Rupununi (y 2) VENEZUELA:
GERÓNIMO PÉREZ RESCANIERE
Repitamos el poco conocido conflicto de política venezolana, norteamericana y vaticana dentro del que se movió el episodio de Rupununi.
Se activaba en 1969 la candidatura presidencial de Miguel Ángel Burelli Rivas, que tenía por objetivo restarle votos de derecha a Rafael Caldera, candidato de Copei.
La apoyaron Arturo Uslar Pietri y JóvitoVillalba y tras ella estuvo el cardenal Quintero, el único de Venezuela hasta entonces, que aunque había sido investido por acuerdo de Rómulo Betancourt con el papado, pertenecía a círculos cercanos a Pérez Jiménez, quien gestionaba, a través de Leonardo Altuve Carrillo, su elevación cuando fue derrocado.
Quintero fue un eterno protector de Burelli Rivas y ambos provenían del gomecismo.
Menudeaban en tales círculos cureros las previsiones contra Caldera, que en verdad eran contra la orden jesuita, de la que Caldera era el representante más ilustre.
Traducida a términos de política norteamericana, como lo son siempre o casi siempre las posiciones venezolanas, la política de Caldera era legible como coincidente con la OTAN y la del anticalderismo como adversa a la OTAN, o sea antibritánica.
Pero fue inútil la maniobra, llegadas las elecciones, triunfó Caldera.
Entonces fue que se activó Raúl Leoni en el asunto de Rupununi, para evitar que llegase al poder aquel de quien se temía una política exterior jesuita. "Si llegaba al poder -le expresó Altuve al autor de esta nota- movería el problema de Rupununi a favor de Gran Bretaña y Venezuela perdería para siempre el territorio.
Leoni, se suponía, había pactado la cosa "por lo alto" pero no resultó perfecto el intento.
Tras algunas semanas de tensiones, Leoni aseguró que él le entregaría el cargo a quien ganó las elecciones. "Eso hizo que le quitaran el armamento colectivo (a los soldados de Rupununi), lanza-cohetes y ametralladoras a los que estaban entrenando".
Quizá ello fue consecuencia de que delegados de Estados Unidos arribaron a Venezuela y señalaron al presidente que su país no admitiría una acción venezolana en Guyana.
Tras eso se dio por fracasado el golpe.
De haberse desarrollado hasta sus más grandes consecuencias, el episodio internacional de Rupununi hubiera creado en Venezuela una conmoción de guerra internacional que habría dificultado o incluso impedido el traspaso del poder al socialcristiano o le hubiera legado un país en tensión militar que habría dificultado la menor actitud conciliadora en fronteras.
Poco después Caldera recibió el poder, comenzó unas discusiones sobre el tema, creo que en Suiza, y firmó el Protocolo de Puerto España, por el cual, según los fanáticos anticalderistas, aquello quedó perdido para siempre.
El conato de Luis Herrera Campins
Quien revise la colección del Diario de Caracas de los meses iniciales de 1982, notará una efusión de artículos, reportajes, declaraciones y revisiones históricas de hondo tono guerrerista. Es que se cumplía el lapso de doce años establecido en el dicho Protocolo para protestar la decisión de 1899.
Luis Herrera, de formación lasallista, muy adversa a la jesuítica de Caldera, preparaba una denuncia y acción militar sobre Guyana, apoyada por los dichos factores antibritánicos, venezolanos, norteamericanos y vaticanos.
Estaba combinada con la reivindicación de las Malvinas por los militares argentinos.
Nótese la afinidad cronológica: el plazo para el reclamo venezolano se cumple en junio de 1982 y dos meses antes, en abril de 1982, sucede la acción de Galtieri.
Otro dato: ningún mandato legal obligaba a Argentina a actuar en 1982, existía en cambio uno sobreVenezuela.
Herrera estaba sometido a tremenda presión, las tasas de interés para Venezuela se habían elevado a más de 14%, con lo que los bancos extranjeros le extrajeron al país 15 mil millones de dólares.
¿Era la presión inglesa para doblegarlo? Inútil. Preparado a aguantar, el día 10 del mismo abril de las Malvinas, Herrera anunció el aumento del precio de la gasolina y la reducción de 8,5 millones y medio de bolívares de los gastos de los ministerios e institutos autónomos para cubrir la brecha fiscal de 13 mil 400 millones de bolívares, venida de la "casual" reducción de las exportaciones de petróleo.
Todas las mañanas el gordo presidente se detiene a tomar café en una panadería de Caracas y ahí dialoga con los parroquianos acerca de béisbol, de las telenovelas de moda.
Al que le viene a tratar temas de poder o de negocios le incita a alejarse con una frase costumbrista: "Arranca, Berroterán".
Otras veces los negros autos de la caravana presidencial se detienen ante la sede de la editorial Monte Ávila y Herrera se encierra a hablar con Juan Liscano, presidente de la editorial.
Son conversaciones de horas, apenas interrumpidas por las visitas de Raquel Rincón, la secretaria de la Presidencia de aquella institución, con la bandeja de cafés. Herrara debeló un golpe de Estado organizado por la cadena de supermercados que armó el endeudamiento. El embajador de Estados Unidos debió irse a su país discretamente.
Para la prensa, hace comentarios frívolos, pocos saben que triunfaría en grande si funcionaran lo de Argentina y lo de la Guyana.
No funcionó. Argentina, abandonada por Ronald Reagan, que la había incitado a la acción antibritánica, es derrotada clamorosamente.
Galtieri clama contra "la traición de Estados Unidos". Está sorprendido y decepcionado, dice: "Aflora un síntoma gravísimo".
Nadie en Venezuela siente la coincidencia con la guerra del sur y tampoco es destacada la preocupación que expresa el presidente acerca de tensiones golpistas en Ecuador, cuyo mandatario ha apoyado a Galtieri.
Apenas la periodista norteamericana Annen Gweyer expresa en El Universal, de Caracas 37 (17 de junio de 1982) su satisfacción por la derrota argentina y escribe que si ésta hubiera ganado los camarógrafos estarían filmando noticieros en Guyana, invadida porVenezuela.
Junto a noticias como "Subió el dólar y bajó el oro" y una evocación del almirante Alexander Cochrane, que dio una paliza a Estados Unidos en 1814, mostrando la superioridad militar inglesa (como se demostró, aunque diplomática, en las Malvinas) hay despachos sobre el desenlace de una guerra en Medio Oriente con Israel triunfando y los ministros petroleros árabes anunciando boicot contra países occidentales que apoyaron a los judíos y señalamientos de que Thatcher había negado una petición del Papa de no bombardear a los argentinos, y de que la URSS negó apoyo a Argentina en la ONU, facilitando el trabajo a los británicos.
También vienen dos acotaciones con futuro para Venezuela:
"Venezuela, suspendió las negociaciones con el grupo de bancos al que había solicitado un préstamo de 2 mil 500 millones de dólares.
El fracaso de las negociaciones para el megapréstamo agrió las relaciones entre Venezuela y los 20 poderosos bancos del grupo, dijo el Informe Económico, de la editorial Latin American Newsletters".
Tan pronto como ese mismo día de desenlace malvino aflora el primer síntoma de la crisis del Viernes Negro, que romperá dentro de un año la mítica fortaleza del bolívar, como precio de la participación venezolana en la parada argentina.
Herrera Campins moverá a un doctor Blassini, que como embajador en Roma había sido el gerente de las acciones venezolanas ante la logia P2 y el Vaticano para los dichos episodios. Inútil.
NOTA: (Estas son las Pequeñas “GRANDES HISTORIAS” de nuestra Venezuela que lamentablemente somos pocos los que las recordamos, esta y otras muchas nos indican los porque de muchas situaciones actuales, por oculta miento de estos detalles “Grandes Detalles” en sus momentos, se nos hace más claro ahora, al conocer esas verdades que nunca salieron en la “Prensa”, o si salieron el Pueblo llano desconocía las intimidades de Palacio, no fueron nunca Noticias bajadas al pueblo, eran titulares que no decían nada, por desconocerse los pormenores.)
TOMADO DE Ciudad CCS
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