La
Comuna de París y las mujeres revolucionarias
A 130 años de la Comuna de Paris [Nota del editor: este
artículo fue escrito originalmente en el invierno de 2001], es muy
oportuno destacar la participación de las mujeres revolucionarias, denominadas
peyorativamente por las fuerzas reaccionarias y aristocrático-burguesas, les pétroleuses, o sea, las incendiarias.
La presencia y la
participación femenina en las luchas políticas y revolucionarias en Francia y
en otros países es una constante, incluso, el símbolo de la República francesa
está representado por una mujer.
Hasta hace algunas décadas la intervención femenina en las luchas
políticas revolucionarias no era motivo de estudio, pese a su destacada
participación en los principales acontecimientos de nuestra historia,
principalmente a partir de la historia moderna.
Ellas Estuvieron
presentes, aunque relegadas y marginadas.
Esta realidad está
siendo cambiada en las últimas décadas por el esfuerzo destacado de las
feministas, que osan investigar y comprobar que las mujeres, cerca de un 50% –
posiblemente con pequeñas diferencias en uno u otro periodo – de la población
en toda la historia de la humanidad, han estado participando de los hechos
históricos.
Esto atañe sobre todo a
las mujeres trabajadoras, que desafiando las ideas preconcebidas y los límites
culturales – incluso en contra de los hombres revolucionarios –, conquistaron
sus derechos, no solamente como parte integrante de la parcela social
mayoritaria, explotada y oprimida, sino también derechos específicos en cuanto
mujeres, o como actualmente se definen, sus derechos de género.
En todas las
revoluciones burguesas y proletarias de los siglos XVIII, XIX y XX, “las
mujeres con estudios utilizaron las oportunidades que se les ofrecieron de
plantear demandas sociales, económicas y políticas radicales, sobre todo
aquellas destinadas a transformar el lugar que ocupan las mujeres en la familia
y la economía, en concreto mediante la exigencia de derechos e igualdad
legales.
Sin embargo, las mujeres
de la clase baja también participaron, sobre todo cuando los problemas
económicos amenazaban su nivel de vida y el de sus familias.
Con frecuencia estas
mujeres conectaron estas cuestiones con las luchas por el poder y los cambios
políticos radicales que tenían lugar e hicieron pleno uso de la oportunidad de
presionar a favor de reformas legales y constitucionales. (…) Sin embargo, en líneas generales,
los hombres revolucionarios no parece que hayan tenido muy en cuenta los
derechos de la mujer.
Además, las mujeres rara
vez han ido mas allá de apoyar o actuar a través de sus hombres.
De hecho, muchos hombres temían al parecer que las mujeres participasen
en actividades políticas.
Como consecuencia, los
políticos e historiadores varones han ignorado a las mujeres revolucionarias o
las han pintado como amazonas y fieras, mientras que muchos hombres radicales
se han mostrado a veces poco dispuestos a respaldar los derechos de la mujer,
por si acaso parecían unos insensatos a los ojos de los demás hombres.” (TODD,
2000: 128).
Las mujeres en la revolución de 1789
Ya en el año de 1789 y
posteriores, las mujeres participan de forma destacada en las luchas
revolucionarias.
Como uno de los sectores
más sensibles a las consecuencias de las crisis, asumen un papel señalado en
las movilizaciones contra la escasez, el hambre y la irregularidad en el
abastecimiento, mas no se quedan solamente en este frente: empiezan a asumir la
lucha y a hacer reivindicaciones políticas de forma cada vez más destacada.
Crean asociaciones
destinadas a exigir la defensa de los derechos de las mujeres, como por ejemplo
la Sociedad de Mujeres Republicanas Revolucionarias (SMRR), fundada en febrero
de 1793, por Claire Lacombe y Pauline Léon , responsable de diversas conquistas
revolucionario-populares.
Algunas feministas
consiguen destacarse en la defensa de sus derechos y por colocar sus
reivindicaciones como parte de las plataformas políticas.
De entre éstas se
destacan Marie-Jeanne Roland, conocida como “Manon” Roland , discípula de
Rousseau y célebre como la philosophe republicana; la holandesa Etta Palm
d´Aelders ; Olympe de Gouges , que redactó una Declaración de Derechos de la
Mujer; Tréroigne de Méricourt , que se destacó en el grupo Amigos de la
Constitución en 1790.
Se debe apuntar que la
participación de las mujeres en este momento es identificada, por su propio
carácter y por el contenido de clases, con la perspectiva burguesa, no
incluyendo en sus reivindicaciones el contenido social y igualitario, que sólo
surgirá posteriormente.
Las mujeres en la Primavera de los
Pueblos, en 1848
En general, la
participación femenina en las revoluciones de 1848, durante la primavera de los
pueblos, manifiesta un contenido algo distinto de la fase anterior, ya que es
destacada la presencia de las trabajadoras y la aparición de las ideas
socialistas y comunistas, que defienden la igualdad para las mujeres y la
asocian con la emancipación de clase, con la superación del orden existente.
Al igual que en otros
momentos revolucionarios, en la Revolución de 1848, en Francia, París destaca
como la localidad donde sucedieron el mayor número de manifestaciones
proletarias y donde las mujeres participaron más activamente, incluso de forma
independiente, tanto en la organización de huelgas y asociaciones gremiales,
como reivindicando que el Plan Nacional de Talleres no fuera excluyente para
las mujeres y restringido a aminorar sólo las consecuencias del paro masculino.
Incluso consiguen que representantes de los gremios de mujeres formen parte de
la Comisión Luxemburgo, responsable de analizar y presentar al gobierno
provisional, sugerencias relativas a las condiciones de los trabajadores y a
sus salarios.
Entre las organizaciones
específicas fundadas en este periodo destaca las Vésuviennes, que, en su lucha
por las reivindicaciones femeninas, organizaba grupos de mujeres para
entrenamientos de contenido militar.
El Club para la
Emancipación de las Mujeres, la Unión de las Mujeres y la Asociación Fraternal
de Demócratas de Ambos os Sexos reivindicaban la igualdad de derechos para las
mujeres, el derecho al divorcio y al voto.
Se sabe también que muchas mujeres asistieron
a las reuniones de la Sociedad Republicana Central dirigida por Blanqui y que,
en algunas ciudades de las provincias, surgieron clubes femeninos (TODD, 2000:
135).
“Los defensores de los
derechos de la mujer también imprimieron miles de carteles, boletines y
proclamas, además de fundar revistas y periódicos, el más importante de los
cuales, La Voix des Femmes (La Voz de las Mujeres), abogaba por el divorcio y
las guarderías infantiles para las mujeres trabajadoras.
Fuera de París, sus
esfuerzos tendían a limitarse a exhortar a sus maridos para que pasaran a la
acción(…) sin embargo, a medida que el proceso de politización característico
de las revoluciones de 1848 se extendía, la participación política de las
mujeres tendía a aumentar.
Algunas lucharon en las
barricadas durante la revolución de febrero, pero fueron muchas más las que
participaron en la enconada lucha callejera de junio de 1848.
Las mujeres de París
lucharon con tanta fiereza como los hombres y constituyeron un pequeño
porcentaje del total de muertos, heridos o arrestados.
Aunque algunas se
limitaron a cargar y limpiar las armas, otras dirigieron grupos de combate
integrados sólo por hombres.
La actividad política de las mujeres se restringió después de que se
reprimiera el levantamiento de los “días de junio”, pero
muchas habían aumentado su conciencia social y política.” (TODD, 2000: 135).
Muchas de las activistas
femeninas, o mejor, feministas, lucharon no sólo en los acontecimientos de la
Revolución de 1848 en Francia, sino que tuvieron un papel político importante
en las luchas feministas posteriores, de entre las cuales se destacan: Eugénie
Niboyet, responsable de la publicación del periódico parisino Voz de las
Mujeres, dedicado a la defensa de los derechos específicos de las mujeres;
Jeanne Déroin , fundadora del Club para la Emancipación de las Mujeres;
Joséphine Courbois, conocida como la reina de las barricadas, por su actuación
destacada en las barricadas en Lyón, y posteriormente en 1871, continuando a su
militancia, por su lucha en las barricadas de la Comuna de Paris; Amadine
Lucile Aurore Dudevant, conocida como George Sand , intelectual y escritora
conocida por sus ideas republicanas y revolucionarias.
En otros países de
Europa, la presencia y participación femenina en las luchas revolucionarias de
1848 no alcanzaron el nivel y la intensidad que tuvieron en Francia.
En el Imperio
Austro-Húngaro, en Viena y Praga, las mujeres, aunque no haya quedado
constancia de que presentaran reivindicaciones especificas, se reunían para
tratar de asuntos políticos y publicar periódicos.
Hay constancia de que en
Praga, en junio de 1848, participaron en las luchas, y en Viena, en octubre,
colaboraron en la construcción de barricadas.
En Hungría se llegaron a
formar dos regimientos femeninos y algunas mujeres, disfrazadas de hombres, se alistaron en
las tropas, dándose incluso el caso de dos que alcanzaron el puesto de capitán
antes de ser descubiertas.
La existencia de
organizaciones femeninas se restringe prácticamente a Praga y Viena,
dedicándose a apoyar los refugiados políticos e insurgentes encarcelados.
El Club de las Mujeres
Eslavas, organizado en Praga, se dedicaba a la educación de las mujeres en su
lengua patria.
En los Estados Alemanes,
en la ciudad textil de Elberfeld, las mujeres participaron en el 31 de marzo de
1848 en una manifestación de apoyo a los trabajadores y a favor de la
unificación de Alemania, proponiendo que se usasen solamente ropas
confeccionadas en el país.
En otras localidades y
eventos la participación se limitó a actividades de apoyo.
Los hombres en sus clubes políticos, incluidos los burgueses radicales,
con excepción de los socialistas y comunistas, no permitían la participación
femenina.
En Berlín, el pequeño
Congreso de Trabajadores, que congregaba treinta y una (31) organizaciones,
apoyaba la reivindicación de igualdad para las mujeres, e igualmente tenemos
constancia de la existencia del Club Democrático de Mujeres.
Entre las mujeres se
destacan las feministas Matilde Franziska Anneke y Luise Otto-Peters,
responsables de la publicación de periódicos.
En los Estados Italianos
antes de 1848, pese sus ideas nacionalistas y liberales, la participación de
las mujeres se limitó, salvo algunas pocas excepciones, a apoyar las
actividades revolucionarias de los hombres.
En general, las mujeres
italianas, en este período, no fueron más allá del apoyo a sus esposos y
familiares.
En los Estados Italianos
destacó la brasileña Anita Garibaldi, considerada la verdadera heroína
italiana, por su participación al lado de Garibaldi, su esposo, en las luchas
por la unificación de Italia.
Las mujeres en la Comuna de París de 1871
Pero, de todas esas
luchas revolucionarias en las que las mujeres tuvieron participación,
sobresalen las de la Comuna de Paris, tanto por su contenido político como por
su número e intensidad.
En 1871, pese a la
participación de las mujeres en las jornadas revolucionarias durante casi un
siglo de lucha de clases, los trabajadores sufrían unas precarias condiciones
de vida y las trabajadoras sufrían una doble explotación y discriminación: como
mujeres y como trabajadoras, careciendo además del derecho al voto, permitido a
los hombres.
Un ejemplo de
las discriminaciones a las que estaban sometidas las mujeres aparece en el
código civil francés.
Éste, modelo de código civil burgués, y seguido en distintos países,
“fue uno de los documentos más reaccionarios en lo que respecta a la cuestión
de la mujer.
La despojaba
de todo y cualquier derecho, sometiéndola enteramente al padre o al marido, no
reconocía la unión de hecho y sólo reconocía a los hijos del casamiento
oficial.”
(MARTINS, 1991: 47-48).
Para muchas mujeres, la Comuna se presenta no sólo como una posibilidad de
conquistar una Republica social, sino de conquistar una Republica social con
igualdad de derechos para las mujeres.
El 18 de marzo de 1871,
considerado el día del deflagrar de la Comuna, fueron las mujeres las primeras
en dar la alarma y revelar la intención de las tropas al mando del gobierno de
Thiers de retirar los cañones de las colinas de Montmartre y desarmar París.
Las mujeres se pusieron delante de las tropas gubernamentales e
impidieron con sus cuerpos que los cañones fueran retirados, e incitaron la
reacción del proletariado y de la Guardia Nacional a la defensa de París.
“En concreto, las
mujeres trabajaron en fábricas de armas y municiones, hicieron uniformes y
dotaron de personal a los hospitales improvisados, además de ayudar a construir
barricadas.
A muchas se las destinó
a los batallones de la Guardia Nacional como cantinières, donde se encargaban
de proporcionar alimentos y bebida a los soldados de las barricadas, además de
los primeros auxilios básicos.
En teoría, eran cuatro
las cantinières destinadas a cada batallón, pero en la práctica solían ser
muchas más.
Por otra parte,
abundantes datos muestran que muchas mujeres recogieron las armas de hombres
muertos o heridos y lucharon con gran determinación y valentía.
También hubo un batallón
compuesto por 120 mujeres de la Guardia Nacional que luchó con valentía en las barricadas
durante la última semana de la Comuna.
Obligadas a retirarse de
la barricada de la Place Blanche, se trasladaron a la Place Pigalle y lucharon
hasta que las rodearon. Algunas escaparon al Boulevard Magenta, donde todas
murieron en la lucha final.” (TODD, 2000: 140).
Las
actividades desarrolladas por las mujeres englobaban una serie de funciones,
destacándose aquellas destinadas a la asistencia a los heridos y enfermos, a la
educación en general y el abastecimiento.
Aunque
no existió la organización de movimientos feministas como los conocemos hoy, y
no fue elaborado un programa sólo con reivindicaciones específicas, las
revolucionarias crearon cooperativas de trabajadores y sindicatos específicos
para las mujeres.
Participaron
activamente de clubes políticos, reivindicando la igualdad de derechos, como
por ejemplo el Club de los Proletarios y el Club de los Librepensadores.
Crearon
organizaciones propias como el Comité de Mujeres para la Vigilancia, el Club de
la Revolución Social, el Club de la Revolución y la que consiguió destacarse de
la otras, la Unión de Mujeres para la Defensa de París y la Ayuda a los
Heridos, fundada por miembros de la Internacional, influidos por las ideas de
Marx. Se publicaron periódicos destinados a las mujeres: Le Journal
des Citoyennes de la Comuna (Periódico de los Ciudadanos de la Comuna)
y La Sociale (La Sociedad).
Las
revolucionarias en la Comuna adquirieron importancia no sólo como luchadoras de
las causas sociales, sino como feministas, pertenecientes a la clase obrera o a
los sectores radicales de los sectores medios, identificadas con las luchas por
la conquista de una Republica social con igualdad de derechos. Entre las
mujeres en este período, la más conocida fue la activista socialista Louise
Michel , fundadora de la y Unión de Mujeres para la Defensa de París de apoyo a
los Heridos y miembro de la I Internacional.
También
destacan: Elizabeth Dmitrieff , militante socialista y feminista; André Léo
responsable de la publicación del periódico La Sociale; Beatriz
Excoffon , Sophie Poirier y Anna Jaclard, militantes del Comité de Mujeres para
la Vigilancia; Marie-Catherine Rigissart, que comandó un batallón de mujeres;
Adélaide Valentin, que llegó al puesto de coronel, y Louise Neckebecker,
capitán de compañía; Nathalie Lemel, Aline Jacquier, Marcelle Tinayre, Otavine
Tardif y Blanche Lefebvre, fundadoras de la Unión de Mujeres, siendo la última
ejecutada multitudinariamente por las tropas reaccionarias, y Joséphine
Courbois, que luchó en 1848 en las barricadas de Lyón, donde era conocida como
la reina de las barricadas.
Se
debe citar aún a Jeanne Hachette, Victorine Louvert, Marguerite Lachaise,
Josephine Marchais, Leontine Suétens y Natalie Lemel.
Después de la derrota
militar de la Comuna de Paris de 1871, las fuerzas conservadoras y
reaccionarias, ante la imposibilidad de eliminar este ejemplo heroico que
demuestra la posibilidad de destrucción del orden burgués, difundieron una gran
campaña de calumnias contra el proletariado, los socialistas, comunistas y en particular
contra la I Internacional.
“Algunas
fuentes hacen referencia a las incendiarias, les pétroleuses, que
prendieron fuego a edificios públicos durante la Semaine Sanglante final
de la Comuna.
Estas
historias parecen ser fruto del alarmismo antifeminista de inspiración
gubernamental, y la mayoría de los corresponsales extranjeros presentes no las
creían.
No obstante, las tropas gubernamentales ejecutaron de manera sumaria a
cientos de mujeres, e incluso se las apaleó hasta morir, porque eran sospechosas
de ser pétroleuses.
Con
todo, a a pesar del hecho de que más tarde se acusó a muchas más mujeres de ser
incendiarias, los consejos de guerra no hallaron a ninguna culpable de ese
delito. Sin embargo, hay pruebas que indican que, durante los últimos días, las
mujeres aguantaron más tiempo tras las barricadas que los hombres.
En
total, se sometió a 1.051 mujeres a consejos de guerra, realizados entre agosto
de 1871 y enero de 1873: a ocho se las sentenció a muerte, a nueve a trabajo
forzados y a 36 a su deportación a colonias penitenciarias.”
(TODD,
2000: 140-141).
La Comuna de Paris y la
destacada participación femenina en actividades consideradas hasta entonces
como masculinas, reafirma la fuerza revolucionaria de la mujer, ya perfilada a
partir de la revolución de 1789, que se transformó en una oleada mundial
indestructible.
Las mujeres, a partir de la Comuna de Paris pasan a contribuir con gran parte de la fuerza que pone en movimiento la máquina de la revolución proletaria, indicando que ellas no dejaran la escena de la lucha de los explotados y oprimidos por una nueva sociedad de progreso social, de libertad.
Silvio Costa
Notas a pie de página:
La Sociedad de Mujeres Republicanas
Revolucionarias (SMRR), “fue el primer grupo político de defensa de intereses
para mujeres corrientes que se creó en Europa. Fundado por una actriz y una
fabricantlates, estaba vinculado al ala izquiere de chocoda de los enragés,
luchaba por los intereses de los trabajadores pobre y la mayoría de sus
miembros eran mujeres de los trabajadores pobres y mujeres trabajadoras.
Estas républicaines-révolutionnaires apoyaban a
los montagnards en su lucha política con los girondinos y fundían
los intereses de los radicales de clase media con aquellos de los pobres de
París.” (TODD, 2000: 132)
Claire
Lacombe fue actriz y después de la prohibición de la SMRR, por sus posiciones
identificadas como burguesas, fue arrestada durante la ascensión de los
jacobinos al poder, siendo liberada en agosto de 1795.
Pauline
Léon fue fabricante de chocolate, fue encarcelada junto con Claire después de
la prohibición de la SMRR, siendo libertada en agosto de 1794, un año antes que
Claire.
“Manon” Roland contribuyó a la elaboración de la
política girondina y fue ejecutada en noviembre de 1793, durante el ascenso al
poder de los jacobinos.
Etta Palm d´Aelders participó de forma destacada de la campaña en defensa de
los derechos de las mujeres, dando prioridad a la igualdad en la educación y en
el empleo.
Olympe
de Gouges, como defensora radical de los derechos de las mujeres, fue destacada
militante revolucionaria y murió guillotinada en 1793. Su Declaración de los
Derechos de la Mujer es un complemento – o una contraposición – a la
Declaración de los Derechos del Hombre, que no contempló o explicitó los
derechos de las mujeres.
Théroigne
de Méricourt tuvo una actuación destacada en la defensa de los principios
revolucionarios y de los derechos de las mujeres, llegando incluso a defender
de la formación de un batallón sólo de mujeres armadas.
Jeanne
Déroin, fue costurera de profesión y militante de izquierda. “Cuando Jeanne Déroin
propuso presentarse como candidata demócrata en las elecciones de mayo de 1849,
P.-J. Proudhon la declaró no apta porque los
órganos que las mujeres poseen para alimentar a los bebés no las hacen
apropiadas para el voto; ella
respondió pidiéndole que le mostrara el órgano masculino que le facultaba para
el voto.
Obligada
a huir a Inglaterra en 1851, después del golpe de Luis Napoleón, continuó
siendo una feminista activa hasta su muerte a la edad de 89 años.” (TODD, 2000:
138-139)
George
Sand fue “influida por el socialismo de Saint-Simon, era una republicana
acérrima y partidaria de las barricadas y de la revolución.
Fue
la intelectual más conocida de su época, y muchos de sus 109 libros reflejaban
sus ideas humanitarias.
Al
principio se asoció con Armand Barbés, el líder radical del Club de la
Revolución, pero enseguida se convirtió en consejera de Alexandre Ledru-Rollin,
ministro de Interior del nuevo gobierno revolucionario, que editaba los
Boletines de la República que contribuyeron a propagar el republicanismo
radical en las provincias” (TODD, 2000: 139).
Matilde
Franzizka Anneke fue la feminista que más destacó en los Estados Alemanes.
Inició su actuación política como radical y se adhirió al comunismo.
Después
del fracaso de la Revolución Alemana de 1848 se vio obligada a huir a los EUA,
donde continuó la lucha feminista en defensa de los derechos de las mujeres.
Louise Michel militante socialista y fundadora de
la Unión de Mujeres, “comanda un batallón femenino, que se enfrenta a los
reaccionarios en as barricadas de Paris.
Escapa a la muerte, es arrestada y comparece
delante del Consejo de Guerra en 16-12-71. Su juicio es ejemplo de firmeza y
convicción revolucionaria.
Rechaza los abogados designados y presenta
personalmente su defensa, que en verdad es la defensa de la causa de los
communards, al decir: “No me quiero defender. Pertenezco toda a la Revolución
Social.
Declaro aceptar la responsabilidad de mis actos (…)
lo que exijo de vosotros… es el campo de Satory, donde ya cayeron mis hermanos.
Es preciso separarme de la sociedad, les dijeron
que lo hicieran, ¡pues bien! El Comisario de la República tiene razón.
Ya que, según parece, todo corazón que bate por la
libertad sólo tiene derecho a un poco de plomo, ¡exijo mi parte!
Se me dejáis vivir, no cesaré de clamar venganza y
de denunciar, en venganza de mis hermanos, a los asesinos de la Comisión de las
Gracias”.
Reivindica morir en el Campo de Satory.
El palco del más odioso tratamiento recibido por
los combatientes de Paris.
Allí, en la noche del 27 al 28 de mayo, millares
fueron masacrados por las tropas de Versalles.
Louise no fue condenada a muerte, sino que fue
deportada a Nova Caledonia.
La amnistía votada a 11-7-1880 la beneficia.
Volvió a Francia, donde reasumió inmediatamente su
puesto de combate en defensa de los oprimidos.
Participó y dirigió varias manifestaciones de
obreros y desempleados y también las dirigió.
Arrestada varias veces, fue condenada en 1883 a
seis años de prisión. Liberada, murió en 1905.
Recibió innumerables manifestaciones de
reconocimiento de los trabajadores de Paris y de toda Francia.
Fue enterrada con el estandarte de la Comuna.
Louise Michel, pese a cuestionarse la cuestión de la mujer, lo hace aún de
forma unilateral, considerándola sólo como una recurrencia directa y mecánica
del fin de la opresión de clase, sin comprender su dimensión específica.
Louise Michel es un símbolo de la participación de
la mujer en las luchas sociales en defensa del progreso y del Socialismo.
No fue sólo una luchadora de acciones prácticas.
Profesora formada, escribió varias obras donde reveló su pensamiento
revolucionario, entre ellas se destacan las “Memorias de la Comuna”, de
1898 (MARTINS, 1991: 48)
Elizabeth
Dmitrieff “se afilió a la Internacional a los 17 años y se hizo amiga de Marx.
Llegó a ser una de las siete componentes del comité ejecutivo de la Unión de
Mujeres. Al final huyó a Suiza.” (TODD, 2000: 142)
André
Leo, influida por las ideas blanquistas, se dedicaba al periodismo y con la
derrota de la Comuna, se exiló a Suiza.
Beatriz Excoffon empezó a desarrollar sus actividades políticas a partir del cerco de Paris. A principios de abril de 1871 fue una de las organizadoras de una marcha compuesta por aproximadamente 800 mujeres que intentaron sin éxito impedir que el gobierno de Thiers atacara Paris. Con la derrota de la Comuna, fue arrestada y deportada.
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