Carabobo y la esclavitud
Por: Luis Britto García
Por Victoria Torres
19 junio, 2021
Carabobo
y la esclavitud | Por: Luis Britto García
Todo valor
económico es trabajo humano; toda ganancia, trabajo humano exaccionado.
Tras la
invasión europea, la tarea de encomenderos y esclavistas fue obligar a los
indígenas a trabajar a cambio del mínimo necesario para la subsistencia, y si
fuera posible, por menos.
La mano de
obra de los pobladores originarios fue exaccionada mediante repartimientos y
encomiendas, la de los africanos y sus descendientes mediante la esclavitud.
Durante tres
centurias uniones casi nunca sancionadas legalmente entre blancos expoliadores,
indígenas y afrodescendientes engendraron la mayor parte de una clase
trabajadora sin derechos políticos ni sociales, la de los pardos.
Calcula
Federico Brito Figueroa que para vísperas de la independencia, había en
Venezuela 898.049 habitantes, de los cuales 45% eran pardos, 9,7% esclavos, 4%
negros manumisos, 2,6 % cimarrones y 18,4% indígenas.
Fue esta
mayoría trabajadora de pardos y esclavos la que decidió las batallas de la
Independencia; primero con el Taita Boves, que ofrecía el saqueo; luego con las
armas patriotas, que prometían la libertad de los esclavos y la distribución de
tierras con la Ley de Haberes Militares de 1817.
A comienzos
del siglo XIX el aparato productivo de los grandes hacendados de la Costa,
Barlovento y los valles de Aragua y del Tuy dependía estrechamente de la mano
de obra esclava.
Se repite
que Bolívar habría iniciado la liberación de los esclavos a partir de 1816, a
raíz de la promesa hecha al mandatario haitiano Alexander Petion.
Pero año y
medio antes, el 30 de junio de 1814, ante la aproximación de las fuerzas de
Boves a Caracas, Bolívar decretó la libertad de los esclavos que tomaran las
armas en el ejército patriota.
Esta medida
se siguió ejecutando en medida creciente durante la Guerra de Independencia.
Llegado
Bolívar a la costa oriental venezolana, el 2 de junio de 1816 promulga en
Carúpano el histórico Decreto de Libertad de los Esclavos: “he venido en decretar,
como decreto, la libertad absoluta de los esclavos que han gemido bajo el yugo
español en los tres siglos pasados”.
Es la libertad, pero con una fuerte condición: la
de alistarse en las fuerzas independentistas.
El 27 de
junio de 1816, reitera desde Carúpano al general Marión, gobernador del
Departamento de Los Cayos, que “He proclamado la libertad absoluta de los
esclavos”.
Y el 6 de
julio del mismo año, desde el cuartel general de la villa de Ocumare, reitera: “Esa porción desgraciada de
nuestros hermanos que ha gemido bajo las miserias de la esclavitud ya es libre.
La naturaleza, la justicia y la política piden la
emancipación de los esclavos: de aquí en adelante sólo habrá en Venezuela una
clase de hombres, todos serán ciudadanos”.
La
Constitución de 1819, inspirada por el Discurso de Angostura, declara en su
título 1°, Sección Primera, artículo 14°: “Todo hombre hábil para contratar puede empeñar y
comprometer sus servicios y su tiempo; pero no puede venderse ni ser vendido.
En ningún caso puede ser el hombre una propiedad
enajenable”.
Tras once
años de guerra feroz en la cual la sangre que más se ha derramado ha sido la de
los laboriosos pardos y esclavos liberados, el 24 de junio de 1821 se enfrentan
las milicias de la República con las del Colonialismo en la llanura de Carabobo.
Es el día
del solsticio de verano.
Es también
día de San Juan, patrono de los esclavos cuya festividad es celebrada en toda
Venezuela con un día de libertad, que la venidera batalla puede consagrar como
perpetua.
Desde la
noche anterior repican tambores en todas las comunidades afrodescendientes.
Como si
todavía los escucharan, inquietos lanceros de piel oscura se mueven en sus
monturas, que algunos cabalgan al pelo.
Con fulminante carga deciden la libertad de
Venezuela, Ecuador y Colombia.
Uno de los
más audaces, el Negro Primero Pedro Camejo, sólo se reporta ante Páez para
decirle que está herido de muerte.
No sólo está
herido de muerte el héroe: también la ofrecida libertad de los esclavos,
reiterada en las siguientes constituciones republicanas, pero acompañada de mil
restricciones que postergan su efectivo cumplimiento.
Tras
Carabobo, la oligarquía comienza un proceso de recolonización que aún no cesa.
Al extremo de que en Venezuela la libertad de los
esclavos demorará hasta el memorable decreto de José Gregorio Monagas de 1854,
que indemniza a los propietarios, y no a los
infelices esclavizados.
Para ese
momento los patronos logran el objetivo de que los esclavos trabajen para ellos
por la mera subsistencia, desde entonces, intentarán lograr que los hombres
libres trabajen por menos todavía.
Pues, según
el atroz Adam Smith, “aunque el desgaste físico de un servidor libre recaiga
también sobre su amo, le cuesta generalmente menos que el del esclavo. (…)
Resulta por ello, y yo creo que lo demuestra la
experiencia de todas las épocas y naciones, que el trabajo realizado por
hombres libres acaba siendo más barato que el realizado por esclavos”.
En efecto,
el esclavo tiene que ser comprado a elevado precio, y el trabajador libre no.
Al esclavo
hay que alimentarlo incluso cuando no hay trabajo, y al libre no.
El esclavo
trabaja por la subsistencia: el libre puede verse forzado a trabajar por menos
que ella.
A partir de
Carabobo, propietarios recolonizadores venden las cosechas en cualquiera de las
divisas extranjeras que las autoridades dejan circular libremente.
Para
esclavos liberados y peones que siembran y recogen no hay más moneda que fichas
válidas sólo en las pulperías de las tiendas de raya, donde los hacendados
llevan mañosa contabilidad de deudas que siempre crecen y que heredan los
descendientes de los trabajadores.
Desde
Carabobo luchan los trabajadores por el derecho, por fin reconocido en el
artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, “a un salario suficiente que le
permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades
básicas materiales, sociales e intelectuales”.
Y las
oligarquías imperialistas, recolonizadoras y neoesclavistas por hacerlos
trabajar por menos, o por nada. Para ello basta con suspender las conquistas
sociales logradas desde Carabobo.
No
más esclavitud, con el pretexto que sea.
LUIS
BRITTO GARCÍA
Escritor
Carabobo
y la esclavitud | Por: Luis Britto García
Publicado en ÚN.
Tomado
de: https://redradiove.com/
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