miércoles, 26 de agosto de 2020

Trump: "Soy lo único que se interpone entre el sueño americano y la anarquía total, la locura y el caos"

Trump: "Soy lo único que se interpone entre el sueño americano y la anarquía total, la locura y el caos"

El mandatario norteamericano advierte que el futuro de EE.UU. y de toda "nuestra civilización" está "en juego" el próximo 3 de noviembre.
él es "el único" que puede salvar al país de la "anarquía total". 

"Soy lo único que se interpone entre el sueño americano y la anarquía total, la locura y el caos"
, aseguró el mandatario, para confesar que no está seguro de que su puesto sea "envidiable".

Publicado: 21 ago 2020 19:16 GMT - RT

Trump: "Soy lo único que se interpone entre el sueño americano y la anarquía total, la locura y el caos"


El presidente de EE.UU., Donald Trump.Tom Brenner / Reuters

El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha declarado este viernes en la reunión del Consejo de Política Nacional 2020 celebrada en Virginia que él es "el único" que puede salvar al país de la "anarquía total". 

"Soy lo único que se interpone entre el sueño americano y la anarquía total, la locura y el caos", aseguró el mandatario, para confesar que no está seguro de que su puesto sea "envidiable".

Según Trump, una victoria demócrata en las elecciones erosionaría la seguridad en las ciudades estadounidenses y causaría una depresión económica "no diferente de lo que sucedió en 1929".

En este sentido, el mandatario advirtió que el futuro de EE.UU., "y, de hecho, de nuestra civilización", está "en juego" el 3 de noviembre. "Si nuestros oponentes prevalecen, nadie estará seguro en nuestro país y nadie se salvará", subrayó.

El presidente calificó, asimismo, la Convención Nacional Demócrata celebrada esta semana como "la más oscura, enojada y sombría de la historia de EE.UU.", porque —dijo—"pasaron cuatro días seguidos atacando a EE.UU.".

"La única forma en que pueden quitarnos esta elección es si está arreglada”  dijo el presidente desde Charlotte

Trump empezó la convención republicana  con insinuaciones de fraude 

En condiciones normales, el candidato nominado por un partido es el que cierra la convención. Pero no son tiempos normales en Estados Unidos. Este año, el evento arrancó con la nominación directa del magnate.

PÁGINA 12 - 25 de agosto de 2020




Imagen: EFE
Desde Washington DC
Los republicanos no tienen plataforma política para las elecciones de 2020. Tienen una resolución para “apoyar enfáticamente” la agenda del presidente Donald Trump y nada más. Con ese mensaje y con la nominación oficial del mandatario como candidato a la reelección empezó este lunes la Convención Nacional Republicana en la ciudad de Charlotte, Carolina del Norte. Un evento en el que la pandemia de covid-19, que ya se cobró más de 177.000 víctimas en el país, parece no existir, pero en el que las acusaciones de fraude sin evidencia son las protagonistas.

“Vamos a ganar esta elección. La única forma en que pueden quitarnos esta elección es si está arreglada”, dijo Trump desde Charlotte, adonde llegó sorpresivamente. “Cuatro años más, cuatro años más”, le contestó el público.

Para Trump, el Partido Demócrata prepara unas elecciones fraudulentas con el voto por correo como principal herramienta. Está convencido de eso, aunque no exista ninguna evidencia que lo indique. Mientras él hablaba en Carolina del Norte, el director general del Servicio Postal de Estados Unidos, Louis DeJoy, declaraba ante el Congreso.

Porque lo que sí existe es una acusación contra DeJoy, donante del Partido Republicano y aliado de Trump, por supuestamente intentar sabotear las elecciones con cambios en el servicio de correo. Los demócratas lo acusan de haber deteriorado la calidad del servicio al desinstalar máquinas clasificadoras y modificar los recorridos de los camiones.

La preocupación es la de que eso afecte la capacidad para manejar el voto por correo, una opción que muchos estadounidenses van a elegir este año ante el riesgo que implica ir a votar personalmente. Para Trump, eso es tierra fértil para irregularidades durante las elecciones. Por eso, durante su discurso en Charlotte, el presidente pidió tener “mucho, mucho cuidado”.

En condiciones normales, el candidato nominado por un partido es el que cierra la convención. Pero no son tiempos normales en los Estados Unidos. Este año, el evento republicano inició con la nominación directa de Trump, quien casi no enfrentó oposición durante las primarias del partido, y de su vicepresidente Mike Pence.

A diferencia de la convención demócrata de la semana pasada, que tuvo oradores concentrados en franjas de dos horas por la noche, la republicana trae estas sorpresas.
El plan de Trump nunca fue ir a Carolina del Norte para la convención. Su idea original era la de organizar un acto masivo en Florida, pero el aumento en la cantidad de casos de la covid-19 de los últimos meses le torció el brazo. No es un estado con el que se pueda jugar en estas elecciones y la imagen del presidente no es la mejor en medio de la crisis causada por la pandemia.

El espíritu del Make America great again que lo llevó a la Casa Blanca en 2016 sigue sobrevolando su discurso, aunque el contexto es distinto. Antes representaba la promesa de regresar a un esplendor que el país supuestamente había perdido. 
Ahora, en el discurso de Trump, significa simplemente volver a enero de 2020, cuando todos los indicadores económicos daban bien, no había millones de personas infectadas con coronavirus y la reelección estaba al alcance de la mano. 
Por eso, entre acusaciones de fraude y críticas a los medios de comunicación, pidió recordar cómo estaban los estadounidenses antes de la llegada del coronavirus.

En un discurso de casi una hora, Trump aprovechó para enumerar todo lo que considera que son sus éxitos en economía, justicia, política exterior e incluso salud. Logros que, como siempre, describió como los mayores que haya tenido cualquier presidente en la historia de los Estados Unidos.

La convención planea mostrar que es posible imaginar la vuelta a un mundo pre-covid y que Trump es la persona indicada para liderar ese regreso. Porque si de algo se trata la convención es de Trump. Los principales oradores de esta semana llevan su apellido: su hijo Donald J. habló el lunes, su esposa Melania y sus hijos Tiffany y Eric participarán el martes y su cuñada Lara, el miércoles.

El resto de oradores está compuesto por los republicanos más leales al mandatario, desde la ex embajadora ante las Naciones Unidas Nikki Haley hasta el secretario de Estado, Mike Pompeo. También hablará Kellyanne Conway, directora de la campaña de 2016 de Trump y actual consejera presidencial. Conway dará su discurso mientras transita sus últimos días en el cargo. El fin de semana presentó su renuncia y anunció que se enfocará en sus hijos a partir del próximo mes.

La participación de Conway como oradora de la convención no había caído bien dentro de su propia familia. Crítica de Trump, su hija se había quejado recientemente en redes sociales de que el trabajo de Conway había “arruinado” su vida y, por Twitter, pidió emanciparse. “En cuanto a mi papá, políticamente no acordamos en absolutamente nada. 
Solo tenemos sentido común cuando se trata de nuestro presidente actual”, había tuiteado. George Conway, marido de la consejera de Trump, es el fundador de The Lincoln Project, un grupo de republicanos críticos del presidente estadounidense.

Porque no todos los republicanos están contentos con Trump. Algunos, como el ex presidente George W. Bush, no apoyan su candidatura a la reelección. Otros directamente pidieron votar por Joe Biden, el candidato demócrata, como el ex gobernador de Ohio John Kasich.

Trump igualmente no parece preocupado por los detractores dentro del propio partido. Su nominación fue unánime: lo eligieron los 300 delegados republicanos que viajaron a Charlotte. A lo largo de esta semana, con sus intervenciones sorpresas, buscará seguir motivando a los que sí lo apoyan y dominar una agenda que de, otra forma, quedaría centrada solo en el escándalo del correo.

Trump dijo que las elecciones de noviembre serán las “más fraudulentas de la historia” de su país

22 de agosto de 2020 · Escribe Cecilia Pérez en LA DIARIA
El presidente estadounidense insiste en que el voto por correo, que este año está en aumento por la crisis sanitaria, abre la puerta al fraude electoral.
 A su vez, dirigentes de la oposición advierten que en la votación del 3 de noviembre está en juego la democracia de su país y llaman a no dejarse robar la elección.

“Este gobierno ha demostrado que derribará nuestra democracia si eso es lo que hace falta para ganar”, dijo el ex presidente estadounidense Barack Obama. En su discurso ante la Convención Nacional Demócrata, que este año fue virtual debido a la pandemia de covid-19, Obama dijo que el presidente Donald Trump busca “dificultar lo más posible” el voto y que “así es cómo la democracia se marchitará, hasta que no haya más democracia”. 
Advertencias como esta hicieron muchos otros dirigentes demócratas, en particular en referencia a la campaña de Trump contra el voto por correo.

Si bien el presidente ha utilizado esa modalidad de votación –porque vota en Florida pero vive en Washington–, insiste en que ese mecanismo promueve el fraude electoral, y ha puesto en duda que sea fiable un resultado que emerja de una votación de ese tipo.

En estas elecciones el voto por correo es especialmente requerido debido al temor a contagiarse de coronavirus al ir a sufragar. Según una encuesta del Pew Research Center, 66% de los estadounidenses no se sentiría cómodo con ir a votar en estas condiciones.
En Estados Unidos existen dos sistemas de voto por correo, que es un mecanismo que implementa cada estado. 
En la mayor parte del territorio, las personas tienen que pedir específicamente que le envíen las papeletas, y en algunos casos se les exige una justificación para no ir a votar. Son muy pocos los estados que envían de forma anticipada las hojas de votación a todos los habilitados, y esta es la modalidad que los demócratas promueven ahora para facilitar el acceso al voto.

Trump afirma que es posible que alguien reciba una papeleta que no le corresponda y logre votar en nombre de otra persona, o que vote dos veces. Pero es prácticamente el único que muestra ese grado de desconfianza en los controles del voto por correo en su país.
Sí existen algunos indicios de que este sistema podría favorecer a los demócratas. Una encuesta de Change Research y la CNBC concluyó que 64% de los demócratas contemplaba la posibilidad de votar por correo, frente a 14% de los republicanos y 36% de quienes se declaran independientes.

Trump llegó a decir que no está dispuesto a aumentar los recursos del Servicio Postal de Estados Unidos (USPS, por sus siglas en inglés), que tiene problemas presupuestales y arrastra deudas de años de déficit, si los va a utilizar para las elecciones del 3 de noviembre. “Quieren 3.500 millones de dólares para algo que terminará por ser fraudulento”, dijo a Fox News.

“Si optan por este envío universal por correo, se envían decenas de millones de papeletas a todos y a sus perros; los perros las están recibiendo bien, las personas que llevan muertas 25 años las reciben [...]. Nunca vas a tener una elección justa”, agregó. Para Trump, Estados Unidos será “el hazmerreír de todo el mundo” si el recuento tarda semanas, o incluso años, “porque esas papeletas se van a perder”.

El jueves, cuando terminaba la Convención Nacional Demócrata con el discurso de Joe Biden de aceptación de la candidatura, Trump volvió a hablar con Fox News, la cadena en la que más confía, y afirmó que las elecciones de noviembre serán las “más fraudulentas de la historia” del país.

En defensa del voto

“De forma alarmante, en todo el país vemos los devastadores efectos de la campaña del presidente para sabotear la elección al manipular el Servicio Postal para quitarles el derecho al voto a los electores”, afirmó la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. La dirigente demócrata interrumpió el receso de la cámara para aprobar una ley que impidiera que el USPS aplicara reformas aprobadas este año que afectarían todavía más la posibilidad de votar por correo. 
El martes, el director del USPS, Louis DeJoy, designado en junio, afirmó que suspenderá esos cambios hasta después de las elecciones “para evitar siquiera la apariencia de cualquier impacto en el correo relacionado” con esa instancia. Esto no es lo único que se le cuestiona a DeJoy. 
Un sondeo del grupo progresista MoveOn Political Action concluyó que 58% de los votantes de Florida consideran que existe un conflicto de intereses en que DeJoy dirija el correo y tenga inversiones en empresas privadas que compiten con esa entidad pública, informó la agencia de noticias Efe
Según la misma encuesta, 52% de los votantes de ese estado cree que Trump está “perjudicando a propósito” al USPS con la intención de que esto lo ayude a ganar las elecciones.

Pese a la postura del presidente, los gobernadores de algunos estados anunciaron su decisión de facilitar el voto por correo enviando las papeletas antes de la votación, aunque no fuera lo regular en esos territorios. 
El jueves lo hizo Nueva York, cuyo gobernador, Andrew Cuomo, dijo en un comunicado que las diversas medidas dispuestas para hacer más accesible el voto y asegurar el recuento son necesarias y justas para las elecciones, pese al “ataque sin precedentes” del gobierno federal contra el servicio postal.

“El acceso al voto es uno de los pilares básicos de nuestra democracia. Con la pandemia de la covid-19 en curso debemos asegurar que ningún neoyorquino se vea presionado para poner su salud y bienestar en riesgo a la hora de ejercer su derecho constitucional a votar”, dijo la líder de la bancada demócrata en el Senado de Nueva York, Andrea Stewart-Cousins.
También Nueva Jersey enviará las papeletas. El gobernador de ese estado, Phil Murphy, afirmó que existe una mayor probabilidad “de ser alcanzados por un rayo” que de fraude electoral.

Convención con advertencias

Para los demócratas, la intención del presidente es hacer una campaña para sabotear las elecciones y sacar provecho en los resultados. El propio Biden dijo estar convencido de que Trump “va a tratar de robar esta elección”.

También Hillary Clinton incluyó advertencias en su discurso. “Si votan por correo, pídanlo ahora y envíenlo cuanto antes. Si votan en persona, háganlo temprano. Lleven a un amigo y usen mascarilla”, dijo la ex candidata demócrata a la presidencia y ex senadora. “Voten como si nuestras vidas y nuestras formas de vida dependieran de ello, porque así es”, advirtió.

Clinton les dijo a los votantes que la fórmula que integran Biden y Kamala Harris “puede tener tres millones de votos más y aun así perder”. Agregó: “Se los digo yo. Necesitamos números tan abrumadores que Trump no pueda birlar o robarse la victoria”. En la elección de 2016, Clinton recibió cerca de 3,2 millones de votos más que Trump, pero debido a cómo funciona el sistema electoral estadounidense, logró sólo 232 votos en el Colegio Electoral, que es el que en última instancia elige al presidente. Con menos votos que ella, Trump consiguió 302 electores y la presidencia.

Al igual que Clinton, el senador Bernie Sanders, que compitió con ella en las primarias en 2016 y con Biden en las de 2020, advirtió que hay mucho en juego en esta elección. “Muchas de las ideas por las que luchamos ahora son mayoritarias, pero si Trump es reelegido, todo el progreso que hemos hecho está en riesgo”, dijo en la convención del Partido Demócrata. Afirmó que las elecciones de noviembre van a ser “las más importantes de la historia moderna” de Estados Unidos, porque “el autoritarismo ha echado raíces en este país”.
“Está en juego el futuro de nuestra democracia. Está en juego el futuro de nuestra economía. Está en juego el futuro de nuestro planeta. Debemos unirnos, derrotar a Donald Trump y elegir a Joe Biden y [su compañera de fórmula] Kamala Harris”, dijo. “Nerón tocaba el violín mientras Roma ardía. Trump juega al golf”, agregó.

Trump y la democracia

Las sospechas contra Trump tienen varios puntos de apoyo. Su anterior campaña presidencial ha estado bajo sospechas de haber entregado información sensible a agentes rusos interesados en perjudicar a su rival demócrata, Clinton. Después, ya como presidente, fue acusado por la oposición demócrata de presionar a Ucrania para que investigara a Biden, quien ya se perfilaba como un posible rival electoral. Para ello, puso en juego la ayuda económica que Estados Unidos le da a ese país, según se argumentó en el proceso de juicio político que la Cámara de Diputados le inició al presidente por este caso, acusándolo de abuso de poder. Este proceso de impeachment fracasó en el Senado, de mayoría republicana.

Además, tanto en la campaña anterior, cuando era un empresario mediático, como ahora, desde el cargo de presidente, Trump se ha negado a decir que va a aceptar los resultados en caso de que pierda las elecciones. En una entrevista con Fox News fue consultado al respecto y respondió: “Tendré que verlo. No voy a decir simplemente que sí, no voy a decirlo, y tampoco lo hice la última vez”.

En la Convención Nacional Demócrata que proclamó a Biden como candidato, varios republicanos manifestaron su apoyo a este dirigente porque no están dispuestos a votar al candidato de su partido. “En tiempos normales, algo como esto probablemente nunca debería ocurrir, pero estos no son tiempos normales”, dijo el ex gobernador de Ohio John Kasich al pedir el voto por Biden. “Soy un republicano de toda la vida”, dijo, “pero eso queda en segundo lugar ante mi responsabilidad con mi país”. “Estoy orgulloso de mi herencia republicana, pero lo que he visto en estos cuatro años va contra esos principios”, agregó Kasich.

Otro dirigente republicano presente en la convención fue el ex secretario de Estado Colin Powell, que manifestó su apoyo a Biden, al igual que varios legisladores. El candidato demócrata tiene también el respaldo de Cindy McCain, la viuda de John McCain, que fue senador, candidato a la presidencia y referente del Partido Republicano.

Tanto republicanos como demócratas tuvieron la mirada puesta en Trump. En su discurso, Obama criticó al actual presidente. “Nunca esperé que mi sucesor aceptara mi visión o continuara con mis políticas. Esperaba, por el bien de nuestro país, que Donald Trump pudiera mostrar algún interés en tomarse el trabajo en serio [...] Pero nunca lo hizo”, dijo, y agregó: “No ha mostrado ningún interés en tratar la presidencia como algo diferente a un reality show más”.

Trump, Biden y las encuestas

Cuando faltan unos 70 días es difícil predecir quién será el ganador de las elecciones estadounidenses. El propio Trump, en general triunfalista, llegó a reconocer en una ocasión que el resultado puede ser parejo. 
“Necesitamos cada uno de los votos, porque esto probablemente va a ser ajustado”, dijo en un acto en Arizona. 
Hasta entonces, se había limitado a decir que las encuestas eran falsas.
Según los sondeos, Biden recibirá más votos, pero como advirtió Clinton, incluso en ese caso, lo que necesita es una ventaja que le asegure 270 delegados en el Colegio Electoral de 538 miembros para ganar la elección. En la mayoría de los estados el ganador se lleva todos los delegados, y en unos pocos la representación es proporcional al número de votos que recibió.

Pero en cualquier caso, las encuestas colocan en primer lugar a Biden. El sitio web RealClearPolitics, que elabora un promedio de los principales sondeos, los resume en 50,2% de votantes para Biden y 42,5% para Trump. Distintas encuestas –de CBS News, Fox News, CNN y ABC y The Washington Post– concluyen que la ventaja del candidato demócrata se sitúa entre 7% y 12%.


Trump, Presidencia al estilo “el Estado soy yo” y “después de mí, el diluvio”

Por: José R. Oro
18 agosto 2020 | CUBADEBATE



Como se ha evidenciado en muchas ocasiones, Trump considera que él es el Estado mismo y la única medida de lo justo y correcto
Experto en fake news y acusaciones infundadas que ahora se centran en un posible fraude electoral de sus rivales, para él los problemas y las culpas son siempre de “los otros”. Foto: Reuters.

Se aproximan las elecciones generales en Estados Unidos, el próximo 3 de noviembre, en las que serán puestos a escrutinio “popular” la Presidencia y Vicepresidencia, 35 puestos senatoriales (de un total de 100) y los 435 escaños de la Cámara de Representantes. A nivel local, miles de funcionarios serán electos.

Escribo “popular” entre comillas, porque en 2016 Trump fue electo –acorde con el sistema electoral vigente a pesar de haber obtenido casi tres millones de votos menos que su rival, Hillary Clinton.

Por todos los elementos que se tienen hasta hoy, Trump está en desventaja y varios de los estados “cambiantes” dan señales de inclinarse por el candidato demócrata Joe Biden o ven disminuir la ventaja original de Trump. Si, como se espera, hay una votación cerrada y Trump pierde estrechamente en algunos estados sufriendo una derrota a nivel de todo el país, hay serias preocupaciones acerca de un intento de golpe de Estado o de que no admita la derrota. Lo mismo podría pasar en la eventualidad de que Trump comience arriba en un estado pero al final del conteo de votos ganen allí los demócratas. Surgen varias preguntas sobre tal situación:
¿Por qué es tan intensa la preocupación de que Trump no admita su derrota si esta se produce, lo que es bastante posible, según las encuestas?
El título de este artículo incluye dos frases atribuidas a Luis XIV, el Rey Sol francés, que representan diáfanamente la personalidad política de Trump.

Como se ha evidenciado en muchas ocasiones Trump considera que él es el Estado mismo y que tiene todas las atribuciones para gobernar en las condiciones de un monarca absoluto, tal como Luis XIV sentado en el Palacio de Versalles (para Trump la Casa Blanca) y pensando al estilo de los siglos XVII y principios del XVIII. Mas allá de su personalidad y fantasías, Trump no tiene ningún respeto o subordinación a las leyes, de las que se siente por encima y exento, lo que implica que no ser reelecto pueda parecerle algo intrínsecamente injusto e inmerecido para él y sus seguidores.

La segunda expresión manifiesta directamente –en un rango que va de la megalomanía a la mitomanía– el egocentrismo político y el más absoluto desprecio por lo que pudiera pasar en el futuro de Estados Unidos. Hitler también pensaba y actuaba así, llevando a Alemania a un desastre absoluto y expresando en sus días finales en el búnker de Berlín, que era un castigo merecido, porque los alemanes “no poseían el valor interno necesario”.

La megalomanía de Trump ha sido harto demostrada en distintas ocasiones, pero en el caso del enfrentamiento a la pandemia se ha evidenciado de una manera muy clara. 
A Trump y a muchos de sus seguidores les importan más el rendimiento de la economía y sus ganancias personales que la salud y la vida de las personas. 

Negar la ciencia, lo que dicen y repiten expertos y científicos serios y con décadas de carrera, incluso a pocos metros de distancia del presidente, ya es un problema mayor y roza el oscurantismo.



Proyecciones del total de muertes causadas por la COVID-19 en Estados Unidos hasta el 3 de noviembre, tomado de Worldometers info. Valores de entre 220 000 y 240 000 fallecidos parecen probables.

Aparte de la lentitud al reaccionar a la emergencia sanitaria y el desprecio por el peligro que representa la COVID-19, la creencia de que la cloroquina es eficaz para enfrentar la enfermedad y que inyectarse o tomar desinfectantes sería una buena opción (hace poco retuiteó un video –eliminado por YouTube y Facebook por considerarlo fake news– en que ciertos médicos consideraban innecesarias las mascarillas y afirmaban que la hidroxicloroquina es el tratamiento para esta enfermedad), Trump ha sido el principal promotor de una reapertura económica a la que se oponen especialista y gobernadores, “reapertura” que puede causar, como se observa en la tabla y va mostrando la realidad, decenas o cientos de miles de nuevas fatalidades.

Para el día de las elecciones, podría haber más de nueve millones de contagios. La gestión de la COVID-19 es el Vietnam de Donald Trump y de la ultraderecha fascista del actual Estados Unidos, con todas sus consecuencias.
Además de esos elementos de la personalidad dictatorial y vengativa, caprichosa de Trump, quien no admite objeción o escollo alguno para sus deseos, hay un factor objetivo de enfrentamiento social. 
Las elecciones podrían ser apretadas y la decisión en los estados “cambiantes” podría producirse por unos pocos votos entre millones de votantes habilitados.
Esa situación de duda y suspicacia en torno a los resultados electorales ha sido catalizada por el propio Trump, quien en varias ocasiones ha expresado que, si gana, pues democracia pura y bella; si pierde, ha insinuado versiones sobre un fraude organizado por cualquiera, desde demócratas extremistas hasta el comunismo internacional.

Considerables disturbios podrían ocurrir en estados que se decidan por menos del 1% de los votos, como sucedió en las elecciones de 2016 en Michigan, Pensilvania, Nuevo Hampshire, Wisconsin, con un total de 50 votos electorales, e incluso en Florida, con 27 votos electorales, donde la diferencia a favor de Trump fue de 1.2%. Casos de este tipo, con resultados ajustados, van probablemente a suceder este 3 de noviembre. 
Si Trump pierde, aunque sea de forma aplastante (que no es lo que se espera, sino por escasa o moderada diferencia), es muy probable que haya dilación en el reporte de resultados, demandas legales, recuentos y otros manejos desestabilizadores por parte del mandatario y de la ultraderecha.




Diferencias entre las propuestas de 2016 y de 2020, significan la unidad del Partido Demócrata y un mayor atractivo para ir a votar por parte de las minorías.

La “desviación hacia el azul”, la gran diferencia con las elecciones de 2016:
La tabla arriba nos muestra algunas de las principales diferencias en el campo Demócrata entre las anteriores elecciones y las que se avecinan. Ya todas las principales cartas están sobre la mesa. 
Con la selección de la senadora Kamala Harris como compañera de fórmula de Joe Biden se completó “la desviación hacia el azul”, el movimiento del programa de Gobierno del Partido Demócrata hacia posiciones que en los Estados Unidos llaman confusamente liberales o progresistas, pero que son lo que denominaríamos en muchas partes del mundo de centroizquierda.

Algo que no se atrevió a hacer Hillary Clinton en 2016. Por eso, entre otras cosas, no logró la unidad dentro de su partido ni motivó a las minorías a ir a votar, perdiendo unas elecciones, que debió ganar, por estar tan distanciada y desatendida de los anhelos del pueblo. 
La candidatura Biden/Harris no solo desarrolla un programa, sino que convence a los votantes de su seriedad en tratar de llevarlo a cabo.

Trump, en cambio, está peleando su candidatura para la reelección en un país devastado por la pandemia, la incrementada desigualdad, la recesión y el racismo. Entonces, ¿qué está haciendo?: está peleando en una guerra de frases manidas y clichés, como en tiempos de R. Nixon, en un país muy diferente al de hace medio siglo y diferente, pese al poco tiempo transcurrido, al de 2016. Como buen monarca absoluto, Trump solo ofrece más de lo mismo.

La estrategia funcionó para él (apenas) en 2016, cuando derrotó con el voto de los colegios electorales a Hillary Clinton, considerada por muchos un icono de la generación de los años sesenta. Trump está tratando ahora de reeditar su campaña de 2016 avivando la división racial y rugiendo su grito de batalla contra los inmigrantes: “¡Terminemos el muro!”. 
Llama a Joe Biden “marioneta de la izquierda militante”, tuiteando que “ha sido atraído mucho más a la IZQUIERDA de lo que el loco Bernie Sanders nunca pensó posible”. 
Es decir, la misma música tradicional de la ultraderecha estadounidense: EE.UU. para los blancos, muerte al socialismo, abajo los inmigrantes (que son el problema, porque para Trump los culpables de todo son los otros, desde los inmigrantes y los chinos a los demócratas)… Y así. Aunque aún hay decenas de millones de votantes que responden a esas consignas, se ven ampliamente sobrepasados por aquellos que las rechazan.

Como resultado, la campaña de Trump está reuniendo a los votantes de derecha, ultraderecha y de pequeños grupos periféricos de la extrema izquierda. 
Pero no está abordando las preocupaciones de la gran mayoría de los estadounidenses promedio, más visiblemente después de que la COVID-19 ha costado la vida a miles de sus conciudadanos, sus bien zaheridos fellow Americans, los que rechazan en un porcentaje de entre 55% y 83% el “liderazgo” de Trump durante la pandemia. 
La cifra de muertos puede llegar a entre 220 000 y 290 000 (según los modelos usados) para el día de las elecciones generales, lo que es mucho más que el número de estadounidenses muertos en la Primera Guerra Mundial, Vietnam y Corea juntos.
El creciente y vibrante movimiento Black Lives Matter, que ha ganado mayor comprensión y apoyo en el total de la población estadounidense en los últimos meses, tiene una importancia fundamental en estas elecciones. 
Siempre las minorías han simpatizado con los candidatos menos conservadores, pero el 3 de noviembre será la primera vez que tengan una masiva asistencia a las urnas. La selección de la senadora de California Kamala Harri es considerada por muchos como el remate que garantizará una masiva participación de los votantes de las minorías.

Trump tiene demostrados delirios de grandeza y mesianismo, y quiere, al igual que casi todos los fascistas, ser un icono histórico (J. Bolsonaro es otro triste ejemplo actual). 

Para poder completar sus objetivos de hacer a “America grande de nuevo”, él “necesita” un segundo término y probablemente más (dijo el 14 de mayo de este año en Allentown, Pensilvania, que podría estar en la presidencia nueve o 13 años).

Supongo que también hay sólidos intereses materiales para Trump, su familia y allegados que requieren, para su materialización, controlar el poder político. Siempre pensando en el estilo de Luis XIV, Trump quizás se imagina ser el iniciador de una dinastía donde personas como su hija Ivanka, el yerno Jared Kushner y su primogénito Donald Jr. podrían estar vislumbrados como sus seguidores en la Casa Blanca después de que él salga en el 2025. Una idea como esta sería considerada como pura locura por un estadounidense promedio, pero no nos olvidemos de que Trump, en paralelo con su maldad, ha demostrado sobradamente vivir en “otro planeta”.

¿Como podría manifestarse tal situación en la práctica?
Ya desde ahora mismo, Trump y muchísimos republicanos creen que las elecciones no van a ser efectuadas de una forma justa y cabal.
 A eso se le llama en castellano “poner el parche antes de que se salga el grano”
Un 65% de los republicanos han sido convencidos por la demagogia de Trump de que las elecciones van a ser “irregulares”; de ellos, el 37% afirma no confiar mucho en los resultados, mientras que el 28% dice no confiar en lo absoluto.

¿Cuáles serían los resultados más probables de un intento de violar lo establecido por la Constitución y las leyes de Estado Unidos?
Una gran parte del pueblo estadounidense está convencido de que Donald Trump no es un líder para guiar al país en una lucha a muerte contra la pandemia ni de cara a otros problemas que enfrenta la nación. 
Como consecuencia, es probable que una gran parte de los votantes “indefinidos” decidan sustituirlo por un candidato como Joe Biden, quien, aunque no tenga un gran liderazgo personal, sí ha mostrado una probada capacidad de trabajar en equipo, permite actuar a los especialistas y los apoya.

Puede ser que este día de las elecciones se parezca más a una semana de elecciones o a un mes de las elecciones, gracias a las complicaciones relacionadas con el coronavirus y las diversas formas de votar. 
Si muchas personas no están dispuestas a esperar pacientemente los resultados finales, y si Trump y sus seguidores cínicamente ponen en duda la integridad del voto, los resultados podrían ser socialmente catastróficos.

Los estadounidenses se han acostumbrado a esperar resultados en la propia noche electoral. Abraham Lincoln se enteró de que había ganado en 1860 aguardando en la oficina de telégrafos hasta las dos de la madrugada. En 1948, en las elecciones que enfrentaron a Harry Truman y Thomas Dewey, el Chicago Daily Tribune anunció la victoria del candidato republicano Dewey en un gran titular de primera plana, para tener que rectificar y excusarse al día siguiente.

Aún está en el recuerdo un fenómeno tan irregular como el recuento de votos en el estado de Florida en las elecciones de 2000, donde Jeb Bush como gobernador del estado vio a su hermano George W. “ganarle” a Al Gore por 537 votos y, con los votos del colegio electoral floridano, obtener la presidencia 271 -266. Si eso se produjera ahora, de alguna forma parecida, el nivel de explosión social sería difícil de predecir, pero sería de inusitada envergadura, socavando las bases del injusto sistema bipartidista de manera irrevocable.

No es probable que Donald Trump y sus cómplices se salgan con la suya por la fuerza. Desde ahora, resulta evidente que Trump está perdiendo influencia política entre los congresistas de su propio partido, cada vez menos comprometidos con él. Una decisión en el Congreso o en la Corte Suprema de Justicia sería, con toda seguridad, aciaga para Trump. Cientos de millones de estadounidenses no aceptan más las manías caprichosas de Trump, la filosofía de que el “el Estado soy yo” o de que “después de mí, el diluvio”.

Trump comenta los reportes sobre su supuesto deseo de agregar su rostro al famoso Monte Rushmore

Publicado: 10 ago 2020 10:52 GMT - RT
La prensa estadounidense informó que uno de los sueños del presidente era que su rostro terminara en ese complejo de esculturas gigantes.


Trump comenta los reportes sobre su supuesto deseo de agregar su rostro al famoso Monte Rushmore



El presidente Donald Trump cerca del Monte Rushmore en Keystone, EE.UU., el 3 de julio de 2020.
Tom Brenner / Reuters

El mandatario de EE.UU., Donald Trump, ha desmentido los reportes sobre el supuesto deseo de agregar su rostro al Monte Rushmore, el famoso complejo tallado en una montaña en el estado de Dakota del Sur, en el que figuran los rostros, de 18 metros de altura, de los presidentes estadounidenses George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln.

"Estas son noticias falsas del fallido" diario The New York Times y del canal de televisión con "bajo 'rating' CNN", escribió Trump el pasado domingo en su cuenta personal de Twitter. El inquilino de la Casa Blanca añadió que "nunca" sugirió agregar su rostro a dicho monumento.

Trump financiará muro en la frontera con impuesto a autos que crucen desde México

18 agosto 2020 | CUBADEBATE


Trump informó que su Administración hab construido unos 386 kilómetros del nuevo muro en la frontera sur. Foto: Milenio



Trump informó que su Administración hab construido unos 386 kilómetros del nuevo muro en la frontera sur. Foto: Milenio

El presidente estadounidense Donald Trump aseveró hoy que México financiará el muro fronterizo a través de una tarifa que cobrará Estados Unidos a los automóviles que ingresen a su territorio desde el país vecino.

Durante un evento realizado en la ciudad de Yuma, en el estado de Arizona, el mandatario fue cuestionado respecto a su antigua promesa de campaña, en 2016, en la que aseguró que México pagaría por el muro en la frontera entre ambos países.

"Van a pagar en la frontera, en los cruces. A los autos que crucen, vamos a cobrarles un peaje", dijo Trump, tras supervisar los trabajos de construcción del muro.
Luego de que una reportera le preguntara cuándo pagaría el país vecino, Trump respondió: "No importa si pagan hoy o en los próximos meses, México pagará".

De acuerdo con Trump, no es necesario cobrar un impuesto alto, si bien se trata del "punto de entrada más grande" en el mundo.

El pasado 12 de julio, cuatro días después de reunirse con su homólogo mexicano Andrés Manuel López Obrador en Washington D.C., Trump informó en su cuenta de Twitter que su Administración había construido unos 386 kilómetros del nuevo muro en la frontera sur y que esperaba concluir otro 337 kilómetros para finales de año.
(Con información de Rusia Today)

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