No ignoremos las raíces de la discriminación
Ben White
En su artículo, Robert
Cherry comienza con una afirmación falsa. Nunca he utilizado el análisis del apartheid para
referirme solo a las políticas en el interior de las fronteras anteriores a
1967. El “apartheid israelí” se refiere típicamente solo a
Cisjordania (esta es, por ejemplo, la posición de Jimmy Carter) o, como en mi
caso, a todo el territorio de Palestina/Israel en su conjunto.
Como ha dicho Oren Yiftachel,
se trata de ver “la Cisjordania colonizada, la Franja de Gaza asediada y el
Israel propiamente dicho, cada uno con sus propios conjuntos de reglas
oficiales”, como “un régimen” que privilegia a los judíos y divide a los
palestinos en grupos diferentes con ciertos derechos o sin ellos.
Además, Cherry deja
fuera la limpieza étnica fundacional de la Nakba, las expulsiones masivas que hicieron posible el
surgimiento de una “mayoría judía” y que despojaron de sus tierras —y de
su ciudadanía— a la mayoría de los palestinos dentro del territorio que se
convirtió en Israel.
Cherry se centra exclusivamente en (algunos aspectos de)
la vida de la minoría palestina con ciudadanía
israelí. Pero este enfoque le impide cuestionar la sustancia de su aparente
objetivo.
Cherry se concentra en las “políticas de acción afirmativa del gobierno” [lo que en España se denomina “discriminación positiva”, N. del T.] dirigidas a mejorar “la situación económica y educativa de los árabes israelíes”.
Cherry se concentra en las “políticas de acción afirmativa del gobierno” [lo que en España se denomina “discriminación positiva”, N. del T.] dirigidas a mejorar “la situación económica y educativa de los árabes israelíes”.
Escribí
sobre este fenómeno en
2011 y argumenté que “ver el potencial económico nacional que suponía la
‘equiparación de ingresos’ de los ciudadanos judíos y palestinos es una cosa, y
abordar las raíces de la discriminación sistemática es otra”. Cherry omite
estas raíces. He aquí algunos ejemplos de privilegio y discriminación racistas
del marco jurídico y político israelí:
·
No existen
garantías de la plena igualdad de los
ciudadanos judíos y
palestinos ante la ley.
·
Las funciones
reconocidas por la ley de instituciones sionistas como la Agencia Judía y el
Fondo Nacional Judío conceden responsabilidades que normalmente son del estado
a organismos creados para privilegiar a los judíos.
·
Alrededor del
20 por ciento del territorio ocupado antes de 1967 está compuesto de tierras expropiadas a los refugiados palestinos.
·
Uno de cada
cuatro ciudadanos palestinos es un “ausente presente” y sus tierras han sido
confiscadas.
·
A mediados de
los 70, el pueblo palestino
medio de Israel había perdido entre el 65 y el 75 por
ciento de sus
tierras.
·
Según el
Relator Especial de la ONU sobre el derecho a una vivienda adecuada, Israel
está desarrollando “un modelo de desarrollo territorial que excluye, discrimina y desplaza a las minorías“.
·
Los comités
de admisión filtran a los residentes en el 70 por ciento de las comunidades
israelíes (un papel legislado en el 42 por ciento de las comunidades) y “han
sido utilizados notoriamente para excluir a los árabes“.
·
Decenas de
miles de palestinos viven en “pueblos no reconocidos” en el Neguev y otras partes, muchos
de ellos amenazados con desplazamientos forzosos por un nuevo plan.
·
El racismo
abierto entre las autoridades de mayor rango es algo habitual, que se traduce
muchas veces en la denuncia de una “amenaza demográfica” que representarían los ciudadanos
palestinos.
El alcalde de Jerusalén, Nir Barkat —alabado por Cherry por sus
“inversiones” en infraestructuras en Jerusalén Este—, ha propuesto una relación porcentual “ideal” de las
poblaciones étnicas en la ciudad.
·
A los
ciudadanos palestinos se les impide vivir con su cónyuge si este es de
Cisjordania o la Franja de Gaza. El Tribunal Supremo,
que como buenos liberales siempre se siente terriblemente angustiado
cuando tienen que dar el visto bueno al apartheid, apoyó la ley argumentando que “los derechos
humanos no son una prescripción para el suicidio nacional“.
¿Qué es esto sino “un
sistema generalizado de políticas de estado que institucionalizan un trato
separado y desigual”? Esta es la propia definición de apartheid de Cherry, aunque no mencionó el
derecho internacional, donde este crimen es abordado en varias convenciones y
en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Además, estas políticas desarrolladas en el actual Israel son un elemento de un
régimen que también incluye a la red de colonias de Cisjordania y al gueto de la Franja de Gaza.
El año pasado, el Comité
de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial describió las violaciones
sistemáticas de Israel, como la “segregación” y el “acceso desigual
a la tierra y la propiedad” como lo bastante graves para necesitar un
recordatorio de la “prohibición” del apartheid.
Esta es la realidad y ninguna cantidad de
parques industriales de “coexistencia” en casa o de reetiquetado en el
extranjero pueden enmascararla.
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
TOMADO DE: http://blog.disenso.net/
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