El Abrazo de Acatempan.
13
febrero 2021
200 años de lucha por la Independencia
Recordemos que diversos escenarios del siglo XIX se generó la
migración política en “un
país tan inmenso, variado y desconocido, como el Nuevo Mundo”, tal como
señalaba en su “Carta de Jamaica”, el gran
libertador, Simón Bolívar.
En esa región colonial y en esa centuria que tuvieron como
eje las luchas por la independencia frente al colonialismo francés y español,
se conoce del destierro, encierro o persecución que vivieron los primeros
latinoamericanos que en el fragor de su gesta tuvieron que emigran por razones
políticas, tales son los casos más conocidos de los grandes próceres.
Sin duda en el caso de las principales figuras de la lucha
por la independencia de las ex colonias españolas de América así como de
los hombres y mujeres más destacados de la primera y segunda mitad del siglo
XIX, destacan una diversidad de nombres.
Pero sin lugar a duda dentro de los más significativos
figuran los venezolanos
Francisco de Miranda, Simón Bolívar, la ecuatoriana Manuela Sáenz, el mexicano
Fray Servando Teresa de Mier, el uruguayo José Artigas, el centroamericano
Francisco Morazán, el mexicano Benito Juárez y los cubanos José María
Heredia y José Martí, entre otros.
De ahí que incluso en el exilio o destierro del mismo Libertador,
encontramos un testimonio medular de esta migración por razones políticas
que generó un documento fundamental para el pensamiento emancipador
latinoamericano como fue la famosa “Carta de
Jamaica”.
Texto fundamental y
programático para la búsqueda de la integración latinoamericana y caribeña.
“Yo deseo más que otro alguno ver formarse en América la
más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad
y gloria…”.
Tal como el mismo
libertador también lo apunta en su Carta a Martín de Pueyrredón (1818):
Una
sola debe ser la patria de todos los americanos, ya que todos hemos tenido una
perfecta unidad…cuando el triunfo de las armas complete la obra de su
independencia o que circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones
más estrechas, nosotros nos apresuraremos con el más vivo interés a entablar
por nuestra parte el pacto americano que, formando de nuestras repúblicas un
cuerpo político, presente la América al mundo como aspecto de majestad y
grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas.
La América así, si el cielo nos concede este deseado voto,
podría llamarse la reina de las naciones y la madre de las repúblicas…Divididos, seremos más débiles, menos
respetados de los enemigos y neutrales.
La unión bajo un solo gobierno supremo hará nuestra
fuerzas y nos hará formidables a todos.
En este contexto encontramos algunos ejemplos
paradigmáticos del impacto del destierro político latinoamericano.
Casos que nos dan
cuenta del impacto de la luchas por la independencia y la defensa de la
soberanía nacional en el siglo XIX y que expresan la relevancia de ese
tipo migración forzada o exilio.
Otro ejemplo de la migración política lo
tenemos con las rebeliones internas en el curso del siglo XIX.
Tal es el caso de la
balcanización de la República Federal de Centroamérica, que tras la derrota de
las fuerzas morazanistas en el istmo centroamericano y tuvieron que
replegarse en Panamá y posteriormente en Perú.
Hecho que generó un
éxodo político.
Por ejemplo, esto le
aconteció a Francisco Morazán al inicio de
los años cuarenta del siglo XIX.
Ni los
males que éstos padecían, ni las persecuciones de mis amigos, ni las
excitaciones continuas de los que eran perseguidos en el interior de la
República, habían podido variar la conducta neutral que he observado en los
veintidós meses de mi espontáneo destierro.
Esta conducta habría sido invariable en mí, si un suceso
tan inesperado como sensible, no me hubiese hecho mudar de resolución, en
fuerza de los nuevos deberes que me lo prescribían y de ese sentimiento
nacional irresistible por aquellos que tienen un corazón para su Patria ("Exposición del General
Morazán al Gobierno del Estado de Honduras “Manifiesto desde la Unión").
También recordemos al propio Benito Juárez, quien padeció el destierro
durante el régimen del general Antonio López de Santa Anna, cuando en el
mes de octubre de 1853 salió desaterrado y vivió su exilio en Cuba hasta el 18
de diciembre de aquel año.
Más tarde se refugió
en territorio estadounidense.
Ya en Nueva Orleans donde existía una pequeña
colonia de patriotas mexicanos, entre los que figuraban Melchor Ocampo,
Ponciano Arriaga y José María Mata. Juárez se ganaba el pan como un humilde tabaquero,
torciendo tabaco.
Además de los antes
mencionados, Juárez entra en contacto con dos independentistas cubanos que
serían decisivos en su vida: El patriota Domingo Goicuría, quien había sido
expulsado por el gobierno de la colonia, y presidía en Nueva Orleans un Club
llamado Patria Libre, que integraban exiliados cubanos y puertorriqueños, y con
el poeta santiaguero Pedro Santacilia, con quien estableció relaciones de
amistad y políticas.
Ambos eran socios de
una casa comercial “Goicuría y Santacilia”, de exportaciones, quienes de
inmediato se pusieron a disposición de Juárez resultando de gran utilidad a la
causa liberal mexicana (en Adalberto Santana y Sergio Guerra Vilaboy Benito
Juárez y Cuba).
A la vez encontramos en la historia
latinoamericana situaciones donde las guerras alentadas o en las que
intervinieron potencias extranjeras, generaron migraciones forzadas,
tanto por la persecución que padecieron las fuerzas patrióticas y de la
resistencia como la población civil.
Tal es el caso de la
intervención francesa en México durante el gobierno del propio presidente Benito Juárez.
El interés de los latinoamericanos por Benito Juárez tiene también sus orígenes en sus
propios contemporáneos.
En la revolución de
Ayutla, las posteriores transformaciones anticlericales y de corte antifeudal,
así como en la propia Guerra de Reforma, al lado de la generación liberal
mexicana que la protagonizó se encontraba un aguerrido grupo de jóvenes
cubanos, muchos de los cuales se distinguieron en la feroz lucha contra los
conservadores, anclados en la colonia, negados a aceptar la modernidad y a
abrir nuevos horizontes para México.
Lo mismo ocurriría
después en la cruenta contienda contra los ocupantes franceses, en la que
también se distinguió al lado de los patriotas mexicanos una pléyade de
militares antillanos, quienes tuvieron como paradigma la victoria mexicana
ocurrida sólo un año antes de iniciada la contienda cubana, algunos de los
cuales intervendrían después de manera destacada en la guerra de independencia
de Cuba.
(Alfonso Herrera
Franyutti, “Juárez, Cuba y Martí”).
Otro caso de los desplazamientos forzados por
motivos políticos en la historia de América Latina lo encontramos con la guerra
por la misma independencia que se había postergado en Cuba y Puerto Rico.
La Guerra de los Diez
Años (1868-1878), también generó un masivo éxodo cubano.
Para México fue tan
significativo ya que coincidió con el gobierno del presidente Benito
Juárez García, así como por la amplia acogida que el exilio cubano recibió en aquellos
años tanto de los gobiernos de corte liberal de México como de Guatemala,
Honduras y Costa Rica.
Esto lo traemos a la memoria, ya que este año
de 2021 se conmemoran los 200 años de la independencia de lo que fue el
territorio colonial de la Nueva España y de la Capitanía General de Guatemala.
Pero también si se
prefiere de la independencia de otros pueblos hermanos de la región como Belice
que en 1981 alcanzó su independencia del colonialismo británico cumpliendo este
año 40 años de su emancipación.
Sin embargo, pensemos
que todavía en nuestra América quedan todavía territorios coloniales de viejas
potencias que sieguen teniendo sus territorios de ultramar en nuestra irredenta
América como Puerto Rico, Islas Vírgenes, San Martin,
Martinica, Guadalupe, Guyana francesa, Aruba, Curazao, y Bonaire.
Todos ellos territorios coloniales estadounidenses,
británicos, franceses y holandeses que no
han alcanzado su plena independencia, tarea pendiente que todavía los pueblos
latinoamericanos y caribeños tienen que ver cumplida para que toda nuestra
América sea políticamente independiente y que acelere con ello el proceso real
de integración latinoamericana y caribeña que nos haga más fuertes y con
capacidad de responder como bloque.
Esencialmente
frente al proceso de globalización económica que siguen detentando los grandes
bloques de poder como los que representan los países centrales de Norteamérica
y Europa Occidental.
Tomado de: https://www.telesurtv.net/
Y
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