¿A quiénes beneficia el odio racial en Wallmapu? Pregunta al Pueblo Chileno.
¿A quiénes beneficia el odio racial en Wallmapu?Pregunta al Pueblo Chileno.
La investigación de los autores de esta columna indica que en 200 comunas de siete regiones, entre 1997-2015, la expansión forestal no mejoró los ingresos ni redujo el desempleo. En ese contexto, se preguntan: ¿A quiénes beneficia el odio racial que se expresó en el reciente desalojo de municipalidades?
Los que entonaron “el que no salta es mapuche”, si bien favorecen a un sector político, a los grandes dueños de tierras y a la industria forestal, no participan en los beneficios que obtiene esa elite.
Son personas que gestaron sus identidades en ideologías de supremacía criolla: “Soy pobre, pero no indio”.
11 agosto, 2020 Editor CT Política Nacional por Héctor Nahuelpan, Álvaro Hofflinger, Edgars Martínez y Pablo Millalen/Ciper.
La investigación de los autores de esta columna indica que en 200 comunas de siete regiones, entre 1997-2015, la expansión forestal no mejoró los ingresos ni redujo el desempleo.
En ese contexto, se preguntan: ¿A quiénes beneficia el odio racial que se expresó en el reciente desalojo de municipalidades?
Los que entonaron “el que no salta es mapuche”, si bien favorecen a un sector político, a los grandes dueños de tierras y a la industria forestal, no participan en los beneficios que obtiene esa elite.
Son personas que gestaron sus identidades en ideologías de supremacía criolla: “Soy pobre, pero no indio”.
El gobierno de Sebastián Piñera no quiere dialogar. No considera legítimo establecer una mesa de diálogo político de alto nivel, para reglamentar y aplicar lo estipulado en el Convenio 169 de Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la prisión vinculada a causas indígenas.
Esta posición política sostenida durante más de tres meses de huelga de hambre, motivó a que comunidades mapuche ocuparan las municipalidades de Curacautín, Ercilla, Collipulli, Victoria y Traiguén.
En este contexto, la noche del 1 de agosto y de forma inédita, civiles armados con palos, armas blancas y fierros, convocados por organizaciones de agricultores de la zona, asistieron a desalojar los municipios. En medio de gritos como “el que no salta es mapuche”, los civiles quemaron vehículos de los comuneros y, frente a la presencia de carabineros, violentaron y golpearon a familias mapuche que comenzaban a dejar las instalaciones.
Aunque impactante, lo ocurrido la noche del primero de agosto es la expresión del odio racial anti-mapuche acumulado históricamente, en el contexto de la ocupación y colonización del Wallmapu.[1] Ocupación que, en Gulumapu, se originó en el siglo XIX, con la grotescamente denominada “Pacificación” de la Araucanía y con la colonización de las actuales provincias de Valdivia, Osorno y Llanquihue.
La constitución de la propiedad de la tierra, la soberanía estatal chilena y la modernización capitalista se fundaron en el despojo.
La desposesión territorial Mapuche permitió la emergencia de una élite terrateniente suplantadora, y desde fines del siglo XX, con la implementación del neoliberalismo, se asentaron nuevos actores económicos y capitales extractivos, como la industria forestal.
[2] El proceso colonial en territorio mapuche corresponde a una modalidad específica de colonialismo denominada settler colonialism, colonialismo de colonos o de asentamiento, el cual gira en torno al despojo-posesión de la tierra-territorio, la dominación racial, una lógica de eliminación, genocidio y desintegración de los pueblos indígenas como sujetos políticos colectivos.[3]
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