Laberinto en el valle de lágrimas televisivo
Para
leer el «Chavo del Ocho»
Eso de hacer negocio con el dolor de los desvalidos tiene tradiciones de tipos muy diversos. El recurso del «golpe bajo» tan apreciado por las estrategias publicitarias, basado en abonar el terreno de la ternura para sembrar las moralejas de la resignación, no nació con el «Chavo del ocho». Se trata de un Caballo de Troya.
Por Fernando Buen Abad Domínguez | 29/11/2014 | Opinión
Fuentes: Rebelión/Universidad de la Filosofía
Todo va mal con el «Chavo del Ocho».
Sobre su cabeza, literalmente, con un embudo de
impunidad histórica, se descarga un baño de violencia, injusticia, abandono,
atraso, miseria y alienación.
Todo va mal con el «Chavo del Ocho».
Uno mira al «Chavo», sin familia, sin casa, sin
contención social… golpeado por una Historia, familiar, económica, política… de
clase, que nadie parece conocer, y donde se llora, como corolario del destino,
en el laberinto de las hipocresías.
«Don Ramón» es un desempleado verdugo.
Todo mal.
México tiene, aproximadamente, 30 millones de niños
[1], según datos oficiales no poco contradictorios.
Hay en el D.F. 500 mil viviendo en las calles [2]
de un mundo con 6,372,240,030 [3] de habitantes y donde existen 650 millones de
niños en pobreza, 150 millones en situación de calle, 250 millones realizan
trabajo infantil, 120 millones no van a la escuela [4]. El «Chavo» es uno, pero
multi-televisado.
Roberto Gómez Bolaños, autor y actor de las
«aventuras del Chavo de ocho» no es, por supuesto culpable del drama que viven
los niños en y de la calle y tampoco es uno de ellos.
Pero su personaje, que ocupa tantos espacios en las
pantallas televisivas latinoamericanas y en los imaginarios de niños y adultos,
ocupa un lugar problemático que permite ver los trasfondos ideológicos de
ciertas concepciones mercantiles en los monopolios mass media.
Bolaños produce, apoyado por uno de los monopolios
mediáticos más cuestionables, (y viceversa) un producto de consumo
comunicacional armado con estrategias escénicas, tecnológicas y publicitarias
en un mercado mediocre que se regodea impunemente frente a sociedades
colonizadas y devastadas por la miseria [5].
Hace aproximadamente 30 años el «Chavo» va y viene,
con homenajes y todo, paseándose por toda América Latina [6].
No pocos sueñan con canonizarlo.
Eso de hacer
negocio con el dolor de los desvalidos tiene tradiciones de tipos muy diversos.
El recurso del «golpe bajo» tan apreciado por las
estrategias publicitarias, basado en abonar el terreno de la ternura para
sembrar las moralejas de la resignación, no nació con el «Chavo del ocho». Se
trata de un Caballo de Troya.
Es común encontrarse con audiencias enternecidas
por un niño desvalido que vive, milagrosamente, de la caridad posible en una
vecindad de barrio.
Ternura medida con la vara de una herencia cultural
melodramática y naturalista que deja descubrir en la miseria y los miserables
ciertos rasgos de hermosura humana, a pesar de los pesares.
Todos los personajes, que comparten con el «Chavo»
sus aventuras en el reino de las desigualdades, son personajes en crisis.
Trasminan inconscientemente todo lo que niegan de
su realidad política para afirmarse una realidad de rating.
Son fantasía, incluso de sí mismos, iluminada con
destellos de otra realidad más cruda que bien filtrada y purificada no mancha,
con sus dramas de clase, la perfección de un micro mundo encerrado en sus
trampas.
Especie de esquizofrenia producida para
salvaguardar la inocencia de los personajes y su público.
Moral de patriarca.
Se trata de un mensaje de clase.
En los micro-mundos felices de la miseria
mediática, donde habitan muchos Chavos y compinches, el rol de los pobres es
trabajar y contribuir con su resignación para una convivencia pacífica con los
patrones y las autoridades.
Resignación funcional que abarca a las buenas
costumbres, los honores a la bandera, el culto al buen burgués, la puntualidad
en la fábrica y especialmente la docilidad entre sonrisas, buen humor, voluntad
inquebrantable para el trabajo y distancia… mucha distancia con el paisaje burgués. Mucha ternura
pero que no se afee el panorama.
Semejante estética de la ternura da como resultado
un principio de complicidad a-crítica que termina levantando silencios para
esconder culpas.
El chantaje hecho diversión.
Cuestionar al «Chavo» no es
ofender gratuitamente a las personas que lo miran.
Es interrogar aquello que individual y socialmente
se promueve con el espectáculo de la miseria que lleva tantos niños a vivir de
y en la calle.
Cuestionar al «Chavo» implica interpelar los
mecanismos, (cualesquiera que fuesen) para conquistar feligreses y fans.
Cuestionar al «Chavo» no implica traicionar a
quienes lo disfrutan, incluidos nuestros hijos, pero implica interrogar e
interrogarnos el por qué ese entretenimiento televisivo basado en la violencia
contra un niño callejero, tierno y todo, divierte; por qué tanta fama, éxito
y regalías, por qué tanta repetición y tanto homenaje.
Qué retrata de nosotros, qué nos impone, qué no
sabemos y deberíamos saber.
Cuál es el negocio y cuánto nos cuesta, en todos
sentidos.
Es preciso
desmontar la actitud permisiva con se produce y consume la ideología estética
de esa violencia gratuita e inmisericorde descargada diariamente sobre las
conciencias infantiles.
Discurso publicitado bajo todos los medios y modos
posibles que fractura estructuras psicológicas y estados de ánimo.
Discurso
para el amedrentamiento rentable que se siembra para inmovilizar expresiones de
desacuerdo con las calamidades colectivas o privadas.
Nunca es tarde.
Aunque parezca inocente.
Con el «Chavo» se crea un marco perfecto para la
agresión protagonista que es aplaudida incluso por las risotadas grabadas al
remate de cada chiste.
Agresiones que se pagan en millones de dólares y
conciencias.
Marco perfecto para que parezca normal que los
niños asalten, incendien casas y automóviles, golpeen maestros y compañeros,
acudan armados a las escuelas.
Marco perfecto dentro del marco ampliado de
sociedades en crisis, desarticuladas emocionalmente, caotizadas por la anarquía
económica, la corrupción impune, el saqueo de materias primas y trabajo como
principios fundamentales para defender el quietismo, para que nada cambie, que
el sistema no se caiga. Bonita historia.
Pero la
inyección ideológica mayor tras la estética de la ternura en el «Chavo» es la
violencia cultural que los niños maman frente a la tele.
Tiene como objetivo principal desbordar todos los
ámbitos puramente formales para entrar en planos más profundos, convertida en
placer por un discurso que tiene ejes muy precisos: convencerlos de que nada es
posible en contra de hegemonías, poderes y propiedades dominantes; que lo
propio vale poco; que todo lo que se intente para el cambio está condenado al
fracaso o a la represión; que tarde o temprano poder es sinónimo de fuerza
ajena; que uno se equivoca cuando pretende cambios y que el que tiene la fuerza
tiene la razón.
No es poca cosa.
Esa
violencia que el «Chavo» protagoniza y padece, no sólo por los golpes, los
insultos y los pastelazos… tiene contactos y complicidades con otras violencias
que viven decontroladas por todos los rumbos de la conciencia individual y
social
[7].
Hay violencia en mujeres y niños golpeados
permanente e impunemente.
Hay violencia en niños callejeros sometidos a la
prostitución, el robo y crimen consuetudinarios, en el desempleo, explotación e
indolencia ante el dolor social y falta de futuro.
Hay violencia en el endeudamiento usurero, en los
noticieros, en la invasión imperialista a Irak, en la corrupción electoral, en
la corrupción empresarial…
Para el
«Chavo» la violencia del entorno, latente o patente, es condición de vida.
Aunque la distribución social de la violencia en
cada capitulo del «Chavo» tenga desequilibrios propios de verticalismo
autoritario, aunque algunas veces el «Chavo» tenga arrebatos violentos contra
otros personajes, es ineludible el retorno de una violencia mayor capaz de
regresar al «Chavo» al lugar justo que la tragedia televisiva le deparó en el
reino de la resignación. El «Chavo» aguanta todo porque para eso está.
Es su misión doctrinaria y catalizadora.
Notas:
[1] Disminuye en México población infantil y
juvenil: Consejo Nacional de Población. Domingo 04, Enero, de 2004
En el 2003 el número de niños y adolescentes en
edades escolares (de 6 a 14 años) comenzó a disminuir en México, después de
alcanzar un máximo histórico de poco más de 20 millones en 2002, informó el
Consejo Nacional de Población (Conapo). En un análisis sobre la población
infantil y juvenil en México, Conapo precisó que, de igual manera, la población
en edad de asistir a la educación secundaria también comenzará a reducirse en
los próximos años.
La dependencia de la Secretaría de Gobernación
(Segob) detalló que de aquí al 2010 se reducirá en 10 por ciento la matrícula
escolar de la escuela primaria, mientras que con tan sólo un incremento de
alrededor de 20 por ciento en la matrícula se alcanzará la cobertura universal
en la secundaria.
En cuanto a la población de entre 15 y 24 años,
Conapo dijo que entre 1970 y 2003 se registró un aumento de 9.2 a 20.8
millones, y se prevé que su volumen alcanzará un máximo histórico de 21.5
millones en 2011, y a partir de entonces comenzará a disminuir gradualmente.
http://noticias.vanguardia.com.mx/showdetail.cfm/338834/Disminuye-en-M%C3%A9xico-poblaci%C3%B3n-infantil-y-juvenil:-Conapo/FUENTE: INEGI. XII Censo
General de Población y Vivienda 2000. Fecha de actualización: Lunes, 16 de
Junio de 2003 http://www.e-mexico.gob.mx/wb2/eMex/eMex_Poblacion_total_y_su_distribucion_porcentual_
[2] 500 mil niños y niñas viven en las calles.
martes 23 de septiembre de 2003 Son tantos que ya no se ven…
Román González cimac México, DF «Unos 250 mil niños
y niñas de la calle, según cifras oficiales y 500 mil de acuerdo con
Organizaciones No Gubernamentales (ONG), son víctimas de pornografía infantil,
drogadicción, abuso sexual, maltrato y discriminación, lo que les origina
problemas mentales, físicos y emocionales…»
[3] El 17-Feb-04 02:41:12 p.m. según: http://www.osearth.com/resources/worldometers/
[4] Según UNICEF publicado en http://www.universia.net.mx/contenidos/social/noticias/1115.jsp.
[5] Hambre: 840 millones castigados por hambre; 25
mil víctimas diarias; en las naciones donde la situación es más trágica, un
pequeño tiene una expectativa de vida sana de apenas 38 años; uno de cada siete
niños nacidos en los países pobres morirá antes de completar su primer lustro
de existencia; más de 2 mil millones de personas sufren falta de micro
nutrientes, con los infantes y las mujeres como los grupos más vulnerables. ONU
y (FAO) alrededor de 30 países hacen frente en la actualidad a situaciones de
emergencia alimentaria, 67 millones de personas necesitan ayuda urgente. El
dato es conservador, según la propia fuente. África presenta el cuadro más
crítico -las cifras más recientes revelan que aproximadamente 200 millones de
personas (el 28 por ciento de la población africana) están crónicamente
hambrientas. Pero, hasta dentro de los propios países industrializados, se
contabilizan 11 millones de personas con déficit nutricional. …será preciso
reducir cada mes 2 millones de hambrientos de las cifras mundiales, un ritmo
insospechado a partir de las estrategias actuales, que necesariamente deben
rebasar el principio de las ayudas internacionales.
[6] (http://www.chavodel8.com/index.html)
[7] «CONTRASTE ENTRE CREACION Y GUERRA
INTERNACIONAL. 12 de noviembre del 2003 El Insituto de Investigaciones de Paz
(SIPRI) revela el aumento del gasto militar mundial solidaridad.net El año pasado aumentó en un 6% en términos
reales, hasta los actuales 794.000 millones de dólares. Los países que más
gastan -Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Francia y China- suman el 62% del
gasto total mundial. Casi tres cuartos del incremento del 2002 vinieron de
Estados Unidos, que aumentó el gasto militar en un 10% en respuesta a los
atentados del 11 de septiembre del 2001. Los Estados Unidos contabilizan ahora
el 43% del gasto militar mundial. En agosto, el Instituto de Investigaciones
Internacionales de Paz de Estocolmo (SIPRI), publicaba su libro anual sobre
armamento y seguridad internacional. El estudio revelaba que el gasto militar
mundial, ya en aumento desde 1998, se aceleró de manera pronunciada en el 2002.
El año pasado aumentó en un 6% en términos reales, hasta los actuales 794.000
millones de dólares. Esta cantidad equivale al 2,5% del producto interior bruto
mundial. Los actuales niveles de gastos militares en el mundo están ahora un
14% en términos reales por encima de la cifra más baja de 1998 tras la guerra
fría. Pero todavía están un 16% por debajo del techo alcanzado en 1988. Casi
tres cuartos del incremento del 2002 vinieron de Estados Unidos, que aumentó el
gasto militar en un 10% en respuesta a los atentados del 11 de septiembre del
2001. Los Estados Unidos contabilizan ahora el 43% del gasto militar mundial.
Otro país que ha aumentado notablemente su gasto ha sido China. Aumento el
gasto militar en un 18% en el 2002. Rusia también intensificó sus gastos, con
un 12% de aumento. Los cinco países que más gastan -Estados Unidos, Japón,
Reino Unido, Francia y China- suman el 62% del gasto total mundial. Los 15 que
más gastan el 82%. Detrás de las cifras totales de gasto militar existen
notables disparidades regionales. En el 2001, el año más reciente del que se
tienen datos disponibles, el gasto militar de Oriente Medio se estimaba en un
6,3% de su producto interior bruto, mientras que América Latina gastó sólo el
1,3%. Algunos datos del informe del SIPRI vierten un jarro de agua fría sobre
la afirmación de que la guerra contra el terror ha agravado la proliferación de
armas y los conflictos. En el 2002, hay 21 conflictos armados importantes en 19
lugares del mundo. Tanto el número de conflictos como el de localizaciones fue
menor que en el 2001, cuando había 24 conflictos armados importantes en 22
lugares. De hecho, el número de conflictos armados importantes en el 2002 ha
sido el más bajo desde 1998. Además, a pesar de que se han elevado los gastos
militares, las grandes transferencias para armas convencionales en el periodo
1998-2002 permanecieron en las cifras bajas de la etapa posterior a la guerra
fría, informaba el SIPRI. A pesar del aumento en el periodo 2000-2002, la media
móvil de cinco años hasta el 2002 ha sido la más baja hasta ahora. Estados
Unidos ha sido el mayor suministrador de armas en 1998-2002, con el 41% de las
entregas totales. Rusia, en segundo lugar, sumó el 22% de las transferencias
totales de armas. Por segundo año consecutivo, Rusia ha sido en el 2002 el
mayor suministrador, con el 36% de las entregas totales. El SIPRI observaba que
entre los mayores receptores de armas estaban países implicados en la guerra
contra el terrorismo. Con todo, indicaba que los datos «no apoyan la hipótesis
de que los niveles de más importantes transferencias de armas serían más altos
a causa de las entregas por el antiterrorismo en el 2002». De hecho, el SIPRI
observaba que muchas de las transferencias de armas convencionales durante el
2002 fueron resultado de decisiones tomadas antes de septiembre de 2001. Según
el informe, es demasiado pronto para decir en qué medida las importantes actividades
antiterroristas incidirán en la futura tendencia de transferencias de armas. El
informe ponía de relieve los problemas de controlar las ventas de armas,
especialmente al implementarse los embargos de armas de Naciones Unidas.
Precisaba la necesidad de un mayor desarrollo de instrumentos de control del
comercio de armas, tanto cerrando los agujeros como coordinando el control de
transferencias de armas desde el punto de salida hasta el de llegada al destino
final autorizado. http://www.rebelion.org/internacional/031112sipri.htm
Fernando
Buen Abad Domínguez Universidad de la Filosofía http://fbuenabad.blogspot.com/
Rebelión
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Tomado de: https://rebelion.org/
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