En
política parece que el eslabón perdido es usted
Por
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20 febrero, 2021
Un
semi-serio” que tal vez, y sólo tal vez, podría hacerle desperezar y librarse
de la molicie que el sistema le ha entregad como vestimenta oficial.
Los poderosos dueños del sistema nos
ofrecen, a nosotros la servidumbre, sus candidatos.
De
esos nombres usted elige uno y sufraga por él o ella.
Ese es el sistema actual.
Usted
es peligroso, señor.
Usted
constituye un problema serio para el Estado, para la tranquilidad y la paz de
una sociedad que costó domar luego de años de permanencia en la selva de ese
caos llamado “democracia”.
Usted, señor, representa un serio peligro
porque tiene buena memoria, piensa, reflexiona y opina.
Eso,
señor, es lo peor que puede ocurrirle a un país que se mece tranquila y
obedientemente en las aguas turbias de la depredación
típica del capitalismo fructífero.
Usted, mi amigo, pertenece al grupo de
anarquistas caóticos, aventureros resentidos y sin destino que, porfiadamente, insisten
en la búsqueda de un tipo de democracia que en los albores del presente siglo
ya no existe.
Dejó
de respirar a mediados del año 1972, cuando la Cámara de Diputados, con mayoría
de la CODE (democristianos y conservadores), la asesinó para que su lugar fuese
ocupado por la voracidad de mega empresas transnacionales.
¿De
dónde sacó usted esa peregrina idea que pensar y analizar, recordar y pensar,
son artificios válidos para alzar andamiajes políticos que sirvan como base de
gobierno? Es malo pensar, amigo.
Pensar es peligroso, amigo.
Déjese de joder, cabréese, córtela de una
buena vez, no mosquee más con su archi sabida cantinela de la “justicia social, la democracia
verdadera, el poder revocatorio, la asamblea constituyente, el derecho a
sindicalizarse, la protección del medio ambiente” y una interminable
serie de exigencias que lo delatan como individuo insoportable, odioso, medio
loco, insufrible.
¿Es que aún no se ha percatado que sus
propios amigos, en las fiestas y reuniones, apenas comienza con la verborrea
del análisis y reflexión política lo van dejando solo, y termina finalmente
hablándole a su botella, nada más?
¿Se da cuenta cuán peligroso es usted para
esta sociedad enferma de consumismo, dependencia y ahuevonamiento cultural
mediático futbolístico festivalero?
En honor a la verdad, el sistema le
considera más dañino que peligroso.
Agradézcale
al Altísimo el no tener capacidad de convocatoria para imponer sus ideas anti
consumo, anti mercado, anti clasismo, anti corrupción, anti conceptivo, anti-cuado
y anti-faz, que son las divinidades sobre las que se sustenta y nutre esta
triunfante civilización socioeconómica que le tocó vivir a los poderosos de
siempre (y a nosotros, sus agradecida servidumbre).
Lo dije con el corazón en la mano, pues si
tuviera capacidad de convocatoria ya estaría preso, muerto o, quizás, hubiese
cruzado ya a la vereda del frente, hacia quienes Usted atacaba, atraído por el
mazo de billetes ofertados en aquel sitio que es la vecindad de Ali-Babá.
Cabe la posibilidad de que nada de ello
acaeciera, y usted continuase estando solo, tan solo como el ‘viejo del
cartel’, sin que nadie le siguiese y, por el contrario, soportando que se mofen
de sus ideas tildándolo de “resentido”, “vago” y “comunista
castro cubano venezolano” (nueva canzonetta que
entonan los defensores del sistema y del duopolio).
¡Reflexione, hombre, por el amor de Dios!
Tome asiento, respire profundo, cierre los ojos y haga funcionar su cerebro.
¿Cómo se le pudo haber ocurrido que en un sistema “democrático con
protección de preservativos mentales”.
Usted
podía exigirle algo a los honorables parlamentarios?
¿Quién
se ha creído que es, señor?
Entienda de una maldita vez que usted vota
por los candidatos que los dueños del sistema nos ofrecen, a nosotros, la servidumbre.
De
esos nombres usted elige uno y sufraga por él o ella. Punto final.
De
ahí para adelante, en los siguientes cuatro u ocho años (según sea un diputado
o un senador) cierre la boca, no joda, baje la cabeza, trabaje sin chistar y
deje en manos de ese caballero o de esa dama el futuro del país y el suyo
propio.
¿Le cuesta mucho entender que así es como funciona esta democracia?
Pero, claro, porfiado como es, no lo quiere
entender, y machaca con el dale que dale, esperanzado en que quizás, por
demolición, conseguirá influir en la mente de tan hábiles, honestos y nobles
personajes como los que pueblan el poder Legislativo.
Ahora le dio la pataleta porque desea
cambiar la Constitución Política del Estado mediante una Asamblea
Constituyente.
¿Se
le soltó un tornillo?
Ya lo
dijo el brillante e incorruptible patriota Jorge Burgos: tal pretensión es un
“atajo raro” para reformar (no cambiar…) la
actual Carta Fundamental.
Déjeme entender lo que usted desea amigo
mío. ¿Quiere que la gente, es decir, la poblada que marcha por calles, ferias,
universidades, industrias, comercios, mercados plazas y villas, sea quien
proponga y determine las leyes?
¡Cómo se le puede haber metido en la sesera tamaña ridiculez,
hombre!
Mire, para que viva tranquilo, y le dé un
corte, un tajo, a su ya aburridora cantinela de “socializar el sistema y hacer
que Chile sea para los chilenos”, internalice esta verdad que es la misma para
todas las naciones civilizadas del mundo occidental: el mejor sistema es aquel
donde se gobierna para el pueblo, por el pueblo, pero
sin el pueblo.
Se gobierna explotando al pueblo, sin que
este se percate jamás que arrastra cadenas recubiertas por tarjetas de plástico
y hojas de farándula.
¡Y
usted quiere que ese pueblo despierte y salga de la matrix neoliberal!
Abandone las trincheras inoficiosas en las
que se ha cobijado estas décadas.
Reconozca
que ni Usted, ni sus amigos, ni aquellos que desde lontananza le murmuran
“unidad, unidad, organización, organización”, han hecho algo sólido para
cambiar la percepción que las masas tienen de este sistema.
¿Sabe qué más? Permítame ayudarle con una
opinión personal, una sola, que tampoco cambiará nada, pero al menos le dejará
menos incómodo.
Este sistema, querido amigo, para que
funcione y se mantenga, requiere (sí o sí) de
políticos venales, de gobernantes corruptos, de narcotráfico, de colusiones, de
protección a la delincuencia común, de evasiones de impuestos, de destrucción
del medio ambiente, de expoliación del recurso humano, de prensa
servil/mentirosa/inculta, y de un pueblo adormecido (atontado) por la brutal
dependencia económica familiar que proviene de deudas imposibles de pagar en
una o dos generaciones.
Esas son las características que definen al
sistema neoliberal presente.
Si
ellas no existen, el sistema no existe.
Así funciona esto… usted lo sabe y no se
haga “el de las chacras” ni se manifieste sorprendido.
Ahora, luego de enterarse de todo lo dicho
en estas líneas y cobrar conciencia de que lucha contra un gigante, ¿de verdad
quiere seguir en la riña?
¿Sí?
¿Quiere
continuar combatiendo?
Muy bien, pues, a partir de ahora, cuente también con mi apoyo,
con mi participación y mi presencia.
Seamos al menos dos los
peligrosos
Tomado de: https://werkenrojo.cl/
Y
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