elementos fundamentales del texto acabaron entrando en el Tratado de Lisboa por la puerta de atrás.
Y todavía hay quienes se preguntan cómo es posible que los euroescépticos ultraconservadores del Frente Nacional suban tanto en las encuestas. Hacer oídos sordos al veredicto popular desde instancias europeas genera monstruos anti-europeos. Quién sabe qué monstruos veremos surgir en Grecia dentro de unos años, quizá meses.
Aquí vivimos la versión local del mismo esperpento europeo: socialistas y populares echan leña a la tragedia griega para evitar que el ejemplo de Syriza pueda sacarles los colores y mostrar al mundo que sí que había alternativa a las reformas constitucionales exprés, a los recortes y a los rescates bancarios a cambio de servicios públicos.
Al igual que a Merkel o a Hollande, a PP y PSOE no les importa Europa, ni Grecia ni siquiera Syriza. Les preocupa cortar de raíz cualquier atisbo de otra política económica. En los próximos meses nos repetirán que Grecia demuestra que no se puede.
Les contestaremos que, con golpes de Estado financieros como este, está claro que no. Pero la democracia, la soberanía y la justicia social, esos valores de los que Europa hace tanta gala en sus declaraciones oficiales, siguen siendo batallas por las que merece la pena dejarse la piel.
No podemos obviar la autocrítica y las lecciones necesarias que debemos sacar de la experiencia del ejecutivo de Tsipras. Comprender los límites de una negociacion en donde no se negocia, cuestionar el actual entramado institucional europeo, entender que la gestión de la austeridad es incompatible con la defensa de los intereses populares y asumir que hemos perdido una batalla política importante, pero la pelea por otra manera de entender y construir Europa sigue abierta. Podrán cortar todas las flores, pero no impedirán que llegue la Primavera Europea.
26/07/2015
TOMADO DE: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/
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