A un año de Ayotzinapa, el país nos “duele”: Poniatowska
Por Mónica Mateos-Vega mié, 23 sep 2015 15:00 La Jornada
La escritora mexicana Elena Poniatowska habla sobre su libro 'Dos veces única', sobre la entrevista que le realizó a Lupe Marín, en Bellas Artes. Foto Cristina Rodríguez
México, DF. La situación política que vive México en estos días es “aterradora”, considera la escritora Elena Poniatowska pues vivimos en un país que nos duele. Durante la conferencia de prensa en la que presentó su reciente novela Dos veces única, una biografía novelada sobre Guadalupe Marín, segunda esposa de Diego Rivera, se refirió al enfrentamiento entre estudiantes y normalistas ocurrido ayer en Tixtla, Guerrero.
“Estamos a punto de cumplir un año de la desaparición de los normalistas en Ayotzinapa, un asunto cuya solución fue darle a las personas una gran, gran mentira. Es intragable e insoportable que digan que fueron quemados. Eso nos duele”.
La periodista explicó que “ser un gran país es un trabajo de todos los que lo conformamos, tal vez nosotros somos los que hemos fallado”. A propósito de su obra, en la que presenta a una Lupe Marín (1895-1983), dura, difícil, "más cercana a una Coatlicue", dijo que se trata de un libro para honrar a una familia y al pasado de un país que es superior al que tenemos ahora.
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Ayotzinapa: 8 "exigencias esenciales" de familiares de desaparecidos
jue, 24 sep 2015 22:29 La Jornada
Foto Víctor CamachoLuego de la reunión con el presidente Peña Nieto, los padres de los 43 manifestaron su enojo por que el mandatario "ignoró" sus peticiones.
En su reunión con el presidente Enrique Peña Nieto, los familiares de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos hace un año presentaron un pliego de peticiones con ocho "exigencias esenciales". A continuación, el texto íntegro de las demandas.
Hoy, a casi un año de los atroces hechos acontecidos en Iguala, Guerrero, en contra de nuestros hijos y de nuestros compañeros, venimos ante Usted a exigir justicia y verdad a una sola voz.
Ha sido un año lleno de sufrimiento y de angustia por no saber de nuestros hijos. Un año en el que ha privado la simulación y el engaño.
También ha sido un año en el que nuestra digna exigencia de justicia ha movido a todo Guerrero, a todo el país y a la comunidad internacional más allá de las fronteras.
No hay palabras que nombren lo que hemos vivido. De la incredulidad pasamos al desconcierto; del desconcierto a la tristeza; de la tristeza a la zozobra; de la zozobra a la rabia. Nuestras vidas han sido destruidas y sólo nos mantiene de pie el amor por nuestros hijos.
Porque fueron agentes y autoridades del Estado, Presidente. Fue el Estado el que desapareció a nuestros hijos, el que permitió que la narcopolítica se afincara en Guerrero, el que generó una mentira histórica que hoy ha sido evidenciada, el que nos torturó al privilegiar los tiempos políticos antes que los derechos de las víctimas.
Aún recordamos su indiferencia durante las primeras semanas de nuestra tragedia. Ignoramos si lo asesoran mal o si su gobierno fue omiso por razones partidistas, pero lo real es que esa negligencia marca de manera indeleble la investigación y compromete la responsabilidad de su Gobierno.
La primera vez que venimos ante Usted, con la desaparición a cuestas tras más de un mes sin saber de nuestros hijos, firmamos con el Presidente de la República 10 compromisos que no fueron cumplidos cabalmente. Su palabra no fue honrada.
En vez de que se haya procurado la justicia y la verdad, se procuró la mentira. Hoy lo sabemos porque el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) puso en evidencia que lo que su gobierno sostuvo como la verdad histórica no era más que un engaño construido sobre pruebas hechas a modo y sin independencia.
Por eso, venimos ante Usted a exigir que sean cumplidas las principales recomendaciones del Grupo de Expertos Independientes: debe darse un replanteamiento general de la investigación y deben mantenerse los procesos de búsqueda. Para que esto ocurra, necesitamos dos garantías: Primero, Usted como máximo jefe del Estado mexicano debe comprometerse a estar de lado de la verdad y no de la mentira; segundo, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes debe continuar su labor hasta que haya justicia y verdad. Estas dos garantías son la base para que sean atendidas nuestras exigencias, que son las siguientes:
1. Reconocimiento de la legitimidad de nuestra búsqueda de justicia y de que el caso se encuentra abierto. Demandamos que como jefe del Ejecutivo reconozca que nuestra lucha es legítima y exprese públicamente, de manera clara, que la investigación está abierta. Ya no queremos escucharlo decir que debemos superar este dolor y seguir adelante, como si la verdad hubiese sido esclarecida, cuando se nos pretende engañar con mentiras y falsedades; ya no queremos que sus funcionarios se expresen negativamente de nuestro movimiento y cuestionen dolosamente nuestras intenciones.
2. Permanencia del GIEI, aceptación plena del informe del GIEI y sus recomendaciones. Exigimos que públicamente se comprometa a cumplir el Informe del GIEI.
Sabemos que su gobierno ha propuesto que el GIEI continúe durante 6 meses más. Nosotros demandamos que su mandato se prorrogue durante un año más, pues consideramos que sería el tiempo suficiente para que los expertos verifiquen la reestructuración de la investigación, la implementación de una estrategia de búsqueda profesional de nuestros hijos, pero además la implementación de una política pública integral que evite que estos hechos se vuelvan a repetir. Es momento Presidente de comprometerse a que este país cambie y se asegure la verdad y la justicia en Ayotzinapa.
3. Replanteamiento de la investigación en una unidad especializada de investigación, con supervisión internacional, compuesta por dos instancias: una que indague a profundidad dónde están nuestros hijos y otra que investigue el montaje con que se nos pretendió engañar. Al saber que la Procuraduría quiso engañarnos, una y otra vez nos preguntamos cómo podríamos volver a confiar en una institución que se burló de nosotros. Lo cierto es que no podemos volver a confiar. Pero si fue el Estado el que desapareció a nuestros hijos, no podemos dejar de exigir al Estado que los busque. Sabemos que formalmente la investigación debe continuar, pero para revertir el daño hecho exigimos que la indagatoria:
a) Salga de la SEIDO y sea ubicada directamente en la Oficina de la Procuradora;
Sin esas condiciones, es imposible cumplir con el replanteamiento recomendado por los expertos.
Por otro lado, la unidad especial de investigación que demandamos deberá también investigar a quienes por acciones u omisiones pueden tener responsabilidad en la obstrucción de la justicia fabricando versiones carentes de prueba. En particular, exigimos que se investigue la responsabilidad del ExGobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero; del ExProcurador de Guerrero, Iñaky Blanco; del ExProcurador, Jesús Murillo Karam; del Titular de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón de Lucio; y de la responsable de los servicios periciales de la Procuraduría, Sara Mónica Medina Alegría.
4. Relanzamiento y concentración de la búsqueda a partir del uso inmediato de tecnología. A lo largo de todo este año hemos sufrido la falta de coordinación de su gobierno en lo concerniente a la búsqueda de nuestros hijos. Sin inteligencia y sin articulación, cada dependencia o fuerza policial realizó supuestas acciones de búsqueda sin profesionalismo. Hoy exigimos que, bajo la conducción de la unidad especial de investigación, se reconcentren los trabajos de búsqueda para que estos se conduzcan con base en análisis de inteligencia, con uso de toda la tecnología disponible. En particular, exigimos que se instale una mesa para la planeación de operativos regionales de búsqueda y que se use a la brevedad la tecnología recomendada por el Grupo de Expertos desde su primer informe, incluyendo lo relacionado con la telefonía, la georreferenciación de los puntos de búsqueda y el empleo de la técnica LIDAR para el uso de georradares aéreos. Para ello se requiere que Usted desde la Presidencia impulse estas medidas.
5. Atención digna e inmediata a los heridos y familiares de nuestros compañeros ejecutados extrajudicialmente. Trato digno a las víctimas. A un año de los hechos, siguen habiendo fallas en la atención de los heridos y de las familias de los fallecidos. Segundas opiniones internacionales que no se realizan; operaciones que se posponen; derechos que se niegan. Las instancias de atención de víctimas actúan descoordinadas y se guían por criterios burocráticos. Por otro lado, en todo momento se privilegia lo mediático y lo político cuando hay un anuncio relevante en la investigación, por encima de nuestros derechos, sin ningún respeto por el dolor que sentimos y sin ninguna humanidad. Ya no toleraremos más tratos indignos.
6. Respeto a la Normal Rural Raúl Isidro Burgos y cese a los intentos de criminalización de los normalistas. A lo largo de todo este año, hemos visto cómo su Gobierno pone más recursos y destina más personal en contener y reprimir las legítimas actividades de la Normal que en buscar a nuestros desaparecidos. Mientras que a los estudiantes se les vigile y se les monitorea, como ocurrió con nuestros muchachos por medio del C4, a los delincuentes que operan y que gobiernan en Guerrero se les permite actuar en la impunidad. Mientras que se protege a los narcotraficantes, se confunde permanentemente a la opinión pública a través de la estigmatización dolosa de la Normal. Demandamos respeto a la dignidad de nuestros hijos, de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y de todos los normalistas de México.
7. Mecanismos de comunicación permanente, digna y con respeto a nuestros derechos. Durante un año hemos tenido que enfrentar noticias muy duras en soledad, sin poder comunicarnos con nuestras familias, sin conocer la información de primera mano, todo porque su gobierno ha priorizado sus tiempos y estrategias políticas, por encima del dolor de las familias y sus derechos como víctimas.
8. Reconocimiento y acciones de fondo frente a la crisis de impunidad, corrupción y violaciones a derechos humanos que vive México. A lo largo de este año, hemos aprendido que nuestros 43 hijos no son los únicos desaparecidos, nuestro dolor es tan generalizado como las desapariciones. Decenas de miles de familias buscan a sus seres queridos mientras nuestro país se convierte en una inmensa fosa clandestina. Usted debe hacer algo por los desaparecidos o, de lo contrario, el clamor de las familias que buscamos a quienes nos faltan lo seguirá a donde vaya y en donde esté, incluso después de que termine su mandato. Para responder a esta grave crisis que vive el país, el primer paso es escucharnos, escuchar a quienes sabemos lo que es buscar a nuestros desaparecidos, escuchar a quienes enfrentamos la indiferencia de las instituciones día a día.
Por otro lado, la crisis que vive nuestro país es de tal magnitud que se requieren acciones de fondo. El GIEI es un paso en la dirección correcta; es necesario profundizar ese camino. Por eso, en el marco de su visita a las Naciones Unidas a partir de este domingo 27 de septiembre, en donde incluso se reunirá con el Secretario General Ban Ki-moon, demandamos que requiera formalmente y por la colaboración de la ONU para la creación de una Comisión Internacional contra la Impunidad y la Corrupción en México, que investigue y coadyuve en los casos más emblemáticos de violaciones graves a los derechos humanos, conflicto de interés y macrocriminalidad.
Usted mismo señor presidente en su discurso del 21 de agosto del presente año en el marco de la 38va sesión del Consejo Nacional de Seguridad advirtió: “los mexicanos hemos ido perdiendo algo fundamental para crecer como sociedad y como país: la confianza. La confianza en el gobierno federal, en los gobiernos locales, en el Congreso federal y en las Legislaturas de los estados, en el Poder Judicial de la Federación y en el Poder Judicial de las distintas entidades”. Es momento de comprometerse con su país entero y efectuar cambios de gran calado.
Nuestros hermanos guatemaltecos, ante una situación similar, decidieron profundizar la cooperación internacional para fortalecer el Estado de Derecho mediante un esquema similar, a partir de la llamada CICIG, han construido la justicia que hoy no tenemos en México. Como muestra el caso de nuestros hijos, los pactos de impunidad que subsisten en México son tan fuertes, que solo mediante una iniciativa de esta magnitud podrán ser revertidos. Para dar forma a esta iniciativa, se precisa una consulta amplia entre las víctimas, la sociedad civil, la academia y las instituciones estatales.
En esta tónica, dado que será orador en la Asamblea General la Organización de las Naciones Unidas, le pedimos que en el discurso que dará en esa ocasión reconozca la legitimidad de nuestra lucha, la convicción del Estado mexicano para acatar el Informe presentado por el GIEI y su disposición para profundizar la cooperación internacional en el fortalecimiento del Estado de Derecho.
Presidente: No confiamos en sus instituciones y en su gobierno, que dolosamente buscaron engañarnos, pero el anhelo de abrazar nuevamente a nuestros hijos hoy nos hace estar aquí para exigirle una vez más que los encuentre, que los encuentre ya.
En su reunión con el presidente Enrique Peña Nieto, los familiares de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos hace un año presentaron un pliego de peticiones con ocho "exigencias esenciales". A continuación, el texto íntegro de las demandas.
México D.F, a 24 de septiembre de 2015
C. PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA ENRIQUE PEÑA NIETO.
P R E S E N T E.-
Hoy, a casi un año de los atroces hechos acontecidos en Iguala, Guerrero, en contra de nuestros hijos y de nuestros compañeros, venimos ante Usted a exigir justicia y verdad a una sola voz.
Ha sido un año lleno de sufrimiento y de angustia por no saber de nuestros hijos. Un año en el que ha privado la simulación y el engaño.
También ha sido un año en el que nuestra digna exigencia de justicia ha movido a todo Guerrero, a todo el país y a la comunidad internacional más allá de las fronteras.
No hay palabras que nombren lo que hemos vivido. De la incredulidad pasamos al desconcierto; del desconcierto a la tristeza; de la tristeza a la zozobra; de la zozobra a la rabia. Nuestras vidas han sido destruidas y sólo nos mantiene de pie el amor por nuestros hijos.
Porque fueron agentes y autoridades del Estado, Presidente. Fue el Estado el que desapareció a nuestros hijos, el que permitió que la narcopolítica se afincara en Guerrero, el que generó una mentira histórica que hoy ha sido evidenciada, el que nos torturó al privilegiar los tiempos políticos antes que los derechos de las víctimas.
Aún recordamos su indiferencia durante las primeras semanas de nuestra tragedia. Ignoramos si lo asesoran mal o si su gobierno fue omiso por razones partidistas, pero lo real es que esa negligencia marca de manera indeleble la investigación y compromete la responsabilidad de su Gobierno.
La primera vez que venimos ante Usted, con la desaparición a cuestas tras más de un mes sin saber de nuestros hijos, firmamos con el Presidente de la República 10 compromisos que no fueron cumplidos cabalmente. Su palabra no fue honrada.
En vez de que se haya procurado la justicia y la verdad, se procuró la mentira. Hoy lo sabemos porque el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) puso en evidencia que lo que su gobierno sostuvo como la verdad histórica no era más que un engaño construido sobre pruebas hechas a modo y sin independencia.
Por eso, venimos ante Usted a exigir que sean cumplidas las principales recomendaciones del Grupo de Expertos Independientes: debe darse un replanteamiento general de la investigación y deben mantenerse los procesos de búsqueda. Para que esto ocurra, necesitamos dos garantías: Primero, Usted como máximo jefe del Estado mexicano debe comprometerse a estar de lado de la verdad y no de la mentira; segundo, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes debe continuar su labor hasta que haya justicia y verdad. Estas dos garantías son la base para que sean atendidas nuestras exigencias, que son las siguientes:
1. Reconocimiento de la legitimidad de nuestra búsqueda de justicia y de que el caso se encuentra abierto. Demandamos que como jefe del Ejecutivo reconozca que nuestra lucha es legítima y exprese públicamente, de manera clara, que la investigación está abierta. Ya no queremos escucharlo decir que debemos superar este dolor y seguir adelante, como si la verdad hubiese sido esclarecida, cuando se nos pretende engañar con mentiras y falsedades; ya no queremos que sus funcionarios se expresen negativamente de nuestro movimiento y cuestionen dolosamente nuestras intenciones.
2. Permanencia del GIEI, aceptación plena del informe del GIEI y sus recomendaciones. Exigimos que públicamente se comprometa a cumplir el Informe del GIEI.
Demandamos que se acate, no que se analice. No es posible que algunos de sus funcionarios digan que revisarán el informe y otros salgan públicamente a descalificarlo. Para ello, exigimos que así se señale públicamente, que el Gobierno Federal publique en el Diario Oficial de la Federación el resumen ejecutivo del Informe, y que se haga una nueva edición con amplia distribución en todo el país de dicho reporte. Además, demandamos que al cumplirse un año del mandato del GIEI reciba de ellos mismos y con nuestra participación, el informe a un año de sus labores, con base al cual se evaluará su permanencia para continuar monitoreando la implementación de todas sus recomendaciones.
Sabemos que su gobierno ha propuesto que el GIEI continúe durante 6 meses más. Nosotros demandamos que su mandato se prorrogue durante un año más, pues consideramos que sería el tiempo suficiente para que los expertos verifiquen la reestructuración de la investigación, la implementación de una estrategia de búsqueda profesional de nuestros hijos, pero además la implementación de una política pública integral que evite que estos hechos se vuelvan a repetir. Es momento Presidente de comprometerse a que este país cambie y se asegure la verdad y la justicia en Ayotzinapa.
3. Replanteamiento de la investigación en una unidad especializada de investigación, con supervisión internacional, compuesta por dos instancias: una que indague a profundidad dónde están nuestros hijos y otra que investigue el montaje con que se nos pretendió engañar. Al saber que la Procuraduría quiso engañarnos, una y otra vez nos preguntamos cómo podríamos volver a confiar en una institución que se burló de nosotros. Lo cierto es que no podemos volver a confiar. Pero si fue el Estado el que desapareció a nuestros hijos, no podemos dejar de exigir al Estado que los busque. Sabemos que formalmente la investigación debe continuar, pero para revertir el daño hecho exigimos que la indagatoria:
a) Salga de la SEIDO y sea ubicada directamente en la Oficina de la Procuradora;
b) Sea conducida por un fiscal que tenga el visto bueno del Grupo de Expertos;
c) Se guíe en función de un plan de investigación que deberá diseñarse conjuntamente con los expertos y la coadyuvancia;
d) Pida apoyo externo a la Procuraduría cuando requiera dictámenes periciales, con el visto bueno del Equipo Argentino de Antropología Forense;
e) Presente periódicamente los avances de la investigación;
f) Cuente con los recursos y facultades para incentivar la cooperación de testigos e informantes, previo visto bueno del Grupo de Expertos;
g) Haga suyo el peritaje generado por el Grupo de Expertos respecto del supuesto fuego de Cocula;
h) Agote todas las líneas de investigación, incluyendo las relativas al Ejército y a los políticos corruptos de Guerrero; y
j) Parta de la base fáctica de hechos comprobados por el GIEI.
Sin esas condiciones, es imposible cumplir con el replanteamiento recomendado por los expertos.
Por otro lado, la unidad especial de investigación que demandamos deberá también investigar a quienes por acciones u omisiones pueden tener responsabilidad en la obstrucción de la justicia fabricando versiones carentes de prueba. En particular, exigimos que se investigue la responsabilidad del ExGobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero; del ExProcurador de Guerrero, Iñaky Blanco; del ExProcurador, Jesús Murillo Karam; del Titular de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón de Lucio; y de la responsable de los servicios periciales de la Procuraduría, Sara Mónica Medina Alegría.
4. Relanzamiento y concentración de la búsqueda a partir del uso inmediato de tecnología. A lo largo de todo este año hemos sufrido la falta de coordinación de su gobierno en lo concerniente a la búsqueda de nuestros hijos. Sin inteligencia y sin articulación, cada dependencia o fuerza policial realizó supuestas acciones de búsqueda sin profesionalismo. Hoy exigimos que, bajo la conducción de la unidad especial de investigación, se reconcentren los trabajos de búsqueda para que estos se conduzcan con base en análisis de inteligencia, con uso de toda la tecnología disponible. En particular, exigimos que se instale una mesa para la planeación de operativos regionales de búsqueda y que se use a la brevedad la tecnología recomendada por el Grupo de Expertos desde su primer informe, incluyendo lo relacionado con la telefonía, la georreferenciación de los puntos de búsqueda y el empleo de la técnica LIDAR para el uso de georradares aéreos. Para ello se requiere que Usted desde la Presidencia impulse estas medidas.
5. Atención digna e inmediata a los heridos y familiares de nuestros compañeros ejecutados extrajudicialmente. Trato digno a las víctimas. A un año de los hechos, siguen habiendo fallas en la atención de los heridos y de las familias de los fallecidos. Segundas opiniones internacionales que no se realizan; operaciones que se posponen; derechos que se niegan. Las instancias de atención de víctimas actúan descoordinadas y se guían por criterios burocráticos. Por otro lado, en todo momento se privilegia lo mediático y lo político cuando hay un anuncio relevante en la investigación, por encima de nuestros derechos, sin ningún respeto por el dolor que sentimos y sin ninguna humanidad. Ya no toleraremos más tratos indignos.
6. Respeto a la Normal Rural Raúl Isidro Burgos y cese a los intentos de criminalización de los normalistas. A lo largo de todo este año, hemos visto cómo su Gobierno pone más recursos y destina más personal en contener y reprimir las legítimas actividades de la Normal que en buscar a nuestros desaparecidos. Mientras que a los estudiantes se les vigile y se les monitorea, como ocurrió con nuestros muchachos por medio del C4, a los delincuentes que operan y que gobiernan en Guerrero se les permite actuar en la impunidad. Mientras que se protege a los narcotraficantes, se confunde permanentemente a la opinión pública a través de la estigmatización dolosa de la Normal. Demandamos respeto a la dignidad de nuestros hijos, de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y de todos los normalistas de México.
7. Mecanismos de comunicación permanente, digna y con respeto a nuestros derechos. Durante un año hemos tenido que enfrentar noticias muy duras en soledad, sin poder comunicarnos con nuestras familias, sin conocer la información de primera mano, todo porque su gobierno ha priorizado sus tiempos y estrategias políticas, por encima del dolor de las familias y sus derechos como víctimas.
Hace solo un par de semanas confirmamos su desdén por nuestro dolor, por lo que puedan sentir nuestras familias en casa, cuando volvieron a mentirnos a nosotros y a la sociedad mexicana tergiversando verdades. No podemos permitir que sigan causándonos más dolor, por lo que es necesario que se establezca un mecanismo claro y respetuoso de información relativa a la investigación y búsqueda de nuestros hijos en el que se garantice el respeto a nuestros derechos como víctimas y a nuestra privacidad.
8. Reconocimiento y acciones de fondo frente a la crisis de impunidad, corrupción y violaciones a derechos humanos que vive México. A lo largo de este año, hemos aprendido que nuestros 43 hijos no son los únicos desaparecidos, nuestro dolor es tan generalizado como las desapariciones. Decenas de miles de familias buscan a sus seres queridos mientras nuestro país se convierte en una inmensa fosa clandestina. Usted debe hacer algo por los desaparecidos o, de lo contrario, el clamor de las familias que buscamos a quienes nos faltan lo seguirá a donde vaya y en donde esté, incluso después de que termine su mandato. Para responder a esta grave crisis que vive el país, el primer paso es escucharnos, escuchar a quienes sabemos lo que es buscar a nuestros desaparecidos, escuchar a quienes enfrentamos la indiferencia de las instituciones día a día.
Las políticas y leyes para enfrentar esta situación deben ajustarse a las exigencias de quienes enfrentamos esta vivencia atroz; como lo han dicho las familias que comparten nuestra rabia y nuestro dolor en el marco de la discusión de la Ley General de Desaparición Forzada: ¡Sin las familias NO!
Por otro lado, la crisis que vive nuestro país es de tal magnitud que se requieren acciones de fondo. El GIEI es un paso en la dirección correcta; es necesario profundizar ese camino. Por eso, en el marco de su visita a las Naciones Unidas a partir de este domingo 27 de septiembre, en donde incluso se reunirá con el Secretario General Ban Ki-moon, demandamos que requiera formalmente y por la colaboración de la ONU para la creación de una Comisión Internacional contra la Impunidad y la Corrupción en México, que investigue y coadyuve en los casos más emblemáticos de violaciones graves a los derechos humanos, conflicto de interés y macrocriminalidad.
Usted mismo señor presidente en su discurso del 21 de agosto del presente año en el marco de la 38va sesión del Consejo Nacional de Seguridad advirtió: “los mexicanos hemos ido perdiendo algo fundamental para crecer como sociedad y como país: la confianza. La confianza en el gobierno federal, en los gobiernos locales, en el Congreso federal y en las Legislaturas de los estados, en el Poder Judicial de la Federación y en el Poder Judicial de las distintas entidades”. Es momento de comprometerse con su país entero y efectuar cambios de gran calado.
Nuestros hermanos guatemaltecos, ante una situación similar, decidieron profundizar la cooperación internacional para fortalecer el Estado de Derecho mediante un esquema similar, a partir de la llamada CICIG, han construido la justicia que hoy no tenemos en México. Como muestra el caso de nuestros hijos, los pactos de impunidad que subsisten en México son tan fuertes, que solo mediante una iniciativa de esta magnitud podrán ser revertidos. Para dar forma a esta iniciativa, se precisa una consulta amplia entre las víctimas, la sociedad civil, la academia y las instituciones estatales.
En esta tónica, dado que será orador en la Asamblea General la Organización de las Naciones Unidas, le pedimos que en el discurso que dará en esa ocasión reconozca la legitimidad de nuestra lucha, la convicción del Estado mexicano para acatar el Informe presentado por el GIEI y su disposición para profundizar la cooperación internacional en el fortalecimiento del Estado de Derecho.
Presidente: No confiamos en sus instituciones y en su gobierno, que dolosamente buscaron engañarnos, pero el anhelo de abrazar nuevamente a nuestros hijos hoy nos hace estar aquí para exigirle una vez más que los encuentre, que los encuentre ya.
Mientras que no conozcamos con pruebas irrefutables el paradero de nuestros hijos; mientras las víctimas no seamos tratadas con dignidad; mientras los asesinos no sean detenidos y castigados; mientras los narcopolíticos sigan gobernando; mientras no haya verdad, nuestra legítima búsqueda de justicia marcará su administración y a su nombre se asociará el de Ayotzinapa como símbolo de la impunidad y la corrupción que reina en el país. Mientras no sepamos dónde están nuestros hijos, nuestro grito seguirá resonando en todo el país:
¡VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!
COMITÉ DE PADRES DE FAMILIA DE LOS 43 NORMALISTAS
FAMILIARES DE LOS NORMALISTAS HERIDOS
FAMILIARES DE LOS NORMALISTAS EJECUTADOS EXTRAJUDICIALMENTE
COMITÉ ESTUDIANTIL DE LA NORMAL RURAL DE AYOTZINAPA.
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Anuncia EZLN movilización por los 43
Por Elio Henríquez, corresponsal vie, 25 sep 2015 10:21 La Jornada
Marcha silenciosa del EZLN en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, “en señal de dolor y coraje” por el asesinato de normalistas de Ayotzinapa, en imagen de archivo. Foto Moysés Zúñiga
San Cristóbal de Las Casas, Chis. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) informó que en el primer aniversario de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, “miles” de sus integrantes se manifestarán en sus territorios mañana sábado 26 de septiembre “para abrazar así a todas las personas que tienen el dolor y la rabia a causa de la cárcel, la desaparición y la muerte impuestas por el de arriba”.
En un comunicado firmado por los Subcomandantes Moisés y Galeano, dijo que “las abrazaremos también porque así nos abrazaremos nosotras, nosotros, zapatistas. Y así llamamos a todas las personas honestas y cabales del planeta para que hagan lo mismo, en sus calendarios y geografías, según sus tiempos y modos”.
El EZLN no preció qué tipo protestas de harán mañana sábado sus integrantes pero afirmó que “miles de zapatistas, niños, niñas, jóvenes, jóvenas, mujeres, hombres, otroas, ancianos y ancianas, viv@s y muert@s, nos manifestaremos en nuestros territorios”.
Señaló que “sabemos quienes somos lo que somos, que nuestros dolores y rabias nacen y se alimentan de mentiras e injusticias”, porque “quien está arriba a costa de quienes abajo somos lo que somos, miente como forma de hacer política y adorna la muerte, la desaparición forzada, el encarcelamiento, la persecución y el asesinato con el escándalo de su corrupción”.
Manifestó que “es criminal con fuero y sin vergüenza quien arriba es, sin importar el color de su política. Sin importar si pretende esconderse detrás de un cambio de nombre y de bandera. Siempre el mismo rostro, la misma soberbia, la misma ambición y la misma estupidez. Como si al desaparecer y asesinar también quisieran desaparecer y asesinar la memoria”.
El grupo rebelde expresó que “de arriba y de quienes ahí anidan sus perversiones y bajezas, sólo recibiremos la mentira como salario y la injusticia como pago. Puntuales llegan la injusticia y la mentira, todos los días, a todas horas, en todas partes. No les sacia el despojarnos de trabajo, vida, tierra, naturaleza”.
También, abundó, “nos roban a quienes con nosotr@s son: hijos, hijas, hermanas, hermanos, padres, madres, familiares, compas, amig@s. Persigue quien arriba es, encarcela, secuestra, desaparece, asesina. No sólo acaba con cuerpos, con vidas, también destruye historias. Sobre la desmemoria construye el de arriba su impunidad. El olvido es el juez que no sólo lo absuelve, también lo premia. Por eso, y más, nuestros dolores y rabias buscan la verdad y la justicia”.
Aseveró que “tarde o temprano aprendemos que no se encuentran en ningún lado, que no hay libro, ni discurso, ni sistema jurídico, ni institución, ni promesa, ni tiempo, ni lugar para ellas. Que hay que construirlas aprendemos. Como si el mundo no estuviera cabal todavía, como si un hueco le hiriera el vientre, lacerado el corazón del color que somos de la Tierra”.
Aseguró que “llegará el tiempo en que paguen quienes nos deben todo. Pagará quien persiguió, encarceló, golpeó y torturó; quien impuso la desesperación de la desaparición forzada y asesinó porque el sistema que creó, alimentó, cobijó y protegió el crimen que se viste de mal gobierno, será destruido, no maquillado, reformado o modernizado” sino “demolido, destruido, acabado y sepultado”.
Añadió que “el mundo y su historia se llenan así de ausencias, y esas ausencias se hacen murmullo, palabra fuerte, grito, alarido. No gritamos por lamento. No lloramos por pena.
No murmuramos por resignación. Es para que quienes faltan encuentren el camino de regreso. Para que sepan que están aunque falten. Para que no olviden que no olvidamos. Por eso: por el dolor, por la rabia, por la verdad, por la justicia. Por Ayotzinapa y todos los Ayotzinapas que hieren los calendarios y geografías de abajo. Por eso la resistencia. Por eso la rebeldía”.
Texto íntegro del comunicado del
EZLN
Por el dolor, por la rabia, por la
verdad, por la justicia.
Septiembre del 2015.
Compañeros y compañeras de la Sexta de México y el Mundo; hermanas y hermanos de los pueblos de la Tierra:
Sabe nuestro colectivo corazón, de antes y de ahora, que nuestro dolor no es lamento estéril. Sabe que nuestra rabia no es desahogo inútil. Sabemos quienes somos lo que somos, que nuestros dolores y rabias nacen y se alimentan de mentiras e injusticias.
Porque quien está arriba a costa de quienes abajo somos lo que somos, miente como forma de hacer política y adorna la muerte, la desaparición forzada, el encarcelamiento, la persecución y el asesinato con el escándalo de su corrupción.
Es criminal con fuero y sin vergüenza quien arriba es, sin importar el color de su política. Sin importar si pretende esconderse detrás de un cambio de nombre y de bandera. Siempre el mismo rostro, la misma soberbia, la misma ambición y la misma estupidez. Como si al desaparecer y asesinar también quisieran desaparecer y asesinar la memoria.
De arriba y de quienes ahí anidan sus perversiones y bajezas, sólo recibiremos la mentira como salario y la injusticia como pago.
Puntuales llegan la injusticia y la mentira, todos los días, a todas horas, en todas partes. No les sacia el despojarnos de trabajo, vida, tierra, naturaleza. También nos roban a quienes con nosotros/nosotras son: hijos, hijas, hermanas, hermanos, padres, madres, familiares, compas, amigos/amigas.
Persigue quien arriba es. Encarcela. Secuestra. Desaparece. Asesina. No sólo acaba con cuerpos, con vidas, también destruye historias.
Sobre la desmemoria construye el de arriba su impunidad. El olvido es el juez que no sólo lo absuelve, también lo premia. Por eso, y más, nuestros dolores y rabias buscan la verdad y la justicia.
Tarde o temprano aprendemos que no se encuentran en ningún lado, que no hay libro, ni discurso, ni sistema jurídico, ni institución, ni promesa, ni tiempo, ni lugar para ellas. Que hay que construirlas aprendemos.
Como si el mundo no estuviera cabal todavía, como si un hueco le hiriera el vientre, lacerado el corazón del color que somos de la Tierra. Así aprendemos que sin verdad y sin justicia, no hay día ni noche cabal. No reposa nunca el calendario, no descansa la geografía.
En muchas lenguas, idiomas, signos, nombramos a quien falta, y cada dolor y cada rabia toma un nombre, un rostro, una historia, un hueco que duele e indigna. El mundo y su historia se llenan así de ausencias, y esas ausencias se hacen murmullo, palabra fuerte, grito, alarido.
No gritamos por lamento. No lloramos por pena. No murmuramos por resignación. Es para que quienes faltan encuentren el camino de regreso. Para que sepan que están aunque falten. Para que no olviden que no olvidamos. Por eso: por el dolor, por la rabia, por la verdad, por la justicia. Por Ayotzinapa y todos los Ayotzinapas que hieren los calendarios y geografías de abajo. Por eso la resistencia. Por eso la rebeldía. Porque llegará el tiempo en que paguen quienes nos deben todo.
Pagará quien persiguió, pagará quien encarceló, pagará quien golpeó y torturó. Pagará quien impuso la desesperación de la desaparición forzada. Pagará quien asesinó. Porque el sistema que creó, alimentó, cobijó y protegió el crimen que se viste de mal gobierno, será destruido. No maquillado, no reformado, no modernizado. Demolido, destruido, acabado, sepultado será.
Por eso en este tiempo nuestro mensaje no es de consuelo ni de resignación para quienes se duelen por una o muchas ausencias.
De rabia es nuestro mensaje, de coraje. Porque conocemos ese mismo dolor. Porque tenemos en las entrañas la misma rabia. Porque, siendo diferentes, así nos parecemos. Por eso nuestra resistencia, por eso nuestra rebeldía. Por el dolor y la rabia. Por la verdad y la justicia.
Por eso: No claudicar. No venderse. No rendirse.
Por eso: ¡Verdad y Justicia! Desde las montañas del sureste mexicano.
Subcomandante Insurgente Moisés. Subcomandante Insurgente Galeano.
En un rincón del planeta que llaman 'Tierra', septiembre del 2015.
Este día 26 de septiembre, miles de zapatistas, niños, niñas, jóvenes, mujeres, hombres, otras, ancianos y ancianas, vivos/vivas y muertos/muertas, nos manifestaremos en nuestros territorios para abrazar así a todas las personas que tienen el dolor y la rabia a causa de la cárcel, la desaparición y la muerte impuestas por el de arriba.
Las abrazaremos también porque así nos abrazaremos nosotras, nosotros, zapatistas. Y así llamamos a todas las personas honestas y cabales del planeta para que hagan lo mismo, en sus calendarios y geografías, según sus tiempos y modos. Porque mientras se quieran suplir con mentiras y burlas las faltas de verdad y justicia, la humanidad seguirá siendo sólo una grotesca mueca en la faz de la Tierra.
Ayotzinapa a un año (o lo que
Ayotzinapa puso en evidencia)
A un año de la desaparición de los 43, las noticias parecen acelerarse. Los informes técnicos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y del Equipo Argentino de Antropología Forense, el juicio a uno de los integrantes de Guerreros Unidos y la supuesta confirmación de identidad de Jhosivani Guerrero, otro de los normalistas, a partir de los restos hallados en un río de Cocula (confirmación rechazada por sus familiares), serán el telón de fondo de la marcha que llegará el próximo sábado al Zócalo de la Ciudad de México para recordar que ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!
Compartimos esta reflexión de Miguel Mazzeo, que contextualiza los hechos de Ayotzinapa en la historia mexicana, y el calendario de actividades conmemorativas a desarrollarse en Montevideo.
Hace ya mucho tiempo que el capitalismo y el neocolonialismo han desatado una guerra contra los pueblos del mundo, en particular contra los pobres, los trabajadores, los indígenas y las mujeres de la periferia. Se trata de una ofensiva que pretende arrasar con todos los espacios de cohesión comunitaria, con todos los espacios de cooperación y de solidaridad vinculados a los territorios y las subjetividades heterogéneas de los y las de abajo.
Una ofensiva que quiere barrer de un plumazo las conquistas obtenidas por más de dos siglos de luchas populares. Estamos frente a una especie de moderna “Santa Alianza” del capital contra el trabajo, de las grandes corporaciones multinacionales contra la humanidad y la naturaleza, del Estado burgués contra las praxis organizativas de los pueblos basadas en la independencia y la autonomía.
Hace mucho tiempo también que esa guerra tiene uno de sus frentes principales y más intensos –desprovisto de todo filtro– en México. Podríamos recurrir a un arsenal de argumentos para demostrar que esto que decimos dista de ser una exageración que, en México, la hostilidad del sistema viene siendo impecable e implacable. Nos basta con tener presente algunas pocas cifras descarnadas.
Hace ya mucho tiempo que el capitalismo y el neocolonialismo han desatado una guerra contra los pueblos del mundo, en particular contra los pobres, los trabajadores, los indígenas y las mujeres de la periferia. Se trata de una ofensiva que pretende arrasar con todos los espacios de cohesión comunitaria, con todos los espacios de cooperación y de solidaridad vinculados a los territorios y las subjetividades heterogéneas de los y las de abajo.
Una ofensiva que quiere barrer de un plumazo las conquistas obtenidas por más de dos siglos de luchas populares. Estamos frente a una especie de moderna “Santa Alianza” del capital contra el trabajo, de las grandes corporaciones multinacionales contra la humanidad y la naturaleza, del Estado burgués contra las praxis organizativas de los pueblos basadas en la independencia y la autonomía.
Hace mucho tiempo también que esa guerra tiene uno de sus frentes principales y más intensos –desprovisto de todo filtro– en México. Podríamos recurrir a un arsenal de argumentos para demostrar que esto que decimos dista de ser una exageración que, en México, la hostilidad del sistema viene siendo impecable e implacable. Nos basta con tener presente algunas pocas cifras descarnadas.
Las 22.610 personas desaparecidas en los últimos nueve años, las 150.000 personas muertas, el millón de desplazados y desplazadas, los más de mil cuerpos hallados en fosas comunes clandestinas en los últimos 3 años (las cifras son oficiales). Nos basta con recordar que, en México, el Estado desconoce a los sindicatos sólo por saber conservar condiciones dignas para los trabajadores y las trabajadoras, o que criminaliza a las mujeres que luchan por el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos (mientras tanto, en sintonía, la violencia patriarcal asesina a seis mujeres por día), o que tiene permanentemente en su mira a jóvenes, pobres, indígenas, militantes populares y diferentes.
Ante nosotros y nosotras la indecente exhibición de las secuelas de la etapa superior del neoliberalismo, el rostro más auténtico del capitalismo periférico: un rostro salvaje y depredador.
Ante nosotros y nosotras la indecente exhibición de las secuelas de la etapa superior del neoliberalismo, el rostro más auténtico del capitalismo periférico: un rostro salvaje y depredador.
Por cierto, el capitalismo no tiene otros rostros, aunque sabe ocultar su genotipo y desconcertar con máscaras “humanas” y fenotipos “piadosos”. Pero los pueblos saben, o por lo menos intuyen, que es absolutamente falsa la escisión entre neoliberalismo y capitalismo y que existen afinidades electivas entre los patrones neo-coloniales de poder y el capitalismo.
La regulación del capitalismo como alternativa al neoliberalismo no parece ser una respuesta eficaz. En el mejor de los casos podrá ralentizar los procesos de desintegración de la existencia y la cultura, pero no podrá ofrecer formas nuevas de integración. Tampoco parece demasiado viable un “capitalismo descolonizador”. Es necesario asumir otros horizontes civilizatorios y otros propósitos estratégicos y no capitular ante las formas de dominación burguesa más prolijas e “inclusivas” (formas seductoras para incautos e incautas).
Ante nosotros y nosotras el expansionismo sin fronteras que busca optimizar el territorio mundial y que renueva las viejas cadenas de dependencia al tiempo que crea otras nuevas. Ante nosotros y nosotras algunos de los “efectos” del “equilibrio continental” perseguido por los Estados Unidos. Antes nosotros y nosotras el insoportable grado de degradación económica, social, política y ecológica alcanzado por la “Civilización Occidental”.
Los sucesos de Ayotzinapa (ciudad de Iguala, Estado de Guerrero) del 26 y el 27 de septiembre de 2014 constituyen un episodio de una invariante en la historia mexicana. El ajuste estructural de la década del 80, el Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado en 1994 con sus correspondientes abusos del poder monopólico por parte de las empresas multinacionales y con una inserción cada vez más dependiente del capitalismo mundial, pueden considerarse como los hitos más cercanos de esa invariante. La extensa serie de violaciones a los derechos humanos y a los derechos de los pueblos perpetrada por la clase dominante mexicana, por el colonialismo y el neo-colonialismo desde hace 500 años, constituyen sus hitos de larga data y de persistente reiteración. Pero los sucesos de Ayotzinapa no son una vicisitud más, poseen un carácter sustantivo porque representan a cabalidad toda una época.
Ayotzinapa puso en evidencia esta guerra desatada por el capitalismo y el neocolonialismo contra los pueblos del mundo. Una guerra cuyo objetivo principal consiste en instituir una macabra uniformidad, una monstruosa totalidad, erradicando todo elemento que unifique y organice a los y a las de abajo, toda potencialidad autogestionaria, todo sustrato identitario y cultural que se contraponga a las coordenadas esclavizantes y alienantes y que pueda servir como basamento de un proyecto emancipador de los pueblos. Esta guerra viene incrementando su vehemencia en los últimos años y, aunque la constatación resulte dolorosa, también hay que decir que, en ciertos aspectos, ha trepado al auge de su eficacia. Con nuevos artefactos ideológicos de dominación, el capitalismo y el neocolonialismo han generando un “colchón social” compuesto por actores fragmentados, irresponsables, a-críticos, individualistas, pesimistas, frustrados, consumistas, impiadosos, agresivos, colonizados, manipulados; en fin, actores que son lisa y llanamente antisociales, monadas aisladas que pueden jugar tanto el rol de víctimas como de victimarios.
Los medios y métodos de esta guerra no constituyen anomalías. Las políticas de “seguridad” sólo pueden exhibir sus efectos destructivos sobre la vida de los pueblos. Militarización, para-militarización y narcotráfico son plenamente funcionales a los objetivos del capitalismo y el neocolonialismo (con sus componentes racistas y patriarcales), se han convertido en rasgos inherentes a la formación socio-económica capitalista periférica de este tiempo. Igual de funcional es la gestión del terror. No hay fallas de continuidad. No hay efectos colaterales. México muestra una estrategia de saqueo de las riquezas y de control social basada en una violencia cada vez más sistémica, casi mecánica. Una violencia que se retroalimenta con la pobreza, la soledad y la indiferencia, haciéndose cada vez más cruel y feroz y generando un medio saturado de impotencia y de tristeza. México muestra como los sistemas y los subsistemas de opresión y dominación de los seres humanos se interrelacionan y se potencian creando una maraña opresora que parece inexpugnable.
Pero de ningún modo existe en México un escenario hobbesiano. Sostener esto constituye una salida fácil, superficial o cómplice. O las tres cosas al mismo tiempo. No se trata de una guerra de todos y todas contra todos y todas. Además, los medios utilizados, la direccionalidad, el sentido y la “intencionalidad pedagógica” de la violencia son demasiado evidentes. No los pueden ocultar las artimañas de los medios de comunicación monopólicos con sus verbos despersonalizados, con sus afinadas estrategias de ocultamiento, con su inveterada costumbre de estigmatizar a las víctimas y de crear estereotipos que invariablemente “dan de comer” a la violencia estatal y para-estatal, con su deseo de “cerrar el caso” cuanto antes y con su sorprendente capacidad para re-actualizar el macartismo. Tampoco pueden ocultarlos las meras prácticas de consolación. Mucho menos pueden ser eficaces estos encubrimientos y astucias cuando buena parte de las víctimas posee la estirpe de los luchadores sociales, de los que enseñan el maravilloso oficio de la libertad, de los constructores de convivencia igualitaria, de “comunalidad” y futuro. Directa o indirectamente las biografías de los muertos, heridos, desaparecidos de Ayotzinapa se pueden encastrar en una sola historia, en un mismo un drama colectivo.
¿Acaso no luchaban contra la privatización de la educación pública y, en general, contra el imparable proceso de mercantilización-colonización de todos los bienes públicos? ¿Acaso no estaban defendiendo la tradición de las escuelas normales, en especial la formidable tradición de Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa que parió a un Lucio Cabañas o un Genaro Vázquez Rojas? Las escuelas como la Normal Rural Isidro Burgos constituyen esos raros espacios en donde los jóvenes adquieren la capacidad de asumir los desafíos que nos impone la crisis del capital; donde pueden adquirir cierta idoneidad para protagonizar las luchas de se avecinan o, simplemente, desarrollar hábitos de resistencia a las políticas de domesticación. ¿Acaso los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa no estaban predispuestos a aportar, a través de la educación de las bases y de un magisterio siempre concientizador y desfechitizador, a la consolidación de los movimientos sociales? ¿Acaso no estaban vinculados a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM)? ¿Acaso no se dirigían a un acto en conmemoración por la masacre de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968? No hay resquicios para las casualidades. El poder opresor –bajo cualquiera de sus formas: Estado o para-Estado, capitalistas formales o informales, legales o ilegales– hace desaparecer a los cuerpos tenaces que no logra degradar o descomponer, a los cuerpos orgullosos que no se dejan comprar, que no se quieren vender, que se niegan a ser mercancía, objeto o espectáculo; a los cuerpos arraigados en un territorio propio donde se hace la vida, situados en las trincheras más aptas para frenar la normalización disciplinaria y los procesos de subjetivación que impulsa el capital. El poder opresor no tolera a los cuerpos obstinados y contradictores que quieren ser autónomos y felices, que resisten, sueñan y crean. Supo dar en la tecla esa pintada en la calle de la Reforma que decía pienso, luego me desaparecen.
Los y las que insisten en un escenario hobbesiano se olvidan del otro México, el que viene amasándose desde abajo. El México que, con sus espacios de socialización militante, con sus espacios públicos alternativos, con sus organizaciones de base, con sus luchas y sus sueños, con sus experiencias de autogobierno y de producción democrática, con sus Caracoles y sus Comités Municipales Populares, confronta al ritmo de sus intereses y despliega las contradicciones inherentes del sistema. El México que sabe que la ocasión de la libertad y la estación del advenimiento de la esperanza sólo se encuentran en lo colectivo y por eso teje y teje con los hilos del arco iris y del poder popular. El México que está en exceso respecto la protesta y el deseo (indispensables pero insuficientes) y trabaja para construir un proyecto emancipador. El México de la “tradición larga, perdurable y nunca rota” de la que hablaba Pedro Henríquez Ureña. El México de la autoconciencia popular.
Vemos que carece de asidero la definición de México como “aquello que está alrededor de las fosas comunes”. Entonces, más que de un escenario “hobbesiano” cabe hablar de un “Armagedón”. No sabemos si cercano o lejano, pero sí sabemos que será inevitable. El abismo tiene fondo. Como decía el Libertador Simón Bolívar en la Carta de Jamaica, hace exactamente doscientos años: “a pesar de todo los Mejicanos serán libres”.
La “Guerra al Narcotráfico” lanzada hace una década, se muestra como la estrategia para silenciar, perseguir y asesinar militantes populares y para desatar la violencia clasista, racista y sexista. La “Guerra al Narcotráfico” es una forma de guerra contrainsurgente en el mundo de la posguerra fría.
Ante nosotros y nosotras el expansionismo sin fronteras que busca optimizar el territorio mundial y que renueva las viejas cadenas de dependencia al tiempo que crea otras nuevas. Ante nosotros y nosotras algunos de los “efectos” del “equilibrio continental” perseguido por los Estados Unidos. Antes nosotros y nosotras el insoportable grado de degradación económica, social, política y ecológica alcanzado por la “Civilización Occidental”.
Los sucesos de Ayotzinapa (ciudad de Iguala, Estado de Guerrero) del 26 y el 27 de septiembre de 2014 constituyen un episodio de una invariante en la historia mexicana. El ajuste estructural de la década del 80, el Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado en 1994 con sus correspondientes abusos del poder monopólico por parte de las empresas multinacionales y con una inserción cada vez más dependiente del capitalismo mundial, pueden considerarse como los hitos más cercanos de esa invariante. La extensa serie de violaciones a los derechos humanos y a los derechos de los pueblos perpetrada por la clase dominante mexicana, por el colonialismo y el neo-colonialismo desde hace 500 años, constituyen sus hitos de larga data y de persistente reiteración. Pero los sucesos de Ayotzinapa no son una vicisitud más, poseen un carácter sustantivo porque representan a cabalidad toda una época.
Ayotzinapa puso en evidencia esta guerra desatada por el capitalismo y el neocolonialismo contra los pueblos del mundo. Una guerra cuyo objetivo principal consiste en instituir una macabra uniformidad, una monstruosa totalidad, erradicando todo elemento que unifique y organice a los y a las de abajo, toda potencialidad autogestionaria, todo sustrato identitario y cultural que se contraponga a las coordenadas esclavizantes y alienantes y que pueda servir como basamento de un proyecto emancipador de los pueblos. Esta guerra viene incrementando su vehemencia en los últimos años y, aunque la constatación resulte dolorosa, también hay que decir que, en ciertos aspectos, ha trepado al auge de su eficacia. Con nuevos artefactos ideológicos de dominación, el capitalismo y el neocolonialismo han generando un “colchón social” compuesto por actores fragmentados, irresponsables, a-críticos, individualistas, pesimistas, frustrados, consumistas, impiadosos, agresivos, colonizados, manipulados; en fin, actores que son lisa y llanamente antisociales, monadas aisladas que pueden jugar tanto el rol de víctimas como de victimarios.
Los medios y métodos de esta guerra no constituyen anomalías. Las políticas de “seguridad” sólo pueden exhibir sus efectos destructivos sobre la vida de los pueblos. Militarización, para-militarización y narcotráfico son plenamente funcionales a los objetivos del capitalismo y el neocolonialismo (con sus componentes racistas y patriarcales), se han convertido en rasgos inherentes a la formación socio-económica capitalista periférica de este tiempo. Igual de funcional es la gestión del terror. No hay fallas de continuidad. No hay efectos colaterales. México muestra una estrategia de saqueo de las riquezas y de control social basada en una violencia cada vez más sistémica, casi mecánica. Una violencia que se retroalimenta con la pobreza, la soledad y la indiferencia, haciéndose cada vez más cruel y feroz y generando un medio saturado de impotencia y de tristeza. México muestra como los sistemas y los subsistemas de opresión y dominación de los seres humanos se interrelacionan y se potencian creando una maraña opresora que parece inexpugnable.
Pero de ningún modo existe en México un escenario hobbesiano. Sostener esto constituye una salida fácil, superficial o cómplice. O las tres cosas al mismo tiempo. No se trata de una guerra de todos y todas contra todos y todas. Además, los medios utilizados, la direccionalidad, el sentido y la “intencionalidad pedagógica” de la violencia son demasiado evidentes. No los pueden ocultar las artimañas de los medios de comunicación monopólicos con sus verbos despersonalizados, con sus afinadas estrategias de ocultamiento, con su inveterada costumbre de estigmatizar a las víctimas y de crear estereotipos que invariablemente “dan de comer” a la violencia estatal y para-estatal, con su deseo de “cerrar el caso” cuanto antes y con su sorprendente capacidad para re-actualizar el macartismo. Tampoco pueden ocultarlos las meras prácticas de consolación. Mucho menos pueden ser eficaces estos encubrimientos y astucias cuando buena parte de las víctimas posee la estirpe de los luchadores sociales, de los que enseñan el maravilloso oficio de la libertad, de los constructores de convivencia igualitaria, de “comunalidad” y futuro. Directa o indirectamente las biografías de los muertos, heridos, desaparecidos de Ayotzinapa se pueden encastrar en una sola historia, en un mismo un drama colectivo.
¿Acaso no luchaban contra la privatización de la educación pública y, en general, contra el imparable proceso de mercantilización-colonización de todos los bienes públicos? ¿Acaso no estaban defendiendo la tradición de las escuelas normales, en especial la formidable tradición de Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa que parió a un Lucio Cabañas o un Genaro Vázquez Rojas? Las escuelas como la Normal Rural Isidro Burgos constituyen esos raros espacios en donde los jóvenes adquieren la capacidad de asumir los desafíos que nos impone la crisis del capital; donde pueden adquirir cierta idoneidad para protagonizar las luchas de se avecinan o, simplemente, desarrollar hábitos de resistencia a las políticas de domesticación. ¿Acaso los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa no estaban predispuestos a aportar, a través de la educación de las bases y de un magisterio siempre concientizador y desfechitizador, a la consolidación de los movimientos sociales? ¿Acaso no estaban vinculados a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM)? ¿Acaso no se dirigían a un acto en conmemoración por la masacre de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968? No hay resquicios para las casualidades. El poder opresor –bajo cualquiera de sus formas: Estado o para-Estado, capitalistas formales o informales, legales o ilegales– hace desaparecer a los cuerpos tenaces que no logra degradar o descomponer, a los cuerpos orgullosos que no se dejan comprar, que no se quieren vender, que se niegan a ser mercancía, objeto o espectáculo; a los cuerpos arraigados en un territorio propio donde se hace la vida, situados en las trincheras más aptas para frenar la normalización disciplinaria y los procesos de subjetivación que impulsa el capital. El poder opresor no tolera a los cuerpos obstinados y contradictores que quieren ser autónomos y felices, que resisten, sueñan y crean. Supo dar en la tecla esa pintada en la calle de la Reforma que decía pienso, luego me desaparecen.
Los y las que insisten en un escenario hobbesiano se olvidan del otro México, el que viene amasándose desde abajo. El México que, con sus espacios de socialización militante, con sus espacios públicos alternativos, con sus organizaciones de base, con sus luchas y sus sueños, con sus experiencias de autogobierno y de producción democrática, con sus Caracoles y sus Comités Municipales Populares, confronta al ritmo de sus intereses y despliega las contradicciones inherentes del sistema. El México que sabe que la ocasión de la libertad y la estación del advenimiento de la esperanza sólo se encuentran en lo colectivo y por eso teje y teje con los hilos del arco iris y del poder popular. El México que está en exceso respecto la protesta y el deseo (indispensables pero insuficientes) y trabaja para construir un proyecto emancipador. El México de la “tradición larga, perdurable y nunca rota” de la que hablaba Pedro Henríquez Ureña. El México de la autoconciencia popular.
Vemos que carece de asidero la definición de México como “aquello que está alrededor de las fosas comunes”. Entonces, más que de un escenario “hobbesiano” cabe hablar de un “Armagedón”. No sabemos si cercano o lejano, pero sí sabemos que será inevitable. El abismo tiene fondo. Como decía el Libertador Simón Bolívar en la Carta de Jamaica, hace exactamente doscientos años: “a pesar de todo los Mejicanos serán libres”.
La “Guerra al Narcotráfico” lanzada hace una década, se muestra como la estrategia para silenciar, perseguir y asesinar militantes populares y para desatar la violencia clasista, racista y sexista. La “Guerra al Narcotráfico” es una forma de guerra contrainsurgente en el mundo de la posguerra fría.
No por casualidad deviene (en México o en Colombia, en Brasil o en Argentina, o dónde sea) en interpenetración del narcotráfico, el tráfico de personas, y otros “tráficos”, con el Estado, las clases dominantes y el imperialismo.
La lógica de estos actores, en el fondo, es exactamente la misma, porque es la lógica reproductiva del capital: vale lo mismo para el gas, el petróleo, el oro, el agua, las drogas, los seres humanos o algunas de sus partes. De este modo, la “Guerra al Narcotráfico” ha servido para consolidar monstruosos bloques de poder y para profundizar el proceso de enajenación de soberanía.
Por factores económicos, políticos, sociales y culturales (geopolíticos), México es demasiado importante para la preservación del orden dominante a escala mundial. Al mismo tiempo, en la sociedad civil popular mexicana anidan enormes potencialidades; la misma presenta “momentos de verdad” con posibilidades de devenir alternativas concretas al sistema de capital y a las formas de la democracia liberal (delegativa, representativa, procedimental). Los sistemas comunitarios de los pueblos campesinos-indígenas, por ejemplo, no son sólo una alternativa retórica y romántica.
Por factores económicos, políticos, sociales y culturales (geopolíticos), México es demasiado importante para la preservación del orden dominante a escala mundial. Al mismo tiempo, en la sociedad civil popular mexicana anidan enormes potencialidades; la misma presenta “momentos de verdad” con posibilidades de devenir alternativas concretas al sistema de capital y a las formas de la democracia liberal (delegativa, representativa, procedimental). Los sistemas comunitarios de los pueblos campesinos-indígenas, por ejemplo, no son sólo una alternativa retórica y romántica.
Además de constituir un límite al modo de reproducción del capital, son una alternativa concreta y buena. El futuro tiene reservas en México. De ahí que el capitalismo y el neocolonialismo no escatimen esfuerzos y crueldades a la hora de desestructurar todo tipo de resistencia de los y las de abajo, todas las experiencias que expresan algo radicalmente nuevo.
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa pusieron en evidencia la incompatibilidad de fondo entre el mercado y la Política (así, con mayúsculas).
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa pusieron en evidencia los efectos inevitables de la mundialización neoliberal, lo que ocurre (y ocurrirá) si la regulación mercantil sigue imponiéndose a la regulación política popular, si los intereses de las corporaciones predominan sobre los intereses de los pueblos.
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa hicieron un poco más visibles los engranajes mortíferos de un sistema en guerra (la expresión es literal) contra toda estructura social contendora, contra toda forma de sociedad orgánica. Un sistema que pretende erradicar el pensamiento y el afecto, matar a eros, y desarraigar a todos los hombres y a todas las mujeres, para luego fagocitarlos.
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa sirvieron para que muchos y muchas dentro y fuera de México tomaran conciencia del grado de descomposición de las clases dominantes y el Estado mexicanos, del abismo inexorable al que conduce la mundialización neoliberal, del altísimo grado de complicidad con la muerte que tienen aquellos y aquellas que siguen reivindicando su derecho a la indiferencia.
Al mismo tiempo, nos recordaron que sólo con el desarrollo de la conciencia popular –una conciencia que no sea desdichada– será posible superar esta crisis civilizatoria y generar una alternativa sistémica.
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa tienen la dignidad de un árbol grande. Cumpliendo con sus deberes inmediatos, se han convertido en universales. Son bandera de lucha para el campesinado y para las comunidades indígenas que, cercados por las empresas multinacionales, no se rinden y defienden sus territorios; para los y las que se resisten a gastar su sangre en las plantaciones agro-industriales o en las maquilas y se organizan y luchan, para los y las que quieren escapar de la miseria, la precariedad, la prostitución, el narcotráfico y el para-militarismo, sin asumir la amarga alternativa de cruzar la frontera.
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa son nuestros héroes irreprochables. Pero son Héroes de sacrificio. De nosotros y nosotras depende que algún día México y Nuestra América toda vuelvan a parir héroes de triunfo.
¡Vivos se los llevaron. Vivos los queremos!
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Abajo, cronograma de actividades a desarrollarse en Montevideo en el marco de la Semana por Ayotzinapa.
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa pusieron en evidencia la incompatibilidad de fondo entre el mercado y la Política (así, con mayúsculas).
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa pusieron en evidencia los efectos inevitables de la mundialización neoliberal, lo que ocurre (y ocurrirá) si la regulación mercantil sigue imponiéndose a la regulación política popular, si los intereses de las corporaciones predominan sobre los intereses de los pueblos.
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa hicieron un poco más visibles los engranajes mortíferos de un sistema en guerra (la expresión es literal) contra toda estructura social contendora, contra toda forma de sociedad orgánica. Un sistema que pretende erradicar el pensamiento y el afecto, matar a eros, y desarraigar a todos los hombres y a todas las mujeres, para luego fagocitarlos.
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa sirvieron para que muchos y muchas dentro y fuera de México tomaran conciencia del grado de descomposición de las clases dominantes y el Estado mexicanos, del abismo inexorable al que conduce la mundialización neoliberal, del altísimo grado de complicidad con la muerte que tienen aquellos y aquellas que siguen reivindicando su derecho a la indiferencia.
Al mismo tiempo, nos recordaron que sólo con el desarrollo de la conciencia popular –una conciencia que no sea desdichada– será posible superar esta crisis civilizatoria y generar una alternativa sistémica.
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa tienen la dignidad de un árbol grande. Cumpliendo con sus deberes inmediatos, se han convertido en universales. Son bandera de lucha para el campesinado y para las comunidades indígenas que, cercados por las empresas multinacionales, no se rinden y defienden sus territorios; para los y las que se resisten a gastar su sangre en las plantaciones agro-industriales o en las maquilas y se organizan y luchan, para los y las que quieren escapar de la miseria, la precariedad, la prostitución, el narcotráfico y el para-militarismo, sin asumir la amarga alternativa de cruzar la frontera.
Los muertos, heridos y desaparecidos de Ayotzinapa son nuestros héroes irreprochables. Pero son Héroes de sacrificio. De nosotros y nosotras depende que algún día México y Nuestra América toda vuelvan a parir héroes de triunfo.
¡Vivos se los llevaron. Vivos los queremos!
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Abajo, cronograma de actividades a desarrollarse en Montevideo en el marco de la Semana por Ayotzinapa.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
“Escandaloso encubrimiento” del
gobierno en desaparición de los
43:Amnistía Internacional
Por Ángeles Cruz mié, 23 sep 2015 12:55 La Jornada
Imagen de AI sobre el caso Ayotzinapa tomada aimexico.tumblr.com/post/ 129719014155/méxico-la- desaparición-forzada-de-los- estudiantes
México, DF. Desde los niveles más altos del gobierno de México existe un “escandaloso encubrimiento” de los responsables de la desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, en Guerrero, afirmó Amnistía Internacional.
La víspera de la reunión que sostendrá el presidente Enrique Peña Nieto con los padres de los jóvenes, el organismo internacional advirtió que esta tragedia “es uno de los peores escándalos de derechos humanos en la historia reciente de México”. Deja en evidencia que “cualquiera puede desaparecer forzadamente como por arte de magia en el país mientras quienes están en el poder se enfocan en cubrir las huellas”.
El pronunciamiento de Amnistiá Internacional también resaltó que Peña Nieto va a seguir siendo visto en todo el mundo “como el facilitador de estos horrores”, a menos que tome una acción real, agregó.
Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional puntualizó: “La inquebrantable determinación del gobierno mexicano de convencer al mundo que los estudiantes fueron asesinados por una banda de narcotraficantes y sus restos quemados en un basurero, está actuando como una distracción de cualquier otra valiosa línea de investigación”.
La activista insistió en que falta explorar la actuación que tuvieron los militares e impartidores de justicia, sobre todo de quienes no intervinieron a pesar de ser conscientes de los abusos cometidos contra los estudiantes en el momento en que se estaban llevando a cabo.
TOMADO DE: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/
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