jueves, 11 de marzo de 2021

¿Murió Simón Bolívar abandonado, sin amigos y como un mendigo?

¿Murió Simón Bolívar abandonado, sin amigos y como un mendigo?

En el imaginario popular se ha hecho creer que el Simón Bolívar murió abandonado, empobrecido. 

El cuerpo fue vestido con uniforme militar de gala (este dato se comprueba en la exhumación que se hace en 1842, en la que participa José María Vargas).

Hubo miserables, en particular la clase terrateniente y militares felones que celebraron la muerte de Bolívar y trataron de sepultarlo politicamente. 

febrero 07, 2021




Quinta San Pedro Alejandrino


17 de diciembre de 1830, a la una (1) de la tarde, fallece en Santa Marta, Colombia, el más grande hombre de América: Simón Bolívar

Había nacido en Caracas, el 24 de julio de 1783. 

Hijo de Juan Vicente Bolívar y de María Concepción Palacios. 

Tuvo dos hermanas y un hermano. 

Se casó con María Teresa Rodríguez del Toro, de la cual enviudó prontamente.

Liberó del yugo español y de las amenazas de reconquista de la Triple Alianza Imperial de Europa a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Panamá y Bolivia.

Antes de morir, en la lujosa Quinta de San Pedro Alejandrino, rodeado de sus más leales edecanes y generales, dejó la siguiente Proclama.

A los Pueblos de Colombia

Colombianos:

Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. 

He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. 

Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiáis de mi desprendimiento.

 Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. 

He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. 

Yo los perdono.

Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. 

No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. 

Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.

¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. 

Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.

Hacienda de San Pedro, en Santa Marta, a 10 de diciembre de 1830.

Simón Bolívar

La última enfermedad, los últimos momentos y los funerales del Libertador Simón Bolívar

Dentro de tres días me voy hacia Santa Marta, por hacer ejercicio, por salir del fastidio en el que estoy y por mejorar de temperamento.

(Bolívar, 27 de septiembre de 1830).

El libro-diario del experto en medicina Alejandro Próspero Reverend, suma a su escrito de los últimos días una descripción sobre los preparativos de los funerales del Libertador en la cual se aprecian detalles de que aquellos angustiosos días.

En el imaginario popular se ha hecho creer que el Simón Bolívar murió abandonado, empobrecido. 

Que su cuerpo apenas fue vestido con una camisa prestada, velado en una casa publica miserable  y enterrado sin honores honras en una fosa, casi que común. 

En el presente ensayo, se demuestra lo contrario. 

El Libertador recibió los más altos honores que en aquellos instantes  y lugar se le pudieron otorgar.

Desde su salida de Bogotá, en todo momento el ex presidente, Libertador y General en Jefé Simón Bolívar estuvo acompañado por un "sequito" de generales y edecanes, entre los que destaca  Mariano Montilla, Comandante General de los Departamentos de Magdalena, Istmo (Panamá) y Zulia quien por la descripción del Reverend estaba pendiente personalmente del hospedaje de Grande Hombre en la Quinta de San Pedro Alejandrino, donde llegó, procedente de la apodada "Casa de la Aduana", buscando un lugar más fresco.  

Las cartas de Bolívar a Montilla, desde mayo a noviembre, dan fé de que éste, como Comandante General de la basta región, estaba a cargo de la logística del ex presidente.

 Fue Montila quien contacto a los médicos que atendieron al ilustre general en su última etapa, entre ellos Santiago Gastelbondo, quien lo cuido en la población de Soledad.

La quinta estaba ubicada en una gran finca propiedad del español Joaquín de Mier y Benítez, un poderoso hombre de negocios, quien estuvo al lado de Bolívar hasta el día de su muerte, eran muy buenos amigos. 

Los Mier compraron la propiedad en 1808 por un 12 mil pesos de oro. 

Durante varios años, el gobierno realista la confiscó por estar Mier al servicio de los patriotas, Bolívar se la devuelve en 1820 tras derrotar a los realistas. 

Mier también era el propietario de la embarcación "Manuel" que llevó  por mar a Bolívar a Santa Marta

De mayo a noviembre de 1830, antes de llegar a Santa Marta, el general Bolívar pasó y se hospedó en varios poblados, recibiendo los mejores cuidados en la mejores viviendas, propiedad de sus amistades.  

Entre esos pueblos estuvieron Fucha, Cartagena, Guaduas, Honda, Mompox, Zambrano, Barraca, Tubarco, Pie de la Popa y Barranquilla. 

El General Montilla, monitoreo toda esa última gira. 

Muestra de que el General Montilla cumplía a cabalidad su misión, fue que luego de los funerales del Libertador ofrece pagar los honorarios a Reverend que los rechaza, al sentirse ya premiado por haber asistido al glorioso general, siempre diría, hasta su propia muerte:

 No tengo más título que el haber sido el último médico de Simón Bolívar, el genio de América, el más grande y el más convencido sacerdote de la democracia que hayan conocido los siglos

La hacienda de San Pedro Alejandrino y sus instalaciones, eran un sitio de gran opulencia, con variadas estancias, entre las que sobresale la casa principal donde habitó el ilustre paciente.  

Una típica construcción colonial para mantuanos, con patios internos, rodeadas de jardines entre los que destacan aún el samán, la ceiba y  dos tamarindos donde colgaban la hamaca del Presidente Bolívar.

La casa, que actualmente es un museo dedicado al Libertador, cuenta con salas de baño, habitaciones para los dueños, para huéspedes, cocina, despacho, salones de reuniones, caballerizas. 

Todo ello se puso a la disposición del Libertador.

Al morir el ex presidente Bolívar, las familias más acomodadas de la ciudad ofrecieron sus criptas (sepulturas) en la iglesia para que fuese inhumado  el más glorioso de los héroes de América. 

Nada le faltaría  en aquella lúgubre hora. 

La familia Díaz Granados Munive, logró para sí el honor de que fuera enterrado en el puesto o parcela de ellos dentro de la Catedral de Santa Marta, en la nave de San José.

De la hechura de la pomposa tumba se encargó, por su propia voluntad, otro de los adinerados del pueblo, un patriota admirador de Bolívar, de nombre Magin Artuz quien suministró, como parte de su agradecimiento al prócer, los materiales (madera, hierros, telas, decorados) y el pago del trabajo.

Las crónicas narran que en la iglesia "hubo una esplendorosa ceremonia fúnebre que fue presidida por el presbítero José Antonio Pérez de Velasco, un sacerdote venezolano que se encontraba realizando un reemplazo al Obispo Estévez, quien estaba enfermo.

La popularidad de Bolívar en aquel pueblo era tal, que los más humildes quisieron realizar un homenaje al famoso hombre, ahora fallecido, por lo que tomaron la iniciativa de realizar una colecta para hacerle una ofrenda póstuma al Padre de la Patria. 

Ya le habían hecho un gran recibimiento el 01 de diciembre en el puerto, que hizo al prócer animarse y dar un breve discurso.

Otro ejemplo del penoso revuelo por la muerte del Libertador, esta vez militar, fue que al anunciarse la trágica noticia se hicieron sonar tres cañonazos de duelo, y cada media hora, hasta el momento de su sepultura, sonó uno, tal como lo mandaba la ordenanza para el caso de un jefe de Estado.

Las crónicas dan algunos detalles de la honras funebres de Simón Bolívar. 

El velorio se realizó del 17 al 20 de diciembre en el salón principal de la llamada "Casa de La Aduana". 

La casa, una regia construcción de dos pisos, ubicada en la plaza mayor (hoy Plaza Bolívar) fue debidamente acondicionada para la ocasión. 

La mayoría de los habitantes de Santa Marta pasaron a darle el último adios al General Bolívar.

La obstentosa construcción, apodada "La Casa de La Aduana", declarada Monumento Histórico, es actualmente el Museo del Oro y se le conoce también como Casa Bolívar. 

Fue construída en 1530 como sede del gobierno realista de Santa Marta. 

En 1817 se le hicieron ampliaciones; se le llamaba "Palacio Verde", por el color de sus paredes, también fue conocida como Castillo de San Lazaro, por poseer una torre de vigilanica con vista al Mar Caribe. 

En 1819, aún bajo gobierno español, fue sede la aduana, de allí el mote. 

Tras la independencia de la Nueva Granada, fue expropiada por el gobierno de Simón Bolívar. 

Luego albergó al Consulado de Cartagena. 

En 1830 era una residencia oficial o protocolar. 

El 1ro de diciembre, la presidencia de Colombia hospedó en ella al General Bolívar, de allí, ya enfermo, el 06 de diciembre, salió a las afueras de la ciudad, a la Quinta San Pedro Alejandrino. 

El 17 de diciembre volvería, para ser velado en la sala más grande, la principal, ubicada en el segundo piso. 

La edificación, como las construcciones coloniales, de estilo barroco, se asemeja a otras en Suramérica, como la conocida Casa Amarilla de Caracas. 

Bolívar recibió el afecto del pueblo, y las guardias de honor, en la casa más grande de la plaza mayor de Santa Marta. 

La casa fue comprada por la familia Mier en 1855, y la conservaron hasta 1910.


Casa de La Aduana, donde fue velado EL Libertador


El cuerpo fue vestido con uniforme militar de gala (este dato se comprueba en la exhumación que se hace en 1842, en la que participa José María Vargas).

La ceremonia de traslado a la catedral cumplió los rigores militares correspondientes a la alta envestidura con la precencia de todos los oficiales del departamento, delante del desfile iban los caballos del Libertador llevando en sus sillas las iniciales S.B; caminaban también todas las autoridades civiles y militares del departamento.

Las calles por donde pasaría el carruaje fueron decoradas con un elegante y riguroso luto. 

En la iglesia se tocó música ritual y cantos ceremoniales.

A pesar de los honores realizados, la comandancia general de Santa Marta se excusó por no tener tropas suficientes ni artillerías para rendir aún más honores  a tan altísima personalidad. 

No obstante, fue evidente, que se trataba del gran Simón Bolívar, y así lo sabía y sentía la población de Santa Marta.

Nada le faltó al Libertador, que sin embargo, en su testamento, hecho el 10 de diciembre, tuvo la previsión de dejar la orden a sus albaceas de encargarse de los pagos funebres y "obras pías", a su cargo o al del gobierno.

En mayo de 1834 un terremoto causa daños a la Catedral de Santa Marta, la tumba del Libertador fue afectada. 

De nuevo sus amigos se encargan de velar por la dignidad del prócer. 

Don Manuel de Ujueta que también había estado el día de la muerte, y en el funeral de 1830 dirige la operación. 

La urna con los sagrados restos fue llevada a la casa del noble hombre, donde se realizó un segundo funeral, con gran concurrencia. 

Al tercer día, ya con la tumba recontruída, los restos del Héroe volvieron a su reposo. 

El cuerpo del Libertador permanecieron 11 años, 11 meses y 3 días en esa iglesia,  la más antigua de Suramérica. 

En su interior, quedó por petición de los neogranadinos, en un pequeño ataúd, el corazón del glorioso héroe.

En 1842 , se cumpliría el deseo de Simón Bolívar de reposar eternamente en Caracas. 

En los decretos del gobierno venezolano, se expresó el agradecimiento de la Patria al pueblo de Santa Marta, en especial a las familias que dieron cobijo y protección en las duras horas de la muerte, exequias, y cuidados de la tumba de Bolívar.

La escena o incidente que narra Reverend de la camisa rota, sin la explicación del contexto en el cual se encontraba el Libertador en sus últimos días, ocasionó interpretaciones dramáticas y desproporcionadas, no acordes con la realidad. 

Algunas, con la intención de hacer ver al Padre de la Patria como menospreciado por todos, rechazado. 

No fue así. 

Simón Bolívar renunció a la presidencia de Colombia, tenía otros planes, y en ello lo acompañaban muchos aliados, militares y civiles. 

El ilustre hombre que murió el 17 de diciembre de 1830, apenas tenía 6 meses fuera de la jefatura de la república (mayo de 1830) y consevaba su estatus y privilegios de General en Jefe, así como un inmenso caudal político que hacía temblar a sus enemigos. 

Por otra parte, su amigo, el general Rafael Urdaneta, era en ese momento, y hasta mayo de 1831, su sucesor en la presidencia de Colombia. 

En esa condición decretó duelo el 09 de enero de 1831 "Os anuncio que acaba de morir, el más ilustre de los hijos de Colombia", proclamó.

Tengo el sentimiento de comunicar a VE el fallecimiento del Exmo Señor Libertador General Simón Bolívar. 

La providencia ha querido llamarlo cortando el hilo de su preciosa vida el 17 de diciembre del año último; y yo no podría dudar que tan lamentable acontecimiento no será extremadamente sensible a VE y a los hijos de Venezuela, compatriotas de aquel que arrancó su país al poder de la España después de tres siglos de un yugo ignominioso.

 Mientras la gratitud nacional sea tenida en algo en el universo, el nombre de Bolívar será grande, célebre y respetable a los ojos de la posterioridad. 

Así es de esperar que los venezolanos y VE el primero, honren y veneren su memoria.

Mientras que el General Mariano Montilla en su decreto como Comandante General de la región expresó. el propio 17 de diciembre de 1830.

Es la una de la tarde, y Colombia acaba de perder para siempre a su LIBERTADOR y PADRE...El ejército, esa parte preciosa del pueblo que tanto días de gloria ha dado a la Patria, ya no verá más al frente de sus bandera al Varón Ilustre que por el camino del honor y de la victoria le condujo al tempo de la inmortalidad.


Catedral de Santa Marta


Hubo miserables, en particular la clase terrateniente y militares felones que celebraron la muerte de Bolívar y trataron de sepultarlo politicamente. 

Pero hubo más que no dejaron morir su recuerdo ni honrar su memoria que al final se elevaría por encima de las dificultades para que su doctrina fuera la ductora de los grandes procesos revolucionarios de la Patria Grande.

Su mayor templo es el corazón de los pueblos, pero él merece un monumento a la altura de su grandeza universal.

El Libro de Reverend y los anexos testimoniales.

El libro La última enfermedad, los últimos momentos y los funerales del libertador Simón Bolívar  presenta las reflexiones de Alejandro Revered sobre los días finales del Libertador Simón Bolívar, la evolución de su enfermedad y la narración del pesar de los allegados por la muerte del Padre de la Patria.

En los anexos del libro, se encuentran importantes documentos oficiales en torno a los pomposos funerales de Bolívar; la proclama del Libertador, su testamento, los pronunciamientos oficiales del presidente Rafael Urdaneta, del jefe departamental Mariano Montilla, de las autoridades regionales y otros que dan idea de la gran importancia del personaje universal que perdió la vida física el 17 de diciembre de 1830, para hacerse inmortal.

 No murió como un menesteroso, sino rodeado de hermosos gestos de amor popular, de la amistad de un pueblo que hasta después de desaparecido cuido de su panteón con gran respeto y devoción, lo cual mereció que dejará su corazón con ellos.


Tomado de:  https://reinaldobolivar.blogspot.com/

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En Fecebook: adolfo Leon libertad

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