BIDEN Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL
Así, el planeta va tomando un cariz diferente en el que los bandos que pugnan por el unilateralismo o la multipolaridad comienzan a ubicarse en el gran tablero del ajedrez mundial en un enfrentamiento en que Estados Unidos está optando por su intento de bipolarizar.
Lo preocupante es que en este caso, las opciones son la paz o la guerra.
25 Mar 2021,
Antony Blinken, secretario de Estado, en la reunión bilateral con China
en Alaska (Foto: AFP)
En tan solo los dos meses de gobierno Joe Biden está
logrando lo que sus cinco antecesores desde el final de la guerra fría no
pudieron: comenzar a darle forma a un nuevo orden internacional.
Ahora, está por verse si es el mejor y más
recomendable para Estados Unidos.
Desde la década del caos que siguió al fin de la Unión
Soviética, pasando por el intento de imponer un sistema unipolar a partir del
11 de septiembre de 2001 que fracasó al estallar la crisis económica y
financiera de 2008 hasta la resistencia posterior de quienes encabezados por China y Rusia -que por fin decidieron asumir un rol protagónico en
defensa de la humanidad y a favor de la multipolaridad- el mundo no ha
podido estructurar un definitivo sistema internacional.
Sin embargo, las primeras acciones de Joe Biden han
apuntado en esa dirección.
Las grotescas declaraciones del senil
presidente
estadounidense contra China y Rusia, en particular contra sus presidentes, son
muestra clara de esa intención.
Lo curioso es que ello no ocurre por una política
cónsona, pensada y diseñada al respecto, sino por lo que podría denominarse una
"no política", es decir la incapacidad de "leer" lo
que está ocurriendo en el planeta, ante lo cual, el único instrumento que
les queda es el de la soberbia y la prepotencia, además de la fuerza y una
grandilocuencia que navega en portaaviones pero camina con pies de algodón.
La reunión de Alto Nivel entre China y Estados Unidos
realizada la semana pasada en Alaska, podría considerarse el acta de defunción de la
diplomacia.
Estados Unidos violentó todos los protocolos
previamente establecidos.
En primer lugar, queriendo dar una muestra clara de superioridad y
asedio a su contraparte, poco antes de comenzar las deliberaciones, anunció
sanciones contra altos dirigentes de la Asamblea Nacional de China por la
aprobación de una ley que regula las elecciones internas de Hong Kong.
Luego, ya en
el lugar de los debates, el secretario de Estado Anthony Blinken habló 16
minutos en vez de los dos que se habían acordado con anterioridad como
preámbulo y saludo a la contraparte.
Todo esto, a pesar del reclamo del canciller chino Wang
Yi que le señalaba el reloj al estadounidense como forma de hacerle saber el
incumplimiento de las normas acordadas.
El máximo
representante de China en el cónclave Yang Jiechi se vio impelido a abandonar
el protocolar saludo de dos minutos que había preparado, para intervenir por
los mismos 16 que había usado Blinken, viéndose obligado a refutar con dureza
la furibunda diatriba antichina del secretario de Estado, desmontando una por
una las falsas acusaciones que se manifestaron a partir de la visión unilateral
de Washington sobre el mundo y en particular sobre China.
A continuación, de
acuerdo al orden del debate, la prensa debía salir del recinto, pero una vez
más, de forma unilateral, Blinken le ordenó que permaneciera en el lugar para
que fuera escuchada la segunda parte de su perorata sobre temas que no estaban
agendados, al
final de lo cual, la delegación de Estados Unidos le dijo a la prensa que ya
podía salir.
China se negó a
ello y los representantes de los medios de comunicación pudieron escuchar el
discurso equilibrado y sosegado, pero extremadamente duro con que los
representantes chinos respondieron al atribulado Blinken quien esperaba verlos
amedrentados ante la verborreica andanada altanera y arrogante a la que habían
sido sometidos.
Comenzaron los
gestos nerviosos del novel secretario de Estado, la expresión corporal delataba
incredulidad, sorpresa e inseguridad, comenzaron las llamadas a los asesores
quienes a través de papelitos aportaban insumos para que el novato delegado de
Washington tuviera alguna capacidad de respuesta ante los experimentados
diplomáticos chinos.
Estados Unidos
trató de debatir sobre temas no contemplados en la agenda que decían relación
con terceros países y regiones, en particular el Asia Pacífico y la península
de Corea, pero
los chinos les dijeron que habían venido para discutir temas bilaterales y a
encarar la responsabilidad que las dos potencias tenían en la salvaguarda de la
paz en el planeta, la lucha contra la pandemia y el cambio climático.
Este último punto fue el único sobre el que llegaron a
un mínimo acuerdo.
No hubo declaración final ni rueda de prensa conjunta,
tampoco fecha para un próximo encuentro.
Los chinos meditaban en silencio pensando que Jiechi significa "tigre bueno".
El Consejero de Estado y máxima autoridad del Partido
Comunista en materia de política exterior Yang
Jiechi había sido un buen tigre en defensa de los intereses de su país y
su pueblo, aunque después del encuentro, las relaciones bilaterales quedaron en
el punto más bajo de la historia con todas las consecuencias que ello tiene.
Otro tanto protagonizó Biden en una entrevista de
televisión al certificar que el presidente ruso era un "asesino",
en un acto sin precedentes en las relaciones internacionales, lo cual
obligó a Rusia a llamar a consultas a su embajador en Washington a fin de
evitar el "deterioro
irreversible" de las relaciones bilaterales.
La situación ha
llevado a que el canciller ruso Serguei Lavrov al referirse a los hechos,
afirmara que: "En gran medida [Estados Unidos] ha
olvidado cómo se realiza la diplomacia clásica.
La diplomacia implica la relación entre las personas,
es la capacidad de escuchar a otros, tomar en consideración su punto de vista, encontrar un equilibrio de
intereses", todo lo cual pareciera que está siendo dejado de lado, en una intencionalidad de abonar
al conflicto y a la fuerza como instrumentos que beneficien al Complejo Militar
Industrial, única manera de sostener la maltrecha economía de Estados Unidos.
Blinken junto a Biden en el fondo (Foto:
Carolyn Kaster / AP)
En este sentido, Washington
parece haber optado por la confrontación, fortaleciendo la alianza Quad
con Australia, Japón e India.
Incluso permitiéndose amenazar a China. Kurt Campbell, coordinador del Consejo de Seguridad Nacional para el
Indo-Pacífico del gobierno estadounidense señaló que: "Hemos dejado claro que Estados Unidos no
está preparado para mejorar las relaciones [con China] en un contexto bilateral
al mismo tiempo que un aliado [Australia] cercano y querido está siendo
sometido a una forma de coerción económica"
agregando que le han hecho saber al gobierno chino que Estados Unidos "no dejará sola a Australia
en el campo de batalla", en referencia a la aparente guerra
comercial que Beijing mantiene con Canberra, por la decisión de ésta de inmiscuirse en los asuntos internos de China, como
forma de expresar sumisión a Estados Unidos.
De la misma manera, Japón,
habitualmente cauto en los asuntos de su vecino asiático, sacó la voz envalentonado por el apoyo recibido de Estados Unidos,
adscribiendo al fervor anti chino que ha escalado en los últimos años.
En una amenazante declaración conjunta tras la
visita de los secretarios de Estado Anthony Blinken y de Defensa Lloyd Austin,
Estados Unidos y Japón desafiaron el martes 16 de marzo
a China afirmando que cualquier intento de "coerción" y "desestabilización"
de la región sería respondido.
En una declaración conjunta con sus homólogos
japoneses, Toshimitsu Motegi y Nobuo Kishi, Blinken y Austin advirtieron que "el comportamiento de China, cuando es
incompatible con el orden internacional existente, presenta desafíos políticos,
económicos, militares y tecnológicos".
En este marco, Estados Unidos también se ha abocado
a fortalecer la "Alianza de los
Cinco Ojos", organización de inteligencia
supranacional secreta formada junto a Reino
Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda a fin de intercambiar información sensible contra China
que recopilan y comparten.
Pareciera que la opción por el multilateralismo que
exponen Biden y Blinken se orienta en esta dirección.
En respuesta, el canciller ruso Serguei Lavrov
realizó una visita a Beijing, los días 22 y 23 de marzo.
Durante su estadía en China, Lavrov afirmó que los
dos países harían todo lo necesario para mantener las relaciones bilaterales "a resguardo de amenazas por partes de
naciones inamistosas".
Su anfitrión, el canciller chino Wang Yi aseveró
que la coordinación estratégica integral entre los dos países "no se debilitará ni contraerá, sino que se
fortalecerá y expandirá".
Como expresión de ello, se pusieron de acuerdo para
desarrollar la cooperación estratégica en temas políticos y para luchar
conjuntamente contra el Covid19, así como para impulsar de forma conjunta el
desarrollo económico y social, manteniendo la comunicación y la coordinación
estratégica oportuna porque ella "no es solo importante para China y Rusia, sino también benéfica para el
mundo".
Ambos países
se propusieron propugnar "un orden mundial multipolar más justo,
democrático y racional".
¿Y qué pasa con
Europa? La verdad, cada vez juega menos en el escenario global.
Está fuera de esta ecuación, actuando como caja de
resonancia de Washington y debatiéndose entre su subordinación irracional a
Estados Unidos y la necesidad de ser consecuente con sus intereses, abriéndose
a la cooperación con China y Rusia.
Así lo
atestiguan las fuertes presiones que están recibiendo por darle continuidad al
gasoducto Nord Stream 2 que le proveerá gas a mitad de precio del que le vende
Estados Unidos.
La inaudita “defensa” del gobierno de Merkel se manifestó afirmando que su gobierno no puede
hacer nada porque ese es un proyecto privado.
Por otro lado, también está en juego el
recientemente firmado acuerdo comercial China-UE ampliamente beneficioso para
ambas partes, sobre todo después que China desplazó a Estados Unidos como
principal socio comercial de la Unión Europea.
En estos
casos no se sabe si triunfará el pragmatismo o el miedo que las élites europeas
sienten hacia Washington.
Acostumbrados a su prepotencia colonial, imploran
cobardemente cuando tras la aplicación de sanciones en cumplimiento de órdenes
de Washington, reciben respuestas de países como, Rusia, Venezuela y China que no se dejan
avasallar exponiendo a Bruselas al ridículo de manifestar su incomprensión por
las réplicas recibidas.
Así, el planeta va tomando un
cariz diferente en el que los bandos que pugnan por el unilateralismo o la
multipolaridad comienzan a ubicarse en el gran tablero del ajedrez mundial en un enfrentamiento en que Estados
Unidos está optando por su intento de bipolarizar.
Lo preocupante es que
en este caso, las opciones son la paz o la guerra.
Tomado de: https://misionverdad.com/
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