El “Golpe Maestro” de Estados Unidos
contra Venezuela (Documento del Comando Sur)
por Stella
Calloni
Las negociaciones en torno a la península de Corea y la retirada estadounidense del acuerdo sobre el programa nuclear iraní (JCPOA o Acuerdo 5+1) no deben interpretarse como un reposicionamiento de las fuerzas armadas de Estados Unidos.
Sin importar la administración que esté en el poder en Washington, el Pentágono sigue adelante con su plan de dominación a escala mundial.
Stella Calloni revela que el SouthCom (el tristemente célebre “Comando Sur”) tiene planificada una operación militar contra Venezuela, antes de la elección presidencial del 20 de mayo. Basándose en un documento interno del Pentágono, Stella Calloni pone al desnudo la implicación de Argentina, Colombia, Brasil, Guyana y Panamá en ese proyecto de derrocamiento de un poder democrático, nacido del voto popular.
Es un plan de destrucción de toda una sociedad. Las fuerzas
armadas de Estados Unidos están de regreso contra los pueblos en
Latinoamérica.
RED VOLTAIRE | BUENOS AIRES (ARGENTINA) | 9
DE MAYO DE 2018
Almirante
Kurt W. Tidd, comandante en jefe del Comando Sur estadounidense (SouthCom)
Estados Unidos y sus socios preparan
en silencio un brutal «Plan para acabar con la dictadura de Venezuela»:
el «Golpe Maestro» «Masterstroke» [1],
que ya está en marcha y cuya primera parte comenzaría antes de las
próximas elecciones venezolanas y, si no tienen éxito en derrocar al presidente
Nicolás Maduro con la nueva ofensiva, que utilizará todo el aparato
propagandístico y mediático más acciones violentas en «defensa de la
democracia», accionarán el Plan B, que incluirá a varios países
imponiendo una «fuerza multilateral» para intervenir militarmente.
Panamá, Colombia,
Brasil, Guyana son puntos claves de la operación militar, con el apoyo de Argentina
y de «otros amigos», bajo control del Pentágono. Ya tienen
preparadas desde las bases que ocuparán, los países de apoyo directo
(fronterizos) hasta hospitales y centros de acopio de víveres para sus
soldados.
Todo esto aparece especificado en un
documento real, de 11 páginas, que lleva la firma del almirante Kurt
Walter Tidd, actual comandante en jefe del Comando Sur [SouthCom]
estadounidense, documento aún no divulgado.
El documento analiza la situación
actual ratificando la Guerra que se libra contra Venezuela, pero
también el perverso esquema de la guerra psicológica que permite entender
la persecución, el acoso, el desprestigio, la mentira criminal que se utilizan
para acabar no sólo con las dirigencias populares sino contra los pueblos de la
región.
Al referirse a la situación actual de Venezuela, el Plan
menciona que se tambalea la «dictadura venezolana
chavista como resultado de sus problemas internos, la
gran escasez de alimentos, el agotamiento de ingreso de
fuentes de dinero externo y una corrupción
desenfrenada, que ha mermado el apoyo internacional,
ganado con petrodólares, y que el poder de la moneda
nacional llega con escaso tiempo y el poder adquisitivo
de la moneda nacional está en constante picada».
Asumen que este
escenario, que admiten haber creado ellos mismos, con una impunidad que
aterra, no cambiará. En este caso justifican sus acciones afirmando
que el gobierno venezolano acudirá a nuevas medidas «populistas» para
conservar el poder.
Asombra en qué
lugar colocan a la oposición que el mismo Estados Unidos maneja,
asesora y paga, al entender que «el corrupto régimen de Maduro colapsará,
pero lamentablemente las fuerzas opositoras defensoras de la democracia y del
bienestar a su pueblo, no tienen poder suficiente para poner fin a la
pesadilla de Venezuela» por las disputas internas e incluso por «la
corrupción similar a la de sus rivales, así como la escasez de raíces» que
no les permite sacar «el máximo provecho de esta situación y dar el
paso necesario para poner fin al estado de penuria y precariedad en los
que el grupo de presión que ejerce la dictadura de izquierda ha sumergido
al país».
Lo que resulta aterrador es que mientras consideran que
se está ante «una acción criminal sin precedentes en
América Latina», refiriéndose al gobierno de Venezuela
–un gobierno que nunca ha actuado contra ninguno de
sus vecinos y que ha sido de una intensa solidaridad
regional y mundial–, el Plan estadounidense sostiene
que la «democracia se extiende en América, continente
en el cual el populismo radical estaba destinado a tomar
el control». Argentina, Ecuador y Brasil son ejemplo de
ello. «Este renacimiento de la democracia (así
le llaman) está soportado sobre las determinaciones más
valiosas y las condiciones de la región corren a su favor.
Este es el momento para que Estados Unidos pruebe,
con acciones concretas que está implicado en ese proceso en el que derrocar a
la dictadura venezolana seguramente representará un punto de inflexión
continental».
Por otra parte
alientan al presidente estadounidense Donald Trump a actuar considerando que «esta
es la primera oportunidad de la administración Trump para demostrar y llevar
adelante su visión sobre democracia y seguridad», y convencerlo de que
«su participación activa es crucial, no sólo para la administración
sino para el continente y el mundo. El momento ha llegado».
Esto significa «intensificar
el derrocamiento definitivo del chavismo y la expulsión de su representante,
socavar el apoyo popular«» al gobierno y
“alentar la insatisfacción popular
aumentando el proceso de desestabilización y el desabastecimiento” [para]
“asegurar el deterioro irreversible de su actual dictador”.
Si uno quiere
entender a fondo el arte de la perversión contrainsurgente basta leer la parte
en que el documento se refiere al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro,
alentando a «sitiarlo, ridiculizarlo y mostrarlo como un símbolo de torpeza
e incompetencia, exponerlo como una marioneta de Cuba».
Pero también sugieren:
“exacerbar la división entre los
miembros del grupo de gobierno, revelando las diferencias de sus condiciones de
vida y las de sus seguidores y al mismo tiempo incitándolos a mantener en
aumento esas divergencias”.
El plan está
destinado a ejecutarse en forma rápida y furiosa, como las medidas tomadas por
los mayordomos de Washington, Mauricio Macri (Argentina) y Michel Temer
(Brasil), ambos con una escandalosa historia de corrupción pero transformados
por el Imperio en «líderes de la transparencia» que tomaron medidas en
horas para la destrucción de los Estados nacionales con la certeza del disparo
de un misil.
El documento
firmado por el jefe del Comando Sur estadounidense demanda hacer insostenible
el gobierno de Maduro forzándolo a claudicar, negociar o escapar. Este Plan
para acabar en plazos muy cortos con la llamada «dictadura» de Venezuela
llama a:
“Incrementar la inestabilidad interna
a niveles críticos, intensificando la descapitalización del país, la fuga de
capital extranjero y el deterioro de la moneda nacional, mediante la aplicación
de nuevas medidas inflacionarias que incrementen ese deterioro.”
Otro objetivo es
“obstruir todas las importaciones y
al mismo tiempo desmotivar a los posibles inversores foráneos”
para –y vean ustedes la bondad del Imperio–
“contribuir a hacer más crítica la
situación de la población”.
También abarca el Plan en sus 11
páginas
“apelar a aliados domésticos como a
otras personas insertadas en el escenario nacional con el objetivo de
generar protestas, disturbios e inseguridad, pillaje, saqueos, robos, asaltos y
secuestros de buques y de otros medios de transportes, con la intención de
desabastecer el país, a través de todas las fronteras y otras
posibles maneras, poniendo en peligro la seguridad nacional de sus vecinos”.
Consideran
importante «causar víctimas» y señalar como responsable al gobierno de
Venezuela «magnificando, frente al mundo, la crisis humanitaria, a la que
está sometido el país», usando la mentira de una corrupción generalizada de
los gobernantes y «ligar el gobierno al narcotráfico para desacreditar su
imagen ante al mundo y sus seguidores domésticos», además promover «la
fatiga entre los miembros del PSUV» [Partido Socialista Unificado de
Venezuela] «incitando a la inconformidad entre ellos mismos, para que rompan
ruidosamente las relaciones con el gobierno y para que rechacen las medidas y
restricciones que también los afectan» y hacerlos «tan débiles como es
la oposición, creando fricciones entre el PSUV y Somos Venezuela».
La propuesta va subiendo de tono como
cuando llama a
“estructurar un plan para lograr la
deserción de los profesionales más calificados del país, para dejarlos sin
profesionales en absoluto, lo que agravará más la situación interna y en este
sentido culpar al gobierno”.
Parte
2. La mano militar
Como en una novela
de suspenso, este Plan llama a «utilizar a los oficiales del ejército como
una alternativa de solución definitiva» y
“continuar endureciendo la condición
dentro de las Fuerzas armadas para llevar a cabo un golpe de Estado, antes de
que concluya el 2018, si esta crisis no hace que la dictadura
colapse o el dictador no se decide a hacerse a un lado”.
Entendiendo que
todo lo anterior puede fallar, y con evidente desprecio por la oposición
venezolana, el Plan llama a «continuar el fuego continuo en la frontera con
Colombia, multiplicar el tráfico de combustible y otros bienes, el movimiento
de los paramilitares, incursiones armadas y tráfico de drogas, provocando
incidentes armados con las fuerzas de Seguridad de la Frontera» venezolana
y además a
“reclutar paramilitares mayormente de
los campos de refugiados en Cúcuta, la Guajira y del Norte de Santander, áreas
ampliamente pobladas por ciudadanos colombianos que emigraron a Venezuela y que
ahora retornaron, huyendo del régimen que intensificó la desestabilización
entre las fronteras entre los dos países, usando el espacio vacío que dejó
la FARC [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia], la beligerancia del ELN
[Ejército de Liberación Nacional (Colombia)] y las actividades en el área del
cártel del Golfo (paramilitares)”.
Aquí viene la estructuración del
golpe final cuando se planea
“preparar el involucramiento de
fuerzas aliadas en apoyo a los oficiales del ejército venezolano o para
controlar la crisis interna en caso de que se demore mucho la iniciativa (…)
establecer en una línea de tiempo rápido que prevenga que el dictador continúe
ganando el control del escenario interno. Si fuera necesario actuar antes
de las elecciones estipuladas para el próximo mes de abril”.
En realidad, esas elecciones serán el
20 de mayo y desde ya Estados Unidos y sus comparsas han hecho saber que
no las reconocen.
El nudo de la cuestión es
“obtener el apoyo de cooperación de
las autoridades aliadas de países amigos (Brasil, Argentina, Colombia, Panamá y
Guyana). Organizar las provisiones de las tropas, apoyo logístico y médico
desde Panamá. Hacer buen uso de las facilidades de la vigilancia electrónica y
las señales inteligentes; de hospitales y dotaciones desplegadas en Darién
(selva panameña), el equipamiento de drones del Plan Colombia, como
también las tierras de las antiguas bases militares de Howard y Albroock
(Panamá) así como las pertenecientes a Río Hato. Además en el Centro
regional Humanitario de Naciones Unidas, diseñado para situaciones de
catástrofe y emergencia humanitarias, que cuenta con un campo de aterrizaje
aéreo y sus propios almacenes”.
Como vemos, ya se trata de un
escenario de intervención donde se propone
“avanzar en la basificación
(estacionarse) de aviones de combate y helicópteros, vehículos blindados,
posiciones de inteligencia y unidades militares de logística especiales
(policías, oficiales militares y prisiones) (…)
“Desarrollar la operación militar
bajo bandera internacional, patrocinada por la Conferencia de los Ejércitos
Latinoamericanos, bajo la protección de la OEA y la supervisión, en el contexto
legal y mediático, del secretario general [de la OEA] Luis Almagro.
“Declarando la necesidad de que el
Comando Continental fortalezca la acción, usando del instrumento del Capítulo
Democrático Interamericano, con el objetivo de evitar la ruptura democrática”.
Y más aún
“Uniendo a Brasil, Argentina,
Colombia y Panamá para contribuir al mejor número de tropas, hacer uso de
su proximidad geográfica y experiencia en operaciones en regiones boscosas o
selváticas. Fortaleciendo su condición internacional con la presencia de
unidades de combate de Estados Unidos y de las naciones mencionadas; bajo el
mando general del Estado Mayor Conjunto lidereado por Estados Unidos”.
Asombra la impunidad con que todo se
está preparando a espaldas de los pueblos, en la ilegalidad absoluta, y
esto hace comprensibles las recientes maniobras militares de
Estados Unidos en esta región en la frontera de Brasil con Venezuela
(Brasil, Perú Colombia), en el Atlántico Sur (Estados Unidos, Chile, Gran
Bretaña, Argentina), en el caso argentino sin autorización del Congreso
nacional, en octubre-noviembre pasado.
“Usando las
facilidades del territorio panameño para la retaguardia y las capacidades
de Argentina para la seguridad de sus puertos y de las posiciones marítimas (…)
Proponer a Brasil y
Guyana para hacer uso de su situación migratoria a la cual tenemos intención de
alentar en la frontera con Guyana.
Coordinar el apoyo a
Colombia, Brasil, Guyana, Aruba, Curazao, Trinidad y Tobago y otros Estados
frente al flujo de migrantes venezolanos debido a los eventos de la crisis”
Pero además, se prevé
“promover la participación
internacional en este esfuerzo como parte de la Operación Multilateral con
contribución de Estados, organismos no estatales y cuerpos internacionales
y abastecer de adecuada logística, inteligencia, apoyos, anticipando especialmente
los puntos más valiosos en Aruba, Puerto Carreño, Inirida, Maicao, Barranquilla
y Sincelejo en Colombia, y Roraima, Manaos y Boavista en Brasil”.
Increíble mapa de una guerra de
intervención anunciada.
Información
estratégica
Es asombroso el
plan de silenciar «el simbolismo de la presencia de la representatividad de
Chávez y el apoyo popular» y mantener el acoso «al dictador como único
responsable de la crisis en la cual él ha sumergido a la nación» y a sus
más cercanos seguidores, a los que se acusará de la crisis y la imposibilidad
de salir de ésta.
En otro párrafo se llama a
“intensificar el descontento contra
el régimen de Maduro (…) señalar la incompetencia de los mecanismos de
integración creados por los regímenes de Cuba y Venezuela, especialmente el
ALBA (Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América) y Petrocaribe”.
En cuanto al tema
mediático, el plan diseñado por Estados Unidos llama a incrementar dentro
del país, a través de los medios de comunicación locales y extranjeros, la
diseminación de mensajes diseñados y basados en testimonios y publicaciones
originados en el país mismo, haciendo uso de todas las capacidades posibles,
incluidas las redes sociales, y por otra parte «llamar a través de los
medios de comunicación a la necesidad de poner fin a esa situación porque es en
esencia insostenible».
En uno de los
últimos párrafos del documento se trata de «asegurar» o mostrar el uso
de medios violentos por parte de la “dictadura” para obtener el apoyo
internacional, utilizando
“todas las capacidades de la Guerra
Psicológica del Ejército de Estados Unidos”.
En otras palabras, repitiendo los
mismos escenarios de mentiras, armados de noticias, fotografías y videos
falsos, y todo lo ya utilizado en las guerras coloniales del siglo XXI.
El documento señala
igualmente que «Estados Unidos deberá apoyar internamente a los Estados
americanos que lo apoyan», levantar la imagen de estos y del «orden
multilateral de instituciones del sistema interamericano, como instrumentos
para la solución de los problemas regionales. Promover la necesidad de envío de
la Fuerza Militar de la ONU para la imposición de la paz, una vez que la
dictadura corrupta de Nicolás Maduro sea derrocada».
[1] «Plan to overthrow the Venezuelan Dictatorship – “Masterstroke”», Almirante Kurt W. Tidd, Voltaire Network 23 de febrero de 2018.
Tomado de: https://www.voltairenet.org/
Y Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
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