5
febrero 2021
Irán: 42 años de un brillo que no se
apaga
Existe consenso absoluto, entre amigos y enemigos de la
Revolución islámica de Irán, que esta constituye uno de los sucesos históricos
más relevantes del siglo XX y que 42 años después sigue signando la política
internacional.
Una revolución que
logró alterar el sistema global bipolar surgido de las cenizas de la segunda
guerra mundial.
Una revolución
masiva, popular, convocante muy distinta a cualquier otra revolución que haya
tenido nuestro planeta.
Una revolución
triunfante bajo un liderazgo potente, reconocido y respetado como fue el del
Imán Jomeini.
Un movimiento que
cambio la correlación de fuerzas hasta entonces imperante en la zona de Asia
occidental y central, que sacó a la nación persa del dominio estadounidense
situándolo en la vera de la historia de las naciones soberanas.
En el análisis
comparado la revolución islámica de Irán es un proceso original, distinto a
esas revoluciones en base al llamado foco guerrillero latinoamericano,
movimientos de liberación nacional como en Argelia o países africanos y
asiáticos sometidos al colonialismo.
Una Revolución, digna representante de
aquellas manifestaciones propias del espíritu revolucionario del pueblo iraní,
donde los conceptos de independencia y justicia son visibles: el movimiento
tabacalero de fines del siglo XIX.
El movimiento
constitucional (en la primera década del siglo XX) y el movimiento para nacionalizar
la industria petrolera, que significó la presencia de servicios de inteligencia
occidentales al servicio de los poderes proccidentales opuestos a que Irán se
hiciera dueño de sus riquezas naturales.
Estados
Unidos y sus servicios de inteligencia, como la CIA (creada el año 1947) hicieron de Irán un campo de prueba,
para derrocar gobiernos que no seguían su predicamento.
Efectivamente, el año 1951 se elige Primer
Ministro de Irán a Mohamed Mosadeq, quien intentó en agosto del año 1953
nacionalizar la industria petrolera.
Ese mismo mes, el Sha
firma un decreto por el cual destituye a Mossadeq, bajo órdenes de Washington,
decisión resistida por la población obligando a Mohammad Reza a huir con
destino a Roma.
Durante el transcurso
de este proceso el jefe de la CIA, Allan Dulles arriba a la capital italiana,
para coordinar las acciones que condujeron al derrocamiento de Mossadeq.
El Shah, bajo la guía de la CIA retorna a Irán y comienza a
desarrollar una política de profunda represión.
Apoyado en esto por
la policía secreta fundada el año 1957 la SAVAK (Sazeman-e Ettela’at va
Amniyat-e Keshvar) Organización de Inteligencia y Seguridad Nacional) cuyos
fundamentos, entrenamiento y dirección estuvieron en manos de la CIA.
La política desestabilizadora de Estados
Unidos contra Irán ya sea en forma directa o indirecta se remonta al menos a
setenta años.
Efectivamente, tras
el término de la Segunda Guerra Mundial, Washington decidió, que en el marco
del enfrentamiento Este-Oeste (la denominada Guerra Fría) Irán sería una pieza
clave en la contención de los afanes hegemónicos de la ex Unión Soviética.
Se consolidó así un
doble pivote reaccionario y con características de gendarme de los intereses de
occidente en Oriente Medio: el Irán Monárquico y la creación artificiosa de la
entidad sionista el año 1948.
A la par de
dar sustento a la conformación del régimen criminal sionista en tierras
palestinas, Estados Unidos desarrolló una
cercana relación con Mohammad Reza Pahlavi.
La revolución del año 1979 estableció un cambio
radical a lo mencionado precedentemente y ello permitiría ejercer la plena
soberanía de la nación persa, en todos los ámbitos de su vida y en el marco de
una república islámica, lo que la hace totalmente diferente a cualquiera otra
que se haya dado hasta entonces.
Una revolución única
y distinguible.
Y eso influyó
claramente en el concierto internacional: pues implicó desprenderse del
tutelaje estadounidense y británico.
Centrarse en la
defensa de su soberanía, pero sin olvidar la defensa de otros pueblos, como el
palestino, por ejemplo.
Por ello no es casual
que, a pocos meses del triunfo revolucionario, una de las primeras en el plano
exterior haya sido el concretar la conmemoración y defensa del Día
internacional de Al Quds, propiciado por el propio Imán Jomeini. Irán comienza
a caminar por una vía propia de desarrollo.
Es, por tanto, una
revolución diferente, novedosa, no conocida y por tanto genera interrogantes y
sobre todo la evidencia que no se podrá contar con la nación persa para agredir
a los pueblos de la región, ni para someterse a los apetitos comerciales de
empresas energéticas transnacionales, ni ser parte de bandos ideológicos que se
disputan el control del planeta.
El 11 de febrero de 1979 el Imam Jomeini,
luego de tres lustros de exilio: Turquía, Irák y en los últimos años en
Francia, retorna a Irán.
Un Ayatollah Jomeini
que ejerció un liderazgo decisivo, clave para el éxito de una revolución
alejada de partidos políticos, caudillajes militares u otras influencias que no
fuera un proceso revolucionario formado sobre bases firmes, sobre rocas y no
arena: valores islámicos, la profunda fe en las capacidades del pueblo iraní y
sobre todo el liderazgo de un hombre distinto como era el imán Jomeini:
querido, admirado.
Un líder religioso,
educador, carismático, sencillo.
Un jurista destacado,
primus inter pares, quien con su retorno en febrero del año 1979 a Irán daría
el golpe mortal definitivo a la monarquía agonizante de los Pahlavi.
Transcurridos 42 años del triunfo
revolucionario traigo a colación algunas ideas y afirmaciones que tuve
oportunidad de expresar en homenaje a esta revolución hace algunos años.
Ideas y afirmaciones
que se mantienen.
Como, por ejemplo, que no existe, en la
actualidad, un ataque más constante e ilegal que el ejecutado por Estados
Unidos y sus aliados incondicionales contra la República Islámica de Irán.
Palabras que dichas hoy tienen la misma
validez que antaño.
Una política infame llevada a cabo contra
Irán.
42 años de agresiones de los gobiernos estadounidenses que
no perdonan al pueblo iraní haberse liberado de su nociva influencia.
Es parte de la política hegemónica de Washington el
considerar enemigo a todo pueblo que busca su propio camino de desarrollo, que
tiene como norte los conceptos de soberanía y dignidad se convierte de
inmediato en enemigo irreconciliable.
Estados
Unidos sólo acepta incondicionales y
cuando te comportas así con una nación milenaria no tienes más que esperar
respuestas dignas y de lucha constante a esa pretensión.
Estados Unidos y sus adictos,
llámense europeos, sionistas o wahabitas necesitan para sus planes gobiernos
serviles, obsecuentes, que
ejecuten sus políticas hegemónicas, pero, desde el año 1979 han encontrado un
rival que no se deja avasallar y que les ha plantado dura batalla en defensa,
no sólo de su soberanía, sino también en apoyo de naciones como Siria, Irak, el
pueblo yemení y Palestina como líder del Eje de la Resistencia: la República
Islámica de Irán.
Un proceso revolucionario conocido como la
Daheye Fajr o Década del Alba, que entrega otras alternativas de vida al mundo,
un nuevo referente.
Una Revolución que al
mismo tiempo que comienza su joven andar sufre una serie de graves y múltiples
agresiones, como fue el caso de la guerra santa entre los años 1980 y 1988 a
manos del régimen iraquí presidido por el fallecido Sadam Hussein, alentado por
Washington para atacar a Irán y destruir la joven revolución.
El intento fracasó y
la denominada Santa Defensa consolidó aún más a la revolución, que comenzó poco
a poco a transformarse en el poder regional que es hoy en día, causando
preocupación en los otrora poderes hegemónicos en la zona.
Un Irán consolidado a
la luz de un mensaje y una práctica que llama a la conquista, defensa y
consolidación de la soberanía y la dignidad como ejes fundamentales para la
construcción de una identidad como países.
La consolidación y empuje de la Revolución
Islámica de Irán no ha estado exenta de problemas.
En un escenario
regional complejo, donde Irán ha roto el mito de la invisibilidad de Occidente
y sus títeres regionales.
Un marco regional que
ha resaltado el enorme y trascendental papel que cumple la nación persa, en el
logro de la defensa de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos de la
región.
Una revolución que ha
tenido sus propias contradicciones y ¿Cómo no tenerla? si se trata de un
proceso político vivo, en permanente desarrollo, con altibajos, con
dificultades, con un pueblo movilizado pero que es capaz de separar aguas de
aquellos, que, aprovechando las lógicas reivindicaciones económicas, intentan
desestabilizar el país, haciéndole el juego a Washington y aliados, que
aprovechan cada resquicio, cada oportunidad para tratar de quebrar la unidad
revolucionaria en Irán.
A
42 años del triunfo de la revolución reedito mis palabras, expresadas tiempo atrás en el contexto del concurso
internacional Fayr llamado por la Radio Voz Exterior de Irán y que me permitió
viajar y conocer a fondo este país maravilloso que es Irán, compartir con su
gente recorrer sus ciudades como Teherán, Shiraz, Isfahan, Qom, Mashhad.
Degustar una cocina deliciosa, admirar paisajes diversos y sobre todo conocer,
de primera mano, los enormes avances de la nación persa y de ese modo signar y
resaltar el papel que cumple Irán en la región.
Un cometido que brilla con más fuerza que nunca, a partir
de la firma del llamado Plan Integral de Acción Conjunta, defendido y cumplido
por Irán, a pesar de la labor de zapa de Washington, que con el ex
presidente Obama firma un compromiso que es borrado con el codo por el derrotado
ex presidente Donald Trump y que con el nuevo mandatario, Joe Biden, existe la
incógnita respecto a qué decisión tomará en el sentido de retornar al Plan
Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés) o simplemente
descartarlo.
Como también su
decidido apoyo a la causa del pueblo palestino.
Como también el sostén otorgado a los pueblos de Siria,
Irak, Yemen y Bahréin.
Sólo la República
Islámica de Irán ha logrado frenar los ímpetus del terrorismo global Tafira
hijos putativos, creados, organizados, financiados y armados por Washington y
sus aliados.
Las
autoridades políticas y religiosas de Irán han advertido permanentemente que
Estados unidos, desde el triunfo de la revolución iraní el año 1979, se ha
empeñado en destruir la nación persa.
Para
ello, sostuve y reitero en cada aniversario del triunfo de la Daheye Fajr, que
una de las herramientas usadas por el imperialismo y sus socios sionistas y
wahabitas es atizar el fuego de la ignorancia, de las denuncias sin pruebas, de
las acciones desestabilizadoras, el mundo de las sanciones y el bloqueo para
causar malestar en la población e ir creando un escenario que les permita
implementar otra guerra desestabilizadora contra Irán.
Todo ello en el marco de lo que el autor
francés Jean Michel Vernochet, en un valiosísimo libro titulado “Irán: la
destrucción necesaria” sostiene respecto al papel
predador de Washington y sus aliados “hay que destruir a Irán ¡claro que
sí! No sólo para impedir su eventual acceso al arma atómica (algo improbable)
no sólo porque la independencia de Irán puede poner en
entredicho la preeminencia regional de Israel, atalaya occidental en el
Oriente Medio…Es que hay que mantener, a toda costa, la posición dominante de
Israel en la región, que depende de su monopolio regional del arma atómica”.
Irán, conocedor de esta realidad de impunidad con que cuenta el sionismo, beneficiándose del aval
financiero, militar, político y diplomático a Washington y el lobby sionista en
Estados Unidos, no descuida la defensa de su revolución.
Irán es consciente de
sus responsabilidades, no sólo respecto a la protección de su sociedad, sino
también el papel que cumple a través del Eje de la Resistencia.
Irán en un escenario complejo, con
dificultades económicas, con agresiones activas a la orden del día por parte de
Washington y sus hijos putativos, está dando un
mensaje contundente de fidelidad a sus principios e ideales. Conducta extraña
en un mundo donde los poderes suelen servir indignamente a hegemonías ajenas a
culturas, creencias, historia y relaciones de vecindad.
Un irán que nos
enseña que resistir es parte del lenguaje de la victoria.
Tras 42 años de
Revolución Irán sigue firme en la defensa de su soberanía y dignidad, bajo el
marco de la resistencia, conceptos básicos para entender la revolución iraní.
Cedido por www.segundopaso.es
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